Para empezar lean esta noticia: “Avanza la
vacunación obligatoria: tras los empleados, Goldman Sachs obliga
también a sus clientes”. Mientras la digieren, inicio mi
artículo para despertar a los que duermen.
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Voy a comentar algo que caerá en saco roto --lo sé
de sobra--, y no por ningún complejo sino por una simple
constatación de una realidad invariable comprobada a lo largo de seis decenas
de años como mínimo.
No puedo evitar mi admiración por el descaro de los
miembros de la Sinagoga de Satanás al permitirse el lujo de anunciar
sus objetivos a bombo y platillo, sin que el pueblo borrego --no solo
español, también el del Orbe entero— se entere de nada. No excluyo
del aludido “pueblo borrego” a los conspicuos e
ilustrados analistas de fama nacional e internacional.
Amigos lectores: cuando Bill Gates y sus amigos
anuncian que van a eliminar “siete mil millones de
habitantes de la faz de la tierra” no están contando un chiste, ni
haciendo una broma.
Ese genocidio “multimilmillonario” es un
proyecto real, --¡ya en marcha!--, tras haberlo proyectado,
estudiado y planificado a la perfección, como saben hacerlo y lo tienen
demostrado. Ejemplos no faltan: la destrucción del Imperio español, las dos
Guerras Mundiales, la “entrega del mundo” a su gran instrumento colaborador en
la destrucción de la Obra de Cristo: ¡el Islamismo! (Afganistán es
el último ejemplo, como antes lo fue Indochina con Vietnam).
Vemos que el primer paso del nuevo
Proyecto ha sido un éxito (¡el Coronavirus!) y el segundo.-- igualmente
rentable—está siendo obligar a todo el mundo a ser inyectados con
vacunas asesinas, que van directamente a los genes del individuo, y
son otro paso de gigante para la despoblación de la Tierra como lo tienen
proyectado. Los hechos demuestran que hace décadas ya trabajan en
el proyecto, so capa de investigación de los virus y,
bajo esa cobertura, han podido crear el Coronavirus
de frutos evidentes y notables pues ya han enviado unos cuantos millones de
hombres a la tumba.
No cabe duda: será eficacísimo para liquidar la
humanidad. Van muriendo por miles sin que nadie dé la noticia y si nos hemos
enterado ha sido por casualidad –pues no todos guardan silencio--
Los hijos de Satanás procuran tranquilizar al pueblo borrego con este
argumento: “las vacunas siempre producen esos efectos ‘mínimos’,
y ‘secundarios’…” (Ya pueden imaginarse la gracia de ese efecto
“mínimo y secundario” para quienes la “diñan” como dicen en mi
pueblo).
Por primera vez me entero de tal cosa. Todos hemos
sido vacunados por diversos motivos y jamás tuve noticias de fallecimientos
debidos a la vacunación generalizada, verbigracia, contra la viruela… Pero el
mundo “progresa que es una barbaridad”, y resulta que, en el siglo de la
técnica, vamos como los cangrejos, marcha atrás y, las nuevas
vacunas,… “¡matan!”. (¡Qué casualidad!, y esa realidad se la
traga el mundo como si fuera un mosquito…Y a nadie se le ocurre
preguntar ¿por qué?, ¿quién?, ¿cómo?, etc…)
Pero, al parecer, no todo el monte es orégano
y han surgido demasiados “respondones” decididos
a: “¡que se vacune su madre!” (la de los hijos de Satanás) y… no
les ha hecho ninguna gracia, y en consecuencia, han decidido ignorar
los “derechos humanos más elementales” y declarar obligatoria
la vacunación, quiérase o no.
Como tampoco han logrado ver su “orden” acatada por
muchos, están tomando las medidas insoslayables para obligarnos a
todos de forma indirecta. Me imagino a todos los lectores,
enterados del modo elegido. Es muy simple: se prohíbe viajar, comprar en tiendas,
comer en restaurantes, y, lo peor, ¡PODER TRABAJAR!, a
quienes no tengan “certificado de vacunación”.
Para quienes se escandalizan cuando se habla de
una “minoría de judíos perversos”, aclaro que a esa minoría se
le debe el que las naciones (a lo largo de los siglos)
hayan caído en el error de confundir al pueblo judío con esa minoría.
Desgraciadamente lo siguen haciendo: los Sachs, los Gates, los Soros, son
los responsables del odio provocado, pero como son “omnipotentes” (han sabido
adueñarse de todas las riquezas del mundo y controlan todos los Gobiernos y
partidos políticos –salvo las excepciones conocidas de todos) se pueden
permitir el lujo de menospreciarnos y de condenarnos a muerte entre
carcajadas.
Pues bien, yo me limito a cumplir mi
obligación, es decir a dejar constancia de que la Sinagoga de Satanás no bromea
cuando anuncia la eliminación de siete mil millones de seres humanos con
el objetivo de permitirles una vida mejor a ellos y a los mil
millones restantes…
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Y para cerrar este artículo, --que escribo
hoy 26 de agosto— reconozco que no puedo hacerlo sin
recordar a los montañeses lo ocurrido hace ochenta y cuatro años, cuando
el Ejército de Franco LIBERÓ a Santander del “terror rojo”,… pues
¡yo estaba allí! , ese día triunfal que sin duda no puede olvidar la Sinagoga
de Satanás Hasta hace muy poco –quizás un par de años—los
patriotas de la Capital de la Montaña lo celebraban como Dios manda.