Número CDLXXII (472)
30 de julio de 2016
Tomismo único
Mons. Williamson
Verdad que es verdad excluye toda contradicción.
“Verdad” que admite el error, es verdad-ficción.
La manera por la cual el modernismo puede combinar aparente sinceridad y
buena fe con disolución de la verdad es tan peligrosa para la fe real de los
Católicos que difícilmente puede ser descrita o analizada con demasiada
frecuencia. La pregunta reciente de un laico Tradicionalista provee otra
oportunidad para hacerlo. Él pregunta si es sabio que un sacerdote de la
Fraternidad San Pío X lea regularmente una revista Tomista Conciliar, basado en
el hecho de que la FSSPX no ha proporcionado hasta ahora esta materia de
lectura regular sobre el pensamiento y la doctrina del más grande filósofo y
teólogo de la Iglesia, Santo Tomás de Aquino. La respuesta es que es mejor que
este sacerdote sea, por decir lo menos, muy cuidadoso, porque el Tomismo
Conciliar es una contradicción en términos reales que puede,
en términos modernistas, hacerse pasar fácilmente – y aquí está el
problema – como no contradictorio.
El Tomismo Conciliar es una contradicción en términos reales,
porque la enseñanza de Santo Tomás se esfuerza, y lo logra en gran medida, en
conformar al uno y único orden plantado en las cosas reales, fuera de nuestras
mentes, por el uno y único Dios real. Por el contrario, el Vaticano II procedió
a partir de la suposición que el hombre moderno ha desestabilizado este orden
en las cosas, centrado en Dios y estático (ver la sección de apertura de “Gaudium
et Spes”). Y, por consiguiente, para que la religión de Dios tenga algún
sentido para el hombre moderno, debe ser reestructurada en términos dinámicos y
centrados en el hombre, lo cual hace que el Tomismo ya no sea el único fiel a
la realidad, sino un tanto anticuado.
Así en términos modernistas el Tomismo permanecería
como un monumento histórico del pensamiento humano, un sistema intelectual
magnífico cuya lógica y coherencia son totalmente admirables. Así, los
seminaristas d e la FSSPX pueden, por ejemplo, aprenderlo como una guía
telefónica, pero si los seminarios de la FSSPX se dejan llevar bajo el hechizo
del Vaticano II, los seminaristas ya no verán al Tomismo como la una y única
manera de combatir los errores modernos y fácilmente serán cautivados y
seducidos por muchas otras maneras más “actualizadas” de pensar sobre el mundo.
En breve, los modernistas no desafiarán al Tomismo en su propio terreno, de
hechoellos pueden afirmar que concuerdan con él enteramente en su
propio terreno. Ellos simplemente afirmarán que en tiempos modernos el terreno
se ha trasladado y entonces el Tomismo ya no es el pensamiento únicamente válido,
o ya no es la una y única manera de llegar a la verdad. Así, los seguidores del
Vaticano II pueden realmente pensar que concuerdan con el Tomismo, pero no
coinciden con éste en lo absoluto.
Dejemos que la aritmética elemental ilustre una vez más el asunto. Dos y
dos son cuatro y, en la vida real, en la realidad, no pueden otra cosa, ni tres
ni cinco. Pero un aritmético moderno puede decir “Decir que dos y dos son
únicamente o exclusivamente cuatro, es demasiado de mente cerrada. Es mucho más
creativo y progresista decir que pueden también ser cinco o seis o – seamos de
mente abierta – ¡Seis Millones!” Y como este aritmético moderno no excluye que
dos y dos sean cuatro sino que gustosamente lo incluye en su amplia mentalidad,
puede sinceramente creer que su aritmética no contradice a la vieja aritmética.
Pero, ¿quién no puede ver que en la realidad él está totalmente socavando la
“antigua” y verdadera aritmética? Esa aritmética que se corresponde con la
única realidad fuera de nuestras mentes, no solamente incluye que dos y dos
sean cuatro sino también excluye que sean otra cosa. Y es solo esta aritmética
la que se corresponde con la única realidad, o, es verdadera. Así, la creencia
y pensamiento que corresponde al único orden de la realida d natural y sobrenatural
de Dios, existió por supuesto por muchos siglos antes de Santo Tomás de Aquino
(1225–1274). Él simplemente lo recopiló en un sistema incomparable. Pero no es
el sistema el que lo hace verdadero. Lo que lo hace únicamente verdadero como
sistema es su única correspondencia como sistema con la realidad.
Por consiguiente, si los escritores en esta revista Tomista son también
seguidores profesos del Vaticano II, ciertamente no creerán que el Tomismo es,
en el sentido presentado aquí, único. En cuyo caso ellos pueden ser llamados
“Tomistas de guía teléfonica”, pero ciertamente no son verdaderos Tomistas.
¿Sabrá el sacerdote arriba mencionado distinguir siempre? No, si ahora mismo
está dejándose conducir bajo el Vaticano II.
Kyrie eleison.