Número DXLIV (544)
16 de diciembre de 2017
Importancia de la Cultura – I
Mons. Williamson
Cuando Dios está “muerto”, muere
entonces la cultura.
En el “renacimiento” de Él,
radica la única esperanza de ella.
“Cuando escucho la palabra
‘cultura’, busco mi arma”, es una cita famosa (frecuentemente atribuida a
Reichsmarchall Göring, pero viene realmente de una obra en Berlín en 1933), la
cual puede interpretarse como que la cultura no es la fuente última de los valores
que a menudo se le atribuyen. Frecuentemente la palabra sirve como una hoja de
parra para cubrir la profunda apostasía de Occidente con una hipocresía
vergonzosa pero de larga data, a la que algunos dueños de armas pueden
instintivamente tener la tentación de poner fin violentamente. Un (norte) Americano
de nuestro tiempo que se da cuenta de que la cultura depende de la religión o
de la ausencia de ella es Ron Austin, que ha escrito en el número de diciembre
de la revista First things un artículo sobre la cultura pop,
argumentando que ni es pop ni es cultura.
Austin es un escritor y productor
veterano de Hollywood, que pasó casi medio siglo produciendo cultura pop,
principalmente para televisión. Él es un miembro de la Academia Americana de
Artes y Ciencias Cinematográficas y también un asociado en la Escuela Dominica
de Filosofía y Teología en Berkeley, California, lo que le da por lo menos una
idea de la verdadera dimensión de la “cultura”. Por ejemplo, al principio de su
artículo él escribe, “La clave para entender la modernidad y su fracaso
final radica en los muchos esfuerzos fallidos para encontrar reemplazos para la
fe religiosa… Fueron los medios de comunicación masivos los que promovieron una
“cultura pop” que fue el sustituto más influyente y poderoso para una
significativa visión del mundo…” La cultura pop, dice Austin, es un ídolo…como
tal es embustera…no es ni pop ni cultura.
En los años 1950 y 1960, recuerda
una creciente alienación del pasado en la que los medios de comunicación
jugaron un papel crucial. En los años 1970 una contra-cultura de fragmentación
y narcicismo creció, con más entretenimiento que nunca, y con esto un creciente
desapego de la realidad. El medio mismo se estaba convirtiendo en el mensaje, y
la moralidad se basaba en la emoción subjetiva, que los medios empaquetaban
como un producto con fines de lucro. El entretenimiento reemplazó el
pensamiento o el análisis. Si no fatal, la enfermedad era muy contagiosa. En
los años 1980, la tentativa de restaurar los valores pasados fracasó en EUA,
Europa y Rusia. En los años 1990, algunas falsas esperanzas tomaron fin, pero
la masa de consumidores estaba más fragmentada que nunca. Sin embargo, en los
años 2010 la Fe Católica le da a Austin alguna esperanza. La verdadera cultura
depende de que los seres humanos sean humanos, dice, y los humanos tienen como
verdaderos modelos a Nuestro Señor y Nuestra Señora. La verdadera cultura será
replantada y la Luz regresará.
Austin está sobre la pista del
verdadero problema, incluso si su tratamiento del problema y de la solución no
va muy lejos. Pues el ambiente total o cultura de hoy es peligrosisima para las
almas y su eterna salvación. Se ha vuelto completamente normal creer o no creer
en Dios, o si uno cree en Él, no Lo toma en serio. El pasado tiene poco que
decirnos (excepto los Seis Millones). La inmoralidad carece de importancia. No
hay tal como el respeto al orden o a la naturaleza. La tecnología salva. La libertad
es todo. Y esta enfermedad es altamente contagiosa, porque es tan “liberadora”.
¡Que el Cielo nos ayude!
Kyrie eleison.
P.S. Como un recurso menor a la
cultura de élite de antaño, en el verdadero sentido de la palabra, una sesión
de Mozart paralela a la “Explosión de Beethoven” de hace dos años, se celebrará
aquí en Broadstairs, del viernes 23 de febrero al domingo 25 de febrero del
próximo año. Los detalles se darán a conocer después.