"Su Excelencia está
en estado de complicidad abierta con nuestros enemigos, porque Su Excelencia no
los percibe como tales, sino como amigos".
Habiendo leído la carta subversiva de Mons. Fellay
en el Cor Unum de junio de 2017, notamos que no hubo ni una sola voz de
oposición por parte de los más de 600 sacerdotes de la FSSPX en todo el mundo.
Tan reciente como seis años atrás, esta carta habría causado tal tormenta
dentro de la Fraternidad, que la supervivencia de Mons. Fellay en el próximo
Capítulo General hubiera sido puesta en peligro.
Pero hoy en día, ni una sola palabra.
¡Esos días parecen distantes!
Por lo tanto, Sodalitium Pianum tomó la carga de crear una respuesta
ficticia que hubiera debido provenir del clero de la FSSPX en mejores días.
Carta
abierta a Mons. Fellay de todos los Sacerdotes y Obispos de la FSSPX
Junio de
2017
Excelencia
Reverendísima,
Usted comprenderá que estamos
escandalizados por la reciente carta que nos envió en el número de junio de 2017 del Cor Unum, la cual es subversiva respecto de la seguridad de nuestro apostolado y
de nuestra fidelidad a la Fe Católica.
Su carta comienza notando
“algunos problemas que han surgido en nuestra Fraternidad en los meses
recientes”, pero al reconocer esto, usted no ve la causa sino solamente el
efecto (es decir, los “problemas” de los cuales usted mismo es la causa).
Aparentemente, usted administra una aspirina para suavizar los síntomas, en
lugar de dirigirse a la enfermedad que los produce.
Al recordarnos que los estatutos
reservan las relaciones con Roma al Superior General, vemos en ello una medida
de control diseñada para extinguir cualquier oposición al ralliement. Nosotros
recordamos que antes de que el ralliement se volviera público,
los sacerdotes de la Fraternidad escribían y hablaban regularmente del asunto
de las relaciones con Roma, sin oposición de Menzingen o de las casas de
Distrito en su mayoría. Obviamente, usted no quiere una voz contraria que
señale su traición, así que recurre a esta regla. Pero ya que la virtud moral de la obediencia está subordinada a la virtud
teologal de la fe, nosotros tranquilamente ignoramos su evocación a esta regla,
y ejecutamos nuestro deber de pastorear a los fieles recordándoles desde los
púlpitos, desde los boletines, desde las conferencias y artículos, por qué
firmar un acuerdo con la Roma no convertida, pondrá en peligro sus almas.
¿Qué
locura lo ha poseído, que Su Excelencia ha perdido de vista el claro y actual
peligro para la Fe en Roma? Solamente un loco estaría persuadido (como su carta
espera que nosotros estemos), que hay un nuevo clima en Roma, el cual de algún
modo quiere a la Tradición (¿incluso si la persigue?).
En
relación con las recientes cartas de nuestros cofrades en Francia, estamos
bastante perplejos -y furiosos- de que nos recuerde la declaración del Capítulo
General del 2006 que “previó entre los motivos de expulsión de la
Fraternidad la rebelión y la difusión pública de un desacuerdo con la autoridad”. El P. Rioult “sacó a la luz” sus negociaciones secretas con Roma, y
el acuerdo de “proceder por etapas hacia el acuerdo práctico” con los
modernistas, y no podemos más que preguntarnos si esta norma del 2006 al cual
usted se refiere, fue tal vez una de estas “preparaciones” (diseñadas para
suavizar la oposición llegado el tiempo en que usted mostraría sus verdaderas
intenciones subversivas).
Pero
por la admonición de Su Excelencia, nosotros tomamos su advertencia seriamente,
y reconocemos que aquellos que poseen la fortaleza de oponerse a esta
reorientación traidora están muy probablemente expuestos al peligro de expulsión:
Su Excelencia ha recurrido rápidamente a esta táctica (de la cual se alegró el
P. Pfluger, tomándola como una “purificación” de la FSSPX, en su conferencia en
Flavigny para los Hermanos). Comprendemos perfectamente que debe liberar a
nuestra Fraternidad de oposiciones antes de que Roma acepte su firma. Esto es
de sentido común.
¡Pero
el cielo no permita que seamos cobardes bajo la
apariencia de prudentes u obedientes, mientras nuestras ovejas son guiadas por
ustedes al matadero romano!
Usted
nos dice que solamente estamos imaginando que defendemos a la
Tradición. Sin embargo, ¡cuán exactamente nuestras observaciones con respecto
al ralliement coincidieron con las de Su Excelencia, en la Carta n°63!
¡Talleyrand!
Usted
pretende que es nuestra oposición la que debilita a la Fraternidad al fracturar
su unidad, en lugar de la reorientación que usted ha dado a ella en preparación
a la Prelatura. ¡Repugnante deshonestidad! ¿No fue Su Excelencia
quien le explicó a Benedicto XVI (modernista) que usted estaba dispuesto a
soportar una fuerte oposición y división en aras de llegar a un acuerdo
práctico, cuando usted inquirió una explicación por el rechazo de Roma en el
último minuto de la Declaración que usted firmó?
USTED es
la causa de la desunión en la Fraternidad, como consecuencia de haber
abandonado la vía prudente de Monseñor Lefebvre (y todos sabemos cómo
terminará).
Y con todo, ¿usted se
atreve a darnos lecciones sobre alterar la unidad en nuestra
Fraternidad?
Su Excelencia nos perdonará
entonces, pero sonreímos ante su hipócrita afirmación de que “no se puede
utilizar un medio malo e ilícito sin causar un daño al bien común”, lo cual más
bien tiende a condenar a Su Excelencia y no a nosotros.
En cuanto a sus “Cinco Puntos”
recordando la naturaleza de nuestras relaciones con Roma, nosotros percibimos
en ellos los signos de la infección modernista que sufre Su Excelencia
(causados sin lugar a dudas por sus frecuentísimas visitas al leprosario):
En el punto número 1, Su
Excelencia hace un par de declaraciones problemáticas:
En primer lugar, usted alega que
la crisis en la Iglesia se remonta al menos a los tiempos del Papa León XIII.
¿Qué clase de tontería es esta? No había crisis en ese tiempo porque las
autoridades suprimieron a los revolucionarios, mientras que ahora están
coludidas con ellos.De hecho, ¡ellos son los
revolucionarios!
Usted nos perdonará si
sospechamos en las palabras de Su Excelencia un intento de extender la crisis
hasta los años 1800 para exonerar al Concilio Vaticano II y evitar identificarlo
como la causa de la crisis actual.
Roma ha tomado la misma postura
en los últimos 50 años, y es por esto, precisamente, que la crisis empeora
diariamente.
Más
adelante en el mismo párrafo, Su Excelencia dice “estos errores, calificados de
falsas interpretaciones…” ¿Por qué no llamarlos errores simplemente? ¿Por qué
reducirlos a meras “falsas interpretaciones”? ¿Acaso los 2 años de
discusiones doctrinales (¡de las cuales todavía estamos por ver los videos
prometidos, seis años después de este hecho!) no mostraron claramente que estos
fueran errores?
Este
equívoco claramente revela la confusión intelectual (en el mejor de los casos)
en la mente de Su Excelencia (¿o corazón?), en cuanto a si estos errores son
realmente errores propiamente dichos. ¿Tal vez las cosas son como Su Excelencia
dijo en la entrevista a CNS hace algunos años, que la gente realmente no sabe
lo que verdaderamente enseñó el Concilio? ¿Tal vez solamente los iluminados
comprenden que estos no son realmente errores después de todo (¡aunque sus
propios negociadores claramente lo pensaron!)?
En el
punto número 3, Su Excelencia correctamente evoca que la posición prudencial de
Mons. Lefebvre respecto a Roma es lo que salvó a la Fraternidad (y la fe de ese
tiempo), ¿y aun así, en la actualidad, usted la abandona, bajo el engañoso
pretexto de “cambio de circunstancias” (para mejor) en Roma? ¿Qué loco
creería esto? Roma nunca ha estado más atrapada en el modernismo; no hay
un solo obispo conciliar o cardenal en todo el mundo que
profese, sin ambigüedad, y sin equívocos, la fe de siempre. No, ni siquiera sus
amigos modernistas como Mons. Athanasius Schneider, y colaboradores. Todos
ellos son hombres del Vaticano II: Pozzo, Burke, di Noia, Hoyos, etc.
En el
punto número 5, Su Excelencia nos señala sin necesidad que Mons. Lefebvre nunca
quiso separarse de la Iglesia, como si nuestra continua resistencia a las
reformas conciliares fuese equivalente a tal separación. Esto revela más la
forma de pensar de Su Excelencia que la nuestra. Por nuestra parte, no
necesitamos que se nos diga esto. Pero por su parte, usted parece temer este
peligro imaginario (y la escrupulosa propaganda que usted permite que gotee de
las plumas del P. Simoulin, Schmidberger, Pfluger, Nely, Robinson y otros,
refuerza esta sospecha).
El
argumento implícito es que la posición de la FSSPX por los últimos 29 años ha
sido cismática. Usted no lo dice abiertamente, pero lo teme. Tampoco puede
usted evitar la conclusión (como lo hace más adelante) recurriendo a
circunstancias cambiantes: ¿No ha estado siempre Roma lista para aprobar la
Fraternidad si tan solo cumpliera con los requerimientos romanos (como lo ha
estado haciendo a través de este largo proceso de ralliement, por
lo menos desde las juntas de 1997 del GREC)? ¿No le dijo Roma modernista a
Mons. Lefebvre que con una Misa Novus Ordo todo sería perdonado? ¿No le dijo la
Roma modernista a Mons. Lefebvre, en los años 1980 y 1990, que un acto de
humildad y pedido de disculpas por su parte hacia Juan Pablo II arreglaría todo?
Sí,
Excelencia, nosotros percibimos en usted la creencia de que la Fraternidad es
cismática, y una consecuente desesperación para resolver esa “situación
canónica anormal”. En esto, usted ha caído en el mismo legalismo que causó que
todas las comunidades alguna vez tradicionalistas “corrieran hacia Roma” (como
usted escribió alguna vez).
¿No
podría usted simplemente renunciar y “reconciliarse” usted mismo? ¿O
siente usted un deber imaginario de tomar con usted a la máxima cantidad
posible dentro de Roma, para aplacar su conciencia escrupulosa, por haber
liderado un grupo de sacerdotes ilegales que han estado administrando
confesiones y matrimonios inválidos desde por lo menos las suspensiones de
1976?
Su
Excelencia considera que una línea de conducta respecto a las relaciones con
Roma fue proclamada en los Capítulos Generales de 2006 y 2012 sin mencionar,
sin embargo, que el último contradice al primero. En lugar de eso,
usted intenta engañar, pretendiendo que 2012 es el desarrollo posterior del
2006, ¡como si la contradicción pudiera ser un desarrollo!
Los
principios no cambian, pero sí las circunstancias. De acuerdo. Pero percibimos
que en la realidad de la situación en Roma y en la Fraternidad, son los principios los
que han cambiado ¡y las circunstancias siguen siendo las
mismas! El principio de acción del Capítulo General de 2006 fue que no habría
acuerdo práctico con la Roma sin convertir. Las circunstancias eran (y siguen
siendo) que Roma sigue imbuida de modernismo y lo promueve activamente a toda
la Iglesia universal.
Si de
buena fe, Su Excelencia es tan iluso que no puede percibir ni admitir esta
realidad, entonces Su Excelencia claramente no es competente para guiar de
manera segura nuestra Fraternidad a través de esta crisis, y exigimos que usted
(y todos los que comparten su ilusión o falta de comprensión en los diversos
cargos en los Distritos) renunciar a su/sus posición/es de inmediato. Tal
ceguera no puede sino llevarnos a los roqueríos, sobre los cuales ya podríamos
estar varados.
Su Excelencia
afirma que “por nada” queremos dejar esta línea de acción por la cual
reconocemos a las autoridades de la Iglesia, pero rechazamos sus errores.
Estamos de acuerdo, pero note que Su Excelencia está haciendo precisamente eso
en la misma medida que su campaña de branding tiende a dejar de rechazar los
errores romanos y conciliares. Este es un paso intermedio en el camino de la
aceptación de esos errores: primero dejamos de combatirlos y esto, combinado
con el continuo énfasis de respetar la autoridad romana, con el tiempo causa
que aceptemos los errores (después de todo, ¡ya nadie nos dice que son
errores!).
Si yo
pudiera asistir a una junta de la Logia del Gran Oriente de la Masonería,
imagino precisamente esa estratagema para subvertir y luego capturar a la
Tradición.
Su
Excelencia utiliza una manera interesante para describir la posición
tradicional de nuestra Fraternidad: “nosotros afirmamos nuestra
sumisión a la autoridad legítima y rechazamos cuasi sistemáticamente seguirla”.
Esta descripción, acertada en lo que cabe, casi parece como una crítica, como
si rechazar “sistemáticamente” el seguir la autoridad, estuviéramos cometiendo
una falta. Esto a su vez implica una negación de la forma
"sistemática" en que se ha implementado la revolución conciliar en
toda la Iglesia universal, en la liturgia, la instrucción catequética, los
ritos sacramentales, el derecho canónico, etc.
¿Ha
perdido Su Excelencia su comprensión de la amplitud y gravedad de la crisis en
la Iglesia? Así parece.
Finalmente,
Su Excelencia -vacilamos en decirlo pero debemos hacerlo- se muestra como un
traidor al declarar que “son estimaciones falsas y muy peligrosas afirmar:
“Nosotros no necesitamos la delegación para los matrimonios”; “la jurisdicción
de suplencia para las confesiones nos basta…” Implícita en esta
condenación está la aceptación de la proposición contraria: “Es verdad decir
que necesitamos la delegación conciliar para nuestros matrimonios”; “la
jurisdicción de suplencia para las confesiones no es suficiente
para nosotros”. ¿Cómo pueden nuestros sacerdotes y fieles no preguntarse acerca
de la validez de los sacramentos del pasado con las tonterías que vienen de Su
Excelencia? Y dejando a un lado este asunto, ¿cómo puede Su Excelencia
pretender que no hay nada peligroso en someter el control de los matrimonios a
las autoridades diocesanas? Vemos en las directrices pastorales del Cardenal
Müller que la norma es que las autoridades conciliares darán la delegación y
recibirán el consentimiento de los contrayentes, y el sacerdote de la FSSPX
celebrará la Misa después.
Si ahora Roma está permitiendo la
delegación a los sacerdotes de la Fraternidad, ¿no es para calmar la tormenta?
¿Una excepción a la regla (la cual será implementada “en la medida de lo
posible”)? ¿Usted piensa que en poco tiempo (si acaso la FSSPX no ha sido
vendida para entonces) esta inteligente implementación romana de las
directrices pastorales todavía le dará la delegación a los sacerdotes de la
Fraternidad? ¡Desde luego que no! Para entonces, los sacerdotes de la FSSPX ya
no confiarán en su jurisdicción de suplencia y psicológicamente dependerán de
recibir la delegación, incluso cuando las directrices pastorales empiecen a ser
implementadas como se pretendía: con el sacerdote conciliar recibiendo el consentimiento
de los contrayentes.
Tal como en todas las otras áreas
del ralliement, los romanos progresan gradualmente, con
paciencia (¡como ellos se lo explican continuamente!), y esperan a que se den
más pasos con el tiempo. Pero Su Excelencia sabe y entiende como nosotros, que
viene el día en que la recepción conciliar de los votos matrimoniales en las
capillas de la FSSPX se extenderá y será “normal”.
Su Excelencia está en estado de
complicidad abierta con nuestros enemigos, porque Su Excelencia no los percibe
como tales, sino como amigos.
¡Locura!
¡Pero nuestras bocas quedan
abiertas de asombro cuando leemos que Su Excelencia respalda al
movimiento Ecclesia Dei, a los que nuestro Fundador condenó
como traidores! Consecuentemente, ¡usted también es un traidor al respaldar
traidores! ¿Cómo podemos evitar reconocerlo? Siempre ofrecen la misma excusa
los desertores de la Tradición: “Imaginen el bien que podemos hacer”. Esto lo
dijo Dom Gérard y fue condenado por los sacerdotes de Campos, quienes cayeron
más tarde y fueron condenados por… Su Excelencia (quien, cayendo en lo mismo
hoy, es condenado por nosotros). ¿Y esta contradicción se supone que debe
disimularse por un presunto cambio en las circunstancias?
¡Sin embargo, el obispo de
Galarreta reconoció en Albano (finales de 2011) que no se han producido cambios
sustanciales en Roma que justifiquen los nuestros!
¿El
hecho de que Roma está ofreciendo supuestamente más, demuestra que los herejes
quieren que peleemos contra sus herejías? ¿Que ellos quieren la Tradición? ¡Sea
realista!
Por
eso, no percibimos la voz del Buen Pastor en sus extraños razonamientos, que
parecen venir del lobo más que del pastor. Honestamente, Excelencia, usted
suena más como el Superior General de la Fraternidad San Pedro que de la FSSPX
al argumentar de este modo.
Los
argumentos que usted plantea han venido siempre de los cuarteles de Ecclesia
Dei. ¿Por qué no dice que usted cree que Mons. Lefebvre estaba
equivocado, en lugar de engañarse a usted mismo, escondiéndose tras la evidente
falsedad de que las circunstancias y condiciones en Roma están mejorando tanto,
que ahora es el tiempo para un acuerdo (cosa que usted dijo en 2001, 2012 y
2017).
Ahora
debemos creer que “Roma está mejorando”, siendo que evidentemente sucede lo contrario.
Ciertamente,
sus palabras relativizando la jurisdicción de suplencia demuestran que usted ha
perdido fe en la excelente e inexpugnable apologética con la que la FSSPX ha
justificado recurrir a ella en los últimos 40 años en el ejercicio de su
apostolado. ¿Cuándo le sucedió esto? ¿Hace décadas? ¿Por qué debemos compartir
sus escrúpulos? ¿No le basta simplemente regresar a Roma con sus lugartenientes
de ideas afines? ¿O sus captores romanos lo atraparon con chantaje espiritual,
reteniendo su “perdón espiritual” hasta que usted traicione completamente la
fortaleza de la Tradición?
Y esta
“lenta
evolución en los medios conservadores” que usted atestigua, ¿qué hay de ella?
¡Ha habido círculos de conservadores desde el mismo concilio! Su Excelencia ha
perdido de vista el hecho que tanto liberales como conservadores (que son
liberales más reservados) no son diferentes que los Jacobinos y Girondinos de
la Revolución francesa: ambos apoyaban la revolución, con la única diferencia
que los Jacobinos (p/ej. Bugnini, Congar, Kasper, Kung, Francisco) quisieron ir
más lejos y más rápido que los Girondinos
(Benedicto XVI, Athanasius Schneider, Pozzo, Burke). ¿Qué Mons. Schneider no
apoya y organiza ecumenismo? ¿Qué el Cardenal Burke no defiende el matrimonio
basado en la doctrina de JPII, en dependencia de la teología pos-Vaticano II, y
de una manera en la que cuidadosamente evita atacar ese concilio infernal? ¿No
cree Benedicto XVI que los magisterios pre y posconciliar pueden ser
reconciliados mediante la dialéctica Hegeliana y la síntesis de los opuestos
(es decir, la hermenéutica de la continuidad)?
Su
“crecimiento del movimiento conservador” es bastante ilusorio, excepto en la
medida en que está poblado por antiguos tradicionalistas como usted. Pero
si alguna vez se convirtiera en una realidad, representaría un peligro mayor
para las almas porque sus errores son más difíciles de identificar. Elija su
veneno.
En
cuanto a los muchos supuestos Nicodemos dentro de las comunidades Ecclesia Dei
que creen que la posición de Monseñor Lefebvre es correcta, ¿acaso su presencia
dentro de esas comunidades comprometidas y capturadas no demuestra lo
contrario? Ellos no han comprendido, mucho menos están de acuerdo con Mons.
Lefebvre. Su razonamiento, su posición, su doctrina, están basados
completamente en el legalismo, poniendo -como Su Excelencia- la “regularidad”
canónica por encima de la primacía de la doctrina, dispuestos a dejar que todo
lo demás se quede en el camino (incluso la misa), siempre que se conserve el
sello de aprobación romano:
Ellos
aceptaron la libertad religiosa (como usted lo hizo implícitamente en la
entrevista a CNS); ellos declaran que no hay errores en los documentos del
Vaticano II (Su Excelencia afirma que aceptamos el 95% de éste); ellos celebran
el Novus Ordo (Se reportó que Su Excelencia declaró en Roma que si Mons.
Lefebvre hubiera visto la nueva misa celebrada de ese modo, jamás se hubiera
opuesto a ella); ellos practican ecumenismo (Su Excelencia promueve las juntas
del GREC, y la próxima Conferencia de Identidad Católica que es
tradiecuménica).
¿Ha
notado Su Excelencia que ahora parece tener más en común con los Ecclesia
Dei que con la FSSPX?
¿De qué
manera están estos “Nicodemos” de acuerdo con Mons. Lefebvre? En el mejor de
los casos, mientras piensa que halaga a sus nuevos amigos, en realidad los está
llamando cobardes, además de cuestionar su honestidad e integridad, al proponer
este argumento.
Y si no
levantáramos la voz, estaríamos en peligro de compartir el
mismo destino [¡tomen nota, sacerdotes de la FSSPX!].
Si Su
Excelencia cree ver “una mejora en las condiciones que Roma nos impone”,
nos preguntamos ¿cuál es la relevancia o importancia de lo que se nos ofrece?
Mons. Lefebvre le dijo al Cardenal Ratzinger, "Eminencia, ved, aún
si vos nos concedéis un obispo, aún si nos dais una cierta autonomía con
respecto a los obispos, aunque nos deis la liturgia de 1962, si nos permitís
continuar con los seminarios de la Fraternidad, como hasta ahora; no podemos
colaborar, es imposible, imposible, porque trabajamos en direcciones
diametralmente opuestas: vosotros trabajáis para la descristianización de
la sociedad, de la persona humana y de la Iglesia, y nosotros, nosotros
trabajamos para la cristianización. No podemos entendernos".
¿Por
qué este mismo estado de cosas (es decir, trabajar en direcciones opuestas) hoy
no le concierne a usted, a diferencia de nuestro Fundador? ¿Lo ha destronado
usted también? Como dijeron los judíos cuando planearon matar a Nuestro Señor,
¿“es conveniente que un Hombre muera”?
Sólo un
imbécil no reconoce que mientras la Fraternidad y Roma estén trabajando en
diferentes direcciones, nunca podrá haber ninguna colaboración
fructuosa. En consecuencia, si hay colaboración, es porque ambas partes están
trabajando en la misma dirección (errónea). Y el respaldo de Su
Excelencia hacia las comunidades Ecclesia Dei, y los supuestos
aliados "conservadores" en Roma, nos dice todo lo que
necesitamos saber sobre cuál dirección está tomando esta
colaboración:
Su
Excelencia está conduciendo a nuestra Fraternidad desde la Tradición hacia el
conciliarismo conservador.
Pero
percibir que Roma está ofreciendo más, porque están "mejorando", es
estar en peligro de solipsismo. ¿No ha
admitido la misma Roma que su objetivo es llevarlo a usted hacia el concilio?
¡Ellos deben estar muy satisfechos con el progreso que USTED ha hecho a este
respecto! No es la Roma anticristo que se vuelve más católica, sino Su
Excelencia que se vuelve más liberal, lo que le causa esta percepción ilusoria.
Roma ha
aprendido que cuanto más tiempo le nieguen la Prelatura, más Su Excelencia está
dispuesto a ceder y comprometerse para alcanzarla. ESTA es la razón del
infernal “coma” que priva a la FSSPX de la muerte final; una muerte que
ciertamente vendrá, pero no antes de mucho más sufrimiento. La FSSPX debe
expiar sus pecados anteriores, y los humillantes compromisos con que Roma
extorsiona, serán nuestra purgación, y su protección y seguridad [de Roma].
"Sí,
sí, cardenal Müller, debemos tomarnos más tiempo; debemos encontrar esta
"conversión más profunda" que se logra a través de estos contactos
continuos y demasiado frecuentes (¡y que sólo llega con la aceptación total del
Vaticano II!)".
Levantamos
nuestras cejas ante su afirmación de que tenemos que esperar y ver si las
autoridades romanas "confirmarán la relativización del Concilio",
cuando es exactamente lo contrario que está sucediendo: ¡Su Excelencia está
relativizando la Tradición, la jurisdicción de suplencia y la necesidad de
resistir los errores romanos!
Pero
simular que las autoridades romanas han mostrado “benevolencia” atrapando a la
Tradición, es casi declararse cómplice, trabajando contra la Tradición desde
adentro, para su destrucción final.
Contra
la creencia de Su Excelencia de que la Tradición tiene mucho que ganar de un
acuerdo práctico con la Roma no convertida -una vez más- es exactamente al
revés: la verdad no tiene nada que ganar, pues ya está en posesión de sí misma,
pero tiene todo que perder al repudiar el consejo prudencial de Mons. Lefebvre,
y sometiéndose a sus enemigos y manipuladores y si la FSSPX ha estado en un
estado de declive cualitativo desde su muerte, es precisamente porque la
herencia que dejó ha sido ignorada por aquellos que piensan que saben más, de
modo que la luz se coloca más y más debajo del celemín.
Todos
nosotros probablemente viviremos para ver la locura de esa arrogancia.
Su
Excelencia será recordado por la historia como el hombre que destruyó la FSSPX.
Sinceramente,
600
sacerdotes de la FSSPX