“Guardaos de los falsos profetas,
que vienen a vosotros disfrazados con pieles de ovejas, mas por dentro son
lobos voraces”. (Mt.
7,15)
Dijo Mons. Fellay en
una reciente entrevista televisiva:
“Yo veo en nuestro Papa actual,
el Papa Francisco, tiene una preocupación por las almas, pero en particular las
almas que son rechazadas. Las almas aisladas, las que son hechas a un lado, o
despreciadas o que se encuentran en dificultad. Lo que él llama “las periferias
existenciales”. ¿Se trata verdaderamente de la famosa oveja perdida? ¿Es que el papa Francisco deja de lado a
las otras 99 y va a ocuparse de esa oveja perdida? Creo que eso es lo que él
tiene en la cabeza. Digo, tal vez. No se puede dar una respuesta global. (En)
todo lo que él ha dicho, vemos que tiene esa preocupación, una preocupación
universal: los migrantes, los que están en prisión, que efectivamente son
hombres abandonados por los otros. Es una gente que está en el dolor. Luego
están los divorciados, gente que también está en aflicción. Luego estamos
nosotros que también somos rechazados. Y finalmente estamos todos en la misma
perspectiva. Y entonces él se va a ocupar de esas almas”.
Hagamos una segunda lectura de esta declaración:
“¿Se
trata verdaderamente de la famosa oveja perdida? ¿Es que el papa Francisco deja
de lado a las otras 99 y va a ocuparse de esa oveja perdida? (Según esta comparación las 99 ovejas que Francisco deja en
el redil están seguras, a salvo del lobo, firmes en la doctrina cristiana, y
por lo tanto nada extraviadas. Es decir que la mayoría de los católicos están
bien, y sólo un ínfimo porcentaje está extraviado) Creo que eso es lo
que él tiene en la cabeza. Digo, tal vez. No se puede dar una respuesta global.
(En) todo lo que él ha dicho, vemos que tiene esa preocupación (¿Y en lo que ha hecho? El árbol se conoce por sus frutos),
una preocupación universal: los migrantes (a los que
Francisco no les pide que se conviertan), los que están en prisión (a los que Francisco no procura convertir), que
efectivamente son hombres abandonados por los otros. Es una gente que está en
el dolor. Luego están los divorciados (a los que
Francisco no quiere corregir), gente que también está en aflicción. (Luego están también los sodomitas y travestis, y por
supuesto los judíos, y los izquierdistas, las típicas “víctimas” de la
“opresión”. Y también, por supuesto, los luteranos, marginados por los católicos).
Luego estamos nosotros (a los que Francisco no quiere
convertir, puede decir Mons. Fellay) que también somos rechazados (¡Oh! ¿Rechazados por quién? ¿Por el mundo? ¿Por los herejes y
apóstatas? ¿Por los judíos y paganos? Eso significa una prueba de rectitud
cristiana, de verdadero seguimiento de Cristo, no lo contrario). Y
finalmente estamos todos en la misma perspectiva (es
decir, en la misma bolsa; claro, el proselitismo es “una solemne tontería”, así
que Francisco quiere tomarlos sobre el hombro y llevarlos a todos no a la
Iglesia Católica que salva, sino a la iglesia masónica onusiana del Anticristo).
Y entonces él se va a ocupar de esas almas (Es decir,
también se va a ocupar de las pobres almas rechazadas y hoy extraviadas de la
Neo-Fraternidad. Oh, “bondadoso” Francisco. Oh, ¿cándido? Mons. Fellay…)”.
Dice el P. Calderón, en “La lámpara bajo el celemín”: “El pecado que comete el gobernante escéptico
que subordina la doctrina a la acción, parece poder definirse como el de más
alta traición o perfidia”. Esto es lo que le cabe a Francisco, de quien
el mismo Mons. Fellay dijo alegremente que deja de lado la doctrina para
dedicarse a “pastorear”. Sin embargo, Mons. Fellay no deja de verter elogios
hacia el “buen pastor” Francisco. ¿Y acaso el mismo Mons. Fellay no ha caído en
la misma subordinación de la acción por debajo de la doctrina, al afirmar que no
deben arreglarse todas las cosas en Roma, esto es, el modernismo que profesa,
para llegar a un acuerdo?
Los neo-fraternitarios
se han vuelto migrantes de la
fidelidad, huyendo de su propia historia, divorciados
de la doctrina antimodernista de San Pío X y del ejemplo de fidelidad de Mons.
Lefebvre. Y en vez de esperar la salvación de Cristo, como los pollitos que van
a refugiarse bajo el ala de la gallina –en la figura utilizada por Nuestro
Señor mismo-, van a refugiarse bajo el ala de un papa modernista que detesta
todo lo que es la Tradición católica.