Capítulo
VI de su libro DEMOCRACIA Y PROVIDISMO -Un intento de guía orientadora, Bella
Vista Ediciones, 2019.
Indignísimos
miembros del Parlamento,
Irrespetables
representantes de la perversión democrática,
Ilegítimos
interlocutores de la corrupción hecha sistema político,
Delincuentes
subversivos todos:
Con
los fines más aviesos y las intenciones más torvas, han fabricado un debate
sobre lo indebatible, un disenso sobre lo que no admite disensión, una
discusión sobre lo indiscutible, un plebiscito acerca de lo implebiscitable.
El
macabro ardid les ha dado resultado, y todos resultan a la postre funcionales
al mismo. De un lado y del otro de la imposible reyerta, satelitan y orbitan los
políticamente correctos. Secuestrado el sentido común, sacan turnos en amable
paridad de condiciones los asesinos de inocentes y los que honradamente se
oponen al crimen. Cada cual con sus democráticos minutos concedidos bajo el
signo del igualitarismo más mendaz y canallesco.
Para
lo que pudiera servir, mi posición es la siguiente:
1)
Sólo ingresaría al Congreso si tuviera, como Sansón, la fuerza espiritual y
material para derrumbarlo con todos sus filisteos.
2)
No estoy a favor de la vida. Para eso están desde los jainistas, que no matan
las liendres, prefiriendo convertirse en piojosos, hasta los ridículos veganos
que ingieren con culpa incluso las legumbres, pasando por todas las heterodoxas
corrientes filosóficas de cuño vitalista. Estoy a favor del Plan de Dios Uno y
Trino. Y en ese Plan, el Quinto Mandamiento prohíbe matar a un inocente. En ese
Plan, Nuestro Señor Jesucristo, anuncia que los pecadores irán al infierno. Y
los asesinos son pecadores. En ese Plan, no tienen prioridad los derechos, por
lícitos que sean, sino el deber de ser testigos de la Verdad, gritándola desde
los tejados.
3)
Frente al temor de Dios, de incumplir su Divino Plan, y porque “antes querría
haber muerto que haberos ofendido”, me importa un belín los miles de argumentos
científicos –de todas las ciencias juntas– demostrativos del origen de la
existencia humana desde el instante mismo de la concepción.
4)
No estoy obligado a compartir diálogos corteses ni confrontaciones
diplomáticas con los peores enemigos del Orden Sobrenatural. No estoy obligado
a proporcionales argumentos racionales que no merecen ni inteligen; tampoco
evidencias axiomáticas de las que se burlan en incoherente anti materialismo
científico. Con ellos, ni el lenguaje en común se debe tener. Y ante ellos,
cabe aplicar el consejo de San Juan Crisóstomo: “Si alguien blasfema corrígele,
si vuelve a blasfemar corrígele otra vez, si vuelve a blasfemar golpéale,
rómpele los dientes, santifica tu mano con el golpe”.
5)
Hago mías las palabras de Pascual Pastore, dirigida a otros rojos
parlamentarios homicidas: “Yo tenía diez hijos; la mayor que era toda mi
ilusión, ha muerto [...] pero yo espero verla nuevamente. Yo no hago otra cosa
más que esperar; en apariencia yo ejerzo una profesión, trabajo, pero no es verdad,
sólo busco el cumplimiento de esta esperanza. Mas cuando pienso que vuestra
ciencia, que vuestra ideología dice, con seguridad absoluta y enseña, que entre
los huesos de mi hija muerta que espera la resurrección de la carne y los de la
carroña de un buey, no hay ninguna diferencia, ¡ah!, entonces os digo
comunistas, ¡mientras haya hijos que mueran y padres que esperan, se rebelarán
contra vosotros!
Vosotros
tenéis de la vida individual y social, un concepto químico. He aquí la razón
por la cual sois desgraciados. Los ácidos y las sales se combinan y de ello
resulta una reacción dialéctica de la vida, donde no hay lugar para la
esperanza. Así concebís vosotros todas las cosas, y aquí está la gran
divergencia. Vosotros estáis ensayando, un bleff colosal; pretendéis hacer
creer que vosotros estáis por los pobres y que nosotros estamos por los ricos,
pero permitidme que os diga con todo el sentimiento y amargura posible,
vosotros, no amáis ni a los pobres ni a los ricos, vosotros no amáis a nadie”.
Sépanlo
de una vez aborteros: mientras haya inocentes que maten, bajo el amparo de la
ley o sin ella, las almas de esos justos se rebelarán contra ustedes. Y ninguna
fuerza del mundo podrá detener la cólera del Señor de los Ejércitos,
acaudillando esa rebelión de las víctimas de Herodes. ¡Dios no muere! ¡Viva
Cristo Rey!