¡¡¡ MONS.
FELLAY ESTÁ A FAVOR DEL RITO ADÚLTERO "PÍO-PAULINO" !!!
Nuestros comentarios en rojo.
Con ocasión de la ceremonia de bendición de las campanas de la capilla de la escuela Saint-Michel de La Martinerie, en Châteauroux, Mons. Fellay ha puntualizado para Présent la situación de la Fraternidad San Pio X, de la cual es el Superior general.
Con ocasión de la ceremonia de bendición de las campanas de la capilla de la escuela Saint-Michel de La Martinerie, en Châteauroux, Mons. Fellay ha puntualizado para Présent la situación de la Fraternidad San Pio X, de la cual es el Superior general.
En
una entrevista a Fideliter en 2001, usted evocó “el movimiento de profunda
simpatía para el clero joven hacia la Fraternidad”. Este movimiento ¿se ha
amplificado, especialmente debido al motu proprio de 2007?
¡Sin
ninguna duda! Este movimiento recibió un nuevo impulso con el motu proprio.
También es importante insistir sobre el interés de Benedicto XVI hacia la liturgia
de una manera general. Él verdaderamente quiso poner a disposición de los
sacerdotes y los fieles toda la liturgia tradicional, no solamente la misa, lo
cual no se ha realizado hasta hoy a causa de demasiadas oposiciones. Y esas oposiciones ¿no venían acaso de los que también se
sentían respaldados por Benedicto que afirma, en su motu proprio, que el rito ordinario es el Novus Ordo? Sin embargo, la juventud,
precisamente porque esta liturgia es atemporal, se reconoce en ella. La Iglesia
vive en la eternidad. Sueños liberales. Los liberales
rinden culto a la juventud y desprecian la vejez. También
la liturgia, por eso ella siempre es joven. Cerca de Dios, ella no pertenece al
tiempo. Por lo tanto no es sorprendente que el carácter bautismal haga resonar
esta armonía, incluso en las almas que jamás la conocieron. La manera en que
reaccionan los jóvenes sacerdotes que descubren esta liturgia es, por otra
parte, emocionante: tienen la impresión que se les ha ocultado un tesoro.
La
Fraternidad ha sido reconocida oficialmente como católica por el Estado
Argentino con la ayuda del cardenal Bergoglio quien luego se convirtió en el papa Francisco. ¿Esto solo tiene una
importancia administrativa o es más revelador?
Encontramos
por principio un efecto jurídico, administrativo, sin tener una implicación
sobre el estado de las relaciones generales de la Fraternidad con, digámoslo
así para simplificar, la Iglesia oficial. Pero el segundo efecto es difícil de
evaluar correctamente. No hay duda sobre el hecho que el papa Francisco,
entonces cardenal Bergoglio, prometió ayudar a la Fraternidad a obtener el
reconocimiento por el Estado argentino de nuestra sociedad como católica, y
cumplió su promesa. ¡Qué generosidad! El amigo favorito de la Sinagoga y los
protestantes, tiene amor por la Tradición! Esto
nos obliga a pensar que él nos considera verdaderamente como católicos. ¡Oh! Ahora podemos rezar tranquilos, sin ese sentimiento de
culpa que nos embargaba, por no ser
considerados como católicos por Francisco, el Gran Demoledor de la Fe…
En
el mismo orden de ideas, usted ha sido nombrado juez de primera instancia por
el Vaticano para el proceso de un sacerdote de la Fraternidad. ¿No podemos ver
allí un signo de benevolencia?
Esto
no es nuevo sino que existe desde hace más de diez años ¡Ah, sí! Y bien guardado se lo tenía… Se
trata efectivamente de una señal de benevolencia ¡Qué buenos
son los modernistas, realmente! Para Mons. Fellay es una alegría recibir buen
trato de los destructores de la Iglesia… y
de sentido común. Esto es lo que se observa en la Iglesia romana a través de su
historia: su realismo, capaz de sobrepasar los problemas canónicos, jurídicos,
para encontrar soluciones a problemas reales Dos cosas
acá: 1° Nótese eso de la “Iglesia Romana”. El mensaje es que no
hay una Iglesia Católica y una iglesia conciliar antagónicas, sino una sola
iglesia, la Iglesia Romana. 2° El
conflicto entre tradicionalistas y liberales modernistas es sólo “canónico,
jurídico”, es decir, solucionable con un poco de buena voluntad; no es
teológico y humanamente insoluble.
Usted
evocó, en su Carta a los amigos y benefactores, los « mensajes
contradictorios » provenientes de Roma. ¿Qué entiende usted por eso?
Pienso
en la manera en la que una sociedad que estaba en vías de aproximación hacia la
Tradición ha sido tratada o maltratada: los Franciscanos de la
Inmaculada. O a las maneras diversas en que nos trata una instancia romana con
relación a otra: la Congregación para los religiosos, por ejemplo, nos
considera todavía como cismáticos (declaró excomulgado, en 2011, a un sacerdote
que se unió a nosotros), mientras que tal no es el caso de otras congregaciones
o del Papa mismo, como hemos dicho. No hay
ninguna contradicción, porque Francisco está “ecumeneando” con la FSSPX, y
cuando ésta esté adentro, tendrá que mantenerse obediente y dócil so pena de que le ocurra lo mismo que
a los pobres Franciscanos de la Inmaculada. La verdadera contradicción está en
Mons. Fellay.
«Pesimista»,
«cerrado a los demás», «piensan que solo los fieles de la Fraternidad se
salvan»: a veces ustedes han sido evocados así. ¿Qué responde usted? ¿Qué es
para usted el espíritu misionero?
Yo
no me reconozco en estas burlas. Una firmeza en la doctrina ¿Una firmeza
o la firmeza? es,
ciertamente, necesaria, pues la fe no se negocia. Pero su
Declaración Doctrinal de 2012, Monseñor, comprometía la fe y fue el producto de
una negociación, aunque que resultó finalmente rechazada por el Vaticano. La
fe ha sido toda dada por el Buen Dios y no tenemos el derecho de hacer una selección
entre las verdades reveladas. Recordar estas exigencias actualmente sienta mal,
como esto siempre ha sido más o menos el caso. La expresión “combate de la fe”
forma parte de la historia de la Iglesia. Forzosamente, el misionero
deberá hacer resonar esta voz de la fe en el exterior, procurando fortificar a
los que ya la tienen. No es posible dirigirse sólo a los fieles de la
Fraternidad. La antorcha ilumina el mundo, la luz de la fe ilumina cálidamente.
La fe debe ser llevada por la caridad: así es como veo al misionero. Retirarse ante el
enemigo o callar cuando por todas partes se levanta un incesante clamor para
oprimir la verdad, es actitud propia o de hombres cobardes o inseguros de la
verdad que profesan. La cobardía y la duda son contrarias a la salvación del
individuo y a la seguridad del bien común, y provechosas únicamente para los
enemigos del cristianismo, porque la cobardía de los buenos fomenta la audacia
de los malos. El cristiano ha nacido para la lucha” (León XIII). “Los
enemigos declarados de Dios y de la Iglesia deben ser atacados y censurados con
toda la fuerza posible. La caridad obliga a gritar al lobo cuando un lobo se ha
deslizado al medio del rebaño y aún en cualquier lugar que se lo encuentre” (San Francisco de Sales). “Se puede amar al prójimo, bien y
mucho, desagradándole, contrariándolo, causándole un perjuicio material, y aún
en ciertas ocasiones privándolo de la vida” (P. Sardá y Salvany). “La caridad, en efecto, implica
ante todo, el amor de Dios y de la verdad; ella no teme pues extraer la espada
de su vaina por el interés de la causa divina, sabiendo que más de un enemigo
no puede ser reencauzado o curado más que por golpes audaces e incisiones
salutíferas” (Card. Pie).
Hace
algunas semanas, los seminarios de la Fraternidad recibieron la visita de
enviados del Vaticano, el cardenal Brandmüller, Mons. Schneider. Estas
visitas constituyen un lazo público con “la Iglesia oficial”. ¿No es esto
vital?
El
lazo con la Iglesia es vital. ¿Qué
Iglesia? ¿La Católica o la conciliar? Con tal razonamiento de Mons. Fellay,
cuando Mons. Lefebvre cortó con Roma a raíz de las consagraciones episcopales,
la FSSPX debió perder su vida, y sin embargo fue todo lo contrario. El lazo con
la Iglesia católica se mantiene alejándose de los herejes modernistas, y los
contactos con éstos debilitan gradualmente la voluntad de combatir por la fe,
como vemos está ocurriendo con la Neo-FSSPX y su progresivo contagio liberal. La
manifestación de este lazo puede variar ¿Lazo dijo? La verdad es esta: el lazo lo tiene Roma modernista, y está
en el cuello de Mons. Fellay. Las
fechas y los lugares de estas visitas han sido dejadas a mi elección, el
Vaticano ha propuesto los nombres. Yo he elegido los seminarios, lo que me
pareció, para los obispos, lo más elocuente y lo más representativo.
¿Cuáles
fueron las reacciones « en vivo » de estos Obispos?
Ellos
se mostraron muy satisfechos. “Ustedes son gente normal”, nos dijeron… ¡lo que
muestra la reputación que nos han hecho! ¡Oh! Mons.
Fellay quiere ser políticamente correcto. Mientras a Mons. Lefebvre lo
excomulgaban y perseguían, Mons. Fellay sólo aspira a que lo llamen normal. Le
importa la reputación ante los modernistas, herejes peligrosísimos condenados
enérgicamente San Pío X… Nos
han felicitado por la calidad de nuestros seminaristas. ¡Bravo! ¿Y por
qué no los imitan, si les parecen tan bien? Sin
ninguna duda ellos concluyeron en este primer contacto cercano que nosotros
somos una obra de la Iglesia. ¿Y?
¿A quién le importa? Pues a Mons. Fellay y demás acuerdistas.
¿Tiene
usted contactos con los obispos que los apoyan discretamente?
¡Por
supuesto! Si vemos que los sacerdotes se acercan a nosotros hoy, si ellos
tienen contactos con nosotros, podemos concluir fácilmente que en el nivel
superior debe ser casi lo mismo… Igual que en
el 2012: “Tenemos nuevos amigos en Roma”… “Estamos como al final del invierno:
se ven los brotes que anuncian la primavera pero todavía es invierno”…
En
la entrevista ya mencionada de 2001, usted declaró: “Si hay una oportunidad,
una sola, de que los contactos con Roma puedan hacer regresar un poco más de
Tradición en la Iglesia, pienso que debemos aprovechar la ocasión”. ¿Es esta
todavía su línea?
Esta
sigue siendo nuestra línea, incluso si no podemos decir que sea fácil,
notablemente a causa de las disensiones abiertas en el seno del mismo Vaticano.
Estas relaciones son delicadas, pero este punto de vista sigue siendo válido y
confirmado en los hechos ¿Qué hechos,
por favor? La destrucción apabullante de Francisco y cía.? ¿La división interna
de la FSSPX? Se trata de
un trabajo discreto, en medio de oposiciones bastante fuertes. Algunos trabajan
en un sentido, otros en sentido contrario. ¡Shhhh!, todo discreto hasta que llegue el acuerdo.
El
papel de contrapeso de la Fraternidad en el mismo interior de la Iglesia ¿no es
importante?
Este
papel no es nuevo. Mons. Lefebvre lo comenzó y nosotros lo continuamos. Se
constata la irritación de los modernistas ante las medidas tomadas por
Benedicto XVI, lo vemos claramente. ¿Y
Benedicto no es modernista? Es un modernista moderado, si se quiere, pero
liberal de tomo y lomo, y un hereje igual.
¿Dónde
está la Fraternidad hoy? ¿Cuáles son sus puntos fuertes, sus puntos débiles?
¿Cómo ve su futuro?
Yo
veo su futuro serenamente ¿O querrá
decir: sedadamente? Es
una obra depositada en el Sagrado Corazón y el Corazón inmaculado de María,
todo es el ser fiel a su Voluntad. Pues Ellos no
son liberales ni dialogan con el error. Nos han llamado a una guerra, no a una
paz indigna de la Iglesia Militante; mandan la conversión, no la conversación.
Esta
Iglesia es la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo, que sigue siendo el jefe y
que no permitirá su destrucción. Pues
fíjese que Mons. Lefebvre no decía precisamente lo mismo. Hacía las necesarias
distinciones que usted no hace.
¿Las
debilidades de la Fraternidad? El riesgo de separación, que es grave. Ya ocurrió, ¿y
de quién fue la culpa sino su ineptitud para el mando y de su retorcida
intención acuerdista? Vea por ejemplo la caricatura de la
Tradición que se hace llamar la “Resistencia”: se trata de un espíritu no
católico, cuasi sectario, lo que nosotros no queremos, un movimiento que
permanece replegado en sí mismo, con gente que piensan que ellos son los únicos
buenos, los únicos justos sobre la tierra: esto no es católico. Acá se muestra bien lo que es Mons. Fellay: blando, fofo,
discreto con Francisco y la Roma apóstata; duro, cruel, descarnado con los
verdaderos tradicionalistas, a los cuales él caricaturiza en su respuesta. Que
explique en qué consiste ese espíritu “no católico”. Pero no lo hace ni lo
hará, porque es un cobarde y no tiene ninguna razón. Que dé las citas que
prueban que en la Resistencia nos tenemos por “los únicos buenos y justos sobre
la tierra”. Nunca podrá, porque esas pruebas no existen. “La intolerancia al respecto de los defensores de los
principios, es, junto con la tolerancia hacia los patrones del error, uno de
los síntomas más característicos del contagio liberal” (P.
Ramière).
Se
trata de un peligro objetivo, pero relativo. ¡Oh, ese
es el peligro, no el liberalismo que invade a la congregación, ni Francisco,
Kasper y demás falsificadores de la Religión católica…. La gran parte de la Fraternidad
está sana y no quiere zozobrar en estas ilusiones. ¡¡¡!!! Esto
nos lleva a apoyarnos en los medios sobrenaturales Como el
diálogo con los modernistas y liberales romanos, ¿no? Como la contratación de expertos en branding, como las
constantes maniobras sucias e intrigas de Ménzingen. Lo que el Buen Dios
quiera de nosotros, nos lo mostrará, Él hablará a través de las circunstancias. Ya ha hablado lo suficiente, pero usted se aleja cada vez más
de la línea de nuestro fundador.
¿Los
puntos fuertes? La fidelidad viviente ¿?, que trae frutos y muestra al mundo de hoy que la
vida católica, con todas sus exigencias, es posible. Pero –otro punto débil-
nosotros somos gente de este tiempo, pretender estar inmunes a toda influencia
del mundo moderno es quimérico. Más precisamente, hay que evitar el peligro de
una caricatura, de desear ver a la Iglesia, aquí abajo, sin arruga ni mancha:
esto no es lo que Dios nos prometió en esta tierra. Usted
está dispuesto a someter la Fraternidad a los herejes liberales y modernistas,
hacedores de manchas y arrugas. La Resistencia, precisamente porque ve esas
manchas y arrugas y no teme señalar a los culpables, se niega a colaborar con
éstos. No
es esto lo que significa “la Iglesia santa”, esto quiere decir que ella es
capaz de santificar por los medios dados por Nuestro Señor: los sacramentos, la
fe, la disciplina, la vida religiosa, la vida de oración ¿Y qué fe, qué misa, etc., ofrece hoy la iglesia conciliar u
oficial como usted la llama? ¿Ha visto los espectáculos que dan los religiosos?
¿Las “misas”? ¿Los sacrilegios y blasfemias constantes? Monseñor: se trata de
combatir para libertar a esos medios de santificación de la tiránica opresión
del cáncer liberal y modernista. Se trata de extirpar el tumor maligno, de
destruirlo en la medida que nos sea posible, no de pactar la paz con ese tumor.
¿Qué
piensa usted de la proposición del cardenal Sarah de introducir el ofertorio
tradicional en la nueva misa?
Esta
idea no es nueva, hace ya unos diez años que circula en Roma. Estoy feliz que
sea retomada. Algunos critican esta proposición diciendo que sería mezclar lo
sagrado con lo profano. Al contrario, en una perspectiva de saneamiento de la
Iglesia, pienso que esto constituiría un gran progreso, porque el ofertorio es
un resumen de los principios católicos de la misa, del sacrificio expiatorio
ofrecido a la Santísima Trinidad, dirigido hacia Dios en reparación de los
pecados por el sacerdote, acompañado de sus fieles. Y esto llevaría
gradualmente a los fieles hacia la misa tradicional que perdieron. ¡Por favor! ¿Aprueba mezclar la Misa verdadera con el “rito
bastardo”, con el engendro del masón Bunigni, y piensa que así los fieles
llegarán a la misa tradicional? ¿Esto es un caso de estulticia o qué? ¿Desde
cuándo las aguas de los ríos endulzan las aguas de los mares? ¿Propone lo mismo
que Francisco: mezclar a Cristo con Lutero, quizás festejar juntos la Pascua
con los protestantes, para que así estos de a poco se acerquen a la Iglesia
católica?
Pues bien, tenemos que Mons. Fellay confiesa, en la presente entrevista, que aprueba el rito “pío-paulino”, la repugnante, impía y adúltera mixtura del santísimo rito de San Pío V con el falso rito modernista de Pablo VI.
Pues bien, tenemos que Mons. Fellay confiesa, en la presente entrevista, que aprueba el rito “pío-paulino”, la repugnante, impía y adúltera mixtura del santísimo rito de San Pío V con el falso rito modernista de Pablo VI.
En cambio, “Jesús
quiere que se esté con Él o contra Él, y esa mezcla de la piedad con el
espíritu del mundo, su enemigo, es abominada de Dios. Desde el Deut. 22, 9 s.,
se nos inculca a tal punto la idea de que Dios odia toda mezcla, que Moisés
prohíbe sembrar semillas mezcladas, arar con yunta de buey y asno, y hasta vestirse
con mezcla de lana y lino” (comentario
Mons. Straubinger a Rom 1, 17).
El rito “pío-paulino” es ciertamente una mezcla abominable a los ojos
de Cristo, es el vino mezclado con mirra que Él rechazó en la cruz... pero
Mons. Fellay se lo quiere dar a beber de nuevo.
¿Cómo
desea concluir Monseñor?
Para
mí, estamos en la víspera de acontecimientos graves sin poder definirlos bien. ¿En la
víspera? ¿Le parece que actualmente no pasa nada grave? Esta frase parece dicha un día antes del Vaticano II. Yo
llamo a la oración y quiero terminar con una mirada hacia el Buen Dios, lo que
siempre nos permite conservar la esperanza. Un final
digno de un espíritu ambiguo, de un alma confusa y vacilante. Una vaguedad
total. Ambigüedad liberal.