Número CDIII (403)
04 de abril de 2015
Enfermedad
Imaginada
Mons.
Williamson
Los Papas Conciliares, ¿parecen haber sido
abandonados por Nuestro Señor?
No si Él paró que la pérdida de Fe de ellos fuese total.
No si Él paró que la pérdida de Fe de ellos fuese total.
La iniquidad de Papas verdaderos que no dejan de
destruir todo lo Católico es tan misteriosa que en estos “Comentarios” vimos
hace cuatro semanas a Monseñor Lefebvre considerando seriamente si la Sede de
Roma podía estar vacante. Él nunca pretendió, como los liberales lo hacen, que
la destrucción no es realmente destrucción, pero al mismo tiempo su sentido de
la Iglesia era demasiado fuerte para él como para adoptar jamás la solución
sedevacantista, de manera que, al menos en Agosto de 1976, el problema le
pareció a él “teológicamente insoluble”. Este “Comentario” sugirió que podría
haber otra línea de solución que personas tan sanas de mente como Monseñor pueden
difícilmente imaginar. Tratemos de imaginarla.
Para ridiculizar esta solución, un
sedevacantista rabioso la apodó una vez “mentevacantismo”, pero la etiqueta
servirá. Significa no que la Sede de Roma esté vacante sino que las mentes de
los Papas están vacantes o, digamos, sus mentes han tenido el sentido de la
realidad vaciado fuera de ellas, sus mentes están vacías de realidad.
Especialmente desde la Reforma Protestante, los hombres están constantemente
liberándose más de Dios. Para hacer esto, deben liberar sus mentes de la
realidad que los rodea, porque toda realidad viene de Dios y apunta de vuelta a
Dios. Aquí está la ilusión liberal, la liberación última, conocida también como
“pudrición mental”, “enfermedad mental” o “mentevacantismo”, porque la mente
humana fue diseñada por Dios para versar sobre la realidad y no sobre la
fantasía o la ilusión.
Ahora bien, desde 1517 hasta 1958 los Papas
Católicos resistieron y repelieron la pudrición mental que constantemente
engolfaba el resto del mundo, porque ya estaba acercándose lentamente a su
final. Pero demasiado muchos de los Católicos laicos, sacerdotes, obispos y
finalmente cardenales, se dejaban progresivamente infectar con la ilusión
liberal, llegando a estar convencidos que ella crearía una brava nueva Iglesia
para el Bravo Nuevo Mundo. Así en el Cónclave papal de 1958, aún si el Cardenal
Siri fue válidamente elegido, los liberales tenían bastante poder como para
forzar la falsa elección de Juan XXIII sobre el Cónclave y luego, por
convalidación, sobre la Iglesia Universal.
Pero, ¿qué es un liberal? Él es un soñador
viviendo no en el mundo real sino en un País de las Maravillas fabricado por el
propio hombre. Y, pues que más y más mentes humanas se desconectan de
la realidad y se lanzan en el sueño, entonces el liberal tiene menos y menos
oportunidades de darse cuenta de que está soñando, porque más y más el País de
las Maravillas toma posesión del mundo todo alrededor del hombre. Esto
significa que en tiempos modernos es más fácil y más fácil para un hombre – y
cada Papa permanece un hombre – estar objetivamente en el País de las
Maravillas y, sin embargo, estar subjetivamente convencido que él está en la
realidad. Aquí está esa enfermedad mental observada de primera mano por un
sacerdote de la FSPX en todos los cuatro “teólogos” Romanos que tomaban parte
en las Discusiones Roma-FSPX de 2009–2011 (noten las comillas para los
“teólogos” – en el País de las Maravillas todo es una imitación irreal de lo
real, de manera que sin algún signo tal como las comillas, fácilmente tomaremos
la imitación por la realidad).
Se seguiría que los Papas Conciliares están, al
menos en parte, “sinceramente” equivocados. Lo que esa “sinceridad” vale
internamente, sólo Dios puede juzgar. Pero externamente es una realidad objetiva,
más y más alrededor nuestro día a día. Entonces, los Papas Conciliares no son
completamente villanos conscientes, ya que en sus mentes enfermas ellos están
sirviendo a la verdadera Iglesia cambiando la antigua Iglesia al punto de ser
irreconocible, maravillándola. Ahora bien, sus intenciones subjetivamente
buenas han objetivamente pavimentado el camino al Infierno para la Iglesia
real, pero ¿no se puede decir que estas buenas intenciones de ellos muestran
que la oración de Nuestro Señor ha permitido que la Fe de ellos no naufragase
completamente (cf. Luc. XXII, 32)? Aún Pablo VI condenó la contracepción,
emitió un “Credo” relativamente bueno, lloró por la pérdida de vocaciones y
habló del humo de Satanás entrando en la Iglesia después del Vaticano II.
Entonces, ¿puede uno no decir que aún con Pablo VI Nuestro Señor mantuvo su
promesa de cuidar a Pedro?
Kyrie eleison.