“Y
esta es la causa de que en la práctica se frustren tantas santidades en
potencia y escaseen tanto los verdaderos santos. Son legión las almas que viven
habitualmente en gracia de Dios, que jamás caen en pecados mortales y se
esfuerzan incluso en evitar los veniales. Y, sin embargo, se les ve paralizadas
en la vida espiritual; pasan los años y continúan igual o acaso con mayores
imperfecciones cada vez.
¿Qué
es lo que ocurre? Simplemente que no se han preocupado de desarraigar sus
imperfecciones voluntarias, no han tratado de quebrar ‘el hilo delgado’ que las
sujeta a la tierra, y por eso no pueden levantar el vuelo hacia las alturas.
San Juan de la Cruz nos dice al respecto:
‘Y
así, da lástima ver algunas almas cargadas en riquezas de obras, ejercicios
espirituales virtudes y dones que Dios les da, y por no tener ánimo para acabar
con algún gustillo, apego o afición, nunca llegan al puerto de la perfección…
Es
muy doloroso ver que con la ayuda de Dios rompieron cuerdas más gruesas de
pecados y vanidades, y por no desprenderse de una niñería, un hilo, que Dios
les pidió por amor a Él, dejan no sólo de avanzar, sino que vuelven atrás;
porque ya se sabe que en este camino el no ir adelante es ir atrás y el no ir
ganando es ir perdiendo. Que eso nos quiso decir Nuestro Señor cuando dijo: Quien
no está conmigo está contra mí, y quien no recoge conmigo, desparrama. (Mt 12)’…”
Padre Antonio Royo
Marín, O.P.