P. Paul Robinson FSSPX
LA UNIDAD DE FE CON EL PAPA FRANCISCO Y EL RECONOCIMIENTO CANÓNICO DE LA FSSPX
LA UNIDAD DE FE CON EL PAPA FRANCISCO Y EL RECONOCIMIENTO CANÓNICO DE LA FSSPX
En este artículo, publicado con
el permiso de la Casa General de la FSSPX en Menzingen, el P. Paul Robinson
aborda la cuestión de si el Papa debe tener la fe de un tradicionalista [nótese
esta expresión “la fe de un tradicionalista”. Esta es -simplemente- la fe
católica] para que sea correcto para la
FSSPX recibir de él el reconocimiento canónico.
Introducción
En el debate acerca de si la
FSSPX debe aceptar una prelatura personal del pontificado del Papa Francisco,
algunos han opinado que la FSSPX no debería considerar si el reconocimiento
canónico es oportuno o prudente; sino que más bien, la verdadera pregunta que
debería ser planteada es si la FSSPX y el Papa Francisco comparten la misma
finalidad y tienen la misma fe. De ser así, entonces y sólo entonces podría ser
correcto en principio, permitiéndonos discernir si también es prudente.
La posición implícita de aquellos
que expresan esta opinión, es que el Papa Francisco no tiene la misma fe o la
misma finalidad de la FSSPX, y por lo tanto sería en principio un error aceptar
el reconocimiento canónico bajo el pontificado del Papa Francisco. No solo eso,
sería ilógico, pues “establecer unidad legal sin unidad real sería…
contradictorio”.
Este artículo tratará de mostrar
que, en principio, no es un error aceptar el reconocimiento canónico de un Papa
modernista, y también tratar de determinar un criterio por el cual se puede
determinar el grado en que la colaboración con un Papa modernista es aceptable.
Este artículo no considerará si es prudente, en las circunstancias actuales,
aceptar la prelatura personal del Papa Francisco por parte de la FSSPX.
La Historia de la FSSPX
El primer hecho a destacar acerca
de la posición mencionada es que va en contra del espíritu que anima toda la
historia de la FSSPX. Hagamos una breve reseña de esa historia para ver que tal
es el caso.
No parece muy difícil establecer
que el Papa Paulo VI tenía fuertes tendencias modernistas. Aun así la FSSPX fue
erigida canónicamente bajo el pontificado de Paulo VI y fue reconocida como pía
unión desde 1970 a 1975. Así, por lo menos en la mente del Arzobispo, no puede
estar mal, en todas las circunstancias, el colaborar con un Papa modernista al
grado de tener una estructura canónica bajo su autoridad. [El P. Robinson no
toma en cuenta que en 1970, año de la fundación de la FSSPX, la Iglesia recién
empezaba a sumergirse en las tinieblas de la espantosa crisis inaugurada con el
concilio Vaticano II. A medida que se producían los cambios y a medida que se
consolidaba y se acentuaba más y más el proceso de autodemolición en la
Iglesia, Monseñor Lefebvre iba endureciendo, progresivamente también, su
postura ante la Roma ocupada por los herejes modernistas]
Los acontecimientos que llevaron
a 1988 son tal vez los más ilustrativos en este sentido. Cuando se entiende que
Monseñor Lefebvre estaba esperando señales de que debía consagrar obispos y que
después de recibir dos de esas señales bajo la forma de escándalos modernistas
por parte de Roma, fue entonces a Roma buscando un reconocimiento canónico; uno
debería sacar el principio general: los escándalos modernistas, por sí mismos,
no son un obstáculo para recibir el reconocimiento canónico de manos de los que
perpetraron esos escándalos. [Si el P. Robinson tiene razón, Mons. Lefebvre se equivocó
cuando escribió esto al final de su vida y como conclusión de lo relativo al
tema de las relaciones con Roma: “Los sacerdotes que quieren
permanecer católicos, tienen el estricto deber de separarse de la iglesia
conciliar, hasta que ella redescubra la Tradición de la Iglesia y la Fe
católica”. (Mons. Lefebvre en “Itinerario Espiritual”, que es el último
libro de Monseñor y, por eso, la manifestación de su última y definitiva
voluntad). Noten, a propósito, que la expresión “iglesia conciliar” no figura
nunca en este texto acuerdista de la FSSPX. También se equivocó el capítulo
general del 2006: "Los contactos que mantiene la Fraternidad
esporádicamente con las autoridades romanas tienen como único objeto ayudarles
a que hagan otra vez suya la Tradición, de la que la Iglesia no puede renegar
sin perder su identidad, y no para lograr una ventaja para sí misma ni
para llegar a un imposible “acuerdo” puramente práctico"
Al mismo tiempo, el Arzobispo
retiró su firma del protocolo que le proveería una estructura canónica, porque
perdió confianza en aquellos con los que estaba negociando. [Así que, según el
P. Robinson, no fue por motivos doctrinales que Mons. Lefebvre retiró su firma] Una vez que esta dura prueba terminó, se dio
cuenta de que un mayor tradicionalismo [nótese la
frase engañosa "mayor tradicionalismo". ¿Francisco debe ser
calificado como una Papa “de menor tradicionalismo" y Benedicto XVI como
"de mayor tradicionalismo" que aquél?] por
parte de los romanos -en su doctrina- proveería bases sólidas para la
confianza. [Entonces, según este sacerdote
acuerdista, de lo que se trata es de “confiar”, no de defender la doctrina, no
de combatir por los principios. Se trata de una cuestión de confianza, no de
fe]
Por lo tanto, para él, evaluar la
fe del Papa era la base para evaluar la aceptación del reconocimiento canónico,
no en cuanto a si es posible, sino más bien a si es prudente. Si se puede
confiar en al Papa para permitir a la FSSPX permanecer “como es” y ejercitar su
ministerio -la “experiencia de la Tradición”- con suficiente autonomía, entonces
el reconocimiento canónico es bueno para la Iglesia y debe ser aceptado.[Luego -conviene insistir
en el punto- estas palabras de Mons. Lefebvre no valen nada:“Los
sacerdotes que quieren permanecer católicos, tienen el estricto deber de
separarse de la iglesia conciliar, hasta que ella redescubra la Tradición de la
Iglesia y la Fe católica”]
Esta misma línea ha sido seguida
por la FSSPX en sus negociaciones con la jerarquía romana en el siglo XXI. La
FSSPX nunca ha ido a Roma, pidiendo que el Papa y la jerarquía se conviertan al
tradicionalismo antes de que la posibilidad de un reconocimiento canónico sea
siquiera considerada. [Entonces la declaración del capítulo general del 2006 es
inexplicable: "Los contactos que mantiene la Fraternidad esporádicamente
con las autoridades romanas tienen como único objeto ayudarles a que hagan otra
vez suya la Tradición, de la que la Iglesia no puede renegar sin perder su
identidad, y no para lograr una ventaja para sí misma ni para llegar a un
imposible “acuerdo” puramente práctico". Un acuerdo puramente
práctico es el que tiene lugar sin que exista acuerdo en lo doctrinal. Ahora
bien, para que Roma y la FSSPX estén de acuerdo en lo doctrinal, hay dos
posibilidades: o Roma debe abandonar el modernismo y el liberalismo, o la FSSPX
debe hacerse liberal y modernista. No existe un posible término medio.
¿Entonces? Nunca se ha pedido una profesión de fe por el Papa, una
abjuración de herejía, un syllabus de errores, ni nada parecido. Hacer eso
implicaría que la FSSPX es el superior y el Papa el inferior, como si fuera una
cuestión de que el Papa recibiera un reconocimiento legal por la FSSPX en lugar
de lo contrario. En resumen, esto implicaría un espíritu cismático. [De nuevo este
sacerdote liberal y acuerdista pretende tener razón en contra de Mons.
Lefebvre: “Suponiendo que de aquí a un tiempo Roma nos llame, nos
quiera ver y volver a conversar, en ese caso seré yo quien ponga las
condiciones [...] Y plantearé las cuestiones desde el plano doctrinal:
"¿Están de acuerdo ustedes con las grandes encíclicas de los grandes papas
precedentes? ¿Están de acuerdo con la Quanta Cura de Pío IX, Immortale Dei y
Libertas de León XIII, Pascendi de Pío X, Quas Primas de Pío XI, Humani Generis
de Pío XII? ¿Están ustedes en plena comunión con esos papas y sus afirmaciones?
¿Aceptan también el juramento antimodernista? ¿Están por el reinado social de
Nuestro Señor Jesucristo? Porque si no aceptan las doctrinas de sus
predecesores es inútil hablar. Mientras no acepten reformar el Concilio considerando
la doctrina de los papas anteriores, no hay diálogo posible. Es inútil.” (Mons.
Lefebvre, Fideliter Nº 66, septiembre 1988).
La FSSPX sólo ha pedido lo que le
corresponde a su propia posición, especialmente la petición de ser dejada “tal
cual es”. [Idea abandonada absolutamente por Mons.
Lefebvre al retirar su firma del protocolo del 88, pero “exhumada y resucitada”
por los acuerdistas debido a que resulta muy conveniente para engañar o
calmar ilusos en orden a lograr el traidor acuerdo puramente práctico] Ella trató de establecer en el Capítulo
General del 2012 seis condiciones -ninguna de las cuales concernían a la fe del
Papa- para asegurarse de que permanecería intacta y suficientemente autónoma
bajo un hipotético reconocimiento canónico. [Porque el capítulo general estuvo el 2012 y sigue estando
bajo el control de Mons. Fellay. “Curiosamente”, el P. Robinson “se olvida” del
capítulo del 2006]
Esto no significa que los
miembros de la FSSPX, incluso de posiciones muy altas, no han sido a veces
tentados [¡!] a sostener que el
verdadero espíritu del Arzobispo y de la FSSPX exige que el Papa profese el
tradicionalismo doctrinal [es decir, la “fe católica íntegra”] antes de que pueda haber algún
reconocimiento práctico. Esta es, después de todo, la postura de este
conglomerado de sacerdotes ex miembros de la FSSPX y que llevan el nombre de
“la Resistencia” y que tiene como uno de sus miembros a un antiguo obispo de la
FSSPX. [¡Esa es
nuestra postura, a mucha honra!]
Lo que se afirma aquí es que la
posición de “estricta unidad de fe antes del reconocimiento canónico” no ha
sido nunca, en ningún tiempo, la posición oficial de la FSSPX, ni en los
tiempos del Arzobispo ni después de su muerte. [Cita de la famosa declaración del 21 de noviembre de 1974: "Nos
negamos y siempre nos hemos negado a seguir a la Roma de tendencia
neomodernista y neoprotestante que claramente se manifestó en el Concilio
Vaticano II y, después del Concilio, en todas las reformas que le han
seguido." Cita de la carta de los Superiores de la FSSPX de 6 de julio
de 1988:"Nosotros jamás quisimos pertenecer a ese sistema que se
califica a sí mismo de Iglesia Conciliar y se define por el Novus Ordo Missae,
el ecumenismo indiferentista, y la laicización de toda la sociedad. Sí,
nosotros no formamos parte, nullam partem habemus, del panteón de las
religiones de Asís; nuestra propia excomunión por un decreto de Vuestra
Eminencia o de otro discasterio no sería más que la prueba irrefutable. No
pedimos nada mejor que el ser declarados ex communione, fuera de la comunión,
del espíritu adúltero que sopla en la Iglesia desde hace veinticinco años,
excluidos de la comunión impía con los infieles."]
Colaboración Posible
En principio, entonces, debe ser
posible colaborar de alguna manera con un Papa modernista. [“Yo le dije (al
Cardenal Ratzinger) incluso si usted nos concede un obispo, incluso si usted
nos da cierta autonomía respecto de los obispos, incluso si usted nos concede
toda la liturgia de 1962, si usted nos concede seguir con los seminarios y la
Fraternidad como lo hacemos ahora, no podemos colaborar, es
imposible; porque trabajamos en direcciones diametralmente opuestas: ustedes,
ustedes trabajan para la descristianización de la sociedad, de la persona
humana, de la Iglesia; y nosotros estamos trabajando para la cristianización.” (Cita
de Mons. Lefebvre en su biografía escrita por Mons. Tissier de Mallerais, p.
548)] Vamos a alejarnos un poco de las conversaciones FSSPX-Roma,
para comprender un hecho que es absolutamente fundamental para esta discusión:
la FSSPX siempre ha colaborado hasta cierto punto con los Papas posconciliares. [En la teología
moral se estudian los principios sobre la colaboración al mal, y
ella aclara que esa colaboración puede ser lícita o ilícita. Técnicamente, se
habla de colaboración formal y material, directa e indirecta, próxima y remota,
etc. En este texto acuerdista no se hace ninguna de estas distinciones] Tres
principios ayudarán a aclarar que este es específicamente el caso con el Papa
Francisco.
El primer principio es que la
FSSPX acepta que el Papa Francisco es el Papa [valga
la tonta redundancia]. Monseñor
Lefebvre, si bien demostrando una cierta tolerancia por sedevacantistas
individuales, siempre rechazó el sedevacantismo en su fraternidad sacerdotal.
Hasta el día de hoy, los candidatos a las órdenes mayores en la FSSPX deben
afirmar frente al Santísimo Sacramento, la noche antes de su ordenación, que el
Papa es Papa [dicho de un modo menos torpe: que
tal hombre es el Papa].
El segundo principio es que el
Papa Francisco es el Papa de la Iglesia Católica [¡Vaya
precisión! Como si hubiera Papas en otras religiones, como si pudiera existir
más de un Vicario de Cristo...]. Esto
significa que él tiene el más alto cargo en una institución establecida por Nuestro
Señor Jesucristo. Como tal, él no ha decidido y no puede decidir la finalidad
de esta institución. La Iglesia es la Iglesia independientemente de sus
opiniones personales sobre ella. Este es tal vez un raro ejemplo donde sería
apropiado para él decir, “¿Quién soy yo para juzgar?”
Esto debe tenerse en cuenta
cuando consideramos ciertas direcciones en las que el Papa Francisco
aparentemente [nótese el
"aparentemente"] ha tratado de conducir a la Iglesia. Por
ejemplo, parece [de nuevo: "parece"] que él quiere que la Iglesia
sea un agente de ideología ecológica, es su moderna forma antihumana, como ha
sido expresada por personas como Jeffrey Sachs y Paul Ehrlich. No hace falta
decir que no es parte de la misión de la Iglesia fomentar “objetivos sustentables”,
especialmente cuando implican reducciones drásticas de población mundial. Esto
es verdad independientemente de si el Papa Francisco cree o quiere que esto
forme parte de la misión de la Iglesia.
Tercero y último, los miembros de
la FSSPX así como sus fieles son ya miembros de la sociedad real de la Iglesia
Católica sobre la cual el Papa Francisco es la cabeza visible. En otras
palabras, ellos tienen una unidad real con el Papa Francisco, no con el Papa
Francisco en su “magisterio personal”, sino con el Papa Francisco como Papa. [Otra perogrullada] Ellos
lo reconocen como la cabeza de gobierno de la Iglesia, ponen su retrato en sus
capillas [gesto servil imperado por Mons. Fellay
desde hace sólo unos 5 años], lo
mencionan por su nombre en la Misa y la Bendición. Estos actos no son ni
posturas hipócritas ni símbolos vanos; ellos indican la unidad real que existe
entre la FSSPX y el Papa. Ellos indican que la FSSPX está colaborando, por lo
menos hasta cierto punto, con el Papa Francisco por los intereses de la Santa
Madre Iglesia.[Cuando los Cristeros hablaban del
“Presidente Calles”, colaboraban -al expresarse así- hasta cierto punto, muy
remotamente y dentro de los límites de lo que está permitido, con ese tirano.
Pero los Cristeros no por eso dejaban de combatir contra él. Los acuerdistas de
la FSSPX quieren, por el contrario, someterse a un Papa liberal y modernista]
Reconocimiento Canónico, no una
Unión
El hecho de que en la FSSPX ya
exista una unidad real con el Papa Francisco recuerda un hecho clave que
frecuentemente es olvidado por los que rechazan la prelatura personal: por el
reconocimiento canónico de la FSSPX por el papa Francisco no se trata de que la
FSSPX se una a algo. Es más bien que se le otorgue una posición legal en un
cuerpo al cual ya está realmente unida. [Sofisma. Un ciudadano católico que ha sido encarcelado por
luchar contra su gobierno anticatólico, se encuentra vinculado o unido a ese
poder de diversos modos; pero si es liberado por el tirano que gobierna, no le
es lícito dar por terminada su resistencia, ni menos ir a ponerse “a las
órdenes” del tirano. La FSSPX es parte de la Iglesia, por lo que está unida
de distintos modos o puntos de vista a todos los buenos y
malos que pertenecen a la Iglesia. Convertida en prelatura personal, deberá
obedecer en todo a un Papa nefasto, liberal y modernista. Entonces,
transgrediendo los debidos límites, cuando la Fraternidad acepte ser convertida
en prelatura personal, quedará unida de un nuevo modo ilícito al
demoledor Francisco y al resto del clero conciliar]
Con mucha frecuencia, los
rechazadores enmarcan la discusión de las relaciones FSSPX-Roma como si se
tratara de que la FSSPX estuviera obteniendo una membrecía en la “Iglesia de
Francisco”, cuando de hecho no hay nada a lo que la FSSPX se una a lo cual no
pertenezca ya. [Lo
que la Resistencia afirma es esto: no es lícito someter la FSSPX a las
autoridades modernistas. Los acuerdistas responden que sí es lícito porque eso
“repara una injusticia cometida contra la Fraternidad” y “abre puertas” al
apostolado. Por lo demás: "Hay que convencer a los fieles de que
se trata de una maniobra, que es un peligro ponerse en manos de los obispos
conciliares y de la Roma modernista. Es el mayor peligro que les amenaza. Si
hemos luchado durante 20 años para evitar los errores conciliares, no es para
ponernos ahora en manos de quienes los profesan.” (Mons. Lefebvre,
Fideliter Nº 70, Julio-agosto 1989)]
La FSSPX estaría uniéndose a una
organización solamente si:
La FSSPX fuere cismática y por lo
tanto fuera de la Iglesia, lo que nosotros negamos con vehemencia.
O que las autoridades constituyan
una iglesia no católica en el sentido estricto organizacional del término, algo
que también negamos.
Muchos de nosotros en la FSSPX
han tenido conversaciones con parientes Novus Ordo o amigos que, juzgando por
apariencias superficiales, nos han acusado de estar “fuera de la Iglesia”
porque nuestras parroquias no están aprobadas por las diócesis. Y nosotros, sin
duda, les hemos explicado que la separación es solamente aparente pues
aceptamos completamente [¡!] la autoridad del Papa y los obispos. Pero
así como la "separación" de las autoridades de la Iglesia causada por
la falta de una estructura canónica es sólo aparente, también la
"unión" a algo mediante la aceptación de una estructura canónica es
sólo aparente. Si el Papa da a la FSSPX una prelatura personal, parecería a
algunos que de este modo la FSSPX habría entrado en comunión con la Iglesia
(“plena comunión” en su terminología). En realidad, nada habría cambiado
respecto a la comunión de la FSSPX con la Iglesia [una perogrullada más]. Esa
comunión habría existido integralmente tanto antes como después del
otorgamiento de la estructura canónica.
Este punto es muy importante a la
luz de aquellos que sostienen que el reconocimiento canónico es un error en
cualquier situación donde el Papa no tenga la misma fe en la Iglesia Católica
que tienen los tradicionalistas, porque los tradicionalistas estarían buscando
unir sus esfuerzos con alguien que no comparte el mismo objetivo [con un enemigo de la Iglesia, mejor dicho]. El hecho es que los tradicionalistas
necesariamente deben unir sus esfuerzos en cierto grado con el Papa Francisco,
simplemente reconociéndolo como Papa y tratando de promover los intereses de la
institución de la cual él es la cabeza visible. La fe modernista del Papa
Francisco no puede, entonces, ser un completo obstáculo para la colaboración [1° “Fe modernista”:
el P. Robinson reconoce que Francisco es un hereje. 2° En cuanto al clero
modernista, hay que tener en cuenta que sucede con ellos como con Caifás,
quien, sin dejar de ser el verdadero Sumo Sacerdote de Dios, era
también deicida. Caifás era -por su investidura- ministro de Dios y
-por su pecado- ministro del demonio. Lo mismo sucede con la Jerarquía
modernista. Ella debe ser reconocida como Jerarquía de la Iglesia Católica,
pero ella debe ser desobedecida cuando actúa como instrumento del demonio (*)].
Si estamos de acuerdo que la
unidad de fe con el Soberano Pontífice no es, en sí misma, necesaria para la
colaboración, se plantea entonces esta pregunta: ¿el reconocimiento canónico de
la FSSPX es una de esas áreas donde la colaboración con un Papa modernista es
posible? ¿O el modernismo excluye positivamente tal posibilidad, ya que la
colaboración está al nivel de una estructura canónica?
Niveles de colaboración
Si intentáramos establecer un
principio general sobre las circunstancias donde la colaboración con un Papa
legítimo de fe dudosa [antes dijo “modernista” y
ahora dice “dudosa”] es buena y
cuándo no lo es, sería este: colaboración con un tal Papa es buena cuando es
moralmente cierto que él está trabajando por el bien de la Iglesia y malo
cuando es moralmente cierto que no. [Falso principio, pues los Papas liberales, ministros de Dios
y del demonio, hacen una y otra cosa, lo que posibilita que los acuerdistas
siempre puedan pretender fundarse en el bien que hacen esos Papas para
colaborar más allá de lo lícito con ellos. El principio es este otro: a una
congregación que conserva la fe íntegra (y que por eso es necesariamente
antiliberal y antimodernista), no le es lícito hacer peligrar la fe que
conserva ni dejar de defenderla, sometiéndose a un Papa que carece de esa fe
íntegra]
Este parece ser el principio bajo
el cual el Arzobispo estaba operando. En su sermón antisedevacantista de
ordenaciones de 1982, declaró:
“A pesar de las heridas en la
Iglesia, a pesar de las dificultades, de la persecución que sufrimos, incluso
por parte que tienen la autoridad en la Iglesia, no abandonemos la Iglesia,
amemos la Santa Iglesia nuestra madre, sirvámosla siempre, a pesar de las
autoridades, si es necesario… queremos ayudar a la Santa Iglesia Católica
Romana”. Apología pro Marcel Lefebvre, vol. III, pp. 415-416. [Pero el que
resiste a una Jerarquía de traidores liberales, no abandona por eso a la
Iglesia]
Cuando dice “a pesar de las
autoridades, si es necesario”, implícitamente está diciendo “con las
autoridades, si es posible” [?]. Pase lo que pase, la FSSPX debe servir a la
Iglesia, no a los hombres de Iglesia como tales. [“El más grande servicio que podemos hacer a la Iglesia y al
sucesor de Pedro es rechazar la Iglesia reformada y liberal” (Mons. Lefebvre, “Carta abierta a los católicos perplejos”,
Cap. XVIII)] Cuando éstos actúan en contra de la Iglesia -y lo
hacen claramente- la FSSPX no debe cooperar. En el caso de las consagraciones
de 1988, la FSSPX debe ir tan lejos como actuar en oposición a la autoridad de
la Iglesia para servir a la Iglesia. Cuando los hombres de Iglesia actúan por
el bien de la Iglesia, por otro lado, entonces por supuesto que la FSSPX debe
cooperar. Hacer lo contrario sería obrar en contra de la Iglesia. Esto es
verdad si los hombres de Iglesia que obran en bien de la Iglesia son
modernistas o no lo son, si su fe se alinea exactamente con la de los católicos
tradicionales o no. [Pero una vez que la FSSPX se convierta en prelatura,
¿alguien en su sano juicio puede suponer que ella va a negarse a obedecer todo
lo que se le mande “en contra de la Iglesia” y, además, que se va a atrever a
criticar lo que la Jerarquía modernista hace “en contra de la Iglesia”? Pura
ilusión. El actual silencio cómplice de Mons. Fellay antes de cualquier
acuerdo, ¿no indica nada? Los casos de congregaciones que tuvieron esas
ilusiones y fueron “alineadas” por Roma apóstata, ¿no son un testimonio
elocuente de lo que los herejes romanos intentarán hacer con la FSSPX?]
Respecto a la prelatura personal,
el magisterio personal del Papa Francisco, en sí mismo, no es necesariamente un
obstáculo para que la FSSPX use tal prelatura para el bien de la Iglesia. El
Papa no tiene que ser un firme defensor de Pascendi por su hipotético reconocimiento
de la SSPX para dar fruto. Todo lo que tiene que hacer es adherirse a los
términos de la prelatura [puras ilusiones].
Ejemplo para ilustrar
Para ver por qué no sería malo
colaborar con un Papa modernista si actúa en nombre de los verdaderos intereses
de la Iglesia, considere el siguiente ejemplo. Suponiendo que hubiera existido
una organización llamada “La Sociedad de los Salvadores” en Francia, bajo el
pasado régimen socialista de François Hollande. Sería un grupo de mujeres que
tratan de salvar a las madres embarazadas y sus hijos por nacer del aborto. La
Sociedad ya está trabajando en Francia haciendo cosas positivas por el bien
común de la gente. Sin embargo, ellas harían mucho más bien si estuvieran
registrados como una corporación por el gobierno, esto es, si tuvieran un
estatus legal en el país. Ahora, asumiendo que el gobierno de Hollande es
legítimo [pero no los es sino relativamente. No
existe un gobierno socialista con “legitimidad de ejercicio”, pudiendo tener,
sí, “legitimidad de origen”], que
Hollande recibió su autoridad de Dios y que la recibió con el propósito de
promover el bien común. Si el mismo Hollande escucha la petición de la Sociedad
de los Salvadores, sabe de lo que se trata, y elige incorporar a la Sociedad de
estas excelentes mujeres como un cuerpo legal, él estará fomentando el bien
común de hecho y, en este caso al menos, las mujeres colaborarán con el
gobierno por el bien del país.
¿Deben las mujeres tener
escrúpulos en recibir este reconocimiento legal de tal gobierno, diciéndose a
sí mismas, "Hollande no tiene la misma idea del bien común que nosotros
tenemos, y por lo tanto no podemos trabajar con él para el bien común?"
Claramente no, porque Hollande, en este ejemplo, está trabajando objetivamente
por el bien común. Además, Hollande sostiene una autoridad que no termina con
él, sino que finalmente descansa en Dios. Y Dios ha determinado el propósito de
todas sociedades y ha conferido el poder a las cabezas de estado para el
fomento de ese propósito. Entonces, cuando la Sociedad de los Salvadores está
colaborando con Hollande por el bien común de Francia, está colaborando en
última instancia con Dios. [1° El primer deber de
un católico ante un gobierno anticatólico, es combatirlo. 2° Lo que no
significa que sea imposible colaborar al bien que a veces haga ese gobierno
anticatólico (un ejemplo: construcción de obras públicas. Otro: creación de
hospitales). 3° Pero el caso de la Fraternidad no tiene paridad con el de la
organización que menciona el autor, porque la FSSPX transformada en prelatura
quedaría bajo a las órdenes de un tirano como Francisco, y no simplemente
“reconocida por Francisco como parte de la Iglesia Católica”… con una supuesta
libertad plena para combatir al mismo demoledor Francisco. ¡Por favor! ¡Un poco
de realismo!]
Por supuesto, sería importante
que las mujeres se aseguren que Hollande no las provee con un estatus legal
como una trampa con la cual las destruirá más tarde. Pero esta cuestión es de
prudencia -una cuestión fuera de la discusión de este artículo- no una de
principios. En principio, no hay problema que la Sociedad de Salvadores, en
esta situación, acepte el estatus legal de un gobierno socialista.
Este ejemplo no significa que la
Iglesia es equivalente a un gobierno civil en ningún aspecto; es más bien
similar analógicamente. Una importante diferencia entre los dos, por ejemplo,
es que la Iglesia nunca puede fallar como institución. [Acá el P. Robinson omite diversas distinciones necesarias] Nuestro
Señor le prometió estar con ella hasta el fin de los días, algo que no prometió
a ningún gobierno secular. Por lo tanto, nunca podría haber una situación en la
que un católico estuviera justificado al rechazar la autoridad gobernante de la
Iglesia, como tal. [Luego, ¿la FSSPX nunca debió dejar de estar sometida a la
Jerarquía liberal? No se rechaza la autoridad como tal, sino la sujeción
“regular” a los herejes que usurpan la Jerarquía]
Por otra parte, los católicos han
tenido derecho a rechazar la autoridad de gobierno civil en algunos casos. El
Papa San Pío V, por ejemplo, aconsejó a los católicos ingleses no reconocer la
autoridad de la reina Isabel I durante su nefasto reinado.
Tal escenario no es posible para
la Iglesia, dado que Ella, en su estructura visible y en la realización de su
fin, no puede fallar. [Pero la evidente falla de los Papas desde Juan XXIII hasta
el actual, no impide el fin de la Iglesia, sino que lo obstaculiza en parte]De
este modo no puede haber ninguna expectativa por parte de los católicos -por lo
menos aquellos que creen en la indefectibilidad de la Iglesia- de discernir
cuándo y dónde descartar al cuerpo gobernante de la Iglesia. [Según este falso principio, habría que aceptar el Vaticano
II y cualquier enseñanza o decisión que venga de la Jerarquía]
Aplicación
Mencionamos anteriormente que el
Papa no tiene el poder de cambiar el fin de la Iglesia; su cargo es algo de su
propia creación, sino que viene de Nuestro Señor Jesucristo. El cargo fue
diseñado por Él para el fomento de la finalidad de la Iglesia, que es la
salvación de las almas, la razón por la cual Jesucristo la fundó. Como tal, el
Papa, por su mismo cargo, es un instrumento de Jesucristo y trabaja por el fin
de Jesucristo, siempre que no esté abusando de su cargo. [Y cuando abusan gravemente de su cargo destruyendo la
Iglesia, como vemos han hecho los Papas desde Juan XXIII en adelante, se hacen
instrumentos del demonio y anticristos, como Caifás] De hecho, los actos jurídicos del Papa
tienen autoridad y fuerza siempre y cuando sirvan a los intereses de
Jesucristo.
Por lo tanto, cuando el Papa
Francisco realiza actos que sirven a los intereses de la Iglesia, la FSSPX
también sirve a la Iglesia colaborando con esos actos. Ciertamente, esto es lo
que tiene lugar cuando la FSSPX agradecidamente acepta de las manos del Papa
Francisco la jurisdicción ordinaria para la realización de las confesiones y
matrimonios. [Nuevamente: "Hay
que convencer a los fieles de que se trata de una maniobra, que es un peligro
ponerse en manos de los obispos conciliares y de la Roma modernista. Es el
mayor peligro que les amenaza. Si hemos luchado durante 20 años para evitar los
errores conciliares, no es para ponernos ahora en manos de quienes los
profesan.” (Mons. Lefebvre, Fideliter Nº 70, Julio-agosto 1989)]
El mismo principio aplica a la
cuestión del reconocimiento canónico: si éste sirve a los intereses de la
Iglesia, la FSSPX debe colaborar; si no, la FSSPX no debe colaborar. Para el
Arzobispo, la respuesta a esta cuestión era la misma a la respuesta a lo
siguiente: ¿La FSSPX podrá permanecer como es y continuar su obra en libertad?
¿O será destruida por el reconocimiento canónico? [Sólo la deshonestidad, la ingenuidad o la estupidez, pueden
llevar a alguien a afirmar que la FSSPX podrá estar sometida a un Papa liberal
y modernista y seguir siendo antiliberal y antimodernista]
Los que ven esta pregunta como
siendo solamente “¿cuál es la fe del Papa?”, parecen confundir el Papa con la
Iglesia, cayendo en cierta clase de papolatría. Ellos parecen pensar que el
bien de la Iglesia sólo puede ser identificado con lo bueno del magisterio
personal del Papa. Cuando ese magisterio es correcto, entonces el
reconocimiento canónico promueve el bien de la Iglesia. Cuando el magisterio es
falso en algunos aspectos, entonces el bien de la Iglesia no puede ser
fomentado por un reconocimiento canónico. O bien el Papa se alinea
perfectamente con su oficio o los católicos temerosos de Dios no pueden
colaborar con él. [Mientras los Papas sigan siendo liberales y modernistas, no
es lícito poner bajo su mando una congregación antiliberal y antimodernista]
Por el contrario, uno puede
imaginar muchas situaciones en las cuales un reconocimiento canónico de la
FSSPX fomentaría realmente el bien de la Iglesia, a pesar de la fe personal del
Papa, y debe ser aceptado si uno quiere realmente servir a la Iglesia. Que tal
sea la situación en este momento, no está en el poder de este artículo juzgar.
Pero que tal situación puede existir debe ser evidente para todos. Por el hecho
de que puede existir, resulta falsa la posición de que la aceptación de un
reconocimiento canónico debe ser juzgada sólo sobre la base de unidad en la fe
con el Papa.
Conclusión
La colaboración sólo cuando hay una completa unidad de fe con el Papa nunca ha sido la posición de los líderes de la FSSPX, ni en tiempos del Arzobispo ni después. [Falso, según lo señalado] Como tal, siempre ha habido, hasta cierto punto, colaboración entre la FSSPX y el Papa, y alguna medida de colaboración existe en este momento. [Como se ha explicado, hay colaboraciones lícitas e ilícitas con los malos y con el mal]Hablando en general, la colaboración debe ser rechazada cuando es contraria a los intereses de la Iglesia y aceptada cuando es en pro del interés de la Iglesia. Específicamente, entonces, el reconocimiento canónico debe ser aceptado si es por el bien de la Iglesia y rechazado si no lo es, independientemente de la fe del Papa. [La aceptación de un reconocimiento canónico, con la sujeción a las autoridades liberales y modernistas que él necesariamente implica; es algo moralmente ilícito]
______________
(*) Respuesta a esta
posible objeción: "En el momento de la Pasión de Cristo, el verdadero Sumo
Sacerdote de Dios era Pedro, no Caifás". Respuesta: Nuestro Señor primero promete y
después confiere el primado a San Pedro. Se lo prometió
antes de la Pasión, pero se lo confiriódespués de la resurrección.
Cita del Manual de Teología Dogmática de Ludwig Ott: "A San Pedro
se le prometió el primado después que hubo confesado solemnemente, en Cesarea
de Filipo, la mesianidad de Cristo. Díjole el Señor (Mt 16, 17-19) :
«Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás, porque no es la carne ni la sangre
quien eso te ha revelado, sino mi Padre, que está en las cielos. Y yo te digo a
ti que tú eres Pedro [= Cefas], y sobre esta roca edificaré yo mi Iglesia, y
las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del
reino de los cielos, y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos, y
cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos» (...) El primado se
lo concedió el Señor a Pedro cuando, después de la resurrección, le preguntó
tres veces si le amaba y le hizo el siguiente encargo : «Apacienta mis
corderos, apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas» (Ioh 21, 15-17)."