N° CCCXCVI (396)
14 de febrero de 2015
El
Pensar de la
Neofraternidad – II
Mons.
Williamson
Queridos seguidores
todos de la
Neofraternidad – ¡alerta!
El veneno está
corriendo profundo así que profundo cuidado tengan.
Algunas 650 palabras de
un único “Comentario Eleison” no son para nada suficientes para dejar claro el
enorme problema planteado por la entrevista dada por el Primer Asistente de la Neofraternidad a
una revista de la
Neofraternidad en Alemania hacia finales del año pasado (cf.
CE de la semana pasada). El pensar del Padre Pfluger brota de la venenosa
mentalidad moderna, así que no es de sorprender si la Fraternidad San
Pío X de Monseñor Lefebvre (FSPX) está siendo envenenada de arriba hasta abajo
y trasformada en la
Neofraternidad de Monseñor Fellay (XSPX). El veneno consiste
en la mudanza de Dios al hombre, de la religión de Dios a la religión del
hombre, de las verdades de Dios a las libertades del hombre, de la doctrina de
Cristo (“Yendo, ENSEÑAD a todas las naciones” – Mt.XXVIII, 19) a la unificación
de la humanidad.
Tal como millones sobre
millones de hombres modernos, miles sobre miles de prelados de la Iglesia en altos cargos, y
demasiado muchos sacerdotes y laicos de lo que una vez era la FSPX , el Padre Pfluger no
comprende la importancia crucial de la doctrina católica para la Iglesia. “ADOCTRINEN a
todas las naciones” pudo haber dicho Nuestro Señor. ¿Por qué? Porque todos los
hombres son creados por Dios para ir al Cielo (I Tim. II,4). Esto ellos sólo lo
pueden hacer por medio de Jesucristo (Hech. IV, 12), primeramente creyendo en Jesucristo (Jn. I,12) lo cual ellos solamente
pueden hacer oyendo acerca de la Fe (Rom. X,17), en otras
palabras oyendo la DOCTRINA
católica. Entonces si alguien está desinteresado en la doctrina católica
significa que él no está interesado en ir al Cielo. ¡Buena suerte para él,
donde sea que pasará su eternidad!
Ahora bien, de
principio a fin la entrevista alemana del Padre Pfluger delata su desinterés
relativo en la doctrina católica pero, como los “Comentarios” de la semana
pasada declararon, a ese desinterés se lo ve más claramente delatado por su
implícito menosprecio (palabra no demasiado fuerte) a los grandes documentos
anti-liberales, anti-Masónicos, anti-modernistas, que fueron notablemente las
Encíclicas Papales de los siglos 19no y 20mo, digamos desde Mirari Vos de 1831 hasta Humani Generis de 1950. Para la forma de pensar del
Padre Pfluger, estos documentos “anti” probablemente parecen meramente
negativos, mientras que la doctrina católica es esencialmente positiva.
Equivale esto a pensar que la medicina es meramente negativa mientras que la
salud es esencialmente positiva. Sin embargo la medicina puede ser esencial
para preservar la salud, ¡caramba! Pero ¿por qué son las Encíclicas medicina
tan necesaria para la salud de la
Iglesia hoy en día?
Porque el hombre no
está hecho para vivir solo (el salvaje noble de Rousseau), él es por naturaleza
un animal social (Aristóteles) – observen las miles de maneras en que los
hombres se juntan para asociarse. Ahora bien, la Revolución Francesa
de 1789, por cocear a Aristóteles y seguir a Rousseau, derrumbó la base natural
de la sociedad y la colocó en cambio sobre fundaciones fabricadas meramente por
el hombre, hostiles a la naturaleza humana tal como diseñada por Dios y, por
consiguiente, hostiles a Dios. Por consiguiente, así como las ideas
Revolucionarias avanzaban a través de Francia, Europa y el mundo, así la Iglesia Católica
se encontraba en un ambiente social más y más hostil, porque la profunda
influencia que cualquier sociedad tiene sobre los individuos pertenecientes a
ella, ha funcionado más y más contra Dios y contra la salvación de las almas.
Por un largo tiempo los
Papas católicos no se dejaron engañar, e hicieron revivir la medicina de la
verdadera doctrina social de la
Iglesia para aplicarla por medio de sus Encíclicas a la
enfermedad de la humanidad Revolucionaria. Así, las Encíclicas no enseñan otra
cosa que la doctrina de siempre de la Iglesia sobre la naturaleza de la sociedad humana
entre el hombre y Dios. Esa doctrina social no había sido necesario repetirla
por todo el tiempo en que había sido el sentido común de todos. Así, las
Encíclicas no son un desafortunado accidente de desafortunados tiempos en el
pasado. Son centrales a la defensa de la
Fe en el presente, como Monseñor Lefebvre lo aprendió tan
bien del Padre Le Floch. Pero vino entonces el “buen” Papa Juan para declarar
que el hombre moderno ya no está más enfermo, y ahora viene el Padre Pfluger.
Más la semana próxima.
Kyrie eleison.