
Penosamente entregados aparecen los resignados seguidores de Mons.
Fellay y demás liberales de la Neo-FSSPX (otrora llamados lefebvristas, pero ¿qué queda de la combatividad de Mons.
Lefebvre?). Aunque esa resignación aparece disfrazada de optimismo a la manera
de los conservadores y línea-media que un día se desgañitan contra Francisco y
al siguiente lo aplauden por esta clase de medidas, como si se tratase de un
Dr. Jekyll y Mr. Hyde espasmódico que ya no se controla, y así un día se le
ocurre una cosa y al otro día otra, totalmente imprevisible y opuesta, cuando
es sabido que es un político astutísimo que no da puntada sin hilo y no está
donde está por pura casualidad. Todavía hay zonzos (lo decimos suavemente) que
hablan con entusiasmo de un “reconocimiento pleno y sin trabas para el accionar
de la FSSPX dentro de Roma”. Así, creen que los enemigos de la Tradición
católica, los mismos que hicieron la masónica revolución del Vaticano II, y que
se han dedicado a demoler con satánica constancia todo lo que la Iglesia había
construido en dos milenios, ahora quieren favorecer a la Tradición ¡justo
cuando el hereje Bergoglio más claro demuestra su compromiso para construir el
Nuevo Orden Mundial anticristiano! ¡Justo cuando la sodomización de la iglesia
conciliar avanza a pasos agigantados! ¿Esperarían estos ilusos que los fariseos
con Anás y Caifás a la cabeza permitieran o concedieran la libertad de accionar
para Pedro, Pablo y demás Apóstoles? ¿En qué cabeza cabe? Sólo en cabezas
trabajadas por mucho tiempo por el liberalismo, que les inoculó el espíritu
dialoguista y les hizo perder el sentido del combate cristiano. ¡Ni siquiera
queda ya el celo por la verdad y el odio al error y la mentira! ¡Sólo se busca
entenderse con los enemigos! ¡Ya no se reconoce a los amigos y a los enemigos!
Varios tipos de comentarios ha suscitado la reciente medida dispuesta
por Francisco
en relación con la FSSPX durante el “Año de la Misericordia”. Por un lado,
están los que se enredan en torno a discusiones leguleyas respecto de la
validez o no validez de las confesiones de la FSSPX y mil cosas más, como si
Dios fuese un Ministro o Juez de la Corte que sólo ejerce su caridad y salva
las almas si el formulario A15 o J34 están debidamente sellados y firmados por
el Secretario y el Adjunto del Jefe de la Oficina de Socorros romana…ignorando
por completo el estado de necesidad y la ley suprema de la Iglesia, que es la
salvación de las almas.
También están los que parecen preocupados o muy interesados (algunos
quizás tengan un poco de resentimiento) por lo que dirán los que hasta ahora
venían criticando a la FSSPX desde los sectores línea-media y neo-cones: “Ahora, cierta línea media (Aciprensa), que
se caracteriza por su odio a la Fraternidad y su papolatría, van a tener que
tragarse sus palabras”…“¿Qué dirán los Iraburu o los Bermúdez?”, etcétera.
Pero ¡a quién diablos le importa lo que diga esa gente! ¿Lo único que les
importa es la opinión ajena? Lo único que importa y debe importar es lo que piensa
Dios y aunque todo el mundo se concierte en el desprecio y la crítica a
nosotros, si nuestra conciencia no nos acusa y estamos ciertos de cumplir con
Dios, ¿a qué esas quejas femeniles o preocupadas de “qué dirán los papólatras
neocones que nos criticaban”? ¡Nos tiene
absolutamente sin cuidado! ¡Que digan lo que quieran! ¿O tiene importancia que
los resabiados de liberalismo opinen “bien” de nosotros?
Pero esa preocupación por “el qué dirán”, es decir, deseo de agradar al
mundo –y la iglesia conciliar, entiéndase bien, ES “Mundo”- está en la base de la búsqueda de
“regularizar la situación canónica” lo que hoy día quiere decir “que Roma
reconozca a la FSSPX como católica”, es decir, que los que enseñan herejías y
destruyen la Tradición y verdadera doctrina católicas, le den un sello a la
FSSPX que diga que es católica. Y esto mientras los modernistas siguen a toda
máquina con las consignas en pro del Nuevo Orden Mundial que sodomiza y
destruye a las familias y unifica las religiones detrás del cuidado de la
“Madre Tierra”…Vean por ejemplo este comentario en uno de los blogs
fellecistas: “No deja de ser una buena
noticia. Y mala para los que se regocijan en llamarnos cismáticos.(…) Después
de todo,. no es cuestión que por un grupito de necio (sic) debamos vivir como no católicos cuando somos
católicos. y que nos reconozcan como católicos es importante, sobre todo si
damos buen ejemplo con humildad, verdad y caridad. Es lo que ha pedido varias
veces el Papa a los tradicionalistas en serio, y en eso tiene razón. En eso, y
por ahora nada más que en eso. Nos conoce tan bien como nosotros lo conocemos a
él.” A lo que el responsable del blog responde: “Muy de acuerdo con lo suyo. Humildad, verdad y caridad. La humildad nos
previene del Diablo sus pompas y sus obras; la verdad, de los modernistas y sus
ocurrencias; y la caridad, de los falsos tradicionalistas y sus infamias”.
Confundir la humildad con la estupidez es algo muy habitual de estos tiempos
confusos. Si “la humildad nos previene del Diablo sus pompas y sus obras”,
¿dónde está la prevención al querer colocarse bajo el poder de aquellos que
sirven y hacen las obras del Diablo (los modernistas), poniendo en riesgo la
propia fe? ¿O las herejías no son las obras de la carne patrocinadas por el
Diablo? Además, se suscribe allí el comentario que da a entender que se estaría
viviendo como no católico por no contar con el reconocimiento de Roma (es
decir, de los conciliares herejes modernistas), lo cual es una imbecilidad,
mucho mayor viniendo de supuestos seguidores de Mons. Lefebvre.