domingo, 22 de octubre de 2017

“EL REINO” NO ES EL REINADO SOCIAL DE CRISTO










Un esclarecedor juicio del filósofo-de veras- y buen amigo chileno Juan Carlos Ossandón Valdés puntualiza agudamente la diferencia:

La Lumen Gentium, al hablar del reino de Cristo, señala que es un reino mesiánico, no terrestre sino celestial.(13) Señala la Gaudium et Spes que ya está misteriosamente presente en nuestra tierra y que cuando venga el Señor se consumará su perfección.(39) Como acabamos de decir, el Reino de Cristo, en su sentido más amplio, es la misma Iglesia Católica. Es por eso por lo que la doctrina social de la Iglesia (DSI) usa, más bien, la expresión reinado social de Cristo, si bien también puede aplicársele la otra. Porque este Reino incluye también aspectos sociales que interesan a los individuos, a las familias y a los pueblos. La Iglesia católica no es una entelequia etérea aislada de la vida real de sus hijos; es una sociedad perfecta con un fin muy preciso y unos medios adecuados para lograrlo: los sacramentos y las virtudes teologales. Como toda sociedad, su fin es un bien común, tan bien expresado por San Ignacio. Por lo cual necesita de un ambiente en el que pueda desarrollar su acción propia. Por eso el reinado social de Cristo, como dijo Pío XI, tiene por objetivo lograr la paz de Cristo en el reino de Cristo; porque la raíz de todos los males que aquejaban accidente en su época se debían a que

La inmensa mayoría de la humanidad ha rechazado a Jesucristo y su santísima ley en la vida privada, en la vida de familia y en la vida pública del Estado; y es imposible toda esperanza segura de paz internacional verdadera mientras los individuos y los estados nieguen obstinadamente el reinado de nuestro Salvador.

A esta situación la llamamos hoy Estado laico y muchos católicos creen que es la mejor solución para vivir en paz. No saben, los que así piensan, que se unen a los enemigos de la Iglesia y de su fundador y que están rechazando la DSI tal como fue establecida por los Sumos Pontífices. Este Estado desconoce que el Reino de Cristo tiene exigencias en el orden social e implica el reinado social de Jesucristo. Por ello su primer deber consiste en el reconocimiento público de la Iglesia en la que radica ese Reino. Estas exigencias son desarrolladas en la DSI y todo católico debe luchar porque sea reconocida por los individuos, las familias y los Estados.

Para que no lo olvidáramos, Pío XI estableció la fiesta de Cristo Rey en el último domingo del mes dedicado a celebrar la victoria de las fuerzas armadas cristianas; mes en que se celebran las victorias de Lepanto y Viena, obtenidas gracias a la intercesión de la Santísima Virgen, invocada por el rezo del Santo Rosario. Naturalmente, después del último concilio, la fiesta fue trasladada al último domingo del año litúrgico, precedido por el domingo en que se recuerdan las enseñanzas de Cristo sobre el juicio final. (Ver nota de Ossandón Valdés) La jerarquía indicaba así su cambio, abandonando la lucha por la reinado social de Cristo y aceptando el Estado laico como normal. Por eso, las naciones que reconocían a la Iglesia fueron obligadas a cambiar sus constituciones y dar paso al nuevo tipo de Estado. Ahora vemos cómo mandamientos básicos de la ley de Dios son violados en nombre de los derechos humanos hasta en las antiguas naciones católicas. Consecuencia natural de la nueva postura de la jerarquía”.

Y Pío XI, en cambio, deja bien claro, al relatar su encíclica Quas Primas, a qué se refería:

La celebración anual de esta fiesta recordará también a los Estados que el deber del culto público y de la obediencia a Cristo no se limita a los particulares, sino que se extiende también a las autoridades públicas y al gobernante; a todos los cuales amonestará terriblemente no sólo el destierro que haya sufrido de la vida pública, sino también el desprecio que se le haya inferido por ignorancia o malicia (18 -19)

Nota de Ossandón Valdés.

“El cambio de perspectiva es fácil de observar en la Gaudium et spes (39): Pues los bienes de la dignidad humana, de la unión fraterna y la libertad, y todos los demás bienes que son el fruto de nuestro trabajo y esfuerzo, después de haberla propagado por la tierra en el espíritu del Señor, según su mandato volveremos a encontrarnos de nuevo limpios de toda mancha, iluminados y transfigurados, cuando Cristo entregue al padre el reino eterno y universal, reino de verdad y de vida, reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de  amor y de paz. Este reino está ya misteriosamente presente en nuestra tierra; con la venida del Señor se consumará su perfección.

La confusión entre el reinado social y el reino es patente. La parte final, sin embargo sólo es aplicable al reino: la Iglesia, y no al reinado: la ciudad católica. En consecuencia el fundamento de la DSI ha sido dejado de lado. Nótese, además, que el reino es caracterizado únicamente por virtudes y bienes naturales, los que, estrictamente pertenecen al reinado y no al Reino. Es notable la desvalorización de la virtudes teologales, sobrenaturales, las propias del Reino en la teología post- conciliar. Como muestra un botón: la solidaridad ha reemplazado a la caridad”.

(Juan Carlos Ossandón Valdés, La dignidad de la persona y la justicia social, INIE Editores, Chile, Diciembre 2014,págs 225-227)