Adoración del becerro de oro.
1700-1702. Molinari
Jesús significa "Dios
salva" o "Dios es Salvador", y en la Biblia encontramos sólo a
otro personaje relevante que lleva ese nombre: Jesús Ben Sirá, autor del
Eclesiástico. El nombre Josué, por su parte, tiene el mismo origen y significado
que el nombre Jesús.
Josué es el nombre del sucesor de
Moisés como guía del pueblo hebreo en la travesía del desierto. Como fue Josué
quien finalmente hizo entrar a los israelitas a la Tierra Prometida, se le
llama libertador de Israel, y en cuanto tal, es figura de N. Señor Jesucristo,
que es nuestro Salvador y Libertador. Se dice de este caudillo en Eclesiástico
46, 1: Esforzado en la guerra fue Josué, hijo de Nun, sucesor de Moisés
como profeta. De acuerdo con su nombre, fue gran salvador de los elegidos del
Señor, para tomar venganza de los enemigos que surgían, e introducir a Israel
en su heredad.
Como recordarán, en el desierto
faltó la fe al pueblo hebreo, que tendía a murmurar de Dios, a dudar y a mirar
atrás, hacia las comodidades y seguridades de Egipto, figura del mundo enemigo
de Dios, en el cual éramos esclavos del demonio hasta que fuimos liberados por
Cristo. Añoramos -decían los hebreos- el pescado que
comíamos gratis en Egipto, y los pepinos, melones, puerros, cebollas y ajos. En
cambio ahora tenemos el alma en aridez y nada ven nuestros ojos sino el maná (Num
11, 5).
Hay en la historia de la
Fraternidad cierto paralelismo con aquélla de la travesía de los hebreos por el
desierto: 40 años caminaron los hebreos y unos 40 años tenía de existencia la
FSSPX cuando comenzó el hundimiento. Moisés sacó a Israel de la esclavitud de
Egipto, como Monseñor Lefebvre nos sacó de las garras de iglesia conciliar. Y
en similar tentación a la de los israelitas de entonces ha caído la
Fraternidad, que ahora añora volver a la cautividad de Egipto, es decir, a la
iglesia oficial, dominada sin contrapesos por los liberales y modernistas,
ministros del diablo. Es así como se han levantado algunas voces en la FSSPX,
expresando el deseo de que se “normalice” la supuesta situación irregular de la
congregación. ¿Pero de qué anormalidad hablan estos murmuradores y traidores?
¿Puede ser tachado de anormal lo que se ajusta a la norma suprema de todo, que
es Dios? ¿Es relevante tener apariencias de anormalidad o de normalidad
jurídica a los ojos de los herejes destructores de la Iglesia? ¿Desde cuándo
hay que obedecer a los hombres antes que a Dios? ¡Eso es murmurar de Dios, eso
es asquearse del mamá de la Verdad y querer cambiarlo por los ajos y las
cebollas de Egipto!
Hay que creer que el mayor servicio que podemos prestar a la Iglesia es mantenernos firmes, intransigentes e inconmovibles en la Verdad. Hay que creer que si tenemos a Dios nada nos falta, como decía Santa Teresa. Eso es lo que hay que creer, ¡y no que cediendo en la fe restauraremos la fe!, ¡y no que poniéndonos bajo el poder de los destructores de la Iglesia, restauraremos la Iglesia! ¡Eso es locura, pura ilusión diabólica y traición!
También hay ciertos paralelos por
contraste entre la historia de los hebreos durante esos 40 años en el desierto
y la historia de la Fraternidad: el pueblo hebreo murmuraba y quería volver a
Egipto, mientras la cabeza, Moisés y luego Josué, se mantenía enteramente fiel
a Dios. En el caso de la Fraternidad, a la inversa, la infidelidad proviene de
la cabeza: es el superior general el que quiere volver a Egipto, ¡porque
confunde Egipto, la iglesia conciliar, con la Tierra Prometida!
En una entrevista publicada el 16-10-2010, preguntan lo siguiente a Mons. Fellay: La
Fraternidad Sacerdotal San Pío X celebra sus 40 años. ¿Es el fin de la travesía
por el desierto, como para los hebreos en el tiempo de Moisés? Respuesta
del superior general: Creo que lo que vivimos se parece más a una de
esas incursiones de los exploradores que entrevén la tierra prometida, sin que
las circunstancias les permitan entrar.¡Para Mons. Fellay, entonces, el
acuerdo con Roma o la regularización de la FSSPX por parte de Roma modernista,
apóstata y Anticristo, significa la entrada en la Tierra Prometida! ¡Increíble!
Y en nada cambia esto, la siguiente explicación que da, con su acostumbrada
ambigüedad: Para evitar alguna falsa interpretación de la imagen
utilizada, quiero precisar que continuamos afirmando siempre y firmemente que
somos católicos y que, con la ayuda de Dios, queremos permanecer tales. Lo
que no le impidió redactar y entregar a Roma-Egipto, esa traidora declaración
doctrinal de abril de 2012, mediante la cual pretendió rendir la Tradición a
los enemigos de Cristo, poniéndonos a todos bajo el poder de éstos. Ni le
impidió reemplazar la correcta condición del capítulo del 2006 por las 6
condiciones del capítulo del 2012, las cuales hacen posible el regreso a Egipto
en cuanto los modernistas lo dispongan. Ni le impidió lanzar falsas cruzadas de
Rosarios formulando intenciones retorcidas y tramposas.
Y Sigue diciendo: Sin
embargo, para la Iglesia toda, esta crisis se parece mucho a una travesía por
el desierto, con la diferencia de que el maná es muy difícil de
encontrar. Noten que al decir “la Iglesia toda”, niega implícitamente
la distinción que hacía Mons. Lefebvre entre Iglesia Católica e iglesia
conciliar, tumor maligno, ésta última, enquistado en aquélla; ¡tumor que debe
ser cortado para que deje de infectar y de matar a la Iglesia! Y en cuanto al
maná de la Verdad, de la doctrina católica incontaminada, ¿qué es eso de
“difícil de encontrar”? ¿Por qué no dijo claramente que tal alimento
sobrenatural se encuentra entre los que conservan la fe íntegra y se mantienen
alejados de una Jerarquía liberal y modernista de envenenadores? Termina la
respuesta con estas expresiones en parte ilusorias, en parte vagas, como es en
él habitual: Hay signos alentadores, sobre todo de parte de Roma, pero
desafortunadamente están junto a otros signos bien preocupantes. Algunas
briznas de pasto en el desierto…
Estimados fieles: es un hecho que
la Fraternidad está siendo desviada hacia Egipto y hacia la adoración del
becerro de oro. Este fue el mayor pecado, la más grande infidelidad de los
hebreos durante esos 40 años. Pues bien: ese ídolo, ese becerro de oro era una
figura del maldito Vaticano II, la trampa más eficaz del diablo y la mayor
infidelidad de los católicos en toda la historia de la Iglesia. Y hacia él está
siendo conducida la Fraternidad por los traidores.
De los 600.000 israelitas que
salieron de Egipto, sólo dos -Josué y Caleb- entraron en la Tierra Prometida.
Todo el resto murió en el desierto, en justo castigo divino por su infidelidad.
Hasta al mismo Moisés Dios le negó la entrada por haber dudado, en una ocasión,
del poder divino. Nosotros no podemos dudar del poder de Dios, no podemos mirar
atrás, no podemos añorar los miserables ajos y cebollas de Egipto, como los
hebreos de entonces y los jefes de la FSSPX en la actualidad: debemos conservar
la Tradición, debemos mantener la fe sin cambio alguno, debemos combatir el
liberalismo, el modernismo, y todo lo que se oponga a Dios. Esa es la
definición de la Resistencia. La Resistencia no es sino la continuación de la
obra de Mons. Lefebvre y este es nuestro gravísimo y sagrado deber: resistir, combatir
en defensa de la Verdad hasta el final.
Estimados hermanos: ¡a ser
fieles, entonces, a pelear y a avanzar! Los hebreos de entonces no supieron
confiar en Dios y los superiores de la FSSPX de hoy no saben confiar en
Dios. Fiel no es el que sólo cree que Dios es todopoderoso -decía
San Juan Clímaco- sino el que cree que lo puede todo en Dios. Y San
Pablo, por su parte, dice todo lo puedo en Aquél que me hace fuerte.
No dice “algo” o “mucho”, ¡dice “todo”!
Nuestra Madre santísima nos guíe,
nos proteja, nos fortalezca y nos dé la victoria.