Un
esclarecedor juicio del filósofo-de veras- y buen amigo chileno Juan Carlos
Ossandón Valdés puntualiza agudamente la diferencia:
“La Lumen Gentium, al hablar del reino de Cristo, señala que es un
reino mesiánico, no terrestre sino celestial.(13) Señala la
Gaudium et Spes que ya está misteriosamente presente en nuestra tierra y que
cuando venga el Señor se consumará su perfección.(39) Como acabamos de decir,
el Reino de Cristo, en su sentido más amplio, es la misma Iglesia Católica. Es
por eso por lo que la doctrina social de la Iglesia (DSI)
usa, más bien, la expresión reinado social de Cristo, si bien
también puede aplicársele la otra. Porque este Reino incluye también aspectos
sociales que interesan a los individuos, a las familias y a los pueblos. La
Iglesia católica no es una entelequia etérea aislada de la vida real de sus
hijos; es una sociedad perfecta con un fin muy preciso y unos medios adecuados
para lograrlo: los sacramentos y las virtudes teologales. Como toda sociedad,
su fin es un bien común, tan bien expresado por San Ignacio. Por lo cual
necesita de un ambiente en el que pueda desarrollar su acción propia. Por
eso el reinado social de Cristo, como dijo Pío XI, tiene por objetivo
lograr la paz de Cristo en el reino de Cristo; porque la raíz de
todos los males que aquejaban accidente en su época se debían a que
La
inmensa mayoría de la humanidad ha rechazado a Jesucristo y su santísima ley en
la vida privada, en la vida de familia y en la vida pública del Estado; y es
imposible toda esperanza segura de paz internacional verdadera mientras los
individuos y los estados nieguen obstinadamente el reinado de nuestro Salvador.
A
esta situación la llamamos hoy Estado laico y muchos católicos creen que es la
mejor solución para vivir en paz. No saben, los que así
piensan, que se unen a los enemigos de la Iglesia y de su fundador y que están
rechazando la DSI tal como fue establecida por los Sumos Pontífices. Este Estado desconoce que el Reino de Cristo tiene exigencias en
el orden social e implica el reinado social de Jesucristo. Por ello su primer deber consiste en el
reconocimiento público de la Iglesia en la que radica ese Reino. Estas
exigencias son desarrolladas en la DSI y todo católico debe luchar porque sea
reconocida por los individuos, las familias y los Estados.
Para que
no lo olvidáramos, Pío XI estableció la fiesta de Cristo Rey en el último
domingo del mes dedicado a celebrar la victoria de las fuerzas armadas
cristianas; mes en que se celebran las victorias de Lepanto y Viena, obtenidas
gracias a la intercesión de la Santísima Virgen, invocada por el rezo del Santo
Rosario. Naturalmente, después del último concilio, la
fiesta fue trasladada al último domingo del año litúrgico, precedido
por el domingo en que se recuerdan las enseñanzas de Cristo sobre el juicio
final. (Ver nota de Ossandón Valdés) La jerarquía indicaba así su cambio,
abandonando la lucha por la reinado social de Cristo y aceptando el Estado
laico como normal. Por eso, las naciones que reconocían a la
Iglesia fueron obligadas a cambiar sus constituciones y dar paso al nuevo tipo
de Estado. Ahora vemos cómo mandamientos básicos de la
ley de Dios son violados en nombre de los derechos humanos hasta en las
antiguas naciones católicas. Consecuencia natural de la nueva postura de la
jerarquía”.
Y
Pío XI, en cambio, deja bien claro, al relatar su encíclica Quas Primas, a qué
se refería:
La
celebración anual de esta fiesta recordará también a los Estados que el
deber del culto público y de la obediencia a Cristo no se limita a los
particulares, sino que se extiende también a las autoridades públicas y al
gobernante; a todos los cuales amonestará terriblemente no sólo el
destierro que haya sufrido de la vida pública, sino también el desprecio que se
le haya inferido por ignorancia o malicia (18 -19)
Nota de Ossandón Valdés.
“El
cambio de perspectiva es fácil de observar en la Gaudium et spes (39): Pues
los bienes de la dignidad humana, de la unión fraterna y la libertad, y todos
los demás bienes que son el fruto de nuestro trabajo y esfuerzo, después de
haberla propagado por la tierra en el espíritu del Señor, según su mandato
volveremos a encontrarnos de nuevo limpios de toda mancha, iluminados y
transfigurados, cuando Cristo entregue al padre el reino eterno y universal,
reino de verdad y de vida, reino de santidad y de gracia, reino de justicia,
de amor y de paz. Este reino está ya misteriosamente presente en nuestra
tierra; con la venida del Señor se consumará su perfección.
La
confusión entre el reinado social y el reino es patente. La
parte final, sin embargo sólo es aplicable al reino: la Iglesia, y no al
reinado: la ciudad católica. En consecuencia el fundamento de la DSI
ha sido dejado de lado. Nótese, además, que el reino es
caracterizado únicamente por virtudes y bienes naturales, los que,
estrictamente pertenecen al reinado y no al Reino. Es notable la
desvalorización de la virtudes teologales, sobrenaturales, las propias del
Reino en la teología post- conciliar. Como muestra un botón: la solidaridad ha
reemplazado a la caridad”.
(Juan
Carlos Ossandón Valdés, La dignidad de la persona y la
justicia social, INIE Editores, Chile, Diciembre 2014,págs
225-227)