16
de septiembre de 2017
Verdad Histórica – I
Mons. Williamson
La
verdad debe ser amada, luego por la razón reconocida,
Y
luego, a tiempo y a destiempo, debe ser defendida.
La
Escritura dice (II Tes. II, 9–10) que la venida del Anticristo “cuya aparición
es obra de Satanás […] y con toda seducción de iniquidad para los que han de
perderse en retribución de no haber aceptado para su salvación el amor de la
verdad. Y por eso Dios les envía poderes de engaño, a fin de que crean la
mentira, para que sean juzgados todos aquellos incrédulos a la verdad, los
cuales se complacen en la injusticia”. Cada palabra necesita ser pesada.
Hacia
el fin del mundo, del cual con seguridad se puede decir que debe incluir el siglo
21, el malvado Anticristo engañará a las almas que se dirigen al Infierno, y
ellas se dirigen al Infierno porque no aceptan el amor de la verdad el
cual aceptarían si se dirigieran hacia el Cielo. Porque ellos no amaron
la verdad, Dios los castigará con los poderes de engaño, con el
resultado de que ellos creerán en un fardo de mentiras. De esta manera, todos
aquellos atraerán el juicio sobre sí mismos, quienes en lugar de amar, buscar,
encontrar y creer en la verdad han consentido en participar en el malvado mundo
de mentiras fabricado por el Anticristo y sus agentes (quienes pueden ser
llamados “anticristos” con “a” minúscula), para poblar el Infierno.
Noten
cómo la condenación generalizada de los últimos tiempos comienza no con el
rechazo de la verdad sino con el rechazo del amor de
la verdad. El mundo de mentiras fabricado por los políticos y medios de
comunicación de hoy en día, unos “poderes de engaño” como nunca antes, es tal
que yo puedo percibirlo como si ni siquiera existiera una verdad que rechazar,
pero si me niego a desesperarme y si con un corazón recto hago una búsqueda de
esa verdad la cual sé que no está a mi alrededor, Dios se asegurará de que la
encuentre (Mat. VII, 7–8). Por otro lado, si yo conozco una verdad importante y
la desdeño, Dios no estará conmigo. Sigue un ejemplo que hoy podría venir de
cualquier parte en Occidente:
Recientemente
falleció un abogado francés, Bernard Jouanneau, quien durante años sirvió a
LICRA para enjuiciar en las cortes francesas al Profesor Robert Faurisson por
negar la verdad histórica de las cámaras de gas de la II Guerra Mundial, en las
cuales se considera de manera generalizada que murieron Seis Millones de Judíos
(LICRA es la Liga contra el Racismo y Antisemitismo que enjuició a Mons.
Lefebvre por atreverse a sugerir a finales de los años 80 que los Musulmanes
deberían regresar a sus países). En una entrevista con el periódico católico
francés “La Croix” el 23 de septiembre de 1987, Jouanneau dijo: “Si las cámaras
de gas existieron, entonces la barbarie de los Nazis fue inigualable. Si no
existieron, entonces los judíos han mentido y el antisemitismo estaría
justificado. Esto es lo que está en juego en el debate de las cámaras de gas”.
La
evaluación de Jouanneau es completamente correcta, excepto que lo que está en
juego es mucho más que solo la política, porque la “Holocaustiandad” es lo más
cercano a una religión que muchas almas tienen hoy. Auschwitz reemplaza al
Calvario, las cámaras de gas sirven de Cruz, y los Seis Millones de judíos
toman el lugar del Redentor, en otras palabras son Dios. Además esta
“Holocaustiandad” es lo más cercano a una religión de Estado para muchos
Estados modernos de Occidente. Por lo tanto, cabría esperar que los Estados
modernos y los individuos por igual estén seriamente interesados en la verdad
de las cámaras de gas que constituyen el corazón de la “Holocaustiandad”. Pero
¿qué se encuentra? Un gran número de estos Estados han aprobado leyes para
prohibir el cuestionamiento de esta versión oficial de las cámaras de gas. Pero
¿Desde cuándo las leyes hacen o deshacen la verdad? ¡Tales leyes desacreditan
la ley misma!
He
aquí una tremenda falta de amor a la verdad y una correspondiente falta de
verdad. Con seguridad son “poderes del engaño” que nos asedian hoy, gracias a los
viles medios de comunicación. Así que cualquiera que ame la verdad necesita
pasar sólo un par de horas en Internet para que se estremezca incluso la fe más
emocional en las cámaras de gas. No es de extrañar que los Licranos y sus
semejantes estén haciendo todo lo que pueden para censurar el Internet, pero
con todo y sus peligros, éste permanece como un activo a defenderse
vigorosamente, por lo menos hasta que los Licranos logren controlarlo.
Kyrie
eleison.