Marx y sus hijas, con
su amigo Engels. Dos de las hijas de Marx que aparecen en la foto, Laura y
Eleanor, revolucionarias y feministas, se suicidaron en la edad adulta, ya
muerto su padre.
13 diciembre 2021
La ideología de género no solo está siendo utilizada por los movimientos neocomunistas
para, según su doctrina, "explotar las contradicciones" como instrumento
de transformación social, sino que pertenece a los orígenes mismos de la ideología marxista.
Lo explica el escritor y profesor Paul
Krause en un reciente artículo en Crisis Magazine (los ladillos son de ReL)-
***
El marxismo y la revolución de género
por Paul Krause en Crisis Magazine
La revolución de género es fundamentalmente
marxista.
Tanto si la gente es consciente de ello como si
no, la raíz de la ideología de género es marxista, y su táctica es
la construcción de la sociedad igualitaria a través de la eliminación de la
división de género. Y la revolución de género es otra punta del ataque
total a la familia.
Una obra casi desconocida durante 65 años
La mayoría de la gente conoce a Karl Marx por
haber escrito El manifiesto comunista y posiblemente El
capital. Menos conocen su obra La ideología alemana. Pero La
ideología alemana sienta las bases de la dialéctica materialista y del
movimiento hacia el comunismo.
Solo se menciona una vez, pero el breve comentario de Marx señala cuál es el
punto de partida de la desigualdad: la división sexual del trabajo que
es el resultado de la división biológica entre el hombre y la mujer.
Hablando de cómo la división del trabajo comenzó en
las antiguas sociedades tribales y se desarrolló a partir de ahí,
desencadenando así la desigualdad que proviene de esta división del trabajo,
Marx dice: "Ahí se desarrolló la división del trabajo, que originalmente
no era más que la división del trabajo en el acto sexual, luego esa división
del trabajo que se desarrolla espontáneamente o 'naturalmente' en virtud de la predisposición
natural."
'La ideología alemana' de Marx y Engeles fue
escrita en 1845, antes de la publicación de 'El capital' en 1867, pero no se
publicó completa por primera vez hasta 1932, cuando lo hizo el Instituto
Marx-Engels-Lenin de Moscú. Ninguno de los primeros teóricos del comunismo pudo
leer la obra.
El origen de la desigualdad, la división del
trabajo, es "la división del trabajo en el acto sexual". Es esta
división del trabajo en el acto sexual la que reconoce la distinción entre lo
masculino y lo femenino, la que establece la conciencia de la división de la
que fluyen todas las divisiones del trabajo posteriores y la creciente
desigualdad.
Si el acto sexual y la división entre géneros es la
raíz misma de toda desigualdad, el único medio por el que esta
desigualdad puede ser negada es a través de la androgenización de la
naturaleza humana, en la que la diferencia sexual entre hombre y mujer
sea abolida.
Las marxistas feministas
Las lectoras feministas de Marx, como Simone de Beauvoir y Shulamith Firestone, aprovecharon esta visión supuestamente profunda de Marx.
En su libro El segundo sexo, Beauvoir
articuló el punto de vista de que la masculinidad es lo dado metafísicamente y
la "creación" de la feminidad somete las mujeres a
los hombres como el otro inferior.
En La dialéctica del sexo, Firestone
vinculó la opresión de la mujer a la "división sexual del trabajo",
en la que la mujer era como el proletariado controlado por el macho
capitalista. Firestone, que dedicó su obra a Beauvoir, coincidía con su heroína
en que hasta que las mujeres pudieran separarse de los hombres y hacerse con
el control de los medios sexuales de reproducción, sería imposible
que surgiera una sociedad igualitaria y liberadora.
Firestone escribió: "En el caso del feminismo,
el problema es moral: la unidad familiar biológica siempre ha oprimido
a las mujeres y a los niños, pero ahora, por primera vez en la historia, la
tecnología ha creado condiciones previas reales para derrocar
estas condiciones 'naturales' opresivas, junto con sus refuerzos
culturales. En el caso de la nueva ecología, encontramos
que independientemente de cualquier postura moral, solo por razones
pragmáticas de supervivencia, se ha hecho necesario liberar a la humanidad de
la tiranía de su biología".
El marxismo economicista
En este sentido, los ideólogos de género, empezando
por las feministas marxistas de mediados del siglo XX, fueron unos
lectores más fieles de Marx que cualquiera de sus lectores economistas de
finales del siglo XIX que fundaron los diversos partidos comunistas y
socialistas inspirados en los escritos económicos de Marx.
Los lectores masculinos de Marx solo se centraron
en la dialéctica económica del capitalismo-proletariado; ninguno prestó
atención a la verdadera tipología de la dialéctica material y a la raíz de la
desigualdad, que no es el capitalismo, el agrarismo o la esclavitud, sino el
acto sexual en sí mismo. ¿Cómo ha ocurrido esto?
La ideología alemana, aunque fue escrita hacia 1846, no se publicó hasta 1932.
Siguió siendo uno de los escritos inéditos de Marx -como los Manuscritos
económicos, de 1844- y no estuvo a disposición de los lectores hasta
su publicación a principios de la década de 1930.
Los marxistas clásicos de la variedad económica
fueron lectores de El manifiesto comunista y El
capital, pero se perdieron la génesis misma de la ideología marxista,
que permaneció desconocida hasta 1932. Las lectoras feministas de Marx que
leyeron La ideología alemana pudieron posteriormente tener la
visión total del marxismo y su plena comprensión que los marxistas
político-económicos del marxismo clásico y sus partidarios implantados no
habían tenido.
Contra la familia
Entre los nuevos lectores de Marx se
encontraban pederastas abusadores sexuales como Michel Foucault y sus afines, que se alinearon con las feministas radicales en la
táctica del nuevo marxismo que era, bajo esta nueva luz, el auténtico marxismo
que todos, desde Eduard Bernstein, Vladimir Lenin y León Trotsky se habían perdido.
El nuevo marxismo -es decir, el auténtico marxismo-
revelado ahora gracias a la publicación de La ideología alemana, no
hace la guerra contra el capitalismo o las fuerzas económicas en sí, sino
contra lo que causó que las fuerzas de la producción económica condujeran a la
división -y por tanto a la desigualdad- en primer lugar: el género y la
familia. (¿No suena familiar?)
Para el marxista de género debe haber una guerra
total contra todas las ciencias, disciplinas e instituciones que sostienen la
distinción de género entre el hombre y la mujer porque, mientras esta
división entre los sexos viva, la desigualdad prosperará porque la
división entre el hombre y la mujer implica que hay una "predisposición
natural" a diferentes deseos y talentos que sirve para dividir a los
humanos, lo que lleva a la distribución desigual del trabajo, que es el género
de la desigualdad.
Después de comentar cómo los orígenes de la
desigualdad estaban en el acto sexual, Marx escribió: "Con la división del
trabajo, en la que están implícitas todas estas contradicciones, y que a su vez
se basa en la división natural del trabajo en la familia y en la separación de
la sociedad en familias individuales opuestas entre sí, se da simultáneamente
la distribución, y de hecho la distribución desigual... cuya primera forma se
encuentra en la familia, donde la esposa y los hijos son los esclavos
del marido. Esta esclavitud latente en la familia, aunque todavía muy
burda, es la primera propiedad, pero incluso en esta primera etapa corresponde
perfectamente a la definición de los economistas modernos según los cuales es
el poder de disponer de la fuerza de trabajo de otros."
Por lo tanto, la familia debe ser destruida
por la ideología de género. La propia noción de familia implica propiedad y
distinción en lugar de universalidad e igualdad.
Además, la unidad familiar es la primera estructura
que engendra la desigualdad. Porque la familia es la manifestación de la
división sexual del trabajo original.
Volvamos a lo que dijo Firestone sobre que
la familia siempre oprime a las mujeres y a los niños. Está sacado
directamente de Marx, el recién descubierto Marx del siglo XX.
La guerra contra el género es una guerra contra la
familia porque la división sexual del trabajo, que es
la raíz de toda desigualdad según Marx, está implantada en la familia, e
influye en el Estado y sus leyes.
El sueño del igualitarismo requiere,
desde la disposición marxista, la erradicación de la división de género porque
es la división de género la raíz de toda desigualdad.
Aquí es donde la nueva ideología de género
cierra el círculo. La propia naturaleza del género refuerza la desigualdad
que proviene de la división sexual del trabajo.
Adiós a la naturaleza, adiós al amor
El objetivo de la ideología de género es la
erradicación del género porque, según Marx y sus fieles intérpretes, la
erradicación del género es el primer peldaño para derribar la división
sexual del trabajo, que es la causa de toda desigualdad y opresión en el mundo.
Así, desmantela el bloque de construcción de la
unidad familiar opresiva que instaló este pecado original de la división de
género hace mucho tiempo.
El marxismo -y su versión feminista- no entiende
casi nada del amor, y todo lo ve en clave de trabajo, producción y opresión...
también la familia y la relación entre hombres y mujeres
Mientras la naturaleza permanezca, la división
permanecerá; y mientras la división permanezca, existirá la desigualdad.
Y esto implica la superación de la naturaleza porque la naturaleza
tiene una división de los sexos.
En la medida en que la familia es esa "célula
original" de la vida social, como sostiene la Iglesia y sabían los más
venerables filósofos de la antigüedad (como Aristóteles y Cicerón),
eso significa también que el ataque a la familia -que es la guerra de
género- se concibe como una guerra santa liberadora.
Mientras existan las familias, existirá la división
sexual del trabajo. Si las familias y la división sexual del trabajo existen,
la igualdad no puede ser alcanzada.
Quien se alía con la revolución de género se alía
con la destrucción de las familias y de las
enseñanzas de la Iglesia.
El sueño del yo que se hace a sí mismo y el sueño
de un mundo libre de la desigualdad forjada por la división sexual es el marxismo
ortodoxo.
La consecuencia (no) pretendida de esta guerra es
que sin la familia no hay afectividad de primer orden; así, el amor
muere también en el mundo moderno porque el amor es intensamente
particular y nace de esa división sexual del trabajo y de la familia que el
marxismo pretende erradicar.
Dado que la igualdad, y no el amor, es el objetivo
del marxismo, el amor tampoco puede existir en una utopía marxista.
Sabemos que el amor es necesario ahora más que
nunca. Sin embargo, sin las familias el amor se marchitará.