AL CORAZON DE JESUS
Si
el amoroso fuego en que te inflamas
Con
otro tal conviene ser pagado,
¿Con
qué te pagaré, mi dulce amado,
Que
no hay poder amar como tú amas?
La
fuerza del amor con que me llamas
Abrase
el corazón duro y helado,
Y
téngame el espíritu inflamado
Y
el alma por ti ardiendo en vivas llamas.
Consúmame
este fuego y purifique
La
parte donde está todo el defecto,
Y
déjeme acendrado, limpio y fuerte;
Y
trasportado en ti me purifique,
Mostrándose
de amor el tal efecto
Que
en el amado al amador convierte.
Gregorio
Silvestre (español, 1520-1570)