Número DXXVI (526)
12 de agosto de 2017
Las Divergencias Evolucionan
Mons. Williamson
La
Fraternidad ha ido, anda, mal.
¿Cuántas
almas fuertes en la fe resistirán?
¿Cómo
está evolucionando la Fraternidad San Pio X desde la primavera y principios del
verano cuando surgieron fuertes tensiones en ella por la participación de
sacerdotes conciliares como testigos oficiales en los matrimonios de la
Fraternidad? En breve, las relaciones continúan siendo tensas entre los líderes
de la Fraternidad que favorecen esa participación y los sacerdotes y laicos de
la Fraternidad que la condenan. Incluso se puede prever una división entre los
seguidores de Mons. Lefebvre y los seguidores de Mons. Fellay. Esta división
era inevitable desde el día en que Mons. Fellay comenzó a dirigir la
Fraternidad del Arzobispo en una dirección diferente a la del mismo Arzobispo.
Pero
nada afecta la determinación del Menzingen de Mons. Fellay de apartarse de la
línea trazada por el Arzobispo hacia la línea de la Roma Conciliar.
Recientemente en Francia, una pareja de la Fraternidad comprometida en
matrimonio rechazó tener algo que ver con las autoridades conciliares, tras lo
cual su sacerdote de la FSSPX se negó a casarlos. Obviamente él tenía el apoyo
de sus Superiores. ¿Tiene una explicación racional esta insistencia en desmantelar
la Fraternidad del Arzobispo? Tres factores pueden estar obrando, entre otros.
En
primer lugar, la Providencia escogió a Suiza para que fuera la primera base
geográfica de la Fraternidad, y Suiza ha disfrutado desde entonces la
correspondiente importancia y prestigio dentro de la FSSPX. Así, sus dos
autoridades superiores en la actualidad, y muchos de sus sacerdotes, son
ciudadanos suizos. Ahora bien, Suiza es un país famoso por su orden, por
ejemplo, por cómo sus trenes circulan a tiempo, mientras que la falta de
reconocimiento oficial para una Congregación verdaderamente católica es
normalmente un desorden que será más agudamente sentido por gente ordenada. En
segundo lugar, los sacerdotes de la FSSPX deben estar soñando en cómo un
extenso apostolado se abrirá a la Fraternidad si tan solo puede ser reconocida
por Roma. Y en tercer lugar, puede no parecer haber otra solución a las graves
tensiones internas en la Fraternidad que ponerla bajo la autoridad de la Roma
Conciliar – Mons. Fellay no quiere escuchar soluciones apocalípticas, tal como
una intervención de Dios.
Pero
en primer lugar, el orden supremo para los católicos no es el orden del Estado,
por muy deseable que esto pueda ser, sino el orden de Dios, pisoteado por el
Vaticano II. En segundo lugar, los modernistas por su naturaleza pueden dar
todas las apariencias de estar “convertidos” porque no ven ningún problema en
su propio subjetivismo. Pero este liberalismo es tan cómodo que pocos tengan
cualquier intención de abandonarlo por cualquier conversión objetiva que
involucre la Cruz. Como dijo el P. Vallet, los liberales no se convierten. Y en
tercer lugar, pensar que la única solución para los problemas sin precedentes
del mundo y de la Iglesia de hoy es consentir con las mentiras, delata una
grave falta de fe, por más triunfante que puedan parecer esas mentiras. ¿De
verdad pensamos que el brazo de Dios se acorta porque nosotros los hombres
somos malvados (Isaías L, 2; LIX, 1)? Dios sabe exactamente cómo va a lidiar
con las mentiras sin precedentes – nos basta esperar para verlo – ¡pero
entretanto Él no quiere que consintamos con ellas!
Sin
embargo, también hay buenas noticias – algunos sacerdotes y laicos que rechazan
consentir con las mentiras también están decididos. Un lector en Francia me
dice que algunos sacerdotes de la FSSPX se han despertado con el problema
concreto sobre los matrimonios. Lo mejor de los sacerdotes de la FSSPX no están
recurriendo a los testigos conciliares para los matrimonios en la Fraternidad,
para disgusto de sus Superiores. Tres de los Decanos degradados han escrito
fuertemente contra los testigos conciliares para los matrimonios, incluso
después de su degradación, y uno acaba de hablar enérgicamente contra la
Prelatura Personal, porque de ninguna manera está fuera de discusión, a pesar
de la Declaración contundente del Cardenal Müller a finales de junio.
De
ninguna manera con aquella Declaración “regresamos al punto de partida”, como
declaró Mons. Fellay en su momento. “Como un mal administrador acorralado”,
dice este lector, “ha perdido toda la confianza de los cofrades con cerebro en
su cabeza, incluso los más respetuosos”. Lo que importa ahora, concluye el
lector, no es salvar toda la FSSPX en su totalidad, porque se requeriría un
milagro, sino salvar a tantos sacerdotes y laicos como sea posible de la
decadencia de la FSSPX.
Kyrie
eleison.