jueves, 24 de diciembre de 2020

BENIGNIDAD Y UTILIDAD DE CRISTO AL NACER – SANTO TOMÁS DE AQUINO

 



I. Ha aparecido la bondad del Salvador nuestro Dios, y su amor para con los hombres (Tit 3, 4).

Debe advertirse que Cristo nos mostró su benignidad por la comunicación de su divinidad, y su misericordia, tomando nuestra humanidad.

1º) Ha aparecido la bondad. Comentando estas palabras, dice San Bernardo: "Ha aparecido el poder de Dios en la creación de las cosas, su sabiduría en el gobierno de las mismas, pero su bondad se manifiesta principalmente en la humanidad. Porque es una gran prueba de bondad añadir a la humanidad el nombre de Dios."

2º) No por obras de justicia que hubiésemos hecho nosotros, mas según su misericordia (Tit 3, 5). Por lo cual dice San Bernardo: "¿Qué prueba más clara de su misericordia que haber tomado la misma miseria? ¿Qué prueba más llena de piedad, que haberse hecho heno por nosotros el Verbo de Dios?" Por eso canta la Iglesia: Cristo redentor de todos, Hijo único del Padre.

II. De la utilidad de Cristo se dice en Isaías (9, 6): Ha nacido un niño para nosotros, esto es, para utilidad nuestra. Cuatro son las utilidades del nacimiento de Cristo que podemos considerar en las cuatro cualidades de los niños: pureza, humildad, amabilidad y mansedumbre, las cuales se dan de modo excelentísimo en Jesús niño.

1º) Encontramos en él suma pureza, porque es candor de la luz eterna y espejo sin mancilla (Sab 7, 26). Esa pureza se manifiesta en la concepción y en el parto virginal. Pues la incorrupción no pudo engendrar a la corrupción. Por lo cual dice Alcuino: "El creador de los hombres, para hacerse hombre y nacer del hombre, debió elegir una madre tal que supiera convenirle y serle agradable. Quiso, pues, que fuese virgen, para nacer sin mancha de una madre inmaculada y purificar la mancha de todos." 

2º) Encontramos también en este niño suma humildad: Se anonadó a sí mismo (Filp 2, 7).

Esta humildad, como dice San Bernardo, aparece en el establo, en los pañales que le envuelven y en el pesebre donde descansa.

 3º) Hallamos en el niño la soberana amabilidad, porque es más hermoso que los hijos de los hombres, y aun que las milicias angélicas. Esta amabilidad es resultado de la unión de la divinidad con la humanidad. Por lo cual dice San Bernardo: "Es un espectáculo lleno de suavidad contemplar al hombre creador del hombre."

 4º) Finalmente vemos en este niño la suprema mansedumbre, porque: es benigno y clemente, paciente y de mucha misericordia, y que se deja doblar sobre el mal (Joel 2, 13). Y San Bernardo dice: "Cristo es niño, y puede ser aplacado suavemente. ¿Quién ignora que el niño perdona fácilmente? Y si no tenernos pecado grave, podemos ser reconciliados con poco. He dicho con poco, pero no sin penitencia." Y así como se manifestó su bondad sobre toda esperanza, así podernos esperar también, más de lo que pensamos, parecida benevolencia de Juicio.

(De Humanitate Christi)