por Sergio Fernández Riquelme*
Hungría ha revolucionado, desde 2010, el debate
político en el seno de la Unión europea sobre sus raíces históricas y sus
perspectivas de desarrollo futuro. En un interesante contexto de
transformaciones globales y de crisis económica persistente, la construcción
europea se enfrenta al reto de definir y compartir los pilares morales y los
valores comunitarios que deben dar sentido y significado a su propio proyecto,
en este tiempo histórico, ante realidades ideológicas emergentes y frente a
viejas identidades recuperadas. Y en el tiempo citado Viktor Orbán, primer
ministro del país magiar, ha liderado una revolución conservadora de amplio
calado sin parangón en el seno de la Europa unida, con una nueva Constitución
como referente de partida, que la Historia de las ideas puede ayudar a
descifrar.
Introducción.
El 18 de abril de 2011 el Parlamento húngaro
sancionaba una nueva Constitución para Hungría [1]; pero
ésta no era una Carta magna más. Frente a una Europa occidental alejada de manera
constante, cultural y jurídicamente, de sus referentes históricos
tradicionales, el gobierno magiar proclamaba una Ley fundamental que no solo
reconocía como fundamentales las raíces cristianas del país, sino que subrayaba
una concepción del orden social, político y económico que protegía la identidad
nacional del país ante los fenómenos transformadores que anunciaba la
globalización [2].
La nación magiar había sido, hasta ahora, uno de
los ejemplos postcomunistas de rápida y completa asimilación por Occidente. La
fallida pero romántica revolución antisoviética de 1956 [3] aun
resonaba en la memoria cuando, tras la caída del muro de Berlín, Hungría fue
uno primeros países de la órbita comunista en abrazar la democracia liberal y
someterse a la tutela alemana. Pero entre 2007 y 2008, cuando una
grave crisis económica puso de manifiesto la debilidades del monopolio
demoliberal de estirpe norteamericana y de la misma construcción futura de la
Unión europea, el contexto histórico pareció gestar, cuando no dar sentido y
significancia, a una nueva y diversa corriente político-ideológica, en especial
en los países periféricos más afectados por los recortes del Estado del
bienestar y la intervención macroeconómica occidental (FMI y UE), o entre
aquellos que, desde el refuerzo de su identidad nacional, buscaron ser
alternativa al “fin de la Historia” de Fukuyama (un final basado en la
homogeneización mundial del modelo useño) dentro de un mundo multipolar que el
posible éxito del llamado “putinismo” [4] podía
demostrar viable [5].
En ese contexto parece explicarse, desde la
Historia de las ideas, la génesis y el desarrollo de una no tan vieja
“democracia soberana”, bien antiliberal bien comunitarista, fundada en la
recuperación de identidades políticas y sociales bajo autoridades ejecutivas
fuertes, la pretendida independencia económica, una dimensión nacional clara y
una vinculación religiosa profunda, que parecían superadas en la globalización
capitalista-liberal que abría el siglo XXI, y que en Europa Oriental parece
haber germinado en diversas dinámicas estatales (Eslovaquia, Serbia, Ucrania,
Macedonia, Rusia o Bulgaria) y en el Occidente del viejo continente con
formas ideológicos y/o partidistas nacionalistas de nuevo cuño (del
nacionalismo separatista de Escocia o Cataluña, al nacionalismo identitario de
Francia, Alemania o Grecia).
Así en plena Unión europea, sin que sus propias
instituciones y líderes lo pudiesen creer, uno de sus Estados miembros,
liderado por el antiguo y aventajado discípulo liberal Viktor Orbán, no solo se
declaró constitucionalmente como estado confesional cristiano (ecuménico), o
asumió en esa misma Carta magna la Familia tradicional y el derecho a la vida.
Y sobre todo, dichas autoridades comunitarias se frotaban los ojos tras las
continuas victorias electorales de una opción política denunciada desde
Bruselas como “autoritaria” y nacionalista, y que además proclamaba ya, sin ambages,
la oportunidad histórica de un nuevo Estado nacional que podía superar los
fallos del sistema liberal actual más allá del calculado euroescepticismo
inglés [6]. Y no
solo eso, en su parlamento se había convertido en la tercera fuerza política la
formación de nacionalismo identitario más importante de toda Europa: Jobbik,
que parecía condicionar algunas de las principales líneas de actuación del
mismo gobierno de Fidesz [7].
Solo el
tiempo, clave vital de la Historia, contará del éxito o fracaso de esta nueva
empresa político-social en pleno proceso de construcción europea, en el que
Orbán pretende asumir la simbiosis entre el progreso socioeconómico y las
raíces culturales tradicionales.
1. El
inicio. La transformación personal y política de Viktor Orbán.
El 29 de mayo de 2010, Viktor Orbán asumió por
segunda vez el poder como Primer ministro. Pero esta segunda vez todo sería
diferente. Orbán encabezaba ahora una profunda transformación nacional que
cuestionaba el omnímodo poder de Bruselas, y que parecía hacer irreconocible al
antiguo político liberal y pro-americano que había deslumbrado en Bruselas.
Este jurista nacido en 1963 en Székesfehérvár,
colaboró en la fundación en 1988 del partido político que le llevaría al mando
del país. Nacía Fidesz (FIatal DEmokraták SZövetsége) o Unión cívica
húngara. Desde esta plataforma inicialmente liberal, apoyó el proceso de caída
de la vieja República socialista de Hungría, con su primer gran discurso, el 16
de junio de 1989, en la Plaza de los Héroes de Budapest (durante el entierro de
Imre Nagy y otros mártires de la Revolución húngara de 1956 [8]). Su
planteamiento democrático liberal se plasmó en tres ideas claves: apertura del
país, elecciones libres y retirada de las tropas soviéticas. Su protagonismo le
valió recibir una beca de la Fundación Soros ese año para formarse en el
liberalismo político norteamericano; así, en el Pembroke College de la
Universidad de Oxford), recibió el magisterio del profesor polaco Zbigniew
Pelczynski, experto en transiciones postcomunistas.
En 1990 se convirtió en miembro del Parlamento
húngaro y líder del Fidesz. Tras el derrumbe de espectro conservador electoral
tradicional, abandonó el ideario liberal por el nuevo centroderecha en boga en
Europa. Así refundó el partido como FIDESZ-MPP en 1995, formación con la que
ganó las elecciones de 1998, en alianza con el MDF, llegando al 42% del voto
escrutado. Poco después Viktor Orbán visitó Washington y en un almuerzo organizado
por Freedom House, Mark Palmer, ex embajador en Hungría que conocía
bien el invitado, lo presentó como el joven y prometedor líder de la Hungría
democrática [9]. Por
ello, sus políticas de estabilidad y crecimiento liberales pusieron en boga a
la nueva Hungría, convirtiéndose en miembro de la OTAN y candidato a la entrada
en la UE (fue nombrado vicepresidente del Partido popular europeo en 2002) [10].
Pese a los éxitos económicos (reducción de la
inflación más del 7% y crecimiento del 5% del PIB en el año 2000), la ruptura
de la coalición con la que gobernaba (en especial por la crisis del pequeño
socio FKGP), y la campaña mediática de la oposición sobre su supuesto
autoritarismo, le hizo perder las elecciones de 2002 ante la entente formada
por el Partido Socialista Húngaro (MSZP) y la Alianza de los Demócratas Libres
(SZDSZ) [11].
En 2010, cuando menos lo esperaban, Orbán recuperó
el poder, pero con un nuevo y claro programa. Tras ocho interminables años en
la oposición, la destitución del gobierno socialista encabezado por Ferenc Gyurcsány
por corrupción y mentiras le abrió de nuevo la puerta de entrada al poder. Así,
en las elecciones de ese año FIDESZ consiguió el 52,73% de los votos y dos
tercios de los escaños, los necesarios para transformar profundamente un país
corrompido y endeudado.
Y sorprendió ampliamente el espíritu conservador,
nacionalista y cristiano de su nuevo proyecto conservador. Del anticlericalismo
liberal de sus declaraciones y propuestas de 1991, a su afirmación pública en
2005 de “yo soy cristiano”. Una convicción manifestada en las palabras y
en sus obras desde 2010. Junto a la acción legislativa en defensa de la
identidad cristiana, sus discursos versaban sobre el papel de ésta en las
raíces de Europa y en el futuro de Hungría, y en ellos abundaban las citas bíblicas
y las frases religiosas latinas. Incluso Orbán anunció el lema de su gobierno:
“soli Deo Gloria” [12].
Una evolución personal ligada a la transformación
político-cultural de Hungría liderada por Fidesz (y con el ascenso de Jobbik
como claro exponente) con el apoyo de la alianza entre las dos confesiones “nacionales
y establecidas” del país: la mayoritaria Iglesia Católica (con el cardenal
Peter Erdö) y la minoritaria Iglesia reformada (con su pastor y mentor Zoltán
Balog) [13]. Su
colaboración se tradujo en la devolución de “la riqueza robada a las
iglesias y al pueblo húngaro” por el comunismo, y la renovación de las
Iglesias destruidas o envejecidas católicas y reformadas.
Este apoyo abrumador de la ciudadanía fue el punto
de partida para legitimar su mandato en pro transformar el país desde una nueva
revolución conservadora [14]. El
Parlamento desarrolló una enorme actividad legislativa: más de 800 iniciativas
legislativas, desde la aprobación de una nueva Ley Fundamental (modificada
cinco veces desde 2011), hasta una reforma electoral, pasando por la
transformación de la justicia, la defensa de la minorías húngaras en los países
vecinos.
En primer lugar, la propia Carta magna impelía a
reforzar la identidad nacional húngara, dentro y fuera del país. Se concedió la
nacionalidad a los húngaros étnicos de los países vecinos, se financiaron
escuelas en magiar en el extranjero, y se apoyaron partidos políticos propios
en dichas regiones limítrofes. A ello se unía la recuperación del pasado
nacional, marcado por la Constitución. En 2012 se comenzó a recupera la memoria
de Miklós Horthy, regente y comisario del régimen húngaro desde 1920 hasta
1944, con nuevas estatuas y placas en Kereki, Debrecen o Gyömrő. En julio de
2014 un monumento en el Centro de Budapest para conmemorar el 70 aniversario de
la ocupación nazi del país, que representa a Hungría como un arcángel, atacado
por un águila, que sería Alemania [15], y el
20 de agosto, día de San Esteban y Fiesta nacional de Hungría, se recuperó el
ceremonial de la Santa Misa dentro de la Basílica y que las Fuerzas de Defensa
de Hungría participarán en la procesión del Santo Derecho.
Y entre esas medidas, han pasado a la primera
página de la prensa europea sus medidas en pro de crear un Estado democrático,
soberano y centralizado, sobre los pilares de la Nación, la Familia y la
Autoridad: proceso que ha sido definido por sus detractores como “una
contrarreforma tradicionalista sin contemplaciones” [16], Pero
sus datos económicos (el PIB creció un 1,3% desde 2013 y el desempleo cayó del
de 10,4 a 8%) y la aceptación de sus propuestas se tradujeron en aplastantes
victorias locales, nacionales y europeas en 2013 y 2014. Se había sancionado
democráticamente la primera parte de su apuesta, de su revolución [17].
2. La
consolidación. La nueva Constitución de Hungría.
La Constitución promulgada en 2011 recogía la
esencia del proyecto de Orbán y FIDESZ [18]. Así
comenzaba con la proclamación “Dios bendiga a los húngaros”, y continuaba con
una Confesión nacional que subrayaba las raíces cristianas de Europa y Hungría:
“NOSOTROS, LOS MIEMBROS DE LA
NACIÓN DE HUNGRÍA, al inicio del nuevo milenio, con un sentido de responsabilidad
de todos los húngaros, proclamamos por la presente lo siguiente: Estamos
orgullosos de que nuestro rey San Esteban construyó el Estado húngaro en tierra
firme y que hizo de nuestro país parte de la Europa cristiana desde hace mil
años. Estamos orgullosos de nuestros antepasados que
lucharon por la supervivencia, la libertad y la independencia de nuestro país.
Estamos orgullosos de los excelentes logros intelectuales del pueblo húngaro.
Estamos orgullosos de que nuestro pueblo ha defendido durante siglos a Europa
en una serie de luchas y ha enriquecido los valores comunes de Europa con su
talento y diligencia. Reconocemos el papel del cristianismo en la preservación
de la nacionalidad”.
Una declaración que recordaba la continuidad
histórica de la nación húngara jurídico-políticamente: “Honramos a los
logros de nuestra constitución histórica y honramos la Santa Corona, que
encarna la continuidad constitucional de la condición de Estado de Hungría y la
unidad de la nación” [19]. De
esta manera rechazaba la ruptura jurídico-política tras la ocupación alemana y
la ilegal Constitución comunista de 1949, momentos de “dominación tiránica”
que la primera Asamblea Nacional, “libre, nacida de la Revolución de 1956” comenzó
a desterrar al “marcar el camino de una recuperación de la libertad
nacional, que el segundo día de mayo de 1990 proclamó definitivamente con la
recuperación de la representación popular”.
Así contenía que:
“Sostenemos que, después de las décadas del siglo
XX que llevaron a un estado de decadencia moral, tenemos una necesidad
permanente de renovación espiritual e intelectual. Confiamos en un futuro
desarrollado de manera conjunta y en el compromiso con las generaciones más
jóvenes. Creemos que nuestros hijos y nietos harán grande Hungría otra vez con
su talento, persistencia y fuerza moral. Nuestra Ley Fundamental será la base
de nuestro ordenamiento jurídico; será una alianza entre los húngaros del
pasado, presente y futuro. Es un marco vivo que expresa la voluntad de la
nación y la forma en la que queremos vivir”.
Sobre esta declaración de continuidad histórica se
fundaba la defensa y promoción de la identidad nacional húngara:
“Nos comprometemos a preservar la unidad
intelectual y espiritual de nuestra nación, desgarrada en las tormentas del
siglo pasado. Proclamamos que las nacionalidades que viven con nosotros forman
parte de la comunidad política húngara y son partes constitutivas del Estado.
Nos comprometemos a promover y salvaguardar nuestro patrimonio, nuestro
lenguaje húngaro único, la cultura, las lenguas y las culturas de las
nacionalidades que viven en Hungría, junto con todo lo hecho por el hombre y
los bienes naturales de la cuenca de los Cárpatos. Nosotros llevamos la
responsabilidad de nuestros descendientes, Por lo tanto, vamos a proteger las
condiciones de vida de las generaciones futuras, haciendo uso prudente de
nuestros recursos materiales, intelectuales y naturales. Creemos que nuestra
cultura nacional es una valiosa contribución a la diversidad de la unidad
europea”.
Una Nación sostenida por un Estado fuerte y justo,
protector de los más desfavorecidos y respetuoso de las comunidades naturales
intermedias:
“Sostenemos que la familia y la nación
constituyen el marco principal de nuestra convivencia, y que nuestros valores
fundamentales de cohesión son la fidelidad, la fe y el amor. Sostenemos que
tenemos un deber general para ayudar a los más vulnerables y los pobres.
Sostenemos que el objetivo común de los ciudadanos y el Estado es lograr el más
alto y posible nivel de bienestar, seguridad, orden, justicia y libertad.
Sostenemos que la democracia sólo es posible cuando el Estado está al servicio
de sus ciudadanos y administra sus asuntos de una manera equitativa, sin
perjuicio o abuso”.
Posteriormente, en el articulado se concretaban
algunos de los rasgos fundamentales de este proyecto:
-El Artículo D recogía el derecho de
Hungría de reconocer y proteger a sus compatriotas habitantes de regiones en
países limítrofes (y que antes se encontraban dentro del Imperio
austrohúngaro), señalando que “hay una sola nación húngara que pertenece al
mismo grupo”, y “Hungría deberá asumir la responsabilidad por el destino
de los húngaros que viven fuera de sus fronteras, y facilitará la supervivencia
y el desarrollo de sus comunidades”.
-El Artículo L protegía la
concepción natural del matrimonio y la Familia, y la necesidad de una política
de desarrollo demográfico, subrayando que “(1) Hungría protegerá la
institución del matrimonio como la unión de un hombre y una mujer establecida
por la decisión voluntaria, y la familia como base de la supervivencia de la
nación. Los lazos familiares se basan en el matrimonio y / o la relación entre
padres e hijos. (2) Hungría fomentará el compromiso de tener hijos”. A
ello unía el Artículo II de la segunda parte que rezaba que “la dignidad
humana es inviolable. Todo ser humano tiene derecho a la vida y a la dignidad
humana; la vida del feto deberá ser protegida desde el momento de la
concepción”.
-El Artículo M recogía la
necesidad de una economía social de Mercado. Así “(1) La economía de
Hungría se basa en el trabajo que crea valor, y sobre la libertad de empresa.
(2) Hungría garantizará las condiciones de una competencia económica justa.
Hungría actuará contra cualquier abuso de la posición dominante, y protegerá
los derechos de los consumidores”.
3. El
desarrollo. Hacia un nuevo Estado.
Había que cambiar el país de arriba abajo. Esa fue
la pretensión del nuevo gobierno de Orbán, bajo tres premisas irrenunciables:
continuar con el proceso de transformación recuperando la independencia de
Hungría de la burocracia centralista (y pro-alemana) de la UE, reivindicar las
raíces cristianas de Europa, y sancionar un nuevo Estado social y nacional
alejado del falso liberalismo socialista [20].
3.1. La
soberanía económica.
Sin libertad económica no había soberanía y Hungría
no sería libre de realizar su proyecto de renovación nacional; y la
Constitución sería, pues, papel mojado. Así lo atisbó Orbán cuando llegó al
poder en 2010. Dos años antes, el país caminaba hacia el abismo, siendo
intervenido directamente por el FMI y la Comisión europea. El déficit era
inasumible, el PIB caía brutalmente (-6,8% en 2009), la deuda crecía de manera
imparable (hasta el 82%) y el Banco central anunciaba suspensión de pagos. El
gobierno socialista-liberal, responsable de la crisis, entregó todo su poder a
los dictados internacionales.
Frente a esta situación de dependencia, de “colonialismo” para
Orbán, en primer lugar, el gobierno de Fidesz logró sacar al país de la
recesión en 2103, reduciendo la inflación al 1,3%, creciendo el PIB de media un
1% entre 2010 y 2013. Y para asombro de todos, cuando la economía comunitaria
se paralizó (crecimiento nulo en el segundo semestre de 2014), el PIB de
Hungría creció un 3,9% (Oficina Central de Estadística de Hungría, KSH), la
cifra más alta desde 2006 [21].
Para culminar el proceso, en 2014 Hungría recuperó
el control del Magyar Kereskedelmi Bank (MKB), comprando el
99% de las acciones al banco alemán Bayerisiche Landesbank [22]. Y puso
sus miras hacia el Oriente. Tras realizar importantes acuerdos comerciales con
Kazajistán, Azerbaiyán y China (con la potencia asiática incluso compartiendo
una estrategia militar conjunta [23]), Orbán
llegó a Moscú. El antiguo poder se convertía, ahora, en nuevo y prioritario
socio, al que Occidente equiparaba ahora como modelos “putinistas”. El 31 de
enero Orbán visitó por primera vez el Kremlin. En un ambiente cordial se
firmaron acuerdos de colaboración económica (venta de gas y el proyecto South
Stream). Putin declaró la importancia de la herencia ugrofinesa, raíz del
pueblo húngaro, en la multinacional Federación rusa, y la importancia de las
relaciones entre Rusia y el mundo centroeuropeo. Posteriormente, el primer
ministro húngaro elogió la transcendencia de la cultura rusa y transmitió a
Putin que era consciente de la actual importancia económica y política de
Rusia, así como de la necesidad de sus inversiones (en la energía nuclear y en
el sistema ferroviario): “Creemos que Rusia es una gran potencia. No
sólo tiene un gran pasado, sino también un gran futuro. Así que es obvio que
Hungría tiene un gran interés en el mantenimiento de una fructífera y estrecha
cooperación con Rusia” [24]. En
dicha reunión se fraguó la firma en 2014 del acuerdo para que la compañía rusa
Rosatom construyera dos nuevos reactores nucleares en Paks, valorado como “el
contrato del siglo” por el portavoz del gobierno János Lázár al asegurar
para el futuro la independencia energética de Hungría.
3.2. La Gran transformación.
La nueva Constitución marcaba el camino para la
gran transformación conservadora de Hungría. En ella se contenía su esencia: el
mandato de desarrollar gran parte de los artículos fundamentales en Leyes
orgánicas posteriores, y las propias enmiendas que completaban las líneas
maestras del proyecto. Así se aprobaron más de 360 leyes en solo cuatro años.
En primer lugar, el gobierno de Orbán apostó por la
defensa de la Familia natural ante los problemas demográficos y morales
heredados. Por ello, el 23 diciembre de 2011 el Parlamento húngaro aprobó
la Ley CCXI de 2011 sobre la Protección de las Familias, centrada
en proteger a los niños y sus familias ante la grave y actual crisis
demográfica. La ley señalaba que “la familia es una comunidad autónoma
establecida en la historia humana antes de la aparición de la ley y el Estado,
que se apoya en razones morales”, siendo “el recurso nacional más importante de
Hungría”. Con ello se reconocía a la misma “Como la unidad básica de la
sociedad la familia es la garantía para la supervivencia de la nación y el
medio ambiente natural del desarrollo de la personalidad humana, que debe ser
respetado por el Estado”. Esta ley toma medidas concretas para
garantizar la protección efectiva de las familias, mediante la integración de
la “perspectiva de la familia” en todos los ámbitos sociales y
estatales. Una Ley revisada por la Comisión de Venecia (Comisión Europea para
la Democracia por el Derecho) y apoyada por el memorándum del Centro
Europeo para la Ley y la Justicia (ECLJ) [25].
En segundo lugar se recortaron las competencias del
Tribunal constitucional, el cual se había manifestado en contra de la Ley de
protección a la Familia y de las primeras medidas del gobierno. De esta manera,
el gobierno logró aprobar varias Enmiendas constitucionales. Una primera
Enmienda recortaba los poderes del Tribunal Constitucional, que no podría
pronunciarse ya sobre presupuestos ni impuestos realizados por el ejecutivo; y
otra definía en la Constitución, explícitamente, a la Familia como fundada
exclusivamente en el matrimonio [26].
En tercer lugar se aprobó una nueva ley electoral
que creaba nuevos distritos electorales y permitía votar a 500.000 húngaros
étnicos que vivían en países vecinos. A la que se añadió posteriormente la
obligación de publicar propaganda electoral solo en medios públicos durante la
campaña de elecciones. Y se sancionó en 2012 una Ley de prensa que establecía
la obligación de realizar siempre una cobertura “equilibrada” a todas cadenas de
radio y televisión y radio (no la prensa escrita).
En cuarto lugar, se desarrolló un Estado social
justo y asistencial, siendo constante el compromiso del Gobierno con la
solidaridad social como referente de la renovación nacional. En 2010 comenzó
una estrategia de integración social del colectivo gitano (programas Komplex y
Chance), especialmente para la inclusión social de los niños en pobreza
extrema. En 2011 se lanzó el programa Erzsébet, una iniciativa del gobierno
para ayudar en la integración de los niños de escasos recursos o con
discapacidades. Desde 2013, el Plan de Acción de Protección de empleo dejaba
exentos del pago de contribuciones y proporcionaba subsidios de cotización a
las empresas que contratasen a madres que habían estado recibiendo prestaciones
por maternidad o subsidio asistencial; y a partir de enero de 2014 – gracias al
subsidio asistencial extra – los padres podían trabajar sin límites y al mismo
tiempo recibir prestaciones de maternidad y prestaciones familiares por hijo.
Ese mismo año se diseñó un nuevo programa para
ayudar a los más necesitados con el apoyo de la Unión Europea, bien familias
con niños menores de tres años, bien los ciudadanos sin hogar y mayores con
pensiones bajas, a los cuales se les proporcionarán paquetes de alimentos y
asesoramiento gratuito para ayudarles a salir de la pobreza (tras consultas
sociales con organizaciones y gobiernos locales, compartiendo sus opiniones e
incluyendo sus recomendaciones), y se aplicó la reducción del precio de los
libros de texto para las Familias. Además, la defensa de los trabajadores se
tradujo en un aumento del 2,9 por ciento del salario bruto medio de los
empleados a tiempo completo en términos interanuales [27]. Una
Política social nacional y responsable, que era para el Ministro de Estado de
Asuntos Sociales y Familia Miklós Soltész, radicalmente diferente a la anterior,
un modelo socialista organizado sobre organizaciones afines ideológicamente;
por ello el ministro declaró que el gobierno no financiaría “a
organizaciones no gubernamentales que abogaran por la falta de valores y cosas
innecesarias” [28].
En quinto lugar desde 2012 el Gobierno lanzó,
siguiendo el nuevo mandato constitucional, una campaña de sensibilización
contra el aborto, considerado como una forma de violencia contra la mujer; en
este sentido publicaron varios anuncios en los medios de comunicación bajo la
imagen de un feto bajo el lema “déjame vivir y me doy en adopción”,
financiada con fondos de la UE, y en 2013 esta campaña fue otorgada a la
Fundación Ágota (Ágota Alapítvány) fundada por János Kothencz [29].
Pero aparte de reformar el campo institucional,
había también que reconquistar el espacio cultural y educativo para difundir,
social y mediáticamente, la identidad nacional y religiosa de Hungría. En el
plano educativo, el gobierno comenzó a centralizar la educación pública,
mediante un plan de renovación y control por un lado, y con la ayuda de
convenios con las iglesias por otro [30]. Desde
2010 los socios de la coalición con Fidesz, los Demócratas Cristianos (KDNP),
se hicieron cargo de los asuntos educativos, culturales, sociales y de salud, y
en colaboración con la conservadora Asociación Nacional de Padres de Hungría (Magyar
Országos Szülők Szervezete) dirigida por Sándor Keszei, y la Asociación de
Intelectuales cristianos (Keresztény Értelmiségiek Szervezete)
representada por Julianna Gärtner y dirigida por el sacerdote Zoltán Osztie [31],
lograron introducir en 2013 la educación religiosa, gradualmente como obligatoria,
en las escuelas públicas; mientras, los hijos de padres no religiosos o de los
padres que pertenecían a una denominación no reconocida por el Estado estaban
obligados a tomar cursos de moral (erkölcstan), enseñada por los
profesores formados en un curso de 60 horas realizado por los colegios
confesionales. Además, desde 2011 se aseguró la financiación pública de los
colegios religiosos, y se aprobó que los gobiernos locales pudieran entregar la
gestión de las escuelas municipales a las iglesias, consiguiendo mayores
incentivos económicos (subvenciones permanentes) y cierto control local de las
mismas. El Ministro Soltész contraponía a los anteriores gobiernos socialistas
que el gobierno de Fidesz había duplicado las instituciones educativas
mantenidas por las Iglesias en Hungría, llegando a más de mil en 2014 [32].
En la dimensión cultural se fomentaron las
organizaciones y actividades de naturaleza religiosa y nacional. Imre Kerényi,
representante personal del primer ministro encargado de los asuntos culturales,
reivindicaba una cultura conservadora de raíces cristianas. Así proclamó, en un
festival cristiano de teatro el 22 de mayo de 2014, que “el ochenta por
ciento del arte europeo, y creo que el ochenta por ciento del teatro húngaro,
es el producto de la cultura cristiana“. Por ello “Europa es el triunfo
del pensamiento cristiano, y también lo es Hungría. El problema en
todo el mundo es que un “ismo” se ha hecho cargo de la alimentación principal
en la educación de los directores y dramaturgos, que dice que no a todo esto… y
esto … establece un punto de vista donde la decadencia y la corrupción predominan”
[33].
Asimismo el nuevo director del Teatro Nacional de Hungría, Attila Vidnyánszky,
declaró que “el teatro nacional era un espacio sagrado y por lo tanto habrá
que consagrada por un sacerdote” [34].
Este proceso de transformación se encontró con las
críticas de la misma UE. El presidente de la Comisión, Jose Manuel Durão
Barroso, mandó una carta muy dura a Orbán para indicarle su seria preocupación
ante la falta de compatibilidad de la transformación nacional con la propia
legislación europea; mientras Viviane Reding y Guy Verhofstadt criticaron la
amenaza que suponía Hungría para el Estado de derecho europeo, señalando la
posibilidad de suspender los derechos del país considerado infractor y de su
capacidad de voto en los organismos comunitarios (artículo 7 del Tratado de
Lisboa) [35].
Pero Orbán provocó, especialmente, las iras de
Alemania, al rechazar su pretendida tutela como potencia hegemónica de la UE.
Orbán pidió en una radio pública húngara que Alemania se abstuviera de
intervenir en la política nacional húngara. Así declaró, que “los alemanes
ya enviaron una vez la caballería, en forma de tanques; nuestro deseo es que no
lo vuelvan a hacer, porque entonces ya fue una mala idea que no funcionó” [36]. Estas
declaraciones, que hacían referencia a la ocupación nazi de 1944, eran la
respuesta del primer ministro húngaro a las palabras de Ángela Merkel sobre que
Europa iba a hacer “lo posible por llevar a Hungría por el buen camino, pero
no se trata de mandarles ahora la caballería”, y de Peer Steinbrück de
revisar la posibilidad de “expulsar legalmente” a Hungría si ésta seguía
por su senda antidemocrática [37].
Posteriormente, Orbán fue acusado de ser “el verso
suelto de la UE” [38]. El
Parlamento europeo condenó el supuesto autoritarismo del gobierno de Orbán,
planteando a su gobierno treinta medidas para asumir las normas comunitarias.
Tras varios proceso de infracción abiertos por la Comisión, 370 diputados
socialistas, liberales y verdes de la Eurocámara respaldaron el “Informe
Tavares” sobre determinados abusos de poder, asumiendo Daniel Cohn Bendit el
papel de juez ideológico en la sesión de condena. El informe citado denunciaba
los enormes cambios legislativos en el país en algo más de un año, que chocaban
de frente con los principios democráticos y progresistas de la UE,
especialmente en los temas judicial y social, recomendando la creación de un
sistema de control comunitario de las reformas de países como la misma Hungría
[39]. Frente
a ellos, Orbán acusó a la UE de desplegar prácticas soviéticas contrarias a su
libertad nacional, y apuntaba que:
“Sé lo que significa ser un ciudadano de segunda
clase. […] Estuve en contra del comunismo y no quiero volver a experimentarlo.
No quiero una Europa donde se pone a los países bajo vigilancia, donde hay
dobles varas de medir. Lucharemos contra eso” [40].
3.3. Las
raíces de Europa.
En noviembre de 2011 Orbán pronunció su primer gran
discurso en el extranjero. En la London School of Economics describió
la victoria de Fidesz en 2010 como la máxima expresión de un deseo de los
ciudadanos húngaros de un liderazgo fuerte capaz de cerrar la transición
post-comunista, y la necesidad de una nueva Constitución que recuperara la
identidad nacional del país centroeuropeo, que podía ser ejemplo para la
construcción de la UE en los tiempos de crisis y globalización [41].
Años más tarde, en España realizó su discurso Una
política basada en valores cristianos, base de la regeneración de Europa.
En el palacio Euskalduna de Bilbao afirmó que la crisis que ponía en cuestión
al proyecto de una Europa unida no era solo de naturaleza económica, sino
especialmente moral. “Europa no funciona sin valores cristianos” espetó,
como demuestra el ineficaz y centralista “pensamiento de liberalismo
individualista que reina en la UE”. “¿Qué palabras evitan los tecnócratas de
Bruselas?. Compromiso, honra, amor a la patria, constancia, grandeza,
justicia…. Por ello una Europa cristiana no hubiera asumido la esclavitud del
crédito”. Su nueva Constitución reconocía esa identidad cristiana esencial,
recogiendo públicamente la opinión de los ciudadanos. “La mayoría de los
húngaros no habían querido una Constitución cristiana, pero los convencimos”,
ya que:
“miles de electores recibieron un cuestionario
con 14 preguntas antes de que se redactara, pero no eran religiosas ni tenían
un lenguaje cristiano. Por ejemplo, ¿un ciudadano tiene obligaciones o solo
derechos?, ¿el ciudadano debe ser laborioso o vivir de subsidios? y cuestiones
sobre la familia. Después, más de un millón de personas nos mandaron sus
respuestas, y todos votaban a favor de los valores que consideramos cristianos.
Así es como los principios cristianos pasaron a nuestra Constitución” [42].
En mayo de 2014 Orbán realizó, en su Conferencia en
el Foro Europa de Berlín, una propuesta de debate sobre los desafíos del viejo
Continente y cómo los países postcomunistas de la Europa Central pueden ser el
referente del desarrollo de la Unión europea:
“El tiempo ha demostrado que la adhesión de los
países de Europa Central a la Unión Europea ha resultado una historia
compartida de éxito. Europa Central hoy no es una región periférica, no es una
Europa a medias, sino una de las regiones de éxito y legítimamente apreciadas
de Europa que contribuye al éxito europeo a través de su propio rendimiento.
Creo que no está ya lejos el tiempo en que Europa Central realmente vaya a ser
el núcleo de Europa y evolucione hasta llegar a ser el motor que conduzca el
empuje del crecimiento europeo”.
Hungría podía marcar el camino “para poder
aprovechar esta oportunidad histórica”. El país magiar hizo sus deberes
tras el colapso del sistema comunista, convencido “de que la simple
copia de las políticas occidentales iba a resolver todos los problemas. Parecía
que lo único que teníamos que hacer para alcanzar nuestra meta, o sea, la
libertad, así como el bienestar característico del mundo del oeste, era copiar
las soluciones occidentales”. Y a principios de los años noventa parecía
que lo mejor, y lo único, para la Europa central era copiar y adaptar el modelo
económico y político occidental olvidando su identidad, “una historia
de más de mil años en Europa”, especialmente tras el éxito de la
reunificación alemana.
Todo había cambiado de repente. Estalló la crisis
económica de 2008 y Hungría fue la primera nación que entró en colapso
financiero. Ante esa situación “aprendimos que el sistema financiero y
económico construido a base de copiar, no podía, en nuestro caso, soportar la
carga”y que el papel de Europa en el mundo era cada vez menor. Por ello
Hungría uso su “propia genialidad, nuestra propia fuerza y coraje, para
encontrar nuestras propias respuestas a la crisis”. Así, en las elecciones
del año 2010 “se estableció un mandato que nos permitió sacar adelante
nuestras propias soluciones y sacar a nuestra nación del atolladero económico
con nuestras propias soluciones”; soluciones que habían demostrado que
funcionaban, pero que no se limitaban a una mera reforma (como la adoptada por
el conjunto de la UE como “ retórica popular”), sino una Renovación
profunda que “significa una nueva constitución, un nuevo código civil,
un nuevo código penal, una nueva legislación laboral, así como una nueva
política económica”.
Era la hora de Hungría y Europa central. Ambas se
habían transformado, con fuerza y confianza, fijando nuevas metas de
desarrollo “más allá de la imitación”, aportando su experiencia e
ideas en el debate sobre el “futuro de toda Europa”. El gobierno
húngaro, por ejemplo, tenía que mucho que ofrecer al Oeste de Europa, no como
vasallo, sino como colaborador desde “nuestra propia idea, cuyos
resultados y desempeño van a contar al igual que otras ideas”.
En primer lugar había que “afrontar la
realidad”. Una realidad europea “llena de preocupaciones”,
donde las elites se encontraban paralizadas ante el crecimiento de las nuevas
fuerzas políticas extremistas, los votantes se preocupaban por la falta de
capacidad del liderazgo europeo; y ambos se enfrentaba a la pérdida de
influencia de Europa en la economía y la política globales. Ante esta situación
Orbán preguntaba: “¿dónde y por qué amenazan los terremotos políticos?” [43].
Los miedos descritos respondían a los retos que
Europa debía afrontar, “temas delicados, por lo que abordarlos es
políticamente arriesgado” y que “los asesores normalmente no suelen
recomendar abordar estos temas”. Pero Orbán señalaba que no se podía
responder a las amenazas reales y evitar el riesgo del terremoto en la UE “si
no nos comprometemos con un discurso abierto”. Hungría, como comunidad
política, aportaba desde el éxito de su recuperación y siempre bajo unos
ideales claros y comprometidos, los temas del debate sobre el futuro de Europa:
a) La Soberanía económica. La
primera y urgente cuestión que definía el futuro de la Unión Europea, ya que “aquí
no podemos afrontar el vivir a cuenta del dinero de los otros” y “tarde
o temprano tenemos que trabajar para ganar y devolver cada euro que gastemos”. Ante
esta situación de dependencia, todos los Estados miembros debían hacer sus
propios deberes y alcanzar su soberanía económica como Hungría, que “devolvió
antes de su vencimiento el préstamo del FMI concedido para resolver su crisis
financiera”, introduciendo en la Constitución un límite de
endeudamiento público y reduciendo sistemáticamente la deuda nacional [44].
b) La recuperación
demográfica. Una Europa envejecida, sin niños, solo sostenida
momentáneamente por la emigración. Pero para Orbán “la inmigración
masiva no es la solución al problema demográfico de Europa”, sino un
sistema social y fiscal basado en la Familia natural y en su protección
jurídica:
“La historia ha demostrado que las civilizaciones
que no son biológicamente capaces de perpetuarse a sí mismas están destinadas a
desaparecer y desaparecen. Nuestra civilización, Europa, hoy no es capaz de
hacerlo. La inmigración masiva, que muchos propone como remedio, provoca
tensiones que conducen a más conflictos y terremotos políticos, debido a las
diferencias culturales, religiosas y de estilo de vida. El sentido común dicta
que Europa en el futuro debe hacer frente a sus problemas demográficos por una
vía natural, respetando y protegiendo la familia y la paternidad” [45].
c) La Identidad
nacional. Hungría mostraba a Europa como el sentimiento nacional
fortalecía a la comunidad, ya que “la mayoría de la gente en Europa
sigue vinculada a su nación, especialmente en un sentido político”. La
devoción por la patria da sentido a la pertenencia a la Unión europea como
unión de naciones y no como entidad supranacional.
“Nadie puede eliminar la identidad nacional, ni
borrar el sentimiento de orgullo y devoción nacional. Se trata de una necesidad
natural del ser humano. El sentimiento nacional no debilita sino que fortalece
una Europa compuesta de naciones”.
d) Las Raíces cristianas. Para
Orbán “el cristianismo no es sólo una religión; es también una cultura
sobre la cual hemos construido toda una civilización. No hay elección posible,
se trata de un hecho”. Por eso era injustificable que “el
insuficiente reconocimiento de las raíces, las tradiciones y el sentido
cristiano de la vida en las instituciones de la UE, que alejaba sigue hiriendo
al día de hoy a millones de europeos”. Los ciudadanos debía sentir que la
política europea reconocía sus propias raíces, de no avergonzarse de “admitir
que somos realmente un continente cristiano”, para no alejarse más respecto
a la Unión Europea, que debía demostrar:
“en el futuro mayor respeto la cultura cristiana y
por lo que necesitamos proporcionar mayor protección a las comunidades
cristianas de fuera de Europa en el contexto de una política exterior y de
seguridad europea común” [46].
e) La Familia natural. La
tercera cuestión de su nueva sociedad abordaba el tema de “la Familia y
las relaciones entre hombres y mujeres”, a su juicio “el tema más
difícil” de defender en el mundo occidental. El futuro social de
Europa pasaba por identificarse, como Hungría y otros muchos países “con
el sentido cristiano de la familia”, respetando otras formas de convivencia
pero afirmando“ que en la Europa cristiana la familia es la unión de un
hombre y una mujer”. Así afirmaba que:
“La gran mayoría de personas en Europa respeta la
familia y se niega a reconocer – como yo mismo hago–, la relativización y la
extensión de la noción de familia, a la que de esta forma se resta significado
e incluso se la ridiculiza. Este es el motivo por el que hemos aprobado en
Hungría una ley especial para la protección de las familias” [47].
f) El Trabajo. Éste
era el último pilar de esa nueva sociedad para recuperar a Hungría y al viejo
Continente de la crisis. “Europa sólo puede prevalecer y prosperar a
través del trabajo”, proclamaba Orbán, mostrando su el papel del Estado en
la concepción de “sociedad basada en el trabajo” desarrollada
en Hungría, apoyando el empleo en vez de subvenciones, y restaurando la
dignidad del trabajo manual. “Hungría y Europa serán fuertes si todo el
mundo que puede y quiere trabajar tiene un puesto de trabajo”. Pero “como
el sector privado no era capaz de dar a todos un puesto de trabajo, como es el
caso actual en Europa”, debía implantarse el “workfare state” (“el
Estado del trabajo”), intervención razonable del Estado en búsqueda del
pleno empleo. Un Estado que respondía a la falta de competitividad de Europa
ante las áreas americanas y asiáticas, con menor precio de la mano de obra, más
flexibilidad laboral, mayor acceso a una financiación barata, la estabilidad
regulatoria o el entorno propicio para el emprendimiento empresarial, y
especialmente en un mejor precio de la energía [48].
Orbán lo decía alto y claro. La experiencia
húngara, basada en los principios expuestos y que identificaban a su gestión,
era innovadora en una burocratizada y paralizada UE. Especialmente porque
generaba un “nuevo discurso” en Europa, al demostrar éxitos
económicos y políticos desde el centro político, y recibir “una mayoría
de dos tercios en el parlamento húngaro”. Una experiencia basada en la estabilidad
política, la independencia económica, el freno al extremismo y la importancia
de los valores. Así concluía que:
“No estoy diciendo que lo apropiado para otros es
seguir lo que Europa Central -y más específicamente Hungría- está haciendo. No
osaría ir tan lejos; pero lo que sí afirmo es que merece la pena mirar lo que
está pasando en Europa Central y Hungría y aceptar que tienen propuestas serias
y dignas de debate para el futuro de Europa” [49].
4. El
desenlace. Hacía el nuevo Estado no liberal.
Tras su abrumadora reelección en 2014 comenzó la
siguiente fase del proceso [50], que
apareció en las primeras planas de la prensa internacional. Llegaba la hora de
un nuevo tipo de democracia en Europa, lejos de la que denunciaba como
ineficiente y corrupta estructura liberal, y por encima de un subvencionado e
insostenible socialismo del Bienestar; y en esa hora Hungría, para Orbán, sería
la vanguardia europea de un fenómeno postliberal en germen en medio mundo.
La líneas maestras de su propuestas aparecieron
dibujadas en su polémico discurso La era del Estado basado en el
trabajo se está acercando, pronunciado en Tusnádfürdő (Rumanía) el 29 de
julio de 2014, en la vigésima quinta edición de la Universidad libre de
Transilvania (Campus de Verano “Balvanyos”). Viktor Orbán esbozó en él las
ideas del futuro Estado nacional húngaro frente a un auditorio de
incondicionales: las minorías húngaras en Rumanía, que habían apoyado
abrumadoramente al gobierno entre Fidesz y KNDP [51].
En primer lugar “la base del Estado húngaro
recién organizado es una sociedad basada en el trabajo que no es liberal en su
naturaleza, a partir de poderes políticos civiles cristianos y nacionales que
rigen el país tras ganar las elecciones con dos tercios de los votos”. Esta
victoria mayoritaria era la manifestación del “equilibrio moral” en el
país frente aquellas fuerzas que habían votado en contra de la readmisión de
los húngaros que viven más allá de las fronteras del país en diciembre de 2004;
habían “recibido su justa recompensa” como resultado del hecho de que la
alianza Fidesz-KNDP logró su espectacular resultado con la ayuda de los votos
de los húngaros transfronterizos [52].
Una nueva era en Hungría emergía, construida tras
la reestructuración de la economía mundial y el cambio en la potencia mundial
que se hizo evidente en 2008. La generación que él encabezaba desde la
recuperación de la democracia en 1898, debía ahora hacer frente a los “cambios
que se producen en la actualidad” en “un mundo radicalmente diferente”.
Y en este novedoso escenario histórico el Primer Ministro declaró que:
“hay una carrera mundial para inventar un Estado
que sea más adecuado para lograr el éxito de la nación.Hoy en día, el mundo
está tratando de entender los sistemas que no son no occidentales, liberales,
tal vez ni siquiera las democracias, pero no obstante, son un éxito, y las
estrellas de los analistas son Singapur, China, India, Rusia y Turquía” [53].
Por ello, “a pesar de la ruptura con los dogmas
e ideologías que se han adoptado por parte de Occidente”, en Hungría “estamos
tratando de encontrar la forma de organización de la comunidad, el nuevo Estado
húngaro, que es capaz de hacer de nuestra comunidad competitiva en la gran
carrera mundial en las próximas décadas”. Así, para edificar ese nuevo
Estado el gobierno húngaro, alternativo al caduco modelo norteamericano para
Tamás Fricz (investigador senior en su Instituto de Ciencias Políticas y
profesor en la Universidad de Miskolc),se comprometió a “romper con los
principios y métodos liberales de organización social”, ya que el anterior
Estado liberal en manos socialistas no protegió a la comunidad nacional ante la
crisis económica y moral sufrida, ignorando que “los húngaros que viven en
todo el mundo son parte de Estado húngaro y no impidió que el país caiga en
deuda o no protegió a las familias de la esclavitud de esa deuda“. Este
Estado del bienestar se había alejado de la “raíz de la nación-estado”, y debía
ser sustituido por “el enfoque de un Estado basado en el trabajo”. Por
ello proclamaba que:
“Los ciudadanos húngaros esperan que los líderes
de Hungría desarrollen un nuevo tipo de organización estatal que, después de la
era de la organización liberal del Estado, una vez más, hace que la comunidad
húngara competitivo, respetando el cristianismo, la libertad y los derechos
humanos” [54].
Esta reorganización del Estado húngaro, iniciada en
2010 y refrendada por la población en las urnas en 2014, era un imperativo
histórico obligatorio. “La nación húngara no es simplemente un grupo de
individuos, sino una comunidad que debe ser organizada, reforzada y construida”
y en este sentido “el nuevo estado que se ha construido en Hungría no es un
modelo liberal”, recogiendo los anhelos de la misma sociedad civil. Una
sociedad orgullosa de su pasado, fraternalmente unida más allá de las fronteras
actuales, enemiga de la “dictadura de la deuda” impuesta por los
organismos liberales internacionales y de las injerencias de los países
extranjeros occidentales. Así subrayaba la actuación del gobierno ante los
intentos del activismo político liberal en el país, como por ejemplo la
financiación de Noruega a organismos no gubernamentales apoyados por los partidos
políticos de la oposición, o la adquisición pública del Banco MKB a los
accionistas alemanes (con ello, la relación de la propiedad nacional de Hungría
dentro del sistema bancario del país superaba el 50 por ciento).
Al final de su discurso, el primer ministro
proclamaba que “aunque vivimos en un mundo en el que cualquier cosa puede
suceder” y donde “hay razones para temer un futuro incierto”, el
futuro mostraba que también tiene una gran cantidad de posibilidades y
oportunidades para el desarrollo de la nación húngara:
“En lugar de miedo, aislamiento y retraimiento,
recomiendo coraje, pensando en el futuro y la acción racional, siendo valientes
para la comunidad húngara de la Cuenca de los Cárpatos, y de hecho para la
comunidad húngara en todo el mundo. Dado que cualquier cosa puede
suceder, que fácilmente podría ser el caso de que vendrá nuestro tiempo” [55].
Las críticas no tardaron, de nuevo, en llegar. La
oposición lo comparó con el mismo Putin [56]. La
prensa liberal anglosajona denominaba la organización desarrollada por Orbán
como “Estado iliberal” [57]] y a su
propia figura como la de un nuevo Mussolini [58] o un
“mini-Putin” [59] por ser
el único gobernante de la UE en bloquear a Jean-Claude Junker como nuevo
presidente de la Comisión, por apoyar económica y políticamente a Rusia en la
crisis de Ucrania (considerando injustas y contraproducentes las sanciones), y
desarrollar políticas internas consideradas como autoritarias [60].
Se concretaba la misión histórica de Orbán:
una gran Hungría sobre un nuevo Estado construido desde el
patriotismo económico (capitalismo de Estado), la democracia dirigida
(posiblemente presidencialista) y las raíces cristianas (y sus valores sociales
intrínsecos). Ante “los problema sistémicos” de la democracia
liberal-capitalista y su Estado del Bienestar subvencionado, esta emergente
organización político-social húngara sería un ejemplo de la alternativa
histórica al liberalismo “cínico, neocolonial casi feudal” de los
EEUU y sus vasallos en la UE; un modelo hegemónico agotado por la “corrupción,
la ilegalidad, el sexo y las drogas” [61] en su
seno, y que había engañado por última vez al pueblo húngaro. Después de la
Primera Guerra Mundial las potencias occidentales victoriosas, encabezadas por
el presidente Woodrow Wilson, robaron a Hungría dos tercios de su territorio;
tras la Segunda Guerra Mundial, en Yalta la nación fue vendida gratis a los
comunistas; en plena revolución de 1956 Occidente no ayudó a los sublevados
contra sus dominadores soviéticos; y desde la caída del comunismo, la UE y las
organizaciones no gubernamentales occidentales (en especial la Fundación Soros)
habían buscado tratado de restar al país su soberanía. Pero para Orbán se había
acabado el tiempo de servidumbre y humillación para Hungría.
“Los húngaros son un pueblo de luchadores por la
libertad” proclamó el primer ministro Viktor Orbán en el 25 aniversario del
picnic paneuropeo en Sopron, una manifestación pacífica que condujo a la caída
de la “Cortina de Hierro” en 1989. La transición poscomunista había
aumentado el nivel de libertad ampliamente, pero en los últimos años se había
resentido ante el crecimiento de la inflación, la corrupción, la deuda pública
y el desempleo. Los éxitos de la transición política debían ser preservados,
mientras que la evolución desfavorable tenía que ser cambiada, señalaba Orbán,
especialmente ante una Europa occidental vulnerable económica y políticamente. “Hoy,
el conjunto de Europa occidental está llamando para la renovación”
concluyó.
Y en advenimiento de un tiempo histórico donde “Oriente”
era alternativa soberana al mundo occidental, Hungría debía encontrar su propio
camino, su modelo de desarrollo. Hungría no podía pedir prestado modelos
económicos directamente a países como China, Rusia, Japón o Corea del Sur,
debido a las diferencias culturales; al mismo tiempo, tampoco debía simplemente
unirse “a un método europeo occidental que está perdiendo claramente
sus reservas, y tal vez ya se les ha agotado”. “Los húngaros tenemos una
cultura fundamentalmente cristiana y estamos motivados por la libertad, por lo
que debemos construir nuestro propio sistema con respecto a la economía y la
política“, dijo el primer ministro. Y para construir este camino, se inició
en 2010 una revolución nacional gracias a la “victoria electoral de dos
tercios” [62].
Sobre esta identidad y esta independencia
proclamada, se tenía que sostener un desarrollo económico sostenible. En cuatro
años Hungría se había embarcado en un período de crecimiento económico que
podría colocar al país entre los de más rápido crecimiento de los estados
miembros de la UE desde 2014. Por ello pedía a los embajadores defender la
posición soberana y competitiva del nuevo “Estado basado en el trabajo“.
Frente a las políticas liberales de los Estados del bienestar, basadas en la
mera subvención, Hungría debía profundizar en el papel productivo del Estado,
generador de puestos de trabajo, protector del trabajador nacional, facilitador
de la exportación, y defensor de buenas relaciones comerciales con Rusia ya que
“la Unión Europea se está moviendo más lejos de Rusia todos los días, lo
cual es malo no sólo para Hungría, sino para toda la UE“. Esta experiencia
histórica demostraba para Orbán que cada modelo político o económico estaba
determinado (y debía estarlo para su propia supervivencia) por la cultura
nacional, “por lo que en Europa no se puede seguir un modelo que no se
base en el cristianismo”. Apuntalando esta herencia, y frente a las
exigencias globalizadoras y tecnológicas del mundo moderno, Hungría debía
proseguir su camino, al calor de una batalla política contra las injerencias
externas en pro de la construcción de su nuevo Estado, defendiendo su modelo
propio en el debate sobre el devenir de la UE y su posición internacional
independiente (ante las críticas por su rechazo a las sanciones comunitarias a
Rusia en la crisis de Ucrania durante 2014) [63].
*Doctor en Historia y Política
social. Profesor de la Universidad de Murcia (España).
[1] Firmada en un acto ceremonial por el Presidente
de Hungría, Pál Schmitt, en la Pascua del Lunes, 25 de abril de 2011. La nueva
Ley Fundamental entró en vigor el 1 de enero de 2012.
[2] Proceso histórico analizado
en Sergio Fernández Riquelme, “Rusia como Imperio. Análisis histórico y
doctrinal”. En La Razón histórica, nº 25, pp. 128-148.
[3] Recuerda Antonio Moreno Ruíz
que “pocos pueblos más sufridos hay en Europa que los húngaros. Tras la
terrible Segunda Guerra Mundial, fueron entregados a la tiranía comunista
teledirigida desde Moscú, bajo el régimen de la República Popular Húngara.
Trágica paradoja, pues nada más impopular ha habido en su historia. En 1956,
este valiente pueblo no dudó y se levantó contra esta terrible dictadura,
abatiendo las estatuas de Stalin y desafiando a los poderosos tanques
soviéticos, dando una portentosa y heroica lección de dignidad”. Antonio
Moreno Ruiz, “Valiente pueblo húngaro”. La Razón histórica, nº25,
2014, págs. 17-21.
[4] Se asimilaba el proceso
húngaro a un supuesto modelo putinista alternativo a la democracia liberal,
escenificado en toda su esencia desde la crisis de 2008, basado en el
equilibrio entre tradición conservadora y modernidad económica, y que también
se estaba dando en Turquía, China, Singapur o la India. Véase Alejandro
Tapia, “La encrucijada húngara entre “democracia liberal” y
“putinismo”. La Tercera,02/08/2014.
[5] Coretin Leotard, “El
nacional-conservadurismo se afianza en la sociedad húngara: rechazo del FMI y
austeridad, el cóctel explosivo del primer ministro Viktor Orbán”. Le
Monde diplomatique en español, Nº. 222, 2014, págs. 6-7
[6] El analista norteamericano
Zakaria situaba este proyecto húngaro en la órbita del fenómeno del putinismo.
Hungría “era un pionero de esta moda, convirtiéndose en el primer país europeo
que denunciar y distanciarse de la democracia liberal. Se está
adoptando un nuevo sistema y un conjunto de valores que son el mejor ejemplo de
la Rusia de Vladimir Putin, pero están encontrando eco en otros países
también”. Véase Fareed Zakaria, “The
rise of Putinism”. The Washington Post, 31/07/2014.
[7] Balázs Ablonczy, Bálint
Ablonczy, “L’extrême droite en Hongrie, Racines, culture, espace”. Hérodote, nº
114, 2012, págs. 38-59
[8] María Dolores Ferrero Blanco,
“La revolución húngara de 1956: el carácter político y la organización
social”. Historia Actual Online, nº 10, 2006, págs. 99-113.
Cfr. Hannah Arendt, “Reflexiones sobre la revolución húngara”. Debats, nº
60, 1997, págs. 118-141.
[11]
Szabó Kálmán: “Hiszünk a szeretet és az összefogás erejében”. Orbán Viktor
politikai krédója. Kairosz Kiadó, Budapest, 2003.
[12]
Sebestyén István, “Orbán hite. Hogyan lesz tegia liberalis politikusból
tradicionális szellemi vezető?”. Hetek, 02/02/2007.
[13] Días antes de la formación
del Gobierno de Orbán en junio de 2010 Gusztáv Bölcskei, obispo calvinista de
Hungría, declaró que iglesias católica, reformada y luterana unirán sus fuerzas
para “repensar la cuestión de las actividades educativas y sociales de las
iglesias, además de sus finanzas y su compensación”.
[14]
Peter Bognar, “Rollercoaster ride from liberal to conservative”. The
Budapest Times, 13/04/2014.
[15] Un monumento denunciado por
la oposición, al no condenar el régimen de Horthy durante la II Guerra mundial.
Véase “Hungría dividida por un monumento sobre la ocupación nazi”. Euronews,
22/07/2015.
[17] Gáspár Miklós Tamás,
“Hungría, laboratorio de una nueva derecha: Viktor Orbán, heraldo de la
“pequeña burguesía virtuosa”. Le Monde diplomatique en español, Nº.
197, 2012 (Ejemplar dedicado a: Contrarreforma laboral), pág. 4.
[18] Carlos Rodríguez Pérez,
“Hungría: La constitución post Stalin”. Cambio 16, Nº. 2100, 2012,
págs. 36-39
[19] Para Hegedűs “euroescepticismo,
control estatal de los medios y una nueva Constitución que mezcla un romántico
nacionalismo con la retórica cristiana, son los pilares de la Hungría que
Viktor Orbán construye a su medida”. István Hegedűs, “La fortaleza
húngara”. El País, 29/06/2011.
[20] Konrad ya advertía la
prospectiva es esta transformación, aunque desde posiciones profundamente
críticas. George Konrad, “Entre la democracia y la dictadura”. El País,
22/01/2013.
[23] Jerónimo Andreu, Ignacio
Fariza, “La tentación totalitaria llega a Europa”. El País,
13/08/2014.
[25] La sección 1 comenzaba así:
“El Estado debe proteger las instituciones de la Familia y el matrimonio, en
razón de su propia dignidad y valor”. Y la Sección 7 confirmaba a la Familia
como “un sistema de relaciones (..) basada en el matrimonio entre un hombre
y una mujer”. Véase http://eclj.org/PDF/eclj-memorandum-hungarian-law-on-the-protection-of-families.pdf
[26] Human Rights Watch señaló
que en vez de aceptar el fallo de la Corte Constitucional, “el gobierno
introdujo cambios legales en marzo 2013 que agregaron las disposiciones de la
Constitución y frenaron el poder de la Corte Constitucional para revisar los
cambios a la misma” (16 de mayo de 2013) y el Parlamento húngaro “elevó
la definición excluyente de familia a nivel constitucional” (18 junio de
2013). VéaseHungarian Spectrum, 2013.
[29] Magyarnarancs, 20/02/2013.
En 2013 se otorgó la Orden del Mérito de Hungría, durante la celebración de la
revolución de 1848-184, a János Kothencz, director general para los niños y
problemas de la juventud de la diócesis católica de Szeged-Csanád y creador de
la Fundación Ágota, junto a personalidades conservadoras como Tamás Fricz, el
organizador de la “Marcha por la Paz” y su ONG, el Foro de la Unidad Civil (Civil
Összefogás Fórum, COF) o Emőke Bagdy, psicólogo que estableció la Sociedad
para la Investigación de la Familia.
[30] El Secretario de Estado, el
demócrata cristiano Miklós Soltész anunció que los padres adoptivos están
obligados a tomar un curso de 400 lecciones desarrolladas por el Colegio
Católico Apor Vilmos, dirigido por Mária Fülöpné Erdő, y financiado por los
fondos de la UE. El curso sería obligatorio también para los padres de crianza
temporal a tiempo parcial (que pasarán 52 días de fin de semana menos con sus
hijos de crianza) o para las personas que se comprometieron a criar a los niños
de su familia o amigos muertos. Los padres que no completaron el curso antes de
2017 perderían la custodia o tutela de los hijos. Nepszava, 20/10/2013.
[31] Osztie recibió la Cruz de la
Orden del Mérito de la República de Hungría el 20 de agosto de 2011.
[32] Más y más personas
dependen de Iglesias para la educación.Ministerio de Educación, Gobierno de
Hungría, 23 de julio 2014 16:51
[33] Y ante esa situación era
fundamental “que haya un cambio en la Universidad de Teatro, Cine y Arte,
[…] y si yo fuera virrey quitaría los derechos de educación de los actores de
la Universidad de Teatro y Cine con menos dinero”. Para Kerényi los
actuales playreaders, eran como “Mr Nobodys”; unos niños dramaturgos con
sus medias de color azul en una pierna y verde en sus otros pies, todos ellos
son un poco de arco iris de colores, muy nueva ola”, llegando a la conclusión
de que los consejeros y los actores deben ser “liberados de la hipnosis de
playreaders y críticos”. The Budapest Times, 13/06/2014.
[36]Inmediatamente los medios
germanos atacaron a Orbán. La televisión pública alemana (ZDF) emitió un video
llamado “Tarjeta Roja para Hungría”, donde se insistía que Hungría estaba
rompiendo las reglas de la UE, al ser controlados los medios de comunicación
por el gobierno y recortar las funciones de control del Tribunal
constitucional, pidiendo continuamente que Hungría fuera expulsada o recortada
en su financiación. Y el canal austriaco 4plus ofreció otro programa en el que
definía a Orbán como un minidictador
[37] Juan Gómez, “El primer
ministro Orbán dijo que Berlín ya envió sus tanques a Budapest en la II Guerra
Mundial”. El País, 21/05/2013.
[38] En 2013 el presidente
Barroso mandó al gobierno húngaro una carta que recordaba los dos puntos
conflictivos de los cambios constitucionales realizados ese mismo año: 1) la
autorización de tasas especiales que pagarán los ciudadanos siempre que la
nación húngara sea multada por el Tribunal Europeo de Justicia; 2) la
competencia exclusiva de la Oficina Nacional Judicial a la hora de transferir
los casos entre juzgados; y 3) la citada reforma electoral.
[39]
James Kirchick, “The Orban Effect: EU Conservatives Have a Hungary
Problem”. Spiegel online, 29/05/2013.
[40] Lucía Abellán, “La
Eurocámara reprueba el autoritarismo del primer ministro húngaro”. El País, 3/07/2013.
[42] Silvia Blanco, “El primer
ministro húngaro difunde en España sus polémicos mensajes”. El País,
16/04/2013.
[43] Viktor Orbán, “Las raices
cristianas de Europa. Discurso en Berlín”. La Razón histórica, nº
26, 2014.
[50] Silvia Blanco, “Un enérgico
cruzado del populismo. Orbán, que luchó contra el comunismo en Hungría hace 25
años, acapara el poder en todos los ámbitos con un mensaje nacionalista,
conservador y cristiano”. El País, 6/04/2014.
[52] Igor Janke, Hajrá
magyarok! – Az Orbán Viktor-sztori egy lengyel újságíró szemével. Rézbong Kiadó, Budapest, 2013.
[58]
Damien Sharkov, “Hungary’s Mussolini’ Vows to Make the EU Member an ‘Illiberal
State’”. Newsweek, 30/07/2014.
[59] Para Gati, que conoció a
Orbán y alabó su primera postura liberal, “Orbán ha dejado caer su máscara
democrática. Su discurso confirma lo que sus críticos nacionales y
extranjeros han dicho durante años sobre su democracia dirigida y lo que hasta
ahora sus propagandistas y fieles seguidores han negado acaloradamente. Porque
él ha ahora públicamente, y con orgullo, declaró su preferencia por un estado
no liberal, rompiendo con dogmas e ideologías reconocidos en Europa occidental“.
Charles Gati, op.cit.
[60] Matt Chorley,
“Cameron’s ally in EU jobs battle Viktor Orban announces he wants to ‘build an
illiberal new state’ in Hungary”. Daily mail,
30/07/2014.