Número CDXLIV (444)
16 de enero de 2016
¿Incomprensible
Caos?
Mons.
Williamson
Si yo corto todos los amarres de mi
mente,
¿es el caos que encuentro
sorprendente?
Un lector pensante de estos “Comentarios” en los Estados
Unidos hizo hace unos pocos meses atrás algunas sagaces observaciones. He aquí
ellas:— La “Libertad Religiosa” está realmente viniendo a casa para
apercharse aquí en las colonias. Un juez federal “Católico” ha encarcelado a un
oficinista municipal Protestante por rechazar otorgar licencias de “matrimonio”
del mismo sexo. Los bien intencionados defensores del oficinista continúan
citando “libertad religiosa” sin darse cuenta que la libertad religiosa es
precisamente el problema, no la solución. Increíble. Descendemos hacia el caos
moral y nadie parece entender porqué. “Descendemos hacia el caos moral y
nadie parece entender porque”. ¡Bien dicho, ciertamente! Pero los
“Tradicionalistas” que toman en serio a la Tradición deberían estar capacitados
para resolverlo.
Esto es así porque si yo tomo en serio a la Tradición,
comprendo que la DOCTRINA viene primero; en otras palabras que la religión
Católica no es papilla mental, moralidad y la Misa, sino realidades doctrinales
que gobiernan a ambas, moral y la Misa. Estas realidades comienzan con la
existencia de Dios Todopoderoso de quien toda la creación depende cada momento
para ser mantenida en existencia, considerando que Él puede darle toda de baja
a esa existencia sin cambiar Él Mismo en lo más mínimo. Él crea cada alma
humana por Él Mismo en el momento de su concepción de manera que ella usará el
libre albedrío con el cual Él dotó a esa alma, para elegir vivir y morir de
acuerdo a Su inmutable Ley moral de manera que ella pueda pasar su eternidad en
el Cielo en beatitud con Él Mismo. Pero el libre albedrío, para ser genuino,
significa que las almas pueden elegir romper con Su Ley y, si ellas no se
arrepienten, ellas estarán eligiendo pasar la eternidad desafiándolo a Él en el
Infierno. Así que ellos mismos estarán rotos, no Su Ley. Esa Ley está resumida
en los Diez Mandamientos y no es una ley arbitraria sino que encaja en la
naturaleza humana para la cual fue hecha, tanto como el manual de operaciones
de un fabricante para una máquina se corresponde con la máquina para la cual
fue hecho.
Ahora bien, el Sexto y Noveno de esos Mandamientos instruyen
a los seres humanos a hacer el uso apropiado del mecanismo reproductivo que
hace parte de sus cuerpos. Este mecanismo no es un juguete, sino un instrumento
sagrado diseñado por Dios para la formación de familias humanas aquí abajo que
pueblen el Cielo allá arriba. Ni dos hombres solos ni dos mujeres solas, sino
solamente un hombre y una mujer juntos pueden tener niños y formar una familia
y, dado que el poblar al Cielo es un asunto sagrado, entonces cualquier
rompimiento de esos dos Mandamientos rápidamente deviene suficientemente grave
como para merecer condenación eterna. “Dios no se deja burlar” – Gálatas, VI,7.
Por consiguiente, la frustración del acto de matrimonio por dos personas del
mismo sexo es una de las cuatro ofensas contra Dios que claman al Cielo por
venganza, como la Iglesia Católica enseña, y además el “casamiento” del mismo
sexo es una burla a la sagrada institución de Dios, por si fuera poco. En toda
ella de esta doctrina no hay ni una iota de caos.
Entonces, ¿de dónde proviene el caos? Del liberalismo. De la
falsa religión del liberalismo. De hacer un ídolo de la libertad. Pues en Romanos
I San Pablo martilla en casa el punto que este pecado particular que
clama al Cielo por venganza deriva de la idolatría. Es luego que
los hombres rompen el Primer Mandamiento que Dios los deja librados a las
desgraciadas prácticas contra el Sexto Mandamiento, sin duda con la esperanza
que la inconfundible asquerosidad de ellos al haber roto este último, los
despertará a la más grande aún en sí misma, pero menos fácil de reconocer,
asquerosidad de romper el Primero. Que nuestra libertad haya devenido de un
ideal, un ídolo, es en nuestro propio día más y más difícil de reconocer porque
idolatrar a la libertad religiosa ha estado progresando ahora por bien más de
200 años y nada parece más natural. Los hombres han perdido todo sentido del
verdadero Dios. Por el contrario, la libertad religiosa es la suprema libertad
sin la cual todas las otras libertades parecen pequeñas.
Y la libertad termina por precisamente lanzar las mentes de
las personas fuera de sus quicios. Cualquier verdad o realidad que pretenda
imponerse a sí misma en mi mente es una disminución de mi libertad, así que
rechazo reconocerla a menos que me venga bien. Ahora bien, muchas reglas
morales no me vienen bien. Entonces yo las rechazo en nombre de la libertad. Yo
desciendo hacia el caos moral convencido que estoy ejerciendo un sagrado
derecho mío propio, así que yo no puedo entender porque yo termino en caos,
mental y luego social. Pero, yo mismo he desquiciado a mi mente y he soltado mi
sociedad a la deriva. El caos es totalmente comprensible.
Kyrie eleison.