“Sin duda habrán observado nuestros lectores, que la
preocupación primera que se nota en tiempos de epidemia es siempre la de
pretender que no existe tal epidemia. No hay memoria en las diferentes que nos
han afligido en el siglo actual, o en los pasados, de que ni una sola vez haya
dejado de presentarse este fenómeno. La enfermedad lleva ya devoradas en
silencio gran número de víctimas cuando se empieza a reconocer que existe,
diezmando la población. Los partes oficiales han sido alguna vez los más entusiastas
propagadores de la mentira; y casos se han dado en que por la Autoridad han
llegado a imponerse penas a los que asegurasen que el contagio era verdad.
Análogo es lo que acontece en el orden moral de que estamos tratando. Después
de cincuenta años o más de vivir en pleno Liberalismo, todavía hemos oído a
personas respetabilísimas preguntarnos con asombrosa candidez: "¡Vaya!
¿Tomáis en serio eso del Liberalismo? ¿Son éstas, por ventura, más que
exageraciones del rencor político? ¿No valdría más hacer caso omiso de esa
palabra que a todos nos trae divididos y enconados?” ¡Tristísima señal cuando
la infección está de tal suerte en la atmósfera, que por la costumbre no la
perciben ya la mayor parte de los que la respiran!
Hay, pues, Liberalismo, caro lector; y de esto no te
permitas nunca dudar”.
R. P. Félix Sardá y Salvany, “El
Liberalismo es pecado”