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domingo, 9 de diciembre de 2012

LA NUEVA "HERMENEUTICA" DE MONSEÑOR FELLAY

¿Ha cambiado La Fraternidad su posición? 

Por Padre Juan Carlos Ortiz



A pesar de ciertos discursos recientes que pretenden tranquilizar a la gente, la Fraternidad San Pío X sigue atravesando la crisis interna más grave (tanto en profundidad como en extensión), que nunca había conocido.
Esta crisis es especialmente grave, ya que proviene precisamente de graves faltas, especialmente de Mons. Fellay y de sus dos Asistentes, tanto en el campo DOCTRINAL, como en la PRUDENCIA exigida a los superiores. He aquí la causa principal de la perturbación entre los miembros de la Fraternidad.
Algunos tal vez se sientan tentados a creer que, puesto que hasta ahora no ha habido acuerdo práctico con Roma, el peligro ha pasado... ¡No hay que concluir tan rápido!
A pesar de las apariencias, los superiores de la Fraternidad NO SE HAN RETRACTADO de la nueva concepción sobre el papel que le corresponde a la Tradición en la Iglesia, y en particular sobre las relaciones con la Iglesia conciliar. Además, están lejos de haber asumido su responsabilidad personal en esta crisis interna debida a sus actos imprudentes.
Vale la pena mirar de cerca dos aspectos muy importantes de esta crisis para no subestimar los efectos negativos que CONTINÚAN produciendo daños en la Fraternidad y en las filas de la Tradición.
El primer aspecto, más general, tiene que ver con el PAPEL CAPITAL que la Fraternidad tiene en la resistencia a la Iglesia conciliar y en la preservación de la Tradición Católica. Si la Fraternidad cae, será entonces el último bastión de la Tradición que caerá.
El segundo aspecto, más específico, tiene que ver con el CAMBIO GRAVE operado por Menzingen sobre el papel principal de la Fraternidad frente a la crisis de la Iglesia, que se opone gravemente al que Mons. Lefebvre siempre sostuvo.
Sin embargo, este cambio es muy astuto, y puede ser difícil de ver para algunos, porque aunque digan que no quieren renunciar al combate doctrinal, esos superiores han hecho del RECONOCIMIENTO CANÓNICO la PRIORIDAD ESENCIAL de la Fraternidad. Algunos aspectos doctrinales todavía forman parte de sus agendas, pero éstos pasan a un segundo plano. Así pues, todo debe ser "redefinido" de acuerdo con esta nueva y equivocada prioridad.
Este cambio delata en ellos el mismo "LEGALISMO" que sufrieron todas las comunidades tradicionales que pactaron con Roma desde 1988. Al igual que ellos, terminaron sintiéndose "culpables" de ser excluidos por la Iglesia oficial, con la que sueñan ser "reconciliados" a toda costa.
Conocíamos la "hermenéutica de la continuidad" de Benedicto XVI, con la que había diseñado una nueva interpretación que quisiera INTEGRAR LA IGLESIA CONCILIAR DENTRO LA TRADICIÓN DE LA IGLESIA.
Las autoridades de Menzingen, para justificar su cambio de posición, han también diseñado una NUEVA "HERMENÉUTICA" o "reinterpretación" del papel principal de la Fraternidad, por la que quieren INTEGRAR LA TRADICIÓN EN LA IGLESIA CONCILIAR.
Esta hermenéutica exige que se haga una “relectura” distorsionada de lo que Mons. Lefebvre entendía como prioritario para la Fraternidad, por ejemplo, citando solo lo que él dijo antes de la ruptura con Roma en 1988, o palabras suyas más conciliadoras sobre las autoridades oficiales de la Iglesia conciliar.
Así pues, lo que antes se rechazaba enérgicamente de la Iglesia conciliar es ahora "rediseñado", con miras a su aceptación, si no total, al menos “parcial” o “bajo ciertas condiciones.”
Cabe señalar que las autoridades de la Fraternidad delatan esta nueva actitud, no por lo que ellas dicen, sino por lo que NO DICEN de las autoridades conciliares, es decir POR OMISIÓN.
Aparte de unas cuantas frases más “fuertes” aquí y allá (para tranquilizar a los "más duros" entre nosotros), podemos ver en ellos desde hace tiempo una actitud "positiva" hacia los discursos y las acciones de las autoridades conciliares, y especialmente con Benedicto XVI.
Una prueba reciente de este “reblandecimiento”, es sin dudas el boicot que Menzingen hizo de libros considerados "demasiado duros," escritos por Mons. Tissier y el P. Calderón sobre la Iglesia conciliar. ¡Otro ejemplo es el Simposio del Angelus, del Distrito de los EEUU, que escogió como tema de este año "El Papado", cuando se conmemora el 50º aniversario de la apertura del desastroso Concilio Vaticano II!

Algunos podrían entonces preguntarse, ¿por qué y con qué derecho denunciar esta nueva orientación en la Fraternidad?
Conozco a la Fraternidad y su finalidad, al haber sido sacerdote miembro de ella durante 28 años. Amo profundamente a la Fraternidad en la que hice un compromiso de por vida. Conocí personalmente al Fundador, quien me ordenó, y de quien SIEMPRE seguí estudiando sus escritos y sus palabras. Es pues, por amor a la Fraternidad y por piedad filial con Mons. Lefebvre, que considero que es mi deber hablar públicamente.
Aparece claro que desde hace muchos años ha habido un CAMBIO FUNDAMENTAL, sobre todo de Mons. Fellay y de sus Asistentes Generales, en la FINALIDAD PRINCIPAL de la Fraternidad San Pío X, en estos tiempos de crisis en la Iglesia, desconociendo que ella consiste en preservar la Tradición Católica combatiendo a los enemigos de Iglesia, tanto adentro como afuera.
La finalidad fundamental de la Fraternidad no se puede cambiar, ya que fue claramente señalada por su Fundador en muchos de sus escritos, sermones, conferencias y actuaciones, sobre todo a partir de 1988. Por lo tanto, cambiar esta finalidad en puntos importantes sería ALEJARSE GRAVEMENTE de su Fundador, y así exponer a la Fraternidad a SUICIDARSE y a caer entre las manos de la Roma modernista, que la Fraternidad combate desde su fundación.
La experiencia nos muestra que TODOS aquellos que se han desviado de la línea trazada por Mons. Lefebvre, terminaron traicionando la lucha por la Tradición.
Este cambio en la Fraternidad no se justifica, dado que en los últimos años no hemos visto en la Iglesia conciliar NINGÚN cambio doctrinal o practico importante que nos demuestre un retorno REAL a la Tradición por la condenación de los errores y reformas conciliares.
Quisiera probar lo que acabo de decir, mostrando cómo las afirmaciones y acciones de Mons. Fellay y de sus Asistentes son TOTALMENTE CONTRARIAS a lo que Mons. Lefebvre afirmó con claridad. Y aunque Mons. Lefebvre no hubiera hablado explícitamente, estos cambios se oponen gravemente al BIEN COMÚN de la Fraternidad y al simple SENTIDO COMÚN.

1. UNA CONCEPCIÓN ERRÓNEA SOBRE LA VISIBILIDAD DE LA IGLESIA.

En primer lugar, aparece muy claramente que EL PUNTO DE PARTIDA del cambio está basado en un CONCEPTO ERRÓNEO SOBRE LA VISIBILIDAD DE LA IGLESIA.
En sus declaraciones públicas los superiores describen a la Fraternidad como si le "faltara" algo fundamental en relación con la "visibilidad" de la Iglesia. A menudo hablan de la Fraternidad como si estuviera en una situación "irregular", "anormal", "ilegal", mientras que todo esto, lo sabemos, es sólo APARENTE.
El P. Pfluger afirma claramente este error en una entrevista reciente: “En cuanto a nosotros, también sufrimos de un DEFECTO, debido a nuestra IRREGULARIDAD canónica. No es sólo el estado de la Iglesia post-conciliar que es imperfecto, EL NUESTRO TAMBIÉN.” Y más adelante: “La obligación de trabajar activamente para superar la crisis no puede ser contradicha. Y este trabajo EMPIEZA CON NOSOTROS, tratando de superar nuestro estado canónico ANORMAL.” (Kirchliche Umschau, 17 de octubre de 2012)
Las autoridades oficiales de la Iglesia conciliar por años han estigmatizado a la Fraternidad con esos "defectos, por medio de falsas acusaciones y de condenaciones injustas, mientras que nosotros sabemos, y lo hemos demostrado claramente con nuestros escritos y nuestros actos, que la Fraternidad NUNCA ha salido del perímetro visible de la Iglesia Católica ni ha cometido ningún delito canónico. Por lo tanto, no necesitamos superar ninguna "discapacidad" eclesial o canónica al pedir ser reconocidos hoy por la Iglesia conciliar.
Sobre este punto, ellos repiten las mismas afirmaciones falsas de Dom Gérard y de los que pactaron con Roma en 1988, a los cuales Mons. Lefebvre (Conferencia del 9 de septiembre de 1988; Fideliter Nº 66) y el P. Schmidberger (Fideliter Nº 65) respondieron pertinentemente poco tiempo después de las consagraciones de obispos.
Monseñor Fellay, a su vez, afirmó recientemente el mismo error sobre la naturaleza de la verdadera Iglesia: “El hecho de ir a Roma no significa que estemos de acuerdo con ellos. Pero es la Iglesia. Y ES LA VERDADERA IGLESIA. Rechazando lo que no está bien, no hay que rechazarlo todo. ESA SIGUE SIENDO LA IGLESIA UNA, SANTA, CATÓLICA, APOSTÓLICA.” (Flavigny, 2 de septiembre de 2012)
Esta asombrosa declaración contradice claramente lo que Mons. Lefebvre decía sobre la iglesia conciliar, en la conferencia antes citada: “... somos NOSOTROS los que tenemos las marcas de la Iglesia visible. Si hay todavía una visibilidad de la Iglesia hoy, es gracias a ustedes. ESTAS MARCAS NO ESTÁN MÁS EN LOS OTROS.”
Y Mons. Lefebvre respondió explícitamente a Dom Gérard, que alegaba como razón para pactar con la Roma modernista, la necesidad de unirse a la "iglesia visible", con estas palabras: “Esta historia de Dom Gérard sobre la Iglesia visible es infantil. ES INCREÍBLE que se pueda llamar IGLESIA VISIBLE a la Iglesia Conciliar, en oposición a la Iglesia Católica que estamos tratando de representar y de continuar.” (Fideliter, Nº 70, julio-agosto de 1989, p. 6)

2. CONSEGUIR NUESTRA "LEGITIMIDAD" DE LA IGLESIA CONCILIAR.

Como consecuencia del primer error, ellos dicen que no es suficiente que la Fraternidad reconozca la validez de la autoridad del Papa y de los obispos actuales, ni rezar públicamente por ellos, ni reconocer algunos actos legítimos (cuando están en conformidad con la Tradición). Para ellos hay que "ir más allá" y ¡pedir a la Iglesia conciliar QUE NOS OTORGUE ESA "LEGITIMIDAD" que nos hace falta!
Una vez más aquí ellos se apartan abiertamente de Mons. Lefebvre quien declaró que, mientras perdure la crisis de la Iglesia, no tenemos necesidad de ser reconocidos por la Iglesia conciliar, porque la legitimidad auténtica será un día confirmada lógicamente cuando las autoridades de la Iglesia hayan regresado a la sana doctrina.
Monseñor Lefebvre dijo que no necesitamos que la Iglesia conciliar nos confiera ninguna "legitimidad": “¿De que Iglesia se trata - quisiera saberlo - si se trata de la Iglesia Católica, o si se trata de otra iglesia, de una contra-Iglesia, de una falsificación de la Iglesia? ... Ahora, yo creo sinceramente que se trata de una FALSIFICACIÓN de la Iglesia y no de la Iglesia Católica.” (18 de junio de 1978)

3. NECESIDAD DE UN ACUERDO PURAMENTE PRÁCTICO.

Luego, a partir de este doble error, ellos abogan por la ABSOLUTA NECESIDAD DE UN ACUERDO PRÁCTICO con las autoridades actuales, pero SIN PREVIO ACUERDO DOCTRINAL, contraviniendo así lo que Mons. Lefebvre había afirmado explícitamente, sobre todo después de 1988, y lo que el Capítulo General (que, recordémoslo, tiene más autoridad que ellos), había decidido en el 2006.
La búsqueda actual por ellos, de un acuerdo puramente práctico, es aún más sorprendente si se tiene en cuenta que las discusiones doctrinales recientes entre nuestra Comisión Teológica y el Vaticano llegaron a la conclusión de que ¡un acuerdo doctrinal con la iglesia conciliar es IMPOSIBLE!
Entonces buscar para la Fraternidad un acuerdo puramente práctico con Roma hoy, que sigue en el error, equivale a una "operación suicida", porque nos encontraríamos "asimilados" a la iglesia conciliar, de la cual TODA la estructura tiene no sólo sus raíces en el Concilio Vaticano II, sino que está hecha para poner en práctica las reformas conciliares y posconciliares. Sabemos suficientemente lo que pasó con las ocho comunidades tradicionales que pactaron con esa Iglesia conciliar sin previo acuerdo doctrinal, para saber que inevitablemente nos sucederá lo mismo...
Monseñor Lefebvre ponía claramente, sobre todo después de las consagraciones de obispos, como condición previa para cualquier diálogo futuro con la Iglesia conciliar, el resolver primero la CUESTIÓN DOCTRINAL: “Yo pondría la cuestión en el PLANO DOCTRINAL: ¿Están de acuerdo con las grandes encíclicas de todos los papas que les precedieron? ... Están en plena comunión con esos Papas y con sus afirmaciones? ¿Todavía aceptan el Juramento Anti-modernista? ¿Están en favor del reinado social de Nuestro Señor Jesucristo? Si no aceptan la DOCTRINA de sus predecesores, es inútil hablar. Mientras no acepten reformar el Consejo teniendo en cuenta la DOCTRINA de los papas que les precedieron, no hay diálogo posible. Es inútil. Las posiciones estarían así más claras.” (Fideliter Nº 66, nov.-dic. 1988, p. 12-13)

4. EL ESPEJISMO DE "HACER UN MAYOR BIEN."

Entonces, con el fin de encontrar una justificación "positiva" para negociar con la Roma conciliar, ellos argumentan que un  acuerdo puramente práctico permitiría HACER UN BIEN MAYOR, puesto que una vez “dentro de la iglesia visible” así podrían convertir a la Iglesia conciliar a la Tradición... ¡Es exactamente el mismo argumento que utilizaron Dom Gérard y los sacerdotes de Campos para justificar su entrega a la Roma conciliar!
Nuestro Fundador respondió en una entrevista, a esta perspectiva engañosamente "optimista," diciendo con gran realismo: “Entrar en la Iglesia, ¿qué significa eso? Y primero que todo, ¿de que Iglesia hablamos? Si es de la iglesia conciliar, ¿deberíamos nosotros, que hemos luchado contra ella durante veinte años porque queremos a la Iglesia Católica, entrar en a la iglesia conciliar supuestamente para HACERLA CATOLICA? ¡Es una ilusión total! NO SON LOS INFERIORES LOS QUE CAMBIAN A LOS SUPERIORES, SINO  LOS SUPERIORES LOS QUE CAMBIAN A LOS INFERIORES.” (Fideliter N ° 70 julio-agosto de 1989)
Los HECHOS nos muestran que el poco bien que han hecho los que pactaron desde 1988 no justifica un MAL MÁS GRANDE, como el que han hecho al abandonar sus críticas a los errores conciliares y a la nueva misa, al justificar las acciones de los Papas postconciliares, etc.

5. ¿CONDICIONES PREVIAS SUFICIENTES?

Además, para justificar este acuerdo, ellos afirman que las CONDICIONES PREVIAS, como las establecidas por el último Capítulo General en julio de 2012, serían suficientes para no caer en las mismas ‘trampas” que las comunidades que pactaron con Roma.
Pero aparte del hecho de que estas condiciones son INSUFICIENTES E IRREALISTAS para protegernos de ser "asimilados" y "neutralizados" por la Iglesia conciliar, el Capítulo General olvidó LAS DOS MÁS IMPORTANTES, claramente exigidas por Mons. Lefebvre: la CONVERSIÓN de las autoridades oficiales de la Iglesia conciliar, es decir, por medio de una condenación explícita de los errores conciliares, y de ser EXENTOS DEL NUEVO CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO.
Monseñor Lefebvre había afirmado claramente que incluso si la Roma modernista nos concedía ciertas CONDICIONES PREVIAS, ello sería insuficiente para poder firmar un acuerdo con ellos. He aquí lo que le dijo al Card. Ratzinger: “Vea, Su Eminencia, incluso si ustedes nos dan un obispo, incluso si ustedes nos dan una cierta autonomía de los obispos, incluso si ustedes nos dan toda la liturgia de 1962, si ustedes nos permiten continuar con los seminarios de la Fraternidad, como lo hacemos ahora, NO PODEMOS TRABAJAR JUNTOS, es imposible, imposible, porque trabajamos en dos direcciones diametralmente opuestas: ustedes trabajan en la descristianización de la sociedad, de la persona humana y de la Iglesia, y nosotros trabajamos en la cristianización. NO PODEMOS PONERNOS DE ACUERDO.” (Retiro de Ecône, 4 de septiembre de 1987)
También Mons. Lefebvre ponía la CONVERSIÓN DE ROMA como condición esencial para lograr un acuerdo cuando dirigió estas palabras a los cuatro futuros obispos: “...convencido de que sin demora la Sede de Pedro estará ocupada por un sucesor de Pedro PERFECTAMENTE CATÓLICO, en cuyas manos ustedes podrán depositar la gracia de su episcopado para que la confirme.” (29 de agosto de 1987)
Y a propósito del CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO, que Mons. Lefebvre decía que era "peor que el encuentro de Asís," ¿cómo mantendremos nuestra identidad y continuaremos nuestra lucha, si estaríamos bajo la ley común de la Iglesia conciliar que es el NUEVO Código de Derecho Canónico? ¿No ven ellos que el nuevo código fue hecho precisamente para aplicar las reformas conciliares y NO PARA CONSERVAR LA TRADICIÓN?

6. ¡UN VATICANO II ACEPTABLE!

Y para superar el impasse doctrinal del Vaticano II y del "magisterio" post-conciliar, hemos visto en ellos a través de sus conferencias, sermones y entrevistas el ánimo explícito y continuo de MINIMIZAR LOS ERRORES CONCILIARES, con el fin de preparar las mentes a la reconciliación con la Roma conciliar.
¿No escuchamos con asombro a Mons. Fellay, en una entrevista a Catholic News Service, decir que: “El Concilio presenta una libertad religiosa, que es en realidad MUY, MUY LIMITADA, MUY LIMITADA”? ¡Y también afirmar que LA conclusión de las discusiones doctrinales con Roma fue que “vimos que muchas cosas que nosotros hubiéramos condenado como si fueran del Concilio, en realidad no son el Concilio, sino que provienen de una comprensión común de la misma.”! O también esto: “El Concilio debe ponerse DENTRO de la gran Tradición de la Iglesia, debe ser entendido DENTRO de ella, y EN RELACIÓN con ella. Estas son declaraciones con las que nosotros estamos TOTALMENTE DE ACUERDO, TOTALMENTE, ABSOLUTAMENTE.” (11 de mayo de 2012)
Y el único texto (incompleto) conocido del último preámbulo doctrinal que ellos presentaron a Roma en abril, y dado a conocer por el P. Pfluger en una conferencia, revela no solo el mismo deseo de minimizar los errores conciliares, sino que incluso habla de ACEPTARLOS: “... toda la Tradición de la fe católica debe ser el criterio y la guía para el entendimiento de las enseñanzas del Concilio Vaticano II, EL CUAL a su vez, ILUMINA ciertos aspectos de la VIDA Y LA DOCTRINA DE LA IGLESIA, implícitamente presente en ella, y aún no formulados.” (St Joseph des Carmes, 5 de junio de 2012)
El hecho que ellos hayan dejado pasar la reunión interreligiosa de Asís III SIN CONDENARLA ENÉRGICAMENTE, ¿no es también un signo revelador de esta actitud? Ellos incluso les pidieron a algunos miembros de la Fraternidad que no lo hicieran.
Y, lo que es más preocupante, es que esta minimización de los errores del Concilio Vaticano II parece venir desde hace tiempo... cuando Mons. Fellay señalaba ya en 2001 (!) en una entrevista que: “NO TENEMOS NINGUN PROBLEMA en aceptar el Concilio.” “A veces hay la impresión de que rechazamos todo del Vaticano II. Ahora, NOSOTROS LO CONSERVAMOS EN UN 95%.” (Diario suizo La Liberté, 11 de mayo de 2001)
En lugar de escuchar las advertencias repetidas que les pedían que no firmaran un acuerdo práctico, ellos respondieron con desdén a LA CARTA DE LOS TRES OBISPOS con palabras durísimas... insinuando que ellos eran “sedevacantistas,” “cismáticos” y que transformaban los errores del Vaticano II en “super-herejías.”
La lista sería demasiado larga para citar otras declaraciones de ellos que van en el sentido de un DEBILITAMIENTO de sus posiciones doctrinales, así como también de otros miembros de la Fraternidad que apoyan los acuerdos. He podido ver cómo ciertos sacerdotes que conocía que eran firmes en la condenación del Concilio Vaticano II y de los papas post-conciliares, ahora mantienen posiciones “mitigadas” y están muy en favor de un acuerdo con la Roma modernista...

7. ERRORES GRAVES_CONTRA LA PRUDENCIA.

Además de sus errores a nivel de los PRINCIPIOS, se pueden también constatar ERRORES DE JUICIO GRAVES, que ha sido también la causa de la DIVISIÓN INTERNA más grave, en profundidad y en extensión, que la Fraternidad nunca había conocido.
Por conductas imprudentes, prefirieron sacrificar la UNIDAD Y EL BIEN COMÚN de la Fraternidad para seguir la agenda de la Roma modernista, como ellos lo indicaron en su carta de respuesta a los otros tres obispos de la Fraternidad: “Por el BIEN COMÚN de la Fraternidad preferiríamos de lejos la solución intermediaria actual de status quo, pero obviamente ROMA NO LA TOLERA MÁS.” (14 de abril de 2012)
Monseñor Fellay indicó también de que era casi "inevitable" que una parte de la Fraternidad no seguiría en caso de un acuerdo con Roma: “No puedo descartar que habría tal vez una DIVISIÓN [en la Fraternidad].” (Entrevista con Catholic News Service) y así tomó el riesgo de dividir gravemente a la Fraternidad.
Así pues prefirieron actuar sin tener en cuenta las ADVERTENCIAS de los otros tres obispos, de ciertos superiores y miembros de la Fraternidad e incluso de comunidades tradicionalistas amigas, que les pedían no firmar un acuerdo puramente práctico.
Esta actitud chocó profundamente a muchos miembros de la Fraternidad y creó una división interna que ha socavado gravemente la CREDIBILIDAD PARA GOBERNARLA, y entre las comunidades amigas debilitó la confianza que no ha sido restaurada.

8. ¿QUIÉN ENGAÑÓ A QUIÉN?

Al escuchar sus explicaciones (¿excusas?) durante los últimos meses a propósito de los supuestos "motivos reales" que les llevaron tan lejos en sus concesiones a la Roma modernista, vemos que no fueron tanto las autoridades romanas las que los engañaron, ¡sino que ellos SE ENGAÑARON A SÍ MISMOS! Porque si ellos, imprudentemente, decidieron descartar las respuestas que les llegaban de los canales OFICIALES del Vaticano sobre el verdadero pensamiento del Papa, para privilegiar otros canales supuestamente "informales": esta actitud no los engrandece en su reputación de superiores PRUDENTES...
De hecho, se negaron a ver que todo lo que estos canales "no oficiales" les decían eran o chismes, o manipulación, ya que el DESEO de ellos por llegar a un acuerdo se había convertido en una "obsesión", ¡que terminaron creyéndolo todo! ¿Quién tiene la culpa? ¡ELLOS MISMOS!
¿Cómo es posible que en un asunto tan grave, ellos hayan actuado de una manera tan LIGERA? En cualquier institución, incluso secular, semejante acto pide la renuncia de los responsables, porque la confianza ha sido demasiado socavada. “Asumiremos nuestras responsabilidades,” como amenazaba hacer el P. Pfluger si fracasaban los acuerdos…
De hecho, si no renunciaron fue porque ellos SIGUEN CREYENDO EN LOS ACUERDOS. ¡Ellos todavía no han sacado las lecciones de sus acciones! Está claro que, a pesar de ciertos obstáculos, ellos y el Vaticano harán todo lo posible para "resucitar" las conversaciones. La expulsión de Mons. Williamson aparece entonces claramente como una "señal inequívoca" para reiniciar las conversaciones, ya que esta expulsión era, al menos para el Vaticano, una condición sine qua non para favorecer los acuerdos.
Además, encontramos en Mons. Fellay una grave falta de JUICIO PRÁCTICO sobre las ideas falsas del Papa. ¿Cómo puede imaginarse que Benedicto XVI estaría dispuesto al reconocernos “dejar a un lado nuestra aceptación del concilio,” como le escribió al Papa en junio de 2012? ¿No saben que el concilio es "no negociable" para la Roma modernista? ¿Es ingenuidad de su parte, o simplemente tomar sus sueños por la realidad? En cualquier caso, es una falta seria de PRUDENCIA en cuestiones doctrinales.

9. PERSECUCIONES INJUSTAS.

Y, por último, como colmo de la CEGUERA y de la OBSTINACIÓN de ellos en el camino de la "reconciliación" con la Roma modernista, emprendieron PERSECUCIONES INJUSTAS para suprimir toda oposición a los acuerdos, tanto dentro como fuera de la Fraternidad. ¡Hemos visto entonces toda una serie de intimidaciones, moniciones, mutaciones, retardos en las ordenaciones, expulsión de sacerdotes e incluso de uno de nuestros obispos!
Persiguen y expulsan implacablemente a los que se OPONEN a su entrega a la Roma modernista y, ¡al mismo tiempo afirman cínicamente que tienen la intención de seguir haciendo OPOSICIÓN... dentro de la iglesia oficial una vez que los hayan reconocido!
En fin de cuentas, establecieron un gobierno AUTORITARIO, inclusive una verdadera TIRANÍA en la Fraternidad, para eliminar cualquier obstáculo que se oponga a sus planes de entrega a la Roma modernista.

Así vemos como Mons. Fellay y sus dos Asistentes han cambiado radicalmente los PRINCIPIOS Y FINALIDADES FUNDAMENTALES de la Fraternidad en esta crisis de la Iglesia establecidos por nuestro Fundador. Pasaron por encima de decisiones importantes del CAPÍTULO GENERAL DE 2006, que prohibía un acuerdo práctico con la Iglesia oficial sin un acuerdo doctrinal previo. Deliberadamente ignoraron las advertencias de gente prudente que les aconsejaban de no firmar ningún acuerdo con la Roma modernista. Atentaron contra la UNIDAD Y EL BIEN COMÚN de la Fraternidad al exponerla a un peligro de compromiso con los enemigos de la Iglesia. Y, por último, ¡se contradicen ellos mismos, al afirmar LO CONTRARIO de lo que ellos mismos decían hace unos años!
Han pues traicionado el legado de Monseñor Lefebvre, las responsabilidades de sus cargos, la confianza de miles de personas e incluso de aquellos que, engañados por ellos, siguen teniéndoles confianza.
Han mostrado una voluntad determinada de llevar la Fraternidad, a toda costa, a PACTAR a nuestros enemigos.
Poco importa si los acuerdos con la Iglesia conciliar no se han hecho hasta hoy, o no se hagan inmediatamente, o nunca... un PELIGRO GRAVE subsiste para la Fraternidad mientras ellos no SE RETRACTEN de los falsos principios que guiaron sus acciones destructoras.
Veo hoy con dolor que ellos, queriendo de una cierta manera identificar abusivamente sus juicios y decisiones con la Fraternidad, terminaron CONFISCÁNDOLA como si fuera su propiedad personal, olvidando que son sólo SERVIDORES nombrados por un tiempo determinado.
Esta constatación es tanto más dolorosa e inquietante, cuando sabemos que de la FIDELIDAD de la Fraternidad a su misión depende la salvación de tantas almas y también la restauración de toda la Iglesia.
¡Que Dios tenga piedad de la Fraternidad!