“¿No
se ven ya en la Fraternidad los síntomas de
esa
disminución en la confesión de la Fe?”
(Carta de los Obispos al Consejo General, 7 de
abril de 2012).
RESPETO
HUMANO
Respeto
humano es un excesivo miramiento a lo que los hombres juzgarán o dirán de
nosotros, de nuestras palabras o acciones.
El respeto
humano es una bajeza y una locura ¿por qué avergonzarse de hacer una obra
buena, o sea, aquello de que debiéramos gloriarnos ante Dios? Nada degrada,
envilece y deshonra al hombre como el respeto humano.
Sé viril, sé
hombre. No te avergüences ante nadie de parecer buen cristiano. ¡Qué cosa más
baja y ruin es el temer cumplir nuestros deberes según conciencia, porque otros
no se rían de nosotros!
Lo que eres a
los ojos y al juicio de Dios, eso eres y nada más. ¿Quién eres tú para que
temas al hombre mortal? Hoy es, y mañana no parece. Teme a Dios y no te
espantes de los hombres (Kempis).
No esté tu
paz en la boca de otros; pues si pensasen de ti bien o mal, no serás por eso
hombre diferente. El que no desea contentar a los hombres, ni teme degradarles,
gozará de mucha paz (Kempis).
Yo no me avergüenzo del
Evangelio (Rom. 1, 16).
Quien se avergonzare
de Mi y de mis palabras —dice Jesucristo— de Él se avergonzará el Hijo del
hombre, cuando venga en su gloria y en la del Padre y de los santos ángeles
(Lc. 9, 26).
A todo el que
me confesare delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi
Padre que está en los cielos... (Mt. 10, 32-33).
Muchos de los
jefes creyeron en Jesucristo; pero por causa de los fariseos no lo confesaban,
por miedo a ser excluidos de la sinagoga, porque amaban más la gloria de los
hombres que la gloria de Dios (Jn. 12, 42-43).
Si aún
buscase agradar a los hombres, no seria siervo de Jesucristo (Gál. 1, 10).
El respeto
humano es uno de los grandes obstáculos para ser virtuosos y es necesario
combatirlo.
El respeto
humano es esclavitud, cobardía y debilidad de carácter ¡Cuántos obran así: ¿qué
dirá, qué se pensará si hago o no tal cosa?! Y de aquí que se sacrifique el
deber, antes de permitir una palabra de desaprobación; se hace el mal por
complacer a los demás, aparentando aún ser peor de lo que somos en realidad...
El que se
deja llevar del respeto humano es porque desea complacer a los hombres. Teme
desagradarles y hasta tiene miedo de obrar bien por no desagradar al que obra
el mal y omiten obras buenas por el mismo motivo. Muchos llegan a ser
cristianos según el capricho ajeno y no según el Evangelio, por conformar su
religión a las ideas de los demás. ¡Ay del que se avergüenza ante otros de
parecer buen cristiano, y hasta teme cumplir sus deberes según conciencia
porque otros no se rían de él!…
El apóstol
San Pedro cayó ante el temor de una sirvienta en la Pasión del Señor. Tal es la
debilidad y cobardía del respeto humano. Hemos de pisotearlo y seguir la
conducta de San Pablo: «Yo no me avergüenzo del Evangelio».
Jamás
busquemos agradar a los hombres que se apartan de ley de Dios. «Teme a Dios y
no te espantes de los hombres» (Kempis). ¡Sé viril, sé hombre! No te
avergüences jamás de ser buen cristiano.
DICCIONARIO
DE ESPIRITUALIDAD - P. Benjamín Martin Sánchez.