En una nueva muestra de su torpeza, la
Neo-Fraternidad publicó recientemente, con motivo de la ola de nostalgia que
viene esparciendo en Argentina, a raíz de los cuarenta años de la llegada de su
fundador, una entrevista a Mons. Lefebvre, donde, con sus palabras, contradice
netamente la actual política acuerdista llevada a cabo por Menzingen. Pero en
la actual Fraternidad no están para reflexionar sobre esas cosas, sino para
entregarse a la nostalgia y el auto bombo. Las palabras de Mons. Lefebvre han
quedado como a manera de eslogans, leit-motivs que justifican la ubicación de
la Fraternidad en la Tradición, tarareando siempre –aunque cada vez más bajito-
su melodía. Pero en los hechos, es otra cosa. Mientras alaban a Mons. Lefebvre
(a quien todo le deben), siguen el camino contrario que siguió aquel. Celebran
que nos sacó de Egipto, para hacer ahora el camino de regreso a la “tierra
prometida” de la “normalización canónica”, por manos de Faraón.
Dice Mons. Lefebvre, en la entrevista
que reproduce el sitio web del distrito de Sudamérica (el destacado es nuestro):
“La Santa Iglesia es enemigo irreconciliable
del Liberalismo y del Modernismo,
categóricamente condenados en el "Syllabus" y la encíclica “Quanta
Cura” del Papa Pío IX, y en la encíclica “Pascendi” del Papa San Pío X, entre
otros muchos documentos de los Pontífices. Condenaciones definitivas en las
cuales los Papas sí han comprometido su infalibilidad. Las constitución “Gaudium et spes” recoge las orientaciones y
tendencias más revolucionarias del mundo moderno. Esa constitución, y ella
misma lo afirma, quiere unir, quiere casar a la Iglesia, a La Esposa Inmaculada
de Cristo con el mundo moderno, y por lo tanto con la Revolución, con todos sus
errores y desviaciones”.
Dos cosas hemos de destacar de este
párrafo:
1) No hay reconciliación o acuerdo
posible entre el Catolicismo y el Liberalismo o el Modernismo. Se trata de una
enemistad doctrinal irreductible. Por lo tanto tampoco puede haber ni buscarse
una reconciliación entre una FSSPX que sea católica y una Roma que es liberal y
modernista… Sin embargo, la Neo-FSSPX busca a como dé lugar la “estampilla” del
“reconocimiento” como católicos, para volver a estar “normalizados” (como
dijera el P. Schmidberger: “El tiempo de ser normalizados ha llegado”). No
puede haber reconciliación con el modernismo pero tampoco con sus agentes los
modernistas. ¿Ser reconocidos por quienes han sido condenados por los papas
anteriores al concilio? Sin embargo, Francisco dice que tiene buenas relaciones
con Mons. Fellay y éste no ha sido tímido en elogiarlo.
2) La constitución “Gaudium et spes” es
la de mayor orientación revolucionaria del concilio… Sin embargo, está citada
como referencia favorable u ortodoxa en la “Correctio filialis” dirigida a Francisco, que
firmó Mons. Fellay (Ver al respecto este artículo).
En la misma entrevista realizada en
Argentina, aconsejaba Mons. Lefebvre a los fieles argentinos:
“Que resistan a los errores modernos con el
arma del Santo Catecismo Tradicional y que centren toda su piedad en el Santo
Sacrificio de la Misa, en la Misa Tradicional de veinte siglos, y en la
devoción filial a la Virgen Santísima, en Nuestra Señora de Luján, patrona de
las católicas y marianas naciones del Plata”.
Siguiendo a San Pablo, que nos aconsejó
resistir al diablo “firmes en la fe”, Monseñor exhortaba a resistir con el
“arma del Santo Catecismo Tradicional”, o lo que es lo mismo, con la fe. No exhortaba
a “resistir a los errores modernos con la Gaudium Spes, el Vaticano II y Juan
Pablo II”, no lanzaba a los fieles a resistir en la diplomacia, el diálogo, los
acuerdos y los acomodos. Eso no es ninguna resistencia, pues donde ya no se
admite que “La Santa Iglesia es enemigo
irreconciliable del Liberalismo y del Modernismo”, aunque se lo publique,
no puede resistirse de veras. Si hasta el mismo P. Bouchacourt lo admitió:
La FSSPX ya no resiste.
De tal manera, embriagados por los
jubilosos festejos de su prosapia, los sacerdotes y fieles de la Fraternidad
continúan con los ojos cerrados y la mente obnubilada, sin ver la contradicción
entre su venerado Superior general, y aquel que se jugó enteró contra los
enemigos de la Iglesia que ocupan la jerarquía romana. Viviendo de la ilusión y
de la nostalgia, hoy han tomado por enemigos irreconciliables a quienes siguen
el consejo de Mons. Lefebvre: los resistentes.
Triste papel el de la Neo-FSSPX.
Ignacio Kilmot