por Paul Craig Roberts
El colapso de la Unión Soviética en 1991 dio a luz
a una ideología americana peligrosa llamada neoconservadurismo. La Unión
Soviética había ejercido como una limitación a la acción unilateral de Estados
Unidos. Con la eliminación de esta restricción para Washington, los
neoconservadores proclamaron su agenda de hegemonía mundial. EEUU era ahora la
“única superpotencia”, el “Unipower”, que podría actuar sin restricciones en
cualquier parte del mundo.
El periodista neoconservador del Washington Post,
Charles Krauthammer resumió la “nueva realidad” de la siguiente manera:
“Hemos concentrado un abrumador poder global. Somos
los custodios designados por la historia del sistema internacional. Cuando la
Unión Soviética cayó, algo nuevo nació, algo completamente nuevo, un mundo
unipolar dominado por una única superpotencia sin oposición de ningún rival y
con un alcance decisivo en todos los rincones del globo. Este es un nuevo y
asombroso desarrollo histórico, algo que no se veía desde la caída de Roma. Ni
tan solo Roma puede compararse con lo que Estados Unidos es hoy en día”.
Este poder unipolar asombroso que la historia le ha
otorgado a Washington tiene que ser protegido a toda costa. En 1992 el alto
funcionario del Pentágono, el subsecretario Paul Wolfowitz, escribió la
Doctrina Wolfowitz, que se convirtió en la base de la política exterior de
Washington.
La Doctrina Wolfowitz afirma que el “primer
objetivo” de la política exterior y militar estadounidense es “evitar el
resurgimiento de un nuevo rival, ya sea en el territorio de la antigua Unión
Soviética o en otro lugar, que represente una amenaza para el poder de acción
unilateral de EEUU, como el que planteaba anteriormente la Unión Soviética”.
Esta es una consideración dominante que subyace en la nueva estrategia de
defensa regional y que requiere que EEUU se esfuerce para evitar que cualquier
potencia hostil domine una región cuyos recursos, bajo un control consolidado,
sean suficientes para generar un poder global. (Cabe destacar que un “poder
hostil” para EEUU, es cualquier país lo suficientemente fuerte como para tener
una política exterior independiente de Washington).
La afirmación unilateral del poder estadounidense
comenzó durante el régimen de Clinton, con las intervenciones en Yugoslavia,
Serbia, Kosovo, así como con la creación de la zona de exclusión aérea impuesta
a Irak. En 1997 los neoconservadores escribieron su “Proyecto para un Nuevo
Siglo Americano”. En 1998, tres años antes del 9/11, los neoconservadores
enviaron una carta al presidente Clinton pidiendo un cambio de régimen en Irak
y la eliminación de Saddam Hussein del poder. Los neoconservadores expusieron
su programa para eliminar siete gobiernos en cinco años (Irak Siria, Líbano,
Libia, Somalia, Sudán e Irán).
Los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001,
son considerados por la gente informada como “el nuevo Pearl Harbor” que los
neoconservadores dijeron que era necesario para comenzar sus guerras de
conquista en Oriente Medio.
Paul O’Neil, primer Secretario del Tesoro del
presidente George W. Bush, declaró públicamente que la agenda de la primera
reunión del presidente Bush con su gabinete, fue la invasión de Irak. Esta
invasión fue planeada antes del 9/11. Desde el 9/11, Washington ha destruido
total o parcialmente ocho países y ahora se enfrenta a Rusia tanto en Siria
como en Ucrania.
Rusia no puede permitir que un califato yihadista
se establezca en una zona que comprende Siria e Irak, porque sería una base
para la exportación de la desestabilización a las zonas musulmanas de la
Federación Rusa. El propio Henry Kissinger ha declarado este hecho, y es algo
suficientemente claro para cualquier persona con un mínimo de cerebro. Sin embargo,
los neoconservadores fanáticos, que han controlado las administraciones
Clinton, Bush, y Obama, están tan absortos en su propia arrogancia que
empujaron a su títere de Turquía a derribar un avión ruso y derrocaron al
gobierno elegido democráticamente en Ucrania que estaba en buenos relaciones
con Rusia, sustituyéndolo por un gobierno títere de Estados Unidos.
Con estos antecedentes, podemos entender que la
situación de peligro que enfrenta el mundo es el producto de la política
arrogante de los neoconservadores norteamericanos y sus ansias de hegemonía
mundial. Los errores de juicio y los peligros generados por los conflictos de
Siria y Ucrania son a su vez las consecuencias de esta ideología
neoconservadora.
Para perpetuar la hegemonía estadounidense, los
neoconservadores traicionaron las garantías que dio Washington a Gorbachov de
que la OTAN no se movería una pulgada hacia el Este. Los neoconservadores
sacaron a los EE.UU. fuera del Tratado ABM, que especificaba que ni los
EEUU ni Rusia desarrollaría ni desplegaría misiles antibalísticos. Los
neoconservadores de Estados Unidos re-escribieron la doctrina de guerra y
elevaron el rol de las armas nucleares, pasando de ejercer de fuerza de
represalia ante un posible ataque, a ejercer de primera fuerza de ataque
preventivo. Los neoconservadores comenzaron a situar las bases de Misiles Anti
Balísticos ABM en las mismísimas fronteras de Rusia, alegando que las bases
tenían el propósito de proteger a Europa de los inexistentes misiles balísticos
intercontinentales nucleares iraníes.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, y la propia
Rusia, han sido demonizados por los neoconservadores y por sus títeres en el
gobierno estadounidense y en los medios de comunicación. Por ejemplo, Hillary
Clinton, candidata a la nominación demócrata a la presidencia, declaró que
Putin era “el nuevo Hitler”.
Un ex funcionario de la CIA pidió el asesinato de
Putin. Los candidatos presidenciales de ambos partidos compiten para ver quién
se muestra más agresivo hacia Rusia y más insultante hacia el presidente Putin.
El efecto que ha causado todo esto, ha sido la
destrucción de la confianza entre las potencias nucleares. El gobierno ruso ha
aprendido que Washington no respeta las propias leyes de Washington, y mucho
menos el derecho internacional, y que no se puede confiar en que Washington
mantenga ningún tipo de acuerdo.
Esta falta de confianza, junto con la agresión
hacia Rusia vomitada desde Washington y desde los medios de comunicación
prostituidos a su servicio y haciéndose eco en las capitales europeas más
idiotas, ha establecido las bases para una guerra nuclear.
Puesto que la OTAN (esencialmente los EEUU) no
tiene ninguna posibilidad de derrotar a Rusia en una guerra convencional, y
mucho menos derrotar a una alianza de Rusia y China, la guerra será nuclear.
Para evitar la guerra, Putin trata de comportarse
de forma poco provocativa y discreta en sus respuestas a las provocaciones
occidentales. El comportamiento responsable de Putin, sin embargo, es mal
interpretado por los neoconservadores, que lo ven como un signo de debilidad y
miedo. Los neoconservadores dicen que el presidente Obama debe mantener la
presión sobre Rusia, y que así, Rusia cederá. Sin embargo, Putin ha dejado
claro que Rusia no va a ceder. Putin ha enviado este mensaje en muchas
ocasiones. Por ejemplo, el 28 de septiembre de 2015, en el 70 aniversario de
las Naciones Unidas, Putin dijo que Rusia ya no puede tolerar el estado de
cosas en el mundo. Dos días más tarde, Putin tomó el mando de la guerra contra
el ISIS en Siria.
Los gobiernos europeos, especialmente Alemania y el
Reino Unido, son cómplices en el movimiento hacia la guerra nuclear. Estos dos
estados vasallos americanos permiten la agresión temeraria de Washington hacia
Rusia repitiendo la propaganda de Washington y apoyando las sanciones e
intervenciones de Washington en contra de otros países. Mientras Europa siga
siendo solo una mera extensión de Washington, la perspectiva de un cataclismo
seguirá aumentando.
En estos momentos actuales, la guerra nuclear sólo
puede evitarse de dos maneras.
Una vía es que Rusia y China se rindan y acepten la
hegemonía de Washington.
La otra opción es que un líder independiente en
Alemania, el Reino Unido o Francia esté a la altura de las circunstancias y
saque a su país de la OTAN.
Eso significaría el comienzo de una estampida para
salir de la OTAN, que es la herramienta primordial que tiene Washington para
generar conflicto con Rusia y, por lo tanto, es la fuerza más peligrosa en la
tierra para todos los países europeos y pare el mundo entero.
Si la OTAN continúa existiendo, la OTAN, junto con
la ideología neoconservadora obsesionada con la hegemonía estadounidense, harán
que una guerra nuclear sea inevitable.