“El santo es una medicina, porque es un antídoto. Y en verdad, ésa es la
razón por la cual el santo es de ordinario mártir; se lo toma por veneno porque
es un antídoto. Sucede de ordinario que él vuelve al mundo a sus cabales,
exagerando lo que el mundo olvida… Sin embargo cada generación busca su santo
por instinto y éste no es el que la gente quiere, sino lo que necesita”.
Gilbert K. Chesterton