“El simple buen sentido indica –y la
experiencia confirma- que es actualmente imposible vivir plenamente y defender
la fe católica estando aprobados por la Roma conciliar. Después de las
consagraciones episcopales de 1988, Roma ha concedido la celebración de la
antigua liturgia a algunas comunidades, mas ellas han debido en contrapartida
reconocer la nueva misa como un rito plenamente legítimo y abstenerse de toda
crítica acerca del Vaticano II. Han debido aceptar (o al menos, no criticar) la
libertad religiosa y el ecumenismo. Un tal silencio constituye, en sí, una
complicidad culpable”.
(CATECISMO CATÓLICO DE LA CRISIS EN LA
IGLESIA, P. Matthias Gaudron, FSSPX. Versión francesa, Editions du Sel, 2014)
La misma Fraternidad confiesa lo que ahora en los hechos niega. El
simple buen sentido y la experiencia parecen ya no contar. La experiencia
confirma que Francisco es el más maquiavélico de los últimos papas, quien más
se ha ensañado con los tradicionalistas y quien más allá llega con la
devastación de la Iglesia. ¿Por qué habría de tener, entonces, una preocupación
especial porque la Fraternidad San Pío X despliegue su apostolado tradicional
en aquellos fieles que él quiere llevar al superecumenismo masónico de la nueva
religión mundial? Por otra parte, con la declaración doctrinal de 2012 la
Fraternidad ha reconocido la legitimidad de la nueva misa, y las críticas
contra el Vaticano II han sido cada vez más débiles, más tenues y más
espaciadas.
“Las comunidades que han obtenido la liturgia
tradicional a cambio de su silencio sobre los errores del Vaticano II son en
particular la Fraternidad San Pedro (…), el Instituto Cristo Rey (…), la abadía
benedictina de Barroux (…), la Fraternidad San Vicente Ferrer en Chémere (…),
el Instituto de Opus Mariae (…), los dominicanos enseñantes de la rama de
Pontcallec (…) y, en fin, más recientemente, la Fraternidad San Juan María
Vianney de Campos en Brasil (dirigida por Mons. Rifan, y acuerdista desde
2002). Estas comunidades son generalmente designadas bajo el nombre global de
“comunidades Ecclesia Dei”.
(CATECISMO CATÓLICO DE LA CRISIS EN LA
IGLESIA, P. Matthias Gaudron, FSSPX. Versión francesa, Editions du Sel, 2014)
Todas las comunidades que denuncia aquí la Fraternidad han debido
conceder algo a Roma a cambio de la liturgia tradicional. Nuevamente, ¿por qué
la Fraternidad San Pío X recibiría un tratamiento mejor que las otras y no
concedería nada a cambio (como de hecho ya lo hizo)? ¿Acaso porque Roma es más
débil que antes? ¿No se ve, por el contrario, que la demolición en la Iglesia
es más fuerte que antes con Francisco, y que todas esas comunidades Ecclesia
Dei no han podido impedir en ningún modo este avance de los impíos
modernistas? De hecho la propia FSSPX ha dejado de criticar a las comunidades
Ecclesia Dei, confraternizando con ellas. Recordemos, de paso, que estas
comunidades se denominan así porque dependen de la comisión del mismo nombre,
fundada en Roma luego de las consagraciones episcopales de 1988, para rescatar
a aquellos que salieron de la FSSPX.
Ecclesia Dei es el nombre del infamante documento que “excomulgó” a
Mons. Lefebvre.
“Las consagraciones de 1988 han contribuido a
salvar la Tradición católica no solamente asegurando la transmisión del
sacramento del orden –y por lo tanto la misa y sacramentos tradicionales- sino
también protegiendo de los errores conciliares una pequeña parte del rebaño de
la Iglesia. Sin embargo esos errores conciliares continúan devastando la
Iglesia, y ellos reinan en Roma misma.
Para continuar protegiéndose eficazmente, es por lo tanto necesario
guardar las distancias con las autoridades romanas. La victoria definitiva está
aún por venir”.
(CATECISMO CATÓLICO DE LA CRISIS EN LA
IGLESIA, P. Matthias Gaudron, FSSPX. Versión francesa, Editions du Sel, 2014)
¿Es que acaso la prelatura concedida por Francisco sería la “victoria
final” que estaba por venir? La
Fraternidad ya no piensa que haya que guardar distancias con las autoridades
romanas, porque parece que es infalible e “inhundible”… como el “Titanic”.
“En tiempos de epidemia, la más elemental
prudencia exige separar estrictamente los enfermos de los sanos. Una cierta
comunicación es indispensable (para curar a los enfermos), mas ella es limitada
lo más posible y en torno de grandes precauciones. Es lo mismo en la situación
actual: no podemos frecuentar de manera habitual las autoridades conciliares
sin exponernos a contraer sus errores. El ejemplo de las comunidades Ecclesia
Dei es la prueba manifiesta”.
(CATECISMO CATÓLICO DE LA CRISIS EN LA
IGLESIA, P. Matthias Gaudron, FSSPX. Versión francesa, Editions du Sel, 2014)
Con la prelatura, los obispos y sacerdotes de la Fraternidad se verán
obligados a tener frecuentes contactos con los obispos diocesanos y curas
modernistas, cuya predisposición hacia la tradición no es ni será amistosa en
la mayoría de los casos. Nuevamente, el contagio de las comunidades Ecclesia
Dei es, como dice el P. Gaudron, la prueba manifiesta. Dijo Dom Gueranger: “Uno
de los medios de conservar la fe, una de las primeras marcas de unidad, es la
huida de los herejes”.
“La situación de las comunidades Ecclesia Dei
que son constreñidas a abandonar más y más la doctrina tradicional, y que, sin
embargo, no son aceptadas más que con muchas restricciones en las diferentes
diócesis confirma evidentemente la existencia de este “estado de necesidad” que
invocó Mons. Lefebvre para justificar las consagraciones de 1988. Hoy como
entonces, es imposible a aquellos que quieren defender hasta el fin la fe
católica meterse entre las manos de autoridades que contradicen o relativizan
esta fe católica. Es por eso por lo que las “discusiones doctrinales”
demandadas por la Fraternidad Sacerdotal San Pío X deben preceder las
soluciones prácticas. Mas esta situación no durará indefinidamente. Nuestro
Señor lo ha prometido: Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella
(Mt. 16,18)”.
(CATECISMO CATÓLICO DE LA CRISIS EN LA
IGLESIA, P. Matthias Gaudron, FSSPX. Versión francesa, Editions du Sel, 2014)
“Hoy como entonces, es imposible a aquellos que quieren defender
hasta el fin la fe católica meterse entre las manos de autoridades que
contradicen o relativizan esta fe católica”. Suficientemente claro. Estas
autoridades de hoy, tal vez más que ningunas, contradicen la verdad católica
cada vez más explícita y escandalosamente. Y no sólo la contradicen, sino que
la desprecian y la combaten, favoreciendo a nuestros enemigos. ¿Alguien en la
Fraternidad se atrevería a negarlo? Y cuando se dice que las discusiones
doctrinales deben preceder a las soluciones prácticas, quiere decirse que sin
coincidencia doctrinal no puede haber acuerdo práctico. Mas el imprudente Mons.
Fellay ha desechado todo esto, dejando de lado la cuestión doctrinal –que
separa absolutamente a los católicos de los modernistas- haciendo creer que los
modernistas quieren verdaderamente discutir el concilio, cuando una y otra vez
repiten que para ellos es inamovible. Como queda visto, el imprudente Mons.
Fellay desecha lo que ayer sostenía oficialmente la congregación, y con la
complicidad por acción u omisión de los obispos y sacerdotes, conduce a la FSSPX
a la traición.