Van
por todo
¿Qué sentido tiene que Francisco haya sacado este
motu proprio, Traditionis custodes, ahora? ¿En serio quieren hacernos
creer que los pequeños grupos “Ecclesia Dei” podían amenazar la unidad de la
Iglesia conciliar? ¿Qué podían desviar de su rumbo a ese engendro salido del
Vaticano II, a ese monstruo que todo destruye a su paso, especialmente desde
que conduce su timón el papa peronista? De ningún modo. Porque si bien el
Vaticano II ha estado últimamente cuestionado, ese cuestionamiento no es un
“desafío poderoso” al poder tiránico de Roma. Por el contrario, Francisco
adopta esta medida porque estima suficientemente débiles a esos grupos
semi-tradicionales que hasta el momento no osaron reaccionar ante esta medida.
Además, Francisco sabe que con esta medida no
“pacifica” sino que crea más conflicto y más oposición en los medios de prensa
que ya lo venían criticando. ¿Entonces? ¿La operación que sufrió lo habrá hecho
acelerar la ejecución de la agenda?
Entonces, entonces queda esto: el odio que el
diablo y sus agentes los masones y modernistas conciliares tienen a la Misa,
como que saben que es un arma letal contra ellos, los lleva a buscar la manera
de restringir más aún que antes el Santo Sacrificio de la Misa. El propósito
final es erradicarla (tarea que le dejarán al Anticristo, a quien le preparan –sabiéndolo
o no- el terreno).
La Misa de siempre no es ecuménica, y la iglesia
conciliar debe volverse cada día más protestante. Y, como sabemos por la
historia, los protestantes, cuando dominan, nunca han sido tolerantes con los católicos. Por no hablar de los masones. Y los innombrables…
El sacrificio debe ser quitado de la vista, y
quedar sólo la “cena”, donde, ahora impuesto por la pandemia, se comulgue en la
mano.
El odio por la Misa, por la Tradición y por la
Iglesia católica, se esconde detrás de las motivaciones de los enemigos de
Dios.
Por otra parte, hay un movimiento de aceleración
hacia el “Nuevo Orden Mundial” y a Francisco lo deben estar apurando. Cristo y
su Sacrificio son los más temibles enemigos de la Revolución.
Pero no sólo restringen la Misa tradicional, volviéndola
casi del todo inaccesible e invisible para los fieles (ya que no podrá
celebrarse en las parroquias) sino que, aclara la carta que acompaña el
documento de Francisco, se trata de llevar a quienes celebran y asisten a la
Misa de siempre a finalmente adoptar el Novus Ordo: “…prever el bien de aquellos que
están arraigados en la forma de celebración anterior y necesitan tiempo para
volver al rito romano promulgado por los santos Pablo VI y Juan Pablo II”.
Es decir, se trataría de que los enfermos, inadaptados,
nostálgicos que siguen asistiendo a la misa tradicional, vayan creciendo,
madurando, hasta aceptar la única lex orandi
de la Iglesia. “Quien desee celebrar con devoción según la forma litúrgica precedente, -sigue diciendo falsamente la carta- no
tendrá dificultad en encontrar en el Misal Romano reformado según la mente del
Concilio Vaticano II todos los elementos del Rito Romano, en particular el
canon romano, que constituye uno de los elementos más característicos.”
De manera tal que con cada nueva negativa del
obispo, el sacerdote o el fiel se den por vencido y acepten sin hesitar la
nueva misa. De lo contrario ¡estarían atentando contra la unidad de la Iglesia!
Este documento, absolutamente despreciable, con
todo respeto lo decimos (¡ah esos oídos línea media, como los de Infocatólica y
demás sitios, que tienen miedo de llamar a las cosas por su nombre, pueden
verse sobresaltados!) tiene al menos la virtud de dejar las cosas más en claro:
no hay una “forma ordinaria” y una “forma extraordinaria” (como impuso
Benedicto y aceptó la FSSPX como si tal, por no hablar de los
tradi-conservadores), sino que la Iglesia conciliar tiene por único rito el
Novus Ordo. Es el rito ordinario, en todos sus sentidos.
Hay que hablar claro: la Iglesia conciliar tiene
por rito ordinario el Novus Ordo. La Iglesia católica romana tiene por rito
ordinario la Misa tridentina.
La Tradición que dice custodiar Francisco es la del Vaticano II, que no es tradición sino anti-tradición. La Tradición verdadera está expresada en la Misa tridentina.
Ahora bien, si no nos equivocamos, este documento
supone una ruptura absoluta como no se había señalado antes, a la vez que una
declaración de guerra -algo camuflada, pero no mucho-, un avance de la
corrección política, a la par que en el resto de la sociedad, donde el que no
recibe la vacuna Vaticano II, debe ser marginalizado.
Francisco manda ostensiblemente a la Misa
tradicional al cuarto de los bártulos viejos, donde yacen en la oscuridad y el
olvido los artefactos inútiles y superados.
También deja en claro que no se tolera ni
tolerará ningún cuestionamiento al superconcilio. El Vaticano II –recordemos
que es un concilio no dogmático- es intocable.
En ese sentido, Bergoglio no tiene la sutileza
alemana de venir a inventar absurdas “hermenéuticas de la continuidad”. Ahora
se trata de ser más directos. Al que no acepta la misa nueva y el Vaticano II,
como al que no se vacuna, se le da “el raje”, para decirlo en el lunfardo de
Bergoglio. “Dejáte misericordear”.
Fratelli tutti.
Lex
orandi
Si el Novus Ordo es la única expresión de la lex
orandi de la Iglesia, como dice el documento bergogliano, entonces, ¿la Misa
tradicional qué es? ¿Cuál es su situación? Nuevamente, hay que entender que
cuando Bergoglio dice “lex orandi de la Iglesia”, está hablando de la Iglesia
surgida del Vaticano II, única que conoce y tiene en mente. Si no se tiene en
cuenta esa ruptura, no se entiende su lenguaje. Francisco habla de la “Iglesia
conciliar”. ¿Está claro?
Si la Misa tradicional puede rezarse, en las
condiciones estrictas marcadas por el documento, quiere decir que sigue siendo
válida y legítima, pero, a la vez, no es lex orandi. Bergoglio y los
modernistas saben bien que esa Misa no expresa la teología modernista triunfal
del Vaticano II, y por lo tanto, sabiendo que no pueden prohibirla
explícitamente, deben relegarla lo más posible.
Hay una gran lógica en esto, verdadera coherencia.
La misa tradicional es la quinta columna dentro de las filas enemigas. Es lo
que les recuerda que ellos son unos intrusos en una Iglesia que no les
pertenece. Así que, mejor meterla entre rejas, limitar sus pasos. Confinarla. “Quedáte
en casa”.
Pero, ¿van a tolerar que los sacerdotes de la
FSSPX sigan rezándola libremente? A eso vamos.
La
FSSPX, ¿inmune?
El modernismo no es como el virus chino, que mata
un pequeño porcentaje de los contagiados. Por el contrario, el modernismo y el
liberalismo salidos del Wuhan vaticano hace estragos y ha ocupado casi todo el
planeta. Es la mayor peste de la historia. ¿No deberíamos estar todos sobre
alerta?
Pero la FSSPX cree que está del todo inmunizada,
gracias a la vacuna llamada FSSPX. Cualquiera que reciba las periódicas dosis
de adhesión y asentimiento a la congregación, puede dormir tranquilo.
¿Es realmente así?
Las primeras reacciones contra este documento,
han sido ciertamente críticas y coincidimos en general en sus términos:
Una ley claramente opuesta al bien común
La impresión general que surge de estos documentos -Motu proprio y carta
adjunta del Papa- da la impresión de un sectarismo acompañado de un abuso de
poder manifiesto.
La Misa Tradicional pertenece a la parte más íntima del bien común
en la Iglesia, por lo tanto, restringirla, rechazarla, arrojarla a
los guetos y, en última instancia, planificar su desaparición, no puede
tener ninguna legitimidad. Esta ley no es una ley de la Iglesia, porque, como
dice Santo Tomás, una ley no puede ser válida si atenta contra el bien
común.
Pero hay algo más en los entresijos, un tinte evidente de la saña
manifestada por ciertos fanáticos furibundos de la reforma litúrgica contra
la Misa Tradicional. El fracaso de esta reforma queda puesto de manifiesto,
como en un claroscuro, por el éxito de la Tradición y de la Misa Tridentina.
Por eso no pueden aceptarla. Sin duda, imaginan que su total
desaparición hará que los fieles regresen a las iglesias drenadas de lo
sagrado. Trágico error. El magnífico auge de esta celebración digna de
Dios solo resalta más su pobreza: ella no es la causa de la desertificación
producida por el nuevo rito.
Lo cierto es que este Motu proprio, que tarde o temprano terminará en el
olvido de la historia de la Iglesia, no es una buena noticia en sí mismo: marca
un freno, por parte de la Iglesia, en la reapropiación de su Tradición, y
retrasará el fin de la crisis que ha durado más de sesenta años.(https://fsspx.news/es/news-events/news/de-summorum-pontificum-traditionis-custodes-o-de-la-reserva-al-zool%C3%B3gico-67515)
Bueno, cuando dicen que este motu proprio “marca un freno, por parte de la Iglesia,
en la reapropiación de su Tradición”, ¿quiere decir que hasta ahora la
Iglesia estaba avanzando hacia la Tradición? Está claro que no.
Pero a pesar de su oposición a esta tiránica medida
tomada por Bergoglio, creemos ver en todos los documentos de la Fraternidad un
sarcasmo lanzado con aires de suficiencia, que es muy peligroso, como en el
sermón del P. Mestre en Portugal, donde luego de criticar y con razón este motu
proprio, dice: “¿En qué concierne este
motu proprio a la Fraternidad? Esto no es para nosotros, es para todos aquellos
que confiaron en Roma. No concierne a la Fraternidad porque la Fraternidad
siempre se negó a aceptar la Misa nueva y el Concilio Vaticano II”.
Veamos. Por un lado, es cierto que la FSSPX
siempre se negó a aceptar la Misa nueva y el Vaticano II. Pero, ¿es cierto o no
que su Superior general dijo que la Misa nueva estaba legítimamente promulgada?
¿Es cierto o no que su Superior general dijo que el 95% del Vaticano II era
aceptable?
Lo mínimo que puede decirse es que hay una
corriente liberal en la FSSPX, y que, aunque pueda ser minoritaria, es quien ha
tomado las riendas e influye –en lo que puede- en el resto, desvigorizando la
obra fundada por Monseñor Lefebvre.
Por otra parte, ¿está seguro de que este motu
proprio no concierne a la Fraternidad?
Dijo bien un comentarista de un blog lo siguiente
(las negritas son nuestras):
Con respecto a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X creo que hay que
decir algo:
en muchos casos pretenden ser los únicos interlocutores de la Tradición.
Pero convengamos en que también ellos
propusieron como un presupuesto del diálogo la "liberación" de la
Misa de San Pío V, por lo que deberán protestar contra esta medida.
Eso es exacto. El motu proprio Summorum
Pontificum se debió a un pedido de la FSSPX a Roma, no a otra cosa. Por
lo tanto, si la FSSPX pidió la Misa tradicional para todos, y le fue concedida,
ahora que quitan lo que pidió, debería –aunque más no sea por solidaridad para
con aquellos que celebraban esta Misa fuera de sus prioratos- reclamar a Roma.
Pero no lo hará, claro, porque ella “no tiene
nada que ver con esto”.
Además, dice el Padre Mestre: “Esto no es para nosotros, es para todos
aquellos que confiaron en Roma”. Pero, recuérdese, la Fraternidad pidió
aquella medida –la liberación de la Misa tradicional- como señal de confianza a
Roma, es decir, que una vez que Roma sacó el Summorum Pontificum, y luego levantó las “excomuniones”, la FSSPX
entró de lleno en el diálogo con Roma, porque ésta había dado muestras de que
se podía confiar en ella.
Por lo tanto, la FSSPX también confió en Roma.
Ahora, si Roma vuelve atrás con esta medida, eso
significa que la FSSPX debería no confiar más en Roma, y negarse de aquí en más
a todo diálogo con quien es manifiestamente contrario a la Tradición católica.
Pero, por supuesto, nada de eso ocurrirá.
Si yo estuviera en la FSSPX no tendría esa
sonrisita socarrona en la cara, sobre todo porque así como Roma dio y quitó a
las otras congregaciones la posibilidad de rezar la Misa tridentina, Roma
también podrá quitarle a la FSSPX todo aquello que le otorgó últimamente
(permisos para confesiones, ordenaciones, matrimonios, etc.), en caso de que la
Fraternidad se negase a, por ejemplo, aceptar un reconocimiento unilateral
romano. Porque, después de este motu proprio, ¿quién puede decir que Roma
modernista es confiable?
De manera tal que, si bien en menor medida,
igualmente merced a los vínculos que ha establecido con el papa Francisco en los
últimos años, la FSSPX también está condicionada.
A no ser que los Superiores de la FSSPX fuesen
capaces hoy en día de decir cosas como estas:
“… nosotros jamás quisimos pertenecer a ese
sistema que se califica a sí mismo de Iglesia Conciliar y se define por el
Novus Ordo Missæ, el ecumenismo indiferentista y la laicización de toda la
sociedad. Sí, nosotros no tenemos ninguna parte, nullam partem habemus, con el
panteón de las religiones de Asís; nuestra propia excomunión por un decreto de
Vuestra Eminencia o de otro dicasterio no sería más que la prueba irrefutable.
No pedimos nada mejor que el ser declarados ex communione del espíritu adúltero
que sopla en la Iglesia desde hace veinticinco años; excluidos de la comunión
impía con los infieles.
Creemos en un solo Dios, Nuestro Señor
Jesucristo, con el Padre y el Espíritu Santo, y seremos siempre fieles a su
única Esposa, la Iglesia Una, Santa, Católica, Apostólica y Romana. El ser
asociados públicamente a la sanción que fulmina a los seis obispos católicos,
defensores de la fe en su integridad y en su totalidad, sería para nosotros una
distinción de honor y un signo de ortodoxia delante de los fieles. Estos, en
efecto, tienen absoluto derecho de saber que los sacerdotes a los cuales se
dirigen no están en comunión con una iglesia falsificada, evolutiva,
pentecostal y sincretista (…).”
(http://docshare02.docshare.tips/files/13409/134090468.pdf)
Se trata de la Carta al cardenal Gantin, enviada
el 6 de julio de 1988 con las firmas del Superior General, de todos los
Superiores de Distritos, de Seminarios y Casas Autónomas de la Fraternidad
Sacerdotal San Pío X. Monseñor Lefebvre todavía estaba vivo, claro.
Ahora, viendo las firmas, se podrá estimar que
casi todos desde entonces han claudicado. Hoy, ¿alguien en la FSSPX se
atrevería a usar un lenguaje así?
El lector ya tiene la respuesta.
Creemos que este motu proprio es la última
oportunidad –que no dudamos será desperdiciada- para la FSSPX para volver a
decir las cosas como deben ser dichas, como las decía Monseñor Lefebvre:
“Hay que
elegir. Nosotros hemos elegido ser contra-revolucionarios, [estar] en
contra de los errores modernos, estar en la Verdad Católica y defenderla. Este
combate entre la Iglesia y los liberales modernistas es el combate en el cual
nos encontramos a raíz del Concilio Vaticano II. Cuanto más se analizan
los documentos del Vaticano II y la interpretación que le dieron las
autoridades de la Iglesia, más uno se da cuenta que no se trata sólo de algunos
errores… sino, en realidad, de una perversión del espíritu. Es
una concepción totalmente diferente de la Revelación, de la Fe y de la
Filosofía, es una perversión total.
No tenemos nada que hacer con estas gentes, pues no tenemos nada en
común con ellos. El combate que libramos es el de Nuestro Señor, continuado por
la Iglesia. No lo podemos dudar: o estamos con la Iglesia o estamos contra
Ella; no estamos con esta Iglesia conciliar que cada vez tiene menos en común
con la Iglesia Católica”.
(Conferencia al final del retiro sacerdotal en Ecône
en septiembre de 1990).
“Ellos quieren neutralizar la Tradición, que ella
no sea más un obstáculo para sus empresas ecumenistas y para la Revolución en
la Iglesia”
“No tengáis punto de contacto con aquel que está
encargado de destruir la Tradición”.
“Los modernistas romanos son bandidos,
revolucionarios bajo pieles de ovejas. Ellos no tienen ningún espíritu
sobrenatural. Es sobre esto que nosotros debemos llevar nuestro esfuerzo: reaprender
a vivir de la fe como los apóstoles, los mártires, los Padres de la Iglesia y
Santo Tomás de Aquino”
(Extractos de cartas a
los dominicos de Avrillé. Le Sel de la terre n° 96, primavera
2016).
“Es
pues un deber estricto para todo sacerdote que quiere permanecer católico el
separarse de esta Iglesia conciliar, mientras ella no reencuentre la tradición
del magisterio de la Iglesia y de la Fe católica”.
(Itinerario espiritual, 1991)
Migraciones
Sabemos que
Francisco es muy afecto a las migraciones, se ha encargado constantemente de
promover las migraciones desde países musulmanes que los pueblos europeos de
ningún modo pedían ni necesitaban.
Ahora con esta
medida podría propiciar una segunda (o tercera, si pensamos que durante el “covid”
hubo otra) ola migratoria hacia la FSSPX. Recordemos, hubo una primera ola
migratoria cuando fue lo del “levantamiento de las excomuniones”, preparado de
antemano por el Summorum Pontificum.
Entonces arribó a la Fraternidad mucha gente que no comprendía en absoluto la
naturaleza del combate doctrinal llevado adelante por Monseñor Lefebvre. No los
culpamos por ello. El problema fue que al llegar a las costas de la
Fraternidad, ésta ya había diluido gran parte de su “lefebvrismo”, entonces
casi todos los migrantes restaron en sus posiciones anteriores, sin
involucrarse verdaderamente en el combate contra la Iglesia conciliar.
Vale
la pena recordar lo que dijo alguna vez Monseñor Lefebvre, que sabía bien de lo
que hablaba:
“Sobre
todo, si hubiera un arreglo con Roma, estaríamos invadidos por cantidades de
gente: Ahora que tienen la Tradición y están reconocidos por Roma, van a venir
con nosotros. Hay mucha gente que seguirá con su espíritu moderno y liberal,
pero que vendrán con nosotros porque les va a gustar asistir de vez en cuando a
una ceremonia tradicional y tener contacto con los tradicionalistas. Y esto
será muy peligroso para nuestro medio tradicional. Si somos invadidos por toda
esta gente ¿qué va a pasar con la Tradición? Poco a poco va a haber una especie
de ósmosis que se producirá, una especie de consenso… Muy despacio, muy
despacio, vamos a terminar por no ver la distinción entre el liberalismo y la
Tradición. Es muy peligroso”. (Conferencia en Flavigny
el 11 de junio de 1988, Fideliter n°68)
Eso
ocurrió ya en la primera ola migratoria –por el semi-acuerdo
con Roma- y podría pasar ahora, con este “confinamiento” decretado por
Francisco. Esa gente que ahora es birritualista, afecta a Benedicto y Juan
Pablo y que no comprende el fondo de la cuestión, ¿va a ser esclarecida como se
merece, por la neo-FSSPX? Creemos que en algún caso puntual, sí, pero en la
mayoría de los casos, no.
Los conciliares saben que
es mejor tener a todos los tradicionalistas y semi-tradicionalistas metidos en
el mismo barco, que tener que hundir muchos barcos, botes y canoas dispersos
por el mundo entero.
Que la FSSPX no se crea
al margen de todo esto, porque el enemigo sigue conspirando.
Bien dicho
“Este
motu proprio, tan dramático como agresivo, ilustra cómo la guerra entre la
Iglesia católica y el parásito conciliar que la ataca es una lucha a
muerte. En estos tiempos difíciles y muy convulsos, las almas necesitan más
que nunca la doctrina católica y los verdaderos sacramentos. Más que
nunca, la Iglesia necesita obispos plenamente católicos, asistidos por
sacerdotes que no solo deseen guardar la Misa para siempre, sino que estén
dispuestos a defender los bienes más importantes de la Iglesia contra cualquier
ataque, cualquiera que sea su costo personal. Reza por ellos.” https://www.medias-presse.info/le-pape-francois-supprime-ecclesia-dei-abroge-summorum-pontificum-et-rallume-la-guerre-liturgique/144499/
Sedevacantistas,
es decir, sedeprotestantes
La actitud sedevacantista es una actitud
típicamente protestante, aunque se presuma católica. La propia voluntad
individual decide –aunque se haga creer que sigue a no sé qué autor- y cree que la Iglesia puede existir sin un Papa.
Pero el Papa es la piedra sobre la cual Cristo edificó su Iglesia. Si bien nos
fijamos, Cristo primero designó al Papa, y luego hizo la Iglesia, como
corresponde cuando se coloca el fundamento donde irá el edificio. “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré
mi Iglesia”.
Precisamente porque esa “piedra” es tan
importante, cuando esa piedra está debilitada, infectada, débil, corrompida, todo
el edificio tambalea y se resquebraja. Es lo que está aconteciendo.
Traemos a cuento este tema porque ayer 18 de
julio fue un nuevo aniversario de la Constitución dogmática Pastor
Aeternus del Concilio Vaticano I (18 de julio de 1870). La cual termina
así su segundo capítulo:
“Por lo tanto, si alguno dijere que no es por
institución del mismo Cristo el Señor, es decir por derecho divino, que el
bienaventurado Pedro tenga perpetuos sucesores en su primado sobre toda la
Iglesia, o que el Romano Pontífice no es el sucesor del bienaventurado Pedro en
este mismo primado: sea anatema”.
Lamentamos que algunos
caracterizados sedeprotestantes, curas disfrazados e hinchados de soberbia
dediquen videos interminables a intentar refutar a los que impugnan el
sedevacantismo, sólo para exhibirse orgullosamente rodeados de libros como “sabios”
y “eruditos”.
Roma locuta, causa finita.
Un delito inteligente
Lo decía Chesterton: “Todo delito inteligente está fundado en algún hecho simplísimo, en
algún hecho no misterioso por sí mismo. Y la mixtificación ulterior no tiene
más fin que encubrirlo, desviando de él los pensamientos de los hombres”.
Estamos siendo
testigos de ese hecho simplísimo, de ese crimen abominable: un pequeño grupo de
plutócratas revolucionarios mundialistas, quiere acabar con la mayor parte de
la población mundial, para lo cual desarrolla una estrategia de encubrimiento a
través de una “pandemia” que requiere encierros alienantes, quiebras
económicas, vacunaciones asesinas y demás medidas, en pro de acabar con ese virus
misterioso que está en todas partes y muta y varía hasta hacer inútiles las
vacunas por lo cual deben aplicarse otras y así una y otra vez.
Los hombres han
desviado la mirada del crimen para prestar atención a la mixtificación que la presstitución
mediática le ofrece cada día.
Ah, pero Chesterton
sabía, como sabemos nosotros, que el crimen perfecto no existe.
Y al final, se hará
justicia.
Fray Llaneza