Un amable lector nos lanza una pregunta
inquietante: «En alguna ocasión le he leído que, para enterarnos de las últimas
noticias, debemos leer el Apocalipsis. ¿No le parece que en las presentes
circunstancias, cuando amenazan con imponernos un carné de vacunación para
poder viajar o ir de compras, cobra una nueva significación la llamada ‘marca
de la Bestia’?». Vamos a intentar atender la curiosidad de nuestro lector.
En el Apocalipsis (13, 17-18), en efecto, se nos
habla de un distintivo que los hombres -«pequeños y grandes, ricos y pobres,
libres y siervos»- se ponen «en su mano derecha, o en sus frentes, de manera
que ninguno pudiese comprar o vender, sino el que tuviera la señal». Esta
‘marca de la Bestia’ se inspira en los certificados que algunos
emperadores romanos expedían a quienes realizaban sacrificios a los dioses;
certificados que, en las persecuciones decretadas contra los cristianos,
desempeñaron un papel importantísimo, permitiendo su rápida identificación. En
tiempos de Diocleciano se llegaron a expedir téseras que
testimoniaban que su poseedor había rendido culto al César, impidiendo
comerciar o incluso viajar a quienes no pudieran exhibirlas.
Todos los intérpretes del Apocalipsis de los
primeros siglos coinciden en imaginar la ‘marca de la Bestia’ a modo de tésera
o salvoconducto, aunque no faltan los que la imaginan a modo de tatuaje o
marchamo en la piel. Mucho más recientemente se ha especulado con que esta
‘marca de la Bestia’ podría ser una identificación electrónica (al modo de un
código QR), o bien un implante injertado en el propio cuerpo, al estilo de un
microchip, en el cual estarían registrados todos los datos -civiles, médicos,
laborales, bancarios y hasta genéticos- del portador. No han faltado quienes
han advertido que esta ‘marca de la Bestia’ podría interferir en el sistema
neurológico humano, manipulando la personalidad de sus portadores y controlando
sus movimientos, como si fueran autómatas o zombis. Pero para convertir a las
personas en masa cretinizada no hace falta intervenir con un microchip en sus
cerebros; basta con moldear las conciencias mediante una ubicua
propaganda sistémica.
La apariencia material de la ‘marca de la Bestia’
podemos imaginarla de mil maneras, según los adelantos tecnológicos de cada
época. Pero esto no nos servirá para penetrar en su auténtica
naturaleza. Pues, según se nos narra en el Apocalipsis, esta ‘marca
de la Bestia’ no la imprime la Bestia del Mar, sino la Bestia de la Tierra.
Todos los exegetas del Apocalipsis coinciden en identificar a la Bestia
del Mar (con sus siete cabezas que simbolizan una coalición mundial)
con un Anticristo de naturaleza política; y coinciden en
identificar a la Bestia de la Tierra (que tiene «dos cuernos
como de cordero», remedando a Cristo, pero habla «como una
serpiente») con un poder religioso corrompido que falsifica la
religión y la pone al servicio del Anticristo político, empujando a los hombres
suave y melosamente (como lo haría un corderito) a la apostasía.
Así que esta ‘marca de la Bestia’,
independientemente de su naturaleza material, debe incorporar una
profesión de apostasía religiosa. Dicha profesión puede ser neta y expresa
(abjurando de Dios) o bien mediante la participación (a sabiendas) en acciones
horrendas que la denotan (una misa negra o ceremonia en la que se descuarticen
fetos, por ejemplo). Y esta ‘marca de la Bestia’ se llevará en la frente y en
las manos (donde la frente simboliza el modo de pensar y las manos el modo de
obrar); es decir, incorporada a nuestra propia vida, a nuestro
propio cuerpo, con publicidad y descaro, libre y voluntariamente, con orgulloso
afán de proselitismo.
La Bestia del Mar animará a los hombres a dejarse
imprimir esta ‘marca’, convenciéndolos de que hacerlo es un acto
benéfico para el bien común; y quienes no accedan a imprimírsela no podrán
«comprar ni vender»; esto es, se verán señalados con desprecio y burla al
principio, después con odio furioso, viéndose excomulgados (apestados) de todo
linaje humano, incluso de sus amigos y parientes (que pueden convertirse en sus
mayores enemigos). No debe olvidarse, sin embargo, que luego el Apocalipsis
(16, 2) indica que quienes han recibido la ‘marca de la Bestia’ perecerán de
una «úlcera repugnante y maligna» (una enfermedad arrasadora) cuando el primer
ángel derrame su copa, desatando una plaga que anuncia la derrota del
Anticristo.
Hasta aquí lo que una exégesis no fantasiosa del
Apocalipsis nos dice de la ‘marca de la Bestia’. Esperamos que a nuestro amable
y curioso lector le haya servido para enterarse de las últimas noticias.
Publicado en XL Semanal.
https://www.religionenlibertad.com/opinion/838058974/marca-bestia.html