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lunes, 6 de abril de 2015

UNA FE VERDADERA Y SALVÍFICA – CARDENAL NEWMAN





“Es provechoso para nues­tro pensamiento el desplazarse hacia atrás y hacia ade­lante, a los comienzos y a la culminación de los tiem­pos evangélicos, a la primera y a la segunda venida de Cristo. Lo que deseamos es comprender que nos en­contramos en la misma situación que los primeros cristianos, con la misma alianza, el mismo ministerio, los mismos sacramentos y obligaciones; tomar conciencia de un estado de cosas muy lejano en el pasado; sentir que vivimos en un mundo pecador, un mundo asentado en la iniquidad; discernir nuestra posición en él, que somos testigos en él, que el reproche y el su­frimiento son nuestra parte, de tal modo que no debe “parecemos extraño” si se lanzan sobre nosotros, si­no más bien una graciosa excepción si no lo hacen; tener nuestros corazones despiertos, como si hubié­semos visto a Cristo y sus Apóstoles y sus milagros, despiertos a la esperanza y a la espera de Su segunda venida, aguardándola y, aún más, deseando ver sus señales; meditando mucho y a menudo acerca del Jui­cio que se acerca, penetrando en el pensamiento de que seremos individualmente juzgados.
Todos éstos son actos de una fe verdadera y salvífica. Por tanto, un efecto saludable de la lectura del libro del Apocalipsis y de las otras partes proféticas de la Sagrada Escritura -sin duda muy distinto nuestro conocimiento de su verdadera interpretación- es pre­cisamente arrancar el velo que cubre nuestros ojos, levantar el manto que cubre la faz del mundo y así, día tras día, en nuestras idas y venidas, al levantarnos y acostarnos, mientras trabajamos, descansamos y nos entretenemos, permitirnos ver el Trono de Dios pre­sente en medio nuestro, Su majestad y Sus juicios y la continua intercesión de Su Hijo por sus elegidos, por sus pruebas y su victoria”.


Card. John Henry Newman, “Cuatro sermones sobre el Anticristo”, Ediciones del Pórtico, Buenos Aires, 2006.