Fuente: https://medicosporlaverdad.es/
Cuando empezamos a saber de la “nueva enfermedad” supuestamente producida por
el nuevo virus chino Sars-CoV-2, apenas sabíamos que era una neumonía
intersticial bilateral. Luego supimos que había enfermos que fallecían por un
síndrome inflamatorio hiperagudo o “Tormenta de Citocinas” y finalmente, cuando
desoyendo las recomendaciones de la OMS un grupo de patólogos italianos
empezaron a hacer autopsias supimos que los endotelios de diversos vasos
sanguíneos, incluidas arterias, estaban dañados, trombosados y en ellos se
producía acúmulo de NETs (trampas o redes de cromatina de neutrófilos
apoptóticos).
Durante el
verano y otoño de 2020, aunque se ha estado repitiendo reiterativamente por el
oficialismo y los mass media que estábamos inmersos en supuestos rebrotes y
“segundas olas” de covid-19, la clínica y fisiopatología de la citada covid no
tenía nada que ver con la epidemia primaveral que se produjo de forma cuasi
sincrónica, en muchos países del viejo mundo. Apenas catarros y asintomáticos:
casos PCR positivo y alguna neumonía.
Un virólogo de
la universidad de Zürich, nos confirma en el otoño-invierno de 2020 que el
SarsCov2, según el modelo elaborado en Wuhan con la supuesta intención de crear
una vacuna contra el VIH, se había extinguido por sí mismo. Su colega, la
patóloga Dra. Schmied de la Universidad de Ulm, utilizando fotos con el
electromicroscopio del lavado bronquial de pacientes con Covid y haciendo
posteriormente un cultivo celular, encuentra sólo en pacientes inmunodeprimidos
con sintomatologia pulmonar, algunas particulas virales, de las cuales las
menos son coronavirus. Sobre todo encuentra estafilococos, estreptococos,
adenovirus y sorprendentemente, muy frecuentemente, Borrelia, y las Borrelias
sabemos que aparecen en inmunosupresión.
Todo el problema
de la covid-19 es con mucha probabilidad un problema de inmunodeficiencia que
puede estar inducido por sucesivas vacunaciones debido a infección por
gamma-retrovirus contaminantes de dichas vacunas, como ha dicho la viróloga
norteamericana Judy Mikovits, o por desregulación de los gamma retrovirus
endógenos como pensamos nosotros. Así, cuando la persona sufre un proceso
gripal se puede producir un síndrome de ADE o similar (patología TH2) con
inflamación sistémica, tormenta de citocinas y daño endotelial: trombosis y
acúmulo de NETS, eso es el Covid-19 grave.
Según
declaraciones a la prensa del inmunólogo Ignacio Melero (Univ. Navarra) el
Covid-19 grave es una reacción inflamatoria:
"Esta
reacción inflamatoria se sabe que está detrás de la muerte de muchos pacientes…
Lo que llamamos distrés respiratorio del adulto (SARS) lo precipitan muchos
tipos de enfermedades, como la sepsis bacteriana o la pancreatitis aguda, o
estar en un incendio e inhalar humos tóxicos", ..." (siguen varias
páginas de tecnicismos que no reproduzco porque su interpretación correcta solo
está al alcance de los especialistas. En todo caso, el lector puede consultar
el informe o descargarlo en este enlace).
CONCLUSIONES:
1.- El Covid-19 grave es un síndrome de inmunidad alterada y no una enfermedad
infecciosa.
2.- No está
producida por un virus, sea el Sars-CoV-2 u otro. Puede, en todo caso, estar
desencadenada por una infección vírica en determinadas circunstancias.
3.- Para que se
produzca covid-grave es necesario que concurran determinadas situaciones fisiopatológicas
e inmunopatológicas previas que pueden haber sido propiciadas por vacunaciones
anteriores, especialmente la vacunación antigripal.
4.- Igualmente, determinadas
condiciones metabólicas como diabetes, obesidad, y deficiencias de vitamina D
activa, son determinantes en el Covid-19.
5.- Por esta razón consideramos
el Covid-19 grave como un síndrome Hemofagocítico o de Enfermedad Aumentada por
la Vacuna antigripal.
6.- Otros factores coadyuvantes
serían aquellos capaces de inducir inmunodepresión, especialmente linfopenia,
como es el caso de la exposición a REM especialmente las de alta potencia como
la 5G y la proximidad a antenas emisoras, los pesticidas y herbicidas, metales
pesados y otros tóxicos ambientales.
7.- Los tratamientos con
antivirales e inmunodepresores son totalmente inadecuados, mientras que el
tratamiento temprano con antiinflamatorios u otros tratamientos no
convencionales como los tratamientos oxidativos (ozonoterapia, peróxido de
hidrógeno o dióxido de cloro) serían los más indicados.