Dice el
Evangelio (Mc 6, 17-28) que Herodes había enviado a
prender a Juan a causa de Herodías, mujer de su hermano Felipe; porque la había
tomado por mujer. Pues Juan decía a Herodes: no te es lícito tener a la mujer
de tu hermano.
Se puede
aplicar este Evangelio a nuestro tiempo, y decir que San Juan Bautista
representa a la Iglesia, cuya misión es dar la luz de Cristo a los hombres para
que, viviendo según la fe y a la moral verdaderas, salven sus almas. Pero la
verdad que es predicada por la Iglesia es resistida por los que pertenecen al
diablo. La Luz divina enfurece a los que quieren vivir en la oscuridad del
pecado.
El rey
Herodes representa a los prelados liberales, especialmente a los Papas desde
Juan XXIII en adelante, porque viven en adulterio espiritual. Cristo llama
adúlteros a los que abandonan a Dios, verdadero esposo del alma (Catena
Áurea in Mc 8, 38). Toda herejía es, pues, un adulterio, porque por
ella nos separamos de la Verdad que es Cristo. El modernismo -vertiente
teológica del liberalismo- es la cloaca de todas las herejías, dijo
San Pío X, y por ser la peor de las herejías, el modernismo o progresismo es el
peor de los adulterios.
Y Herodías lo acechaba y deseaba matarlo pero no podía porque Herodes
temía a Juan, sabiendo que justo y santo, y lo protegía, y oyéndolo, hacía
muchas cosas, y lo escuchaba de buena gana.
Herodías
la adúltera es, según los antiguos intérpretes, la religión judía. Mujer
orgullosa, ambiciosa, altiva, arrogante, intrigante, manipuladora y cruel;
quería matar a Juan porque le hacía ver que estaba en pecado. En lugar de
arrepentirse, de quitar lo que separaba su alma de Dios (el pecado), buscó
quitar al hombre santo que tendía a separarla de Herodes y del diablo.
Y llegó
un día oportuno, cuando Herodes, celebrando su nacimiento, ofreció un banquete
a sus nobles y comandantes y a los principales de Galilea. Y entrando la hija
de Herodías, danzó, y agradó a Herodes y a los que estaban con él a la mesa.
Esta
segunda mujer, hija de Herodías e hijastra de Herodes, se llamaba Salomé. Así
como la Iglesia tiene una Madre santísima que es la Virgen María, Salomé es la
mala hija de una madre igualmente malvada. Es la herejía actual, que proviene
de Herodías, del judaísmo, porque los oscuros orígenes del modernismo parecen
remontarse hasta la Cábala judaica. Salomé es, entonces, la iglesia conciliar,
fruto envenenado de la sinagoga; la secta de los lobos con piel de oveja, cuyo
corazón son los infiltrados del diablo: sodomitas, marxistas, masones,
modernistas convencidos y militantes, etc. Salomé, instigada por su madre,
logra que San Juan sea decapitado. De igual modo la iglesia conciliar intenta
separar al cuerpo, a la masa de los católicos, de Cristo, Cabeza de la Iglesia.
El nombre Salomé deriva de la palabra hebrea shalom: paz. El cobarde
pacifismo -valga la redundancia- es uno de los elementos característicos del
liberalismo. ¿Cuántas veces hemos oído de boca de Papas y Obispos liberales esa
blasfema cantinela de que la Iglesia está al servicio de la paz? Paz según el
mundo, mera ausencia de guerras, paz de muertos, paz satánica de los que
quieren vivir tranquilos sin ser molestados por Dios. La funesta fiesta en la
que Salomé ha bailado y agradado a los comensales, es el diabólico Vaticano II.
En adelante la Jerarquía católica no querrá conquistar el mundo para Cristo,
sino agradar al mundo, mostrarse simpática con los enemigos de Dios y ofrecerse
a ellos como la mujerzuela Salomé.
Y el rey dijo a la muchacha: pídeme lo que quieras y te lo daré. Y le
juró: te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino. Y saliendo, dijo
ella a su madre: ¿qué pediré? La cabeza de Juan el Bautista, le respondió. Y se
presentó apresuradamente ante el rey diciendo: quiero que me des ahora mismo,
en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista. El rey se puso triste, pero a
causa del juramento y de los que se sentaban con él a la mesa, no quiso
desairarla.
Herodes
pudo haber seguido las exhortaciones de San Juan, pero no tuvo el valor, no
supo ejercer su autoridad y fue incapaz de contradecir a una mujer malvada y
obstinada. Como dijimos, Herodes figura a todos los actuales prelados
liberales porque viven en adúltero contubernio espiritual, porque quieren ser
amigos del mundo y de los mundanos, porque son como ebrios que caminan sin
rumbo claro, zigzagueando entre contradicciones sin fin, vacilando siempre,
rehuyendo la cruz; cobardes llenos de miedos y de respetos humanos;
traicioneros y desleales, hábiles para la diplomacia y el secretismo,
afeminados de palabras ambiguas, cañas dobladas por cualquier viento.
Y el rey envió a un verdugo y le ordenó que trajera la cabeza de Juan. Y
éste fue y lo decapitó en la cárcel, y trajo su cabeza en una bandeja, y la dio
a la muchacha, y la muchacha la dio a su madre.
Estimados
hermanos: todos los católicos tenemos a San Juan Bautista como un ejemplo
brillante de fidelidad a Cristo, de esa santa intransigencia católica que surge
de la auténtica caridad, del amor ardiente a la Verdad. Como él, hay que querer
morir antes que ceder en los principios, antes que ablandar la defensa de la
Verdad, antes que traicionar a Cristo. No olvidemos que esta intransigencia que
Dios espera de nosotros tiene una recompensa eterna. Y también tiene la promesa
de ser premiada ya en esta vida con la cruz bendita, pues nos dice San Pablo
que todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, sufrirán
persecución (2 Tim 3, 12). Y Cristo dice: ánimo, Yo
he vencido al mundo(Jn 16, 33).
¿Y si… a
la manera del hombre actual, infectado de liberalismo, San Juan hubiera tratado
de llegar a un acuerdo con Herodías o con Herodes? ¿Y si… para evitar el
empeoramiento del conflicto, hubiera destacado más las cosas buenas que hacía
Herodes que los pecados de éste? ¿Y si… hubiera formulado ciertas condiciones
para la paz, siendo la primera de ellas, ser sacado de la cárcel y poder seguir
hablando con libertad? Pues de haber hecho algo de esto, habría sido infiel a
Cristo, habría sido un traidor y un cobarde, habría sido otro Herodes y otro
Judas. San Juan Bautista no pidió nada a Herodes porque la verdad no
pide nada al error, ni la luz a la oscuridad, ni Cristo a Belial. Lo
único que habría hecho posible la paz con Herodes y Herodías, habría sido el
cumplimiento de esta y sólo esta exigencia: que cese el adulterio, que termine
el pecado. Esa, exactamente, era la condición que, fiel a la línea trazada por
Mons. Lefebvre -nuevo Juan Bautista- había puesto a la Roma adúltera el
capítulo de la Fraternidad del año 2006: ningún acuerdo sin previa conversión
de Roma, sin el fin del adulterio liberal y modernista.
Por
intransigente, San Juan murió encarcelado por Herodes y, por intransigente,
Mons. Lefebvre murió “excomulgado” por los hijos de Herodes. ¿Y hoy día qué?
Hoy vemos con pesar que los hijos de Mons. Lefebvre no se mantuvieron en el
santo camino de su padre, sino que, arrastrados por una autoridad vacilante,
confusa y ambigua como Herodes, han optado por la senda de los rastreros,
apocados y pusilánimes.
Esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas (Lc 22, 53): los muy lamentables hechos de los que hemos sido testigos
durante el último tiempo, demuestran que la Fraternidad San Pío X va teniendo
cada vez más de Herodes, de Herodías y de Salomé, y cada vez menos de Mons.
Lefebvre, de San Juan Bautista y de Cristo.