“Bergoglio dice una obviedad cuando afirma que “los
pecados de la carne no son los más graves, sino la soberbia y el odio”, omitiendo que, de suyo, son pecados
internos, sin que por eso se niegue su gravedad.
Pero en este mundo, sobrepasado y excitado
continuamente por los estímulos más primitivos y bajos -homosexualidad
incluida, por cierto- minimizar la lujuria es un total desatino,
propio de un desequilibrado como Bergoglio, arrastrado por su
narcisismo, su “ceguera espiritual, inconsideración, precipitación e
inconstancia”.
Enseña el Diccionario de Teología Moral de
Roberti-Palazzini: “El vicio de la lujuria es
perniciosísimo porque:
–es insaciable:
cuanto más se nutre más crece la pasión;
–es capital: el
deseo vehemente de satisfacción arrastra a muchos otros pecados;
–ejerce un funesto influjo sobre
el carácter: engendra en el entendimiento ceguera espiritual, inconsideración, precipitación e inconstancia;
en la voluntad un amor bajo egoísta y un odio y aversión a
Dios y a las cosas espirituales;
–produce daño, a
veces muy grave, a la salud física (enfermedades venéreas, esterilidad y psíquica (nervosidad, tendencias morbosas).
Por cierto, Bergoglio dice una obviedad cuando
afirma que “los pecados de la carne no son los más graves, sino la soberbia y
el odio”, omitiendo que, de suyo, son pecados internos, sin que por eso se niegue su
gravedad.
Pero en este mundo, sobrepasado y excitado
continuamente por los estímulos más primitivos y bajos-homosexualidad incluída,
por cierto- minimizar la lujuria es un total desatino,
propio de un desequilibrado como Bergoglio, arrastrado por su narcisismo, su “ceguera espiritual, inconsideración,
precipitación e inconstancia”.
De este nefasto personaje, libera nos Dómine.
Pronto, prontísimo.
Nota
catapúltica
“Francisco
hizo esta reflexión tras explicar ante los periodistas que le acompañaron en el
avión de vuelta de su viaje a Chipre y Grecia los motivos por los que decidió
aceptar la renuncia del ya ex arzobispo de París, según informa Vatican News.
El
Papa reveló que monseñor Aupetit había practicado “pequeños masajes y caricias”
a su secretaria. “¿Qué ha hecho Aupetit tan grave
para darme la renuncia? Si no conocemos la acusación no podemos condenar. Hagan
la investigación”, ha interpelado el Pontífice a los periodistas. A este
respecto, ha destacado que “hubo un fallo hacia el sexto
mandamiento, no total: de pequeños masajes que le hacía a la secretaria”.
“Esto es pecado. Pero no de los más graves. Los pecados de la carne no son los
más graves”, ha sostenido el Pontífice. “Los más graves son aquellos que tienen
más carácter angelical: la soberbia, el odio. Así que Aupetit es un pecador
como lo soy yo (…)
Ahora
bien ¿supone el taimado Bergoglio que Aupetit se conformó con los
“pequeños mensajes y caricias” y no cometió un fallo total hacia el sexto
mandamiento?
Es
otro vicio narcisista: tomar por tontos a todos, porque el único inteligente es
él.
Fuente:
http://catapulta.com.ar/?p=12027
Más:http://caminante-wanderer.blogspot.com/2021/12/sobre-las-desconcertantes-palabras-de.html