Utilizamos una expresión en bruto que la
prensa –de un extremo al otro del arco político y geográfico- ha adoptado en
diversos contextos para enfatizar una cuestión que no se quiere o no se puede
advertir, por parte de algunos obnubilados, y que sirve para alertar sobre esta
ceguera de quienes tienen frente a sí una respuesta que no ven. Es un factor o
un hecho que sirve de clave de comprensión de un problema o una crisis y que,
finalmente, algunos merecen que se les enrostre con todo rigor y sin diplomacias
ni rodeos de falso respeto. Así, sin querer irrespetar la investidura de un
sacerdote, cabe bien responder a recientes
palabras enteramente acuerdistas del P. Simoulin de la
FSSPX, diciendo lo que dice nuestro título.
Es demasiado fácil –parafraseemos al P.
Simoulin- dejar de lado las cuestiones doctrinales para hacer creer que la
trama del acuerdo con Roma es sólo una situación canónica, y que no hay compromisos
para la FSSPX. Es demasiado cómodo (y cobarde) decir que Francisco “parece
por momentos infiel a su
cargo”, declinando llamar a las cosas por su nombre y evitando señalar la
escandalosa y constante actuación del destructor de todo lo que es católico,
Jorge Mario Bergoglio.
Dejamos sentado en otro artículo de la
participación de la FSSPX dentro de la dialéctica hegelo-modernista llevada a
cabo por Roma, diciendo entre otras cosas:
Pero
además, cuando la FSSPX afirma que Roma “no le pide nada a cambio”, el solo
hecho de participar –con sus diferencias doctrinales- del juego de tolerancia
de contrarios de la dialéctica hegeliana, ya está aceptando deponer las armas
cristianas. Bien dice Jean Ousset: “Para conducirnos al ateísmo, el
comunismo no exige creer en tales o cuales argumentos abstractos, exige
participar en su acción, lo que, en la práctica, es mucho más eficaz. ¡Y
cuántos caen en la trampa, con el pretexto de que no se les pide renegar
explícitamente de su fe!” (“Marxismo y Revolución”). (acá)
Pues bien, la dialéctica hegeliana es la
herramienta o metodología empleada en vistas a consumar enteramente la nueva
religión que profesan los modernistas, dentro de la cual tiene cabida la FSSPX.
Advierta el lector que la congregación que lleva el nombre del Santo Papa
antimodernista, parece haber perdido por completo la noción de lo que es el
modernismo. Y se evade el problema principal en todo este asunto: la Roma que
propone un “reconocimiento” a la FSSPX profesa otra religión que no es
católica. Los conciliares tienen el bautismo católico, pero, ¿tienen la fe
católica?
Veamos lo que dice este breve artículo
de un sitio web:
ES OTRA RELIGIÓN
1)
En el video con sus intenciones de oración para septiembre, Bergoglio dijo que:
“la
humanidad vive una crisis que no es solamente económica y financiera; también
es ecológica, educativa, moral, humana. Cuando hablamos de crisis, hablamos de
peligros, pero también de oportunidades”.
“¿Cuál
es la oportunidad? La de ser solidarios: Vení, ayúdame. Para que cada uno
contribuya al bien común y a la construcción de una sociedad que
ponga al centro la persona humana”.
EL
FENÓMENO HUMANO
2)
Y en la homilía pronunciada en la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de
la Creación-un engendro ecologista al gusto del mandamás-dijo el
capuchino Raniero Cantalamessa, predicador oficial de la
Casa Pontificia:
“¡Cuánto
ha tenido que esperar el universo, qué gran carrera tuvo que tomar, para llegar
a este punto! Miles de millones de años, durante
los cuales la materia a través de su opacidad, avanzaba hacia la luz
de la conciencia, como la linfa que del subsuelo sube con esfuerzo
hacia la cima del árbol para expandirse en hojas, flores y frutos. Esta
conciencia se alcanzó finalmente cuando apareció en el universo lo que Teilhard
de Chardin llama “el fenómeno humano”. Pero ahora que
el universo ha alcanzado su objetivo, exige que el hombre cumpla
su deber, que asuma, por así decirlo, la dirección del coro y entone en nombre
de toda la creación: “¡Gloria a Dios en lo alto del cielo!”.
Ellos
tienen otra religión, que no es la nuestra. Démonos cuenta, por amor de Dios.
El P. Simoulin afirma en voz alta: “¡y yo afirmo que todo lo que viene de Roma
no es necesariamente “conciliar!”. ¡Por supuesto! El asesino no comete todo
el tiempo asesinatos. Si él acaricia un perro, lava sus camisas o ayuda a
cruzar la calle a un anciano, sus acciones no son necesariamente asesinas. Pero yo evitaría hacer un trato con él,
aceptar una invitación a cenar o buscar su palmadita satisfactoria sobre mi
espalda, por más lisonjas que él me dedicara.
Si el ejemplo puede parecer desmesurado,
pensemos que nuestro caso es el de las diferencias religiosas, donde está en
juego la salvación de las almas. San Pío X dijo, en su inmortal carta encíclica
Pascendi, que los modernistas son “hombres de lenguaje perverso, decidores
de novedades y seductores, sujetos al error y que arrastran al error (…) los
cuales con artes enteramente nuevas y llenas de perfidia se esfuerzan por
aniquilar las energías vitales de la Iglesia, y hasta por destruir totalmente,
si les fuera posible, el reino de Jesucristo. Guardar silencio no es ya
decoroso, si no queremos aparecer infieles al más sacrosanto de Nuestros
deberes, y si la bondad de que hasta aquí hemos hecho uso, con esperanza de
enmienda, no ha de ser censurada ya como un olvido de Nuestro ministerio. Lo
que sobre todo exige de Nos que rompamos sin dilación el silencio, es que hoy
no es menester ya ir a buscar los fabricadores de errores entre los enemigos
declarados: se ocultan, y ello es objeto de grandísimo dolor y angustia, en el
seno y gremio mismo de la Iglesia, siendo enemigos tanto más perjudiciales
cuanto lo son menos declarados”.
Sobre la moralidad del acto de aceptar
el reconocimiento, la misma se juzga no sólo por su objeto sino también por sus
circunstancias. Bien vale asomarse nuevamente a la respuesta dada en su momento
por los Dominicos de Avrillé a la participación de la FSSPX en el “Jubileo de
la Misericordia” (ver acá).
Nuevamente, es necesario comprender qué
clase de religión tienen en Roma, y cómo la FSSPX entra de lleno en su
esquema…siempre y cuando la FSSPX sea tolerante con esa otra religión de los
modernistas. Aceptando el “reconocimiento” la FSSPX demuestra su tolerancia,
pues juntos han de convivir diferentes principios en una “diversidad
reconciliada” o “cultura del encuentro”, que cada vez más envenena el vino puro
de la buena doctrina. La FSSPX –ya lo dijimos en nuestro artículo citado y en
otros- participa de la perversa dialéctica hegelo-modernista, más allá de la
bondad que pueda pregonar o sostener en sus intenciones.
El humanismo que reemplaza a Dios por el
hombre, recetado una y otra vez por Francisco, que llega al extremo de ni
siquiera mencionar a Dios en sus tan publicitados videos mensuales, ha sido
explicado de otro modo, como hemos visto, por el fraile Cantalamessa, en una
suerte de “justificación científica” de su falsificación del Catolicismo.
Ampliemos un poco el concepto de lo vertido por el predicador oficial del
Vaticano. Nos serviremos del Padre Castellani, que supo conocer bien los
enemigos de la Religión católica.
“La
sustitución de Dios Creador por un proceso cósmico autosuficiente proporciona
el fundamento filosófico al Evolucionismo Teológico, "la herejía
más difundida y menos conocida de nuestros días".
("Los
Papeles de Benjamín Benavides", Parte Tercera, Capít. IX - La
Política)
“…todo
el Cristianismo está siendo falsificado; y esa falsificación comenzó con el
Protestantismo y llega a su ápice con el Modernismo. Ya que el Domingo pasado
hablé de Bergson, veamos cómo es el amor de Dios en Bergson.
Bergson
no está ya de moda entre nosotros, estuvo de moda en tiempo de Alberto Rouges y
Coriolano Alberini, bergsonianos; pero Telar Chardín sí está de moda, y Bergson
está detrás de la obra de Telar Chardín. Ambos se llenan la boca con el amor de
Dios. ¿De qué Dios? De la Evolución Creadora, un invento de Bergson. -¿Qué es
la Evolución Creadora? -Es un chorro de energía espiritual que atraviesa la
materia, haciendo en ella todo cuanto puede –palabras textuales de Bergson. -¿Y
todo cuanto quiere? -No, no puede hacer de golpe todo cuanto querría; y eso
explica la existencia del mal.
-¿No
es pues omnipotente? -No, pero llegará a serlo, pues es un Dios haciéndose, lo
mismo que el Universo, que es un Universo haciéndose -evolucionando-, donde la
Evolución Creadora va sacando siempre más de lo menos; por eso es Creadora. -¿Y
eso es Dios? -0 es Dios o es una cosa de Dios- responde Bergson. –Yo no puedo
amar a un chorro, querido Bergson”
(Domingo
XVI desp. de Pentecostés, “Domingueras prédicas II”)
La "conversión
ecológica" que postula Bergoglio deriva de estos
delirios que ya San Pablo afirmó eran “fábulas profanas e historias de viejas” y
los cuales mandaba rechazar a Timoteo (I Tim. 4,7). Pero el prestigioso P. Simoulin deja de lado
estas consideraciones. E incluso llega a escribir un párrafo donde expone los
mismos errores y falacias que desde hace años nos vienen regalando Mons. Fellay
y sus cofrades de famélicos y urgidos buscadores de la estampilla vaticana:
“Y ¿cómo podemos esperar ayudar a la Iglesia a desembarazarse de sus
oropeles conciliares, y a reencontrar todo su vigor católico si nosotros
permanecemos continuamente en la banca, como espectadores críticos, cáusticos y
despectivos?”
Para el
P. Simoulin, durante 40 años la FSSPX parece haber sido solamente un
“espectador crítico, cáustico y despectivo, sentado en una banca”, que con sus santas
obras de religión no ayudó a la Iglesia a “desembarazarse de sus oropeles
conciliares”, cosa que hará sometiéndose a los modernistas conciliares. En
definitiva, Mons. Lefebvre realizó una obra casi del todo inútil, porque
solamente dentro de la estructura conciliar romana puede dejar uno la banca
(¿de suplentes?) donde se está sentado como espectador, y así ayudar
efectivamente a la Iglesia a “reencontrar todo su vigor católico”, el cual por
supuesto le será transmitido por los neofraternitarios felecistas, dotados de católico
vigor.
Pero,
¡ay!, P. Simoulin, sus palabras no suenan muy vigorosas a los oídos católicos,
y más bien sus templadas y gelatinosas críticas al conciliarismo romano, por no
decir sus evasivas para no confrontar con los herejes y apóstatas modernistas,
desvelan, por el contrario, los cada vez más deslucidos oropeles
neofraternitarios, de los que, si quieren permanecer en la Tradición católica,
deben desembarazarse con verdadero y definitivo vigor. Pero a esta altura, ¿alguien
lo cree posible?
Martin Detours