El escandaloso artículo del Padre Simoulin nos habla del “sueño
de Dakar” de Monseñor Lefebvre y de cómo la Fraternidad debe poner el énfasis
en la Misa y el apostolado, dejando de lado las “querellas estériles” y el
querer “partir de un tajo a los herejes”.
Este sueño de Dakar es mencionado por Monseñor
Lefebvre en su Itinerario Espiritual” con estas palabras:
Frente a la degradación progresiva del ideal
sacerdotal, transmitir en toda su pureza doctrinal, en toda su caridad
misionera, el sacerdocio católico de Nuestro Señor Jesucristo, tal como lo
transmitió a sus apóstoles, y tal como la Iglesia romana lo ha transmitido
hasta mitad del siglo veinte.
La Neo-FSSPX interpreta esto torcidamente, de modo
“cincuentista”: hay que formar sacedotes como los de los años 50: con buena
doctrina, piadosos y ajenos a luchas doctrinales. ¡Claro: en los años 50 no
había Vaticano II, ni “iglesia conciliar”, ni Papas liberales y herejes!
Esta estrategia del « sueño de Dakar » no
es nueva. Ya el P. Simoulin la había mencionado en otro de sus editoriales, Mons. Fellay en su entrevista al
Angelus, y ahora lo hace el P. Rostand en su último editorial como Superior del Distrito de USA. Por su parte, el P. Wegner, nuevo
superior de este Distrito, en su primer editorial señala:
“La obra de la Fraternidad a través de sus 44 años
de presencia en América, consiste en traer a Jesús a las almas a través del
Sacrificio de la Misa. (…) Es edificante ver sus
esfuerzos para mejorar los lugares donde se celebra la divina liturgia. Este
es un testimonio universal de que los Sacerdotes de la FSSPX se reconocen por
el modo en que celebran la Misa. Pongamos la Misa en
el centro de nuestras vidas. Ese es un deber para todos nosotros, sacerdotes y
fieles. (…)
Ni una sola palabra sobre el combate de la Fe:
ahora la Misa es el centro de la lucha de la Fraternidad. Y esto se demuestra
también con las Conferencias 2014 de la Revista Angelus, de la FSSPX,
tituladas: “La Misa, corazón de la Iglesia”, con la presencia de
miembros de Una Voce y tradi-ecumenistas, además de un sacerdote diocesano.
Ya Monseñor Fellay, desde noviembre de 2013, había señalado que lo importante es la Misa:
La primera preocupación (de
la FSSPX) es verdaderamente lo que hace vivir la Iglesia, es la misa.
(…) Si queremos, y ciertamente que queremos una restauración de la Iglesia, es
allí a donde debemos ir. Es la fuente, es la fuente, es la misa. (…)Para
mí, es evidente que querer la restauración de la Iglesia, debe comenzar allí.
Por eso estoy profundamente agradecido al Papa Benedicto XVI, por haber
liberado la misa. Es capital, es capital.
Es absolutamente cierto que la Misa es de suma
importancia para mantener la Fe. Pero lo prioritario es el combate doctrinal,
pues sin él, la Fraternidad pasa a ser sólo una comunidad Ecclesia Dei más. Los
traidores sacerdotes “juramentados” de la Revolución Francesa celebraban la
Misa tridentina…
El P. Augustin Aubry, en su obra Contre le
Modernisme, nos dice, hablando del modernismo práctico:
El modernismo práctico sostiene que, es
oportuno, para ganar a los corazones perdidos, callar ciertos puntos de
doctrina como siendo de menor importancia o atenuarlos, al punto de
hacerlos perder el sentido que la Iglesia siempre mantuvo. No es necesario un
largo discurso para demostrar cuán condenable es esta tendencia. (…)
Entonces, el modernismo práctico se encontrará en aquellos quienes, a
sabiendas o no, estando penetrados por el espíritu moderno, se conducen de
hecho, sea en su totalidad o en solo parte de actividad, de conformidad a este
espíritu separatista que es un verdadero divorcio establecido entre los
principios católicos y su aplicación a las realidades concretas, entre la teoría
y la práctica. Especulativamente, no se contradecirá la verdad,
pero en la práctica, se instalarán en el dominio concreto de los hechos, como
si los principios no existieran; en lugar de pedir a los principios la luz
que deben proyectar en la preparación de cualquier acción, se le pondrá una
pantalla que impedirá que la luz alumbre, y volverá obscuro todo el camino a
seguir; aislarán de la vida real la doctrina católica.
Por su parte, San Pío X, en una carta a Monseñor
Bonomelli el 10 de julio de 1912, dijo: Un dolor me agobia, es la
espantosa difusión del modernismo, notablemente entre el clero regular y
secular. Modernismo teórico en pocos, pero en los demás, modernismo práctico
cuyas consecuencias son semejantes: debilitamiento y pérdida total de la fe.
El modernista Albert Houtin dice con un increíble
cinismo, respecto a los sacerdotes modernistas que no salían de la Iglesia,
sino que más audaces, ejercían su ministerio con ayuda de subterfugios: Ellos
ya no predican en el púlpito más que la moral.
Le recordamos al Padre Simoulin la parte final del Itinerario
Espiritual de Monseñor Lefebvre:
Guardemos la fe por encima de todo, es por
ella que Nuestro Señor ha muerto, a causa de la afirmación de su divinidad, es
por ella que han muerto todos los mártires, es por ella que se han santificado
los elegidos. Huyamos de los que nos la hacen perder o que la
disminuyen. “Oh Timoteo, guarda el depósito evitando las
novedades profanas… pelea el buen combate de la fe, arrebata
la vida eterna!