que
pensáis que esta era es duradera
todavía
dos mil o seis mil años!
Nadie
sabe la hora verdadera;
nadie
sabe la hora, ni los ángeles,
que
del ciclo de Adán será postrera. . .
Pero
no hagáis, por Dios, tan anchos márgenes…
Mirad
los signos: cuando veis la higuera
con
hojas tiernas y los otros árboles,
Decís:
“Cerca ya está la primavera…”
¡Qué
bien leéis el curso de los astros!
¡Qué
mal leéis el fin de su carrera!
Cuatro
sofistas o politicastros
que
os hablan del progreso indefinido,
la
evolución y sus dudosos rastros,
os
hunden rebañegos al olvido
de
que debe volver el Juez y pronto;
que
si no, poco fuera haber venido.
“Vuelvo pronto” —El lo dijo—, y sólo un
tonto
por
“vuelvo pronto” entiende “vuelvo lento”
o
“me voy para siempre y me remonto”.
Así
como le vimos sobre el viento
subir
al cielo sobre el Monte Santo,
así
vendrá. ¡Velad oído atento!
Decid
“¡Vuelve, Señor Jesús!” con llanto;
con
lágrimas regad la hundida frente
del
mundo actual sumido en el espanto.
No
os sea el Gran Dolor indiferente:
del
Gran Dolor del mundo solidarios
sintámonos,
hermanos, Es patente
la
expectación que azora a toda gente
de
sucesos sin par extraordinarios.
P. Leonardo Castellani.
“Cristo ¿vuelve o no vuelve?