+
PAX
LA VOZ DE FÁTIMA
“Vox túrturis audita
est in terra nostra”
(Cant. II, 12)
FEBRERO– 2017
Nº 1
Comenzamos
el primer número de esta modesta publicación realizada en honor del Inmaculado
Corazón de María, del cual esperamos la salvación de nuestro país, de nuestras
almas y del mundo entero. Lo que Nuestra Señora realizó en Portugal en el siglo
XX, preservándolo durante medio siglo del comunismo, de la masonería y del
modernismo; lo realizará también en nuestra patria y en el mundo entero si nos
consagramos a su Inmaculado Corazón y si obedecemos a sus pedidos de no ofender
más a Dios Nuestro Señor ya tan ofendido y hacemos reparación por las ofensas
que Él es objeto así como Su Madre Santísima.
Que
cada uno de nosotros responda con amor a los pedidos de Nuestra Señora de
Fátima, conscientes de que el Rosario y la devoción al Inmaculado Corazón de
María son los últimos recursos dados al mundo para su salvación.
Portugal,
en 1917, estaba en el más profundo caos político y económico y, además, los
seminarios estaban casi vacíos, muchos obispos exiliados, la masonería mantenía
al país bajo su dominio.
El
gobierno había roto la unión entre el Estado portugués y la Iglesia en 1911.
San Pío X reaccionó fuertemente, declarando nula y sin valor esta inicua decisión
gubernamental.
Algunos
años antes, en 1908, el rey D. Carlos y su hijo habían sido asesinados y la
responsabilidad del gobierno recayó sobre D. Manuel, de 18 años, el cual no
pudo impedir la proclamación de la república en 1910, debiendo huir del país.
¿Quién
podría salvar Portugal? ¡Nuestra Señora! Apareciendo a tres pastorcitos en Cova
da Iría, Ella cambió el rumbo de Portugal y hará lo mismo con el mundo si la
escuchamos.
Pocos
años después, un gobierno católico restituyó a Portugal su alma y Nuestra
Señora protegió la nación portuguesa del comunismo, así como de la II Guerra
Mundial, como lo afirmó Pío XII en 1946.
Seamos
entonces cruzados de Fátima en este centenario de sus apariciones en Cova da
Iría. Estudiemos, propaguemos y vivamos su mensaje que se resume en amar a Dios
Nuestro Señor y en impedir por todos los medios los pecados con los cuales los
hombres hieren Su Divino Corazón y el de Su Madre Santísima, por cuya
intercesión nosotros esperamos la salvación de nuestra patria, de nuestras almas,
del mundo entero y de la Iglesia, ocupada por sus más crueles enemigos que, sin
embargo, serán vencidos por aquella de la cual la Santa Liturgia dice que
venció todas las herejías.
LA VOZ DE FÁTIMA
Nº 2
11 de febrero de 2017
11 de febrero de 2017
El
Tercer Secreto y el Concilio
Los que estudian seriamente Fátima, saben que la llamada “revelación del
Tercer Secreto” es una falacia.
Entre
varios argumentos en apoyo de lo que digo, hay uno al cual me gustaría
referirme y del cual, desgraciadamente, se habla poco: la causa por la que los
Papas desde Juan XXIII hasta Francisco se negaron a revelarlo.
Indaguemos
con toda simplicidad cuál sería el contenido allí existente que los haría
callar tan obstinadamente.
¿Cuál es la “niña de los ojos” de estos Papas? ¿Acaso no es,
evidentemente, el concilio Vaticano II? Sí, estimado lector, y eso es lo que
quiero decir: estoy personalmente convencido de que en el Tercer Secreto está
la “palabra mágica” “concilio”. Y ciertamente esta palabra figura allí en
términos no elogiosos, sino como siendo la causa de la “desorientación
diabólica” (1) en la cual vivimos; ese concilio, sin embargo, es considerado
por los Papas mencionados como la “primavera de la Iglesia” (y ¡ay de aquel que
lo cuestione! ¡¡¡Aunque sea la Madre de Dios!!!).
Sepa también el lector que esta convicción personal mía no es gratuita
ni sin fundamento. Aduzco a su favor dos testimonios de dos personas de gran
peso: el cardenal Oddi y Sor Lucía.
El Cardenal Oddi dijo: “Conforme a lo que conozco, está escrito que
aproximadamente en 1960 el Papa convocaría un concilio del cual, contrariamente
a lo que se esperaba, se derivarían muchas dificultades para la Iglesia” (2). A
las palabras “conforme a lo que conozco”, con toda seguridad podríamos
añadirles: “por lo que escuché de los que leyeron el Secreto”.
La Hermana Lucía, respondiendo a las preguntas que le hicieron, acerca
de si el Secreto tenía que ver con el concilio y sus consecuencias, ella
respondió: “No puedo decirlo, no puedo hablar” “Leí algunos documentos del
concilio, pero no todos.” “Leí sobre algunos problemas, pero no leí todo” (3).
Respuestas evasivas de quien no quiere responder a lo preguntado. ¿Por qué no
lo haría? Si la respuesta fuese “no” sería muy simple de hacerlo. Pero si la
respuesta fuese “sí” ella estaría ante dos problemas: 1) Ella no podía
desobedecer a quienes tenían autoridad sobre ella, los cuales con toda certeza
eran defensores acérrimos del Vaticano II y le tenían prohibido decirlo; 2)
ella no podía mentir. De allí sus respuestas típicamente evasivas.
¡Qué bueno sería si todos los católicos estuviesen convencidos de la
realidad de la tesis que defiendo! Por respeto y obediencia a las palabras de
Nuestra Señora rechazarían el Vaticano II y las reformas posconciliares y
volverían a lo que la Iglesia siempre enseñó antes del concilio y se adherirían
a la Tradición bimilenaria.
Quiera Dios que así sea con la
contribución de este modesto artículo.
U.I.O.G.D.
___________________________
1- Palabras de la Hermana Lucía, citadas en “Fátima joie intime événement mondial”, pág. 409.
2- 30 Giorni, noviembre de 1990.
3- Cf. Controverses, abril de 1995.