miércoles, 7 de octubre de 2015

¡ HA ABIERTO SUS PUERTAS EL SEMINARIO DE LA USML !





FUENTE


La Unión Sacerdotal Marcel Lefebvre, deseando responder al estado de necesidad en el cual se encuentran numerosas almas, cuenta con un medio para formar futuros sacerdotes en el espíritu de Mons. Lefebvre.

El Seminario abrió sus puertas el 3 de octubre en Angers, y ha recibido 7 seminaristas hasta ahora. Estará bajo el patrocinio de San Luis María Grignion de Montfort, gran apóstol mariano y misionero, así como del Beato Noel Pinot, sacerdote mártir de la revolución francesa.

Mons. Jean Michel Faure dirige este nuevo seminario y los Padres Dominicos se encargan de una parte de la enseñanza.

El seminario necesita su apoyo material y financiero para darles a estos futuros sacerdotes el marco y la enseñanza necesarios para la realización de su vocación.

Para ayudar al seminario, usted puede:

 - Enviar sus cheques a:  "Les Amis de Mgr Freppel", 9, route de Feneu, 49460 Cantenay - Epinard.

O hacer una transferencia (automática) a la cuenta del seminario: *  RIB Francia: 17906   00032   96376087686   94 *  IBAN extranjero: FR76 1790 6000 3296 3760 8768 694 BIC: AGRIFRPP879


ALOCUCIÓN DE MONS. FAURE CON MOTIVO DE LA BENDICIÓN DEL SEMINARIO Y LA ENTRADA DE LOS SEMINARISTAS

TRANSCRIPCIÓN (extracto)

En el mundo moderno una sola cosa está prohibida: hablar de Dios. Ya en 1968 la consigna era “prohibido prohibir”, con una sola excepción: a Dios le estaba prohibido existir. Es una palabra que los modernos se prohíben pronunciar, escuchar. ¿Por qué razón? Porque la Encarnación nos aparta del mal, del pecado. Todas las gracias están representadas con un Crucifijo. Nuestro Señor Jesucristo nos revela el valor, la dignidad a la cual puede ser elevada el alma del hombre, la naturaleza humana: todos los santos son la prueba de ello. Dios mismo se hizo hombre para darnos la fe, la esperanza y la caridad. Él les dio a todos los santos el ejemplo perfecto de todas las virtudes. Verdadero Dios, Él nos da Su gracia, y nos cura del egoísmo, de los vicios, del mal.

He aquí el por qué ustedes, queridos amigos, han entrado al Seminario: como los doce apóstoles, para aprender a imitar la vida de Nuestro Señor, a contemplarlo en sus misterios, y particularmente el Misterio de la Cruz, y para enseñar a los fieles a imitar a Nuestro Señor, para mostrarles el Camino al Cielo, como el Santo Cura de Ars. Nuestro Señor ordenó a sus Apóstoles: id por todo el mundo y predicad, predicad el Evangelio a toda creatura. El que crea y sea bautizado, se salvará, el que no crea se condenará. Aquí también Nuestro Señor Jesucristo condena la libertad religiosa, los derechos del hombre, el pretendido derecho a no creer, que no es otra cosa que una libertad de perdición. Después de haberles hablado así, Nuestro Señor Jesucristo ascendió a los cielos y está sentado a la diestra de Su Padre. Y los Apóstoles, predicando,  continuaron la misión de Nuestro Señor Jesucristo, dando testimonio de la Verdad, y la primera Verdad es que siendo Dios, es Rey de las naciones. Las naciones deben honrarlo como tal o perecer, como lo constatamos ahora, desgraciadamente.

Monseñor Lefebvre, en lo que se considera como su testamento espiritual, su Itinerario Espiritual, nos dice: “Una sola cosa es necesaria para la continuación de la Iglesia católica: obispos plenamente católicos, que no hagan ningún compromiso con el error, que establezcan seminarios católicos, donde los jóvenes aspirantes se alimenten con la leche de la verdadera doctrina, pongan a Nuestro Señor Jesucristo en el centro de sus inteligencias, de sus voluntades, de sus corazones, se unan a Nuestro Señor por medio de una fe viva, una caridad profunda, una devoción sin límites, y pidan como San Pablo que se rece por ellos, para que avancen en la ciencia y en la sabiduría del “Mysterium Christi”, en el que descubrirán todos los tesoros divinos”.

Obispos, repitámoslo en esta hora trágica, como lo dice Monseñor Lefebvre: obispos que no hagan ningún compromiso con el error, con los errores del concilio Vaticano II. Obispos católicos que prediquen a Jesucristo, y Jesucristo crucificado, como le dice San Pablo a Timoteo, a tiempo y a destiempo, opportune et importune. Como sucede actualmente, no es oportuno para la iglesia conciliar predicar a Jesucristo crucificado. En su discurso en las Naciones Unidas, el papa Francisco no pronunció el nombre de Nuestro Señor.

Monseñor Lefebvre dijo que ante esta Roma, modernista y liberal, que prosigue su obra destructora del Reino  de Nuestro Señor, me veo obligado por la Divina Providencia a transmitir la gracia del Episcopado católico que he recibido, con el fin de que la Iglesia y el Sacerdocio católico continúen subsistiendo para la gloria de Dios y la salvación de las almas. Y le dijo a los obispos: sed mi consolación en Cristo Jesús, permaneced firmes en la Fe. Uno se pregunta qué hicieron de estas palabras de su fundador, de su padre en el episcopado, estos tres obispos de la Fraternidad que necesitan ahora obispos ecumenistas en los seminarios, que les permiten predicar a los seminaristas, supuestamente haciéndoles el bien con una capitulación, una reintegración conciliar, poniéndolos en manos de los asesinos de la fe y de la moral, son enemigos del reinado social de Nuestro Señor Jesucristo, a quienes Monseñor Lefebvre llamaba Anticristos, con los cuales no quería tener ninguna relación y que ahora les llaman sus “amigos en Roma”.

Le agradecemos a Santa Teresita del Niño Jesús que haya hecho posible la apertura de este Seminario, a los hijos de Santo Domingo, los Dominicos de Avrillé, los benefactores, que nos permitieron disponer de esta casa y, por supuesto, a Nuestro Señor que ha dado a estos jóvenes la gracia de responder a Su llamado.