R.I.P.
Carlos Pérez Agüero
El
pasado 20 de noviembre, último domingo de Pentecostés, fue llamado por Nuestro
Señor, dejando este campo de batalla como un verdadero Caballero Cristiano,
tras una muy larga agonía, cubierto de sus buenas obras, su fidelidad a la Fe
católica, y sostenido por una multitud de fervientes oraciones, con el auxilio
de los Sacramentos y el anhelo tanto tiempo prohijado –ese largo Adviento- del
encuentro con Jesucristo Nuestro Señor.
Fiel
de la Iglesia en la FSSPX, la gratitud debida y manifestada a ésta no lo
condujo a una ceguera sentimental que le impidiera ver con su acostumbrada
claridad el errado rumbo que sus autoridades habían emprendido. Supo mantener
en claro su línea de conducta porque había comprendido el combate de Mons.
Lefebvre, y por lo mismo gozó y se sintió fortificado de la amistad mantenida
con Mons. Williamson, lo cual no dejó de traerle dificultades que supo afrontar
serenamente. Padre de familia, estudioso del arte y excelente artista, fue gran
admirador del Padre Castellani y como él tuvo un profundo sentido del humor que
supo volcar en sus viñetas que invitaban a la reflexión. Hizo suya esta oración
a la Eucaristía:
"Estoy a la puerta y llamo.
Si alguien me oye y me abre
pasaré la puerta y comeré con él
y él conmigo".
Y nunca dejó de abrirle a Cristo su corazón, por eso con entera confianza
pedimos, con la intercesión de la Madre de Dios, lo tenga en su Gloria, pues
“De verdad, Yo os digo:
quien cree en mí, tiene la vida
eterna”.