Con la sangre aún caliente de las
víctimas del atentado islamista de Barcelona, el papa Francisco instó el lunes
a los líderes políticos a “acoger, proteger, promover e integrar” a los
inmigrantes, señalando que su bienestar tendría que prevalecer sobre las
preocupaciones de seguridad nacional y rechazando las deportaciones masivas.
El mensaje, en el marco de la Jornada
Mundial de Migrantes y Refugiados 2018, colocó al líder de la Iglesia Católica
nuevamente en la vereda opuesta de las medidas restrictivas que aplicaron
algunos gobiernos para lidiar con el sentimiento antiinmigrante que crece en
parte de la población mundial.
El papa instó a “ampliar las
posibilidades para que los emigrantes y refugiados puedan entrar de modo seguro
y legal en los países de destino”, ya que consideró que los derechos humanos y
la dignidad de todos los extranjeros deben ser respetados más allá de su
estatus legal.
“El principio de la centralidad de la
persona humana (…) nos obliga a anteponer siempre la seguridad personal a la
nacional”, puntualizó, en una aparente referencia a los temores expresados
desde muchos países europeos acerca de que la llegada de refugiados implicaría
problemas de seguridad.
El Sumo Pontífice indicó que “es
necesario esforzarse para preferir soluciones que sean alternativas a la
detención de los que entran en el territorio nacional sin estar autorizados” y
que “las expulsiones colectivas y arbitrarias de emigrantes y refugiados no son
una solución idónea”.
Francisco agregó que los inmigrantes
deberían ser vistos como “un recurso para las comunidades que los acogen” y
tener libertad de movimiento y posibilidad de trabajar. “El estatus migratorio
no debería limitar el acceso a la asistencia sanitaria ni a los sistemas de
pensiones, como tampoco a la transferencia de sus contribuciones en el caso de
repatriación”.
Francisco, quien ha hecho de la defensa
de los migrantes un punto central de su papado, ha criticado las posiciones
antiinmigrantes de varios líderes, entre ellos el presidente estadounidense,
Donald Trump. El año pasado, el Papa condenó la intención del entonces
candidato republicano de construir un muro en la frontera de Estados Unidos con
México.
El papa recordó que en la cumbre de la
ONU en 2016 “los estados se comprometieron a elaborar y aprobar antes de fines
de 2018 dos pactos globales, uno dedicado a los refugiados y otro a los
emigrantes”. “Los próximos meses representan una oportunidad privilegiada para
presentar y apoyar las acciones específicas” para la acogida, protección e
integración de los inmigrantes.
CONTRACARA
Polonia pide a la Unión
Europea “cerrar la puerta a los inmigrantes” tras los atentados islamistas en
Barcelona
“En Polonia no tenemos comunidades
musulmanas, ni enclaves que sean una base natural para los terroristas
islámicos. Hacemos todo lo posible para que el nuestro siga siendo un país sea
seguro cerrando el paso a los inmigrantes”, manifestó el ministro polaco del
Interior, Mariusz Blaszczak, pocas horas después de los ataques islamistas en
Barcelona, que dejó 13 muertos y más de un centenar de heridos.
El ministro polaco sostuvo que estos
trágicos sucesos fueron el resultado del “choque de civilizaciones”, y añadió
que no existen fórmulas eficaces para luchar contra este fenómeno. “La única
posibilidad para Europa es cerrar la puerta a los inmigrantes”, subrayó.
Mariusz Blaszczak ya mantuvo una
posición similar después del ataque terrorista en Londres el pasado 3 de junio,
con ocho muertos y decenas de heridos. Apeló entonces a la Unión Europea a que
transformara su postura en el campo de la inmigración, haciendo hincapié en el
fracaso del multiculturalismo y sus “malos frutos”.
La Comisión Europea decidió en junio
iniciar acciones legales contra Polonia, Hungría y la República Checa por
negarse a acoger solicitantes de asilo en el marco del sistema de cuotas
decidido por Bruselas. La UE decidió en otoño de 2015 distribuir 160.000
solicitantes de asilo desde Italia y Grecia al resto de países de la Unión. De
acuerdo a este plan, 7.000 personas tuvieron que ser alojados en Polonia, 1.600
en la República Checa y otras 1.300 en Hungría.