P. Bruno OSB, Coordinador de la USML
¿"RECONOCERNOS TAL
COMO SOMOS"?
Al final de la “palabra del superior general” (1º de noviembre de 2015) del último boletín Cor unum, Mons. Fellay da algunas precisiones a los miembros de la Fraternidad sobre “la situación de la Iglesia y nuestras relaciones romanas”.
Hay muchos puntos que
podrían comentarse: “la santa Iglesia, enferma, […] perdiendo cada día más su
unidad” (?) – “el papa […] se sitúa más bien del lado de los progresistas” (¿de
verdad?) – “la gracia de la fidelidad a esta obra maravillosa que es la FSSPX”…
Tomemos aquí simplemente lo
que nos parece más importante: Mons. Fellay, después de haber explicado que “en
julio Roma hizo nuevas proposiciones para una regularización”, afirma que “la
condición sine qua non de nuestra aceptación” es la expresión “reconocernos tal
como somos”. Él indica allí las “aplicaciones prácticas”: curiosamente, ya
solamente se trata de la misa y de los sacramentos (en resumen: “que Roma no
nos pida participar en la nueva misa”), de ningún modo de los problemas
doctrinales y de la necesaria denuncia de los errores y escándalos.
La fórmula “reconocernos
tal como somos” reaviva los dolorosos recuerdos de este antiguo miembro del
Barroux [monasterio benedictino que estuvo vinculado a Mons. Lefebvre.
NP] que yo soy: Dom Gérard [superior de ese monasterio. NP] tenía
el mismo lenguaje en 1988, insistiendo vigorosamente: “sin contraprestación,
sin concesiones, sin renegar”. Y en su famosa declaración del 18 de agosto de
1988, puso los puntos sobres las íes: “Que ninguna contraprestación doctrinal o
litúrgica sea exigida de nosotros, y que ningún silencio sea impuesto a nuestra
predicación antimodernista”. Sabemos, desgraciadamente, lo que resultó con
estas bellas resoluciones.
La experiencia nos enseña
que cuando Roma dice: “se les reconoce tal como son”, Roma piensa
de hecho: “los reconocemos tal como ustedes serán”, tal como
aquello en que ustedes, lenta pero seguramente, se van a convertir (y tal vez
no tan lentamente). Roma prevé con razón que después de un arreglo (se le llame
acuerdo, reconocimiento, regularización), el grupo que está sometido a su
autoridad va a evolucionar, sobre todo si la evolución ya ha comenzado hace
mucho… Roma sabe bien que la integración de los “integristas” será su
desintegración.
Recemos para que entre los
sacerdotes de la Fraternidad -todos han recibido este texto de su superior- por
lo menos algunos salven el honor, oponiéndose públicamente a esta deriva. Que
ellos tengan el valor de decir bien alto: “nosotros queremos permanecer tal
como somos, es por eso que no podemos bajo ningún precio aceptar que la Roma
conciliar nos reconozca tal como somos”.
La verdadera “condición
sine qua non de nuestra aceptación”, la formuló Mons. Lefebvre de manera simple
y luminosa: que Roma vuelva a coronar a Nuestro Señor. “Cuando se nos plantee
la cuestión de saber cuándo habrá un acuerdo con Roma, mi respuesta es simple:
cuando Roma vuelva a coronar a Nuestro Señor Jesucristo”. (Conferencia en
Flavigny, diciembre de 1988). En otros términos: que Roma reconozca a Cristo
tal cual es Él: el único Rey, el único Dios, el único Salvador.
Hoy en día estamos bastante
lejos de esto, con el odioso sincretismo del papa Francisco, del cual acaba de
dar una prueba suplementaria con sus deseos para el año nuevo.
Antes de “reconocernos tal como somos”, que Roma lo reconozca tal cual es a Él, a Nuestro Señor Jesucristo.
Padre Bruno