A propósito de “viví y
dejar vivir”.
“Vi
en una ciudad, una reunión de eclesiásticos, de laicos y de mujeres, los cuales
estaban sentados juntos, comiendo y haciendo bromas frívolas, y por encima de
ellos una nube oscura que desembocaba en una planicie sumergida en las
tinieblas. En medio de esta niebla, vi a Satán sentado bajo una forma horrible
y, alrededor de él, tantos acompañantes como personas había en la reunión que
ocurría debajo. Todos estos malos espíritus estaban continuamente en movimiento
y ocupados en empujar al mal a esta reunión de personas. Ellos les hablaban a
la oreja y actuaban sobre ellos de todas las maneras posibles. Estas personas
estaban en un estado de excitación sensual muy peligroso y ocupado en
conversaciones ociosas y provocantes. Los eclesiásticos eran de esos que tienen
como principio: «Hay que vivir y dejar vivir. En nuestra época no hay que estar
aparte ni ser un misántropo: hay que alegrarse con los que se alegran”.
Beata Ana Catalina Emmerich, AA. II. 488.