Por Gil De la Pisa
13 JULIO 2021
Deberían ser sentimientos
propios de la mayoría absoluta de cuantos hemos nacido en España, sin embargo
no es lo que resalta a primera vista. Es preocupante en grado sumo como a todo
español, no le rebosa por los poros esa doble alegría y ese doble orgullo.
Sin duda, la causa es obvia y muy simple: ignorancia completa de la
Historia de su Patria y la de su Fe. No le encuentro otra.
Resultaría
imposible si se conoce todo cuanto los españoles han dado a la Humanidad,
sobre todo si se compara con quienes tienen la audacia de
menospreciarnos. Hispania deslumbró ya a los romanos por
su valor, su sentido de la independencia y su capacidad para resistir a las
legiones romanas y a los cartagineses. Los hispanos llegaron a emperadores
y sabios.
En la Edad Media
inició y remató la Reconquista del suelo patrio, --una lucha que
duró casi ocho siglos--; en la Edad Moderna, descubrió un Mundo
nuevo, dominó media Europa, se adueñó de los mares, -- el Océano Pacífico,
su “lago” particular--; abrió nuevas rutas marítimas y circunvaló la Tierra por
primera vez; civilizó toda América y creó un Imperio donde no se
ponía el sol.
Todo fue posible
porque su industria estaba a la altura requerida y eso
le permitió construir los mejores barcos. No tiene otra explicación el
haberse adueñado del mar y que, nunca la marina inglesa pudo con la
Armada española, ¡todo lo contrario! (“Trafalgar” es punto y aparte; fruto
de la siempre nefasta alianza con Francia). Nuestros Tercios doblegaron a
Europa y nuestros fueron dueños de océanos. El resto de las
naciones únicamente nos ha superado en “mentir sobre España” y
“manipular” la Historia. Sus verdaderas victorias sobre
nuestra Patria las han logrado exclusivamente, con política sucia de
cavernarios. De cara, nunca han podido con nosotros, en ningún campo y
menos en el de las ideas, nuestros teólogos en Trento y nuestros
pensadores en Salamanca son la cima. La degeneración intelectual, madre
de los “ismos” –marxismo, socialismo, liberalismo, modernismo,
progresismo, nazismo, fascismo, etc.”.-- son productos “europeos”, responsables
de los millones de muertos del siglo XX y XXI.
Europa nunca
debería olvidar su deuda con España: nos deben su existencia como “Continente
libre”, por haber arrojado a los moros al otro lado del Mediterráneo,
y cerrado la puerta al Turco en Lepanto.
Parte de nuestro
Imperio estaba en el Pacífico. Allí, nuestras islas,
entre ellas Filipinas (en honor de Felipe II) eran pieza clave del comercio
mundial. (El descubrimiento de nuestros marinos sobre los vientos hicieron
posible, la ida y vuelta, desde las costas americanas a Filipinas y Asia
oriental).
Fueron una
preciosa provincia española durante tres siglos –hoy nación
filipina-- y nos las robó Estados Unidos --la Sinagoga de Satanás
planeó perfectamente la liquidación de las últimas provincias de nuestro
Imperio-- y nunca deberíamos desconocer y olvidar el horrible “coste”
de un “genocidio” de dos millones de filipinos asesinados para “borrar
el español” de aquellas islas.
Y nadie habla del
tema— ¿no lo sabías?, ¿ningún profesor te lo había comentado? Aun
esperamos el “Núremberg” ad hoc. ¿Dónde está el sentido
democrático, liberal y amante de la verdad de los europeos? Si la
Hispanidad despierta e impone su ley no deberá olvidarlo y,
sí, pasar cuentas. ¿Qué esperan nuestros Historiadores?
Olvidar la Historia es de necios.
Otro motivo de
orgullo: los trescientos años de vida próspera y,
generalmente, en paz de las provincias españolas de Ultramar
¡mientras fueron España! En esos siglos, los indios fueron españoles al cien
por cien, con los mismos derechos de los peninsulares, y acceso a los Centros
Superiores de estudio y, sus vidas, fueron sagradas y protegidas. Solo
“cuando esas provincias se independizaron” --y se “liberaron”
--comenzaron los asesinatos de indios como consecuencia lógica del “liberalismo
masónico, racista, protestantoide y sajón”. Sus políticos no supieron con
qué sustituir el Catolicismo heredado.
En los reinos de
España, el indio tenía más privilegios que los “criollos”
sin sangre india. Conviene recordarlo, cuando los “indigenistas”
mienten y manipulan la Historia. “”Ellos”, hijos-herederos de
los asesinos liberales, acusan a España de los “crímenes
de sus padres”. ¡NO, majos!, ¡que cada palo aguante su vela! “A partir
de vuestra independencia” asesinasteis sin escrúpulos, ¡no culpéis a mi
Patria que los protegió mientras fueron españoles!
El desastre
español imperante, se inició con los afrancesados, o sea, la “seudo
europeización” de los españoles en el siglo XVIII, cuando
las “Logias” se fueron adueñando de la política y de los Gobiernos y los
“ilustrados” y “enciclopedistas” ocupaban el lugar de los
“modernistas y progresistas” actuales. Para ellos, fue de gran
ayuda la invasión napoleónica y facilitó su traición en la
destrucción del Imperio y la Independencia de las provincias de ultramar.
Dos siglos y medio lleva España pagando sus errores con el descenso acelerado
hacia su desaparición.
Conocer la
Historia de España es el primer fundamento de nuestro amor a esa Patria única
y del lógico orgullo de ser español. Esta Patria
agonizante empezó su actual degeneración cuando nuestros enemigos supieron
borrar del conocimiento de los españoles su Historia gracias el poder de sus Medios
de comunicación tras crear la peor de las Leyendas Negras, sobre
nuestra VICTORIA, con el agravante de que esos “renegados y canallas”
son españoles.
En artículos
periodísticos no se puede ser muy extenso y me veo obligado a resumir en pocas
líneas el meollo del tema, y quien mejor lo ha hecho ha sido José Antonio, en
su discurso de Fundación de la Falange en Valladolid: “Ser español es
una de las pocas serias que se puede ser en el mundo”, a lo que yo añadiré
siempre y “fuente de orgullo y una inmensa alegría” por ese
don que Dios nos ha hecho de nacer en la Tierra de María Santísima. Ella
nos predestinó, visitándonos en “carne mortal” mientras vivía en
Éfeso. Si Don Bosco, pudo estar al mismo tiempo en Italia y en
Barcelona ¿por qué dudar de la visita de María a Santiago, en
Zaragoza?
ORGULLO Y ALEGRÍA DE SER CATÓLICO Y ESPAÑOL (II)
15 JULIO 2021
En la primera
parte de este artículo comenté el “orgullo de ser español”; esta segunda
la dedicaré al “orgullo de ser católico”. Será, igualmente, una
argumentación elemental, como la hecha respecto al gran don de Dios, dándonos a
España por Patria. Glosar ampliamente ambos regalos exigiría libros, no
artículos.
La argumentación
ha de ser necesariamente repetitiva, pues también es muy escaso el número
de los españoles que valoran su condición de católicos con capacidad para
agradecérselo a Dios incesantemente y, sobre todo, cuando debieran hacerlo
públicamente La causa y razón de esa torpeza e ingratitud es la misma:¡Ignoran,
lo maravilloso de su Fe!
Me he preguntado
infinidad de veces: ¿Por qué?
Hoy, en el
Evangelio de la misa, Jesús nos pone sobre la pista cuando exclama:
“¡Te doy gracias,
Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y
entendidos y se
las has revelado a la gente sencilla!”…y “nadie
conoce al Hijo sino el Padre y nadie conoce al Padre sino el Hijo
y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.
Vivimos en un
mundo de ignorantes que se creen sabios, de tontos que se creen listos, probablemente
porque, cuanto más tonto, más de prisa “subes” en la “opinión
pública” y en “los cargos rentables” --también públicos--. Lo podemos
comprobar fácilmente en España con solo ver el Gobierno en cuyas manos tenemos
los españoles nuestro destino. (Si bien nos lo hemos ganado a pulso…) Algunos
“extraterrestres y ultras” hemos luchado toda nuestra vida para impedirlo, pero
en el mundo impera la “democracia” del rebaño mayoritario, que aplasta
a la minoría capaz de usar el cerebro. Somos muy pocos quienes podemos
decir “yo hice lo posible para evitar el caos reinante”. (Y no
me vengan con “falsas modestias” y humildades…: Me declaro ajeno a la
estupidez general). Conmigo no cuenten.
Pero hablemos de
nuestra santa Madre la Iglesia Católica y de su Fe. En primer lugar es la “única
verdadera”. La única que salva. Todas las otras son obra del enemigo
–eterno y eternamente derrotado de Dios-- (o sea son: diabólicas).
No lo digo yo, lo
dicen los santos Padres, los Doctores de la Iglesia y su Magisterio perenne. Es,
además, dogma de Fe que “fuera de la Iglesia Católica no
hay salvación”, lo niegue quien lo niegue, aunque sea cardenal o
papa. La confusión y la ruina que vive la Fe en los países
llamados del primer mundo, tiene entre sus causas fundamentales, ese “cambio”
de rumbo postconciliar descubridor de la “sopa de ajo” llamada: “Dialogo
con el Mundo”, cuando Cristo dejó bien claro: “Vosotros no sois del
Mundo”, Yo Cristo -- Dios y Hombre -- “no rezo por
el Mundo”.
¿Cómo no va a
agonizar la fe de los católicos, mal
formados desde hace sesenta años, cuando la Jerarquía “arrincona o
reniega del Magisterio perenne” y desorienta a los fieles? ¿Con
doctrina y consejos opuestos a lo que enseñaron los Apóstoles y --en nombre de
todos-- dejó muy claro san Pablo en sus epístolas? Por ejemplo, cuando insiste
en evitar el “contagio” y en lo posible “el contacto” con los
enemigos de nuestra Fe.
Cristo dijo “Soy
el Camino, la Verdad y la Vida”, “yo para esto vine al mundo:
para dar testimonio de la Verdad”, el Diablo “es homicida
desde el principio y padre de la mentira”, y, hoy, en la Iglesia,
lo que priva y se potencia es el “Diálogo”. La Verdad no
merece atención, “cada cual es muy libre de pensar lo que quiera”
(¡cosa evidente y que nadie niega!). Traduzcámoslo a la acción de
los pastores así: “Todas las religiones son buenas, todas las
ideas son aprovechables, etc.”. Si tuvieran dos dedos de frente
deberían prepararse para dar lecciones al Juez Supremo para
demostrarle lo genial de sus “pastorales”, sobre la defensa de la Tierra, y de
las “minorías, LGTBI, etc. ¡Dan lástima, cuando debieran ser
luz del mundo y sal de la tierra!”.
Volvamos a la
“alegría de ser católico”.
La “santa Fe”,
--frase tan española y tan productiva para la Iglesia —ha sido para mí fuente
de “alegría de vivir”. Todo en nuestra Fe invita a ello. Alguien dijo: “un
santo triste, es un triste santo”. Una verdad incuestionable. Hasta en
el momento más duro del hombre como es la muerte, nuestra Madre nos lo
alegra con el sacramento de la Extremaunción, (no ésa que administran si
“eres viejo”, sino el verdadero “último sacramento” –cuando tienes
la muerte a un paso—y es ayuda alegre, como “preparación
inmediata” al salto definitivo. Así morían antes los
cristianos y no como los de religiones falsas y tristes.
Desgraciadamente, han descristianizado nuestra Iglesia y se ha convertido el
acto más trascendental de la vida humana, en un acto sin sentido. Yo he
vivido aquellos tiempos y los añoro. Y le pido a Dios poder morir asistido
de los “últimos sacramentos”. (En las esquelas sigue esa
“reliquia” rutinaria y generalmente falsa: “habiendo recibido los últimos
sacramentos”).
Me gustaría
comentar la diferencia, de sensaciones --para quien tenga un mínimo de
sensibilidad-- entre la visita a una mezquita, a una sinagoga, a un templo
protestante, o a un templo,--iglesia, capilla, catedral católicas--... En
éstas se siente a Dios, Uno y Trino, realmente presente. En el resto,
hay un vacío total.
Pero el
mejor resumen de los motivos de alegría y orgullo nos los da
el conocimiento de la Historia Universal, al poder comprobar la siguiente realidad: El
Mundo debe agradecer a la Iglesia de Cristo el haber elevado --a
enésima potencia-- el bienestar, la cultura y la alegría de vivir (o
sea “la civilización”) allí dónde el Catolicismo, asimilado por sus
habitantes, tuvo fuerza. Además, en forma proporcional a su
grado de adhesión a nuestra Fe.
Es muy
reconfortante poder afirmar que España --“especialísimamente”-- y a mucha
distancia, Portugal y Francia --cuando era la “Fille Aînée de
l’Église”—civilizaron verdaderamente. Los sajones, “explotaron las
riquezas” de sus “colonias” y nada más.