“El misterio de iniquidad consiste
precisamente en que el "Aparato publicitario de la Iglesia” que debía
servir para llevar las almas a Jesucristo, sirve en cambio para perderlas y
esclavizadas al demonio.
Aquí está el "misterio de
perversidad"; Que la sal se corrompa y deje de salar (Mt. 5, 13). Fíjese
bien el lector que no decimos que la Iglesia deje de llevar las almas a Jesucristo.
La Iglesia es indefectible y durará como tal hasta el fin. Pero la Iglesia de
Jesucristo puede no identificarse con el "Aparato publicitario de la
Iglesia".
(...) Unos años más, y de no intervenir
directamente la mano de Dios, el "Aparato publicitario de la Iglesia
Católica" profesará una religión completamente distinta de la que nos
enseñó Jesucristo y que nos han transmitido los Padres, Doctores y Santos de
la Iglesia doblemente milenaria. De aquí este furor satánico que se ha desatado
contra la Iglesia pre-conciliar.
(...) La Iglesia estaría hoy gobernada en
gran parte por judíos, masones y comunistas. Gobernada contra los intereses
de la Iglesia misma. Aquí está el Mysterium
iniquitatis.
Pero la Iglesia y el mundo están en
definitiva gobernados por Dios. La Providencia permite el mal en vista de un
mayor bien y, sobre todo, del bien de los elegidos. La Historia tiene su razón
de ser a causa de Jesucristo y de su Cuerpo Místico. Por esto, el momento
presente de la Iglesia y del mundo hay que mirarlo con ojos sobrenaturales. Lo
esencial es nuestra adhesión inquebrantable a Jesucristo. A Jesucristo el de
siempre....”
Padre Julio Meinvielle, “El Progresismo Cristiano”, págs. 131- 132-
134- 135.