NOTA
SYLLABUS: Reproducimos este artículo aparecido en el sitio
oficial de la FSSPX de Sudamérica, no con un afán nostálgico, sino como
homenaje y gratitud a Mons. Lefebvre y todos aquellos que junto a él nos
trajeron a estas tierras la Tradición católica que tras el nefasto Vaticano II
agonizaba o permanecía recluida. Su obra inmensa no debe dejar de ser vista sino
como un combate que hoy continúa y recomienza cada día. Desgraciadamente, la
congregación que él fundó ya no lo entiende así, por eso busca lograr una paz
con los liberales y modernistas (los más perniciosísimos enemigos de la
Religión católica, como dijo San Pío X) que ocupan la Iglesia oficial. Los
autores del artículo podrían haber obtenido más información de primera
mano, simplemente comunicándose con quien fue por entonces el hombre de
confianza de Mons. Lefebvre, que lo acompañó en su viaje y a quien destinó a
continuar su obra en estas tierras. Pero la
congregación por la que tanto hizo le pagó con la misma moneda con que la
iglesia conciliar le pagó a Mons. Lefebvre: el desprecio, el rechazo, la
calumnia, el desdén. Así como Mons. Lefebvre denunció las desviaciones
liberales y traidoras de la cúpula de la Iglesia, del mismo modo hizo el
entonces Padre Faure, siguiendo el ejemplo de su maestro. Dice el Padre
Castellani: “La injusticia introduce en
el seno de las sociedades una herida real que es una realidad moral operante
mientras no se cicatrice”. Las injusticias introducidas en la FSSPX no
pueden ser tapadas con “homenajes” –por muy justos que sean- a Mons. Lefebvre.
Para dar nuestro propio homenaje, y corregir en la medida de lo posible, las
injusticias que se han cometido, estableciendo la verdad, brindamos este
recuerdo de la visita de Mons. Lefebvre a nuestro país y a Chile.
Diario
Clarín, jueves 21 de julio de 1977. En su portada destaca la noticia de la visita
de Mons. Lefebvre al país. El hecho de que aparezca en la portada significa que
no ha sido una visita sin importancia, aunque el diario anticatólico la quiera
minimizar.
Monseñor Lefebvre saliendo del aeropuerto de Ezeiza
Hace cuarenta años Monseñor Lefebvre
hizo su primer viaje a Santiago de Chile y Argentina. Llegando a Chile el 17 de
julio de 1977, viajó a Buenos Aires el día 20 del mismo mes. Algunos fieles que
estuvieron presentes en las distintas actividades y que continúan hoy entre
nuestras filas, nos ayudaron a reconstruir el itinerario que siguió Monseñor en
dicho viaje.
Monseñor
en Santiago de Chile
El domingo 17 de julio de 1977 Monseñor
Lefebvre arribó al aeropuerto de Santiago de Chile acompañado únicamente del padre Jean-Michel Faure [negritas nuestras. Syllabus]. Al llegar
al aeropuerto, un número importante de personas acudieron a su recepción con
vivas e, incluso, con pancartas. Monseñor pudo escuchar, al descender del
avión, el grito de los fieles que fueron a su encuentro: ¡Lefebvre, sí!
¡comunismo, no!
Para entender bien lo ocurrido en Chile,
debe tenerse presente que la Jerarquía de la Iglesia, otrora Venerable, estaba
constituida, por regla general, por obispos progresistas en religión y
socialistas en política. Éstos habían prestado una colaboración muy eficaz a la
Democracia Cristiana de los años 60, cuyo gobierno abrió paso al triunfo del
marxismo; con mayor entusiasmo, aún, apoyaron el régimen marxista del doctor
don Salvador Allende, el cual gobernó entre 1970 y 1973".1 [las referencias de las notas pueden leerse en el enlace de los artículos, nota Syllabus]
Recibió a Monseñor el señor Alex Guina,
antiguo oficial del ejército y amigo personal de los padres del R. P. Faure, el
cual, se había comunicado con el oficial Guina a fin de pedirle apoyo para la
instalación de Monseñor Lefebvre en Santiago de Chile. Él mismo se encargó de
recibirlos y los trasladó al Hotel Carrera en el cual se hospedaron.
En la tarde de dicho domingo celebró la
santa misa, a la cual no pude asistir, por causa de mi ausencia de Santiago. En
todo caso, hubo un número importante de fieles. Imagino que no menos de
doscientos".
El lunes 18, por la mañana Monseñor
recibió algunos fieles en el hotel.
Tuve el honor de ser recibido por Su
Excelencia Reverendísima en el Hotel Carrera, en conjunto con algunos otros
fieles. Por la tarde de ese día, Monseñor no tuvo actividades oficiales, por
así decirlo. Pudo visitar Santiago, y se encontró con las puertas de la
Catedral cerradas totalmente. La prensa se encargó de destacarlo, de lo que se
desprende que no era un hecho usual. Debió experimentar el desagrado de saber
que el Cardenal Silva Henríquez se había referido a él como un «Judas»: Pero Su
Excelencia no era persona que se arredrara. Su respuesta fue condigna: mal
podía decir lo anterior quien «aparecía como amigo fiel del presidente marxista
de Chile» [Salvador Allende]."
El martes 19 por la mañana, Monseñor dio
una conferencia de prensa con gran interés de los medios de comunicación. Por
la tarde, la conferencia estuvo dirigida a los fieles.
Por la tarde tuvo lugar la Conferencia a
los fieles. El número de asistentes fue considerable. No puedo dar números pero
debe haber sido de unas quinientas personas, que recibieron a Monseñor
entonando la Canción Nacional de Chile, precisamente por causa del fenómeno
antes indicado. Asistieron personalidades importantes en el orden intelectual y
universitario, a la vez que muchos fieles comunes. Entre los primeros recuerdo
con particular agrado a don Alberto Falcionelli, fiel entre los fieles, su
cónyuge y su hija Clarita. Cuatro sacerdotes llegaron a saludarlo, entre ellos
el Padre Miguel Poradowski, de nacionalidad polaca, y gran amigo de la
Fraternidad, a la cual posteriormente dejó su biblioteca".
Monseñor en una conferencia de prensa en
febrero de 1977
Monseñor
en Buenos Aires, Argentina
Al día siguiente, Monseñor se dirigió a
Buenos Aires. Un artículo del diario Clarín, fechado el 21 de
julio de 1977, un día después de la llegada de Monseñor Lefebvre a Buenos
Aires, se titulaba: escasa repercusión tuvo la visita del obispo
Lefebvre. En dicho artículo se dice que al llegar Monseñor al
aeropuerto de Ezeiza fue recibido por un grupo de poco más de cincuenta
partidarios que lo vivaron entusiastamente. Otro artículo, más
objetivo, del diario La Nación, de la misma fecha, dice que
fueron aproximadamente doscientas las personas que fueron a recibirlo al grito
de [viva] Cristo Rey.
Llegado a Buenos Aires a las 18:00, se
dirigió a las instalaciones de la empresa EACA (Empresa Argentina de Cemento
Armado) del Señor Roberto Gorostiaga, sita en Tabaré 2424, Villa Soldati.
Fue la misa que desafortunadamente no se
realizó porque la policía lo impidió. Lo que sí recuerdo es que había mucha
gente, no sabría precisar, pero yo creo que un par de centenares de personas
había con facilidad. Me acuerdo que ya anochecía, estábamos en la calle, la
policía bloqueó el acceso a donde se iba a realizar la misa. Me quedó la imagen
de que nos arrodillamos todos y rezamos el rosario… hubo como una especie de
tumulto que nos obligó a rodear a Monseñor, eso sí lo recuerdo muy bien porque
estaba mi padre al lado mío. Nos tomábamos de los brazos como encadenados para
proteger a Monseñor y que la gente no se acercara demasiado".1
Los dos artículos de diario citados
coinciden en que luego de la dispersión de los fieles por parte de la policía,
Monseñor se dirigió a un edificio en la calle Libertad 1576, propiedad del
escribano Marcelo Ferrari, donde se hospedó durante su estadía en Buenos Aires.
Allí, celebró la misa con la concurrencia de una treintena de personas.
Voceros policiales informaron que no
había sido impedida la celebración de la misa, sino la concentración de un
grupo numeroso de personas, razón por la cual se decidió prohibir la
realización de la ceremonia".2
El jueves 21 Monseñor lo dedicó a
recibir a distintos grupos de fieles:
Según informaron sus allegados, Monseñor
Lefebvre se entrevistará hoy, por la mañana, con los integrantes de la comisión
Defensa de la Fe de siempre, y por la tarde hablará con representantes de
distintas entidades religiosas tradicionalistas".3
Fue este el día en que Monseñor conoció
y entrevistó a algunos candidatos al sacerdocio para la FSSPX, entre ellos,
Alfonso de Galarreta, quien tuvo una entrevista de aproximadamente media hora
con Monseñor Lefebvre.
Esta reunión fue muy importante, creo
que de mucha expectativa para Monseñor Lefebvre era conocerlo a Alfonso de
Galarreta porque era un candidato firme. Lo llevamos a la casa de la familia
Ferrari. Efectivamente, tuvo una reunión con Monseñor de unos 20-30
minutos".4
Junto con el joven Alfonso de Galarreta
habían visitado a Monseñor otros candidatos al seminario: Luis María Canale,
Edgardo Albamonte y Andrés Morello. Todos partirían hacia Ecône para ser más
tarde ordenados sacerdotes por Monseñor Lefebvre.
El viernes 22 Monseñor ofreció una
Conferencia de Prensa en una dependencia del hotel Transocean. Este día no se
celebró públicamente la misa.
Acerca de la actividad que desarrollará
el obispo francés, en los próximos días, sólo se dijo que mañana celebrará otra
misa, pero no se precisó en qué lugar, y que mañana ofrecerá, a las 11, una
conferencia de prensa en el hotel «Transocean» ubicado en Lavalle al 500".5
Se reunieron aproximadamente cien
periodistas, que hicieron todo tipo de preguntas. Algunos, muy agresivos, con
sus calificativos causaron gran escándalo entre los presentes.
Había por lo menos cien periodistas.
Estaban en gradas, como si fuera un anfiteatro, Monseñor Lefebvre, abajo, en
una mesa con su traductor, que era el padre Faure. Los periodistas preguntaron
de todo. Magdalena Ruiz Guiñazú incidenta la reunión inquiriendo mucho a
Monseñor Lefebvre sobre la obediencia. Le preguntaba y Monseñor le respondía.
Monseñor le decía que no era obligatorio obedecer sobre una mala acción… Fue
todo un éxito, mucha gente, mucha prensa. Este también fue un episodio muy
importante".6
El sábado 23 no se celebró públicamente
la misa, sin embargo, se comenzó a preparar, por la tarde, la misa del domingo.
Ya anocheciendo, comenzó a llegar la gente a la quinta de Villa Tesei, partido
de Hurlingham, juntándose rápidamente más de 500 personas. A pesar de que la
misa iba a tener lugar en una propiedad privada, la Policía de la Provincia con
efectivos montados y de a pie, apoyada por el Cuerpo de Infantería de la
Policía Federal, intervino para dispersar a las familias que se estaban
reuniendo.7
El domingo 24 Monseñor Lefebvre fue a la
quinta privada de Villa Tesei, y celebró la misa ante aproximadamente mil
quinientas personas, entre ellas grupos católicos de diferentes lugares,
periodistas y muchas personas que hasta el día de hoy se cuentan entre nuestros
fieles junto con sus familias. Después de la misa hubo una comida. Monseñor
almorzó dentro de la casa con algunos fieles y los demás, sentados en grupos
por el parque.
Mucha gente… la veo caminando por los
jardines. Mucha gente pero no toda junta… usted imagínese un picnic o algo por
el estilo".8
Fue el último acto público de Monseñor
Lefebvre en su primera visita a América del Sur.
Repercusión de la visita
Algunos meses después de este viaje por
América del Sur, se adquiría en Buenos Aires la casa del actual priorato de la
calle Venezuela 1318, que se convirtió en el seminario San Pio X, y comenzó en
marzo de 1979 el primer año de espiritualidad. A fines de 1980 el seminario ya
se había mudado al terreno de La Reja, Moreno, donde actualmente funciona el
seminario Nuestra Señora Corredentora y donde se forman los sacerdotes para los
distritos de América del Sur, de México y para la Casa Autónoma de Brasil.
En Santiago de Chile hay un priorato con
una hermosa Iglesia. Desde dicha casa sacerdotal se atienden otras tres
capillas en el interior de Chile.
En Argentina hay actualmente cinco
prioratos además de la Sede de Distrito. Entre todos estos prioratos se
reparten el apostolado de otras veintiún capillas, incluso, desde Argentina se
atienden los apostolados de Paraguay, Uruguay y Perú.
También en Argentina hay un convento y
un noviciado de Hermanas de la FSSPX, dos escuelas de las Madres Dominicas
enseñantes, tres escuelas atendidas por los sacerdotes de la FSSPX y una casa
de ejercicios espirituales.
Todas estas fundaciones son el fruto de
la escasa repercusión 9 que tuvo la visita de
Monseñor Lefebvre a Sudamérica.
TRADIDI QUOD ET ACCEPI
"He transmitido lo que recibí"
(1Cor. 11, 23)
Monseñor Lefebvre (1905 - 1991)
Diario “Clarín”, 21 de julio de 1977.
Diario “La Nación”, 21 de julio de
1977.
Agradecemos la colaboración del señor
Gustavo Del Campo que nos envió los recortes periodísticos y nos animó a editar
estos artículos; del señor Luis Giachino, quien nos facilitó los relatos de la
visita de Monseñor Lefebvre a Santiago de Chile; del Señor Gustavo Guasti quien
hizo lo propio sobre las actividades que tuvieron lugar en Argentina y del
señor Alejandro Catarineu que nos proporcionó los detalles que ayudaron a unir
los acontecimientos de la visita a Argentina.
Anécdotas
de la primera visita de Monseñor Lefebvre
a
América del Sur
Monseñor entre los fieles "siempre
con la generosidad y santidad que lo caracterizó en todo momento"
Muchas anécdotas interesantes recuerdan
los presentes en las actividades realizadas por Monseñor Lefebvre en su primera
visita a nuestras tierras, que no pudieron ser contadas en el artículo
histórico para no extenderlo demasiado. No pudiendo tampoco dejarlas de lado,
las transcribimos en el presente artículo.
La primera anécdota tuvo lugar en el
aeropuerto de Santiago de Chile a la llegada de Monseñor Lefebvre y nos la
cuenta Monseñor Tissier de Mallerais en la biografía de Monseñor que él mismo
escribió. Toda la comitiva de Monseñor era el padre Jean-Michel Faure que lo
acompañó durante la visita a Chile y Argentina. Probablemente no se esperaban
que la visita tuviera tanta repercusión:
En Santiago de Chile, el 17 de julio,
desde el avión, Monseñor Lefebvre escuchó gritar a la gente: «¡Lefebvre, sí!
¡Comunismo, no!» La muchedumbre era tanta, que se hacía imposible abrirse
camino; por eso el vehículo del Arzobispo, escoltado por dos autos de policía,
dio media vuelta y salió por las pistas del aeropuerto, pero fue en vano, pues
a lo largo de todo el trayecto había gente con banderolas que aclamaba al
Prelado. Los titulares de los diarios decían: «El Cardenal Silva Henríquez
declara: Lefebvre es un Judas», pero en la tirada del día siguiente se leía:
«Lefebvre responde: Yo no soy un Judas, yo no abracé a Fidel Castro»”.1
La segunda anécdota tiene lugar en
Buenos Aires Argentina. La visita de Monseñor Lefebvre se preparaba como un
evento de gran importancia. No se escatimaron los trabajos para poder acercar a
los fieles que amaban la Tradición de la Iglesia y querían conocer a Monseñor:
El promotor de esto y quien lo invita [a
Monseñor] fue [Roberto] Gorostiaga… estoy seguro de eso, creo que le pagó el
pasaje y lo invitó. Fue como anfitrión. Él abrió el juego y participaba también
la gente de «Patria Grande». En ese momento, el matrimonio Quantín, El Capitán
Rubio, o sea, el padre del Padre [Rubio]. Mucha gente más: José María Racedo…
le puedo nombrar mucha gente más. Fundamentalmente, el grupo «Patria Grande»…
Recuerdo al padre Sánchez Abelenda que también dio conferencias. La expectativa
fue grande por la venida de Monseñor, imagínese, año 77 cuando el año 76 había
salido mucho en la prensa sobre él, sobre la suspensión "A Divinis",
etc… En mi casa, es decir, en la casa de mis padres, funcionó una especie de
secretaría de prensa. Esto se circunscribía en mandar notas a los diarios, por
pedido de don Roberto, y dejarles el número de teléfono para que se
comunicaran, lo cual fue hasta simpático porque llamaron de todo el mundo y en
todos los idiomas. En fin, imagínese que respondíamos como podíamos. Mi casa
también fue parador de algunos amigos de Córdoba y de La Plata. Los que me
acuerdo, de La Plata eran Alfonso –luego Monseñor–, y Ricardo Cardinali.
Después de Córdoba habrá venido Casermeiro y seguro Ricardo González… Como dato
de contexto, la empresa de don Roberto nos había dado un vehículo con el cual
nos desplazábamos y el viaje que más recuerdo es el viaje a Villa Tesei y la
reunión que tuvo Alfonso de Galarreta con Monseñor".2
Monseñor parte de América del Sur en
barco
Los detalles de dicha reunión los
transcribimos en la tercera anécdota que tuvo lugar en la casa del Escribano
Marcelo Ferrari, al día siguiente de la llegada de Monseñor Lefebvre a Buenos
Aires:
Lo llevamos [a Alfonso de Galarreta] a
la casa de la familia Ferrari. Efectivamente, tuvo una reunión con Monseñor de
unos 20-30 minutos. Yo recuerdo que lo veía de lejos porque era un departamento
grande de Barrio Norte. La expectativa de nosotros también era grande y,
recuerdo… cuando vi que la reunión más o menos terminaba le pregunto a
Alejandro Aliaga «¿y, qué pasó?» él me responde, «Monseñor quedó sorprendido
con Alfonso y parece que se lo lleva»… no sé cuánto tiempo pasó, días y pocos,
pero Alfonso de Galarreta parte a Suiza, por supuesto."1
Al final de la reunión, Monseñor
Lefebvre dejó una impresión inolvidable en los presentes:
Esa reunión fue para mí muy grata porque
después tuve oportunidad de conversar con Monseñor Lefebvre. Un episodio muy
grato: se sorprendió él cuando le pedí que firmara una foto que yo había sacado
de una revista. Me preguntó de dónde la había sacado –claro, una fotografía que
había salido en revista «Somos» o «Gente», alguna de esas, que le habían tomado
a él en aquella famosa homilía de Lille–. En fin, como para finalizar la
reunión, Monseñor Lefebvre nos impuso el Escapulario de la Virgen del Carmen a
dos policías que estaban y a mí, siempre con esa generosidad y santidad que lo
caracterizó en todo momento, o sea, era la postura de un santo, la mirada de un
santo y… bueno, todo lo que se pueda decir de él nunca será suficiente…"2
La conferencia de prensa de Monseñor
Lefebvre en el hotel Transocean del viernes 22 de julio fue un hecho que llenó
de emoción a todos los asistentes. Recordemos el hecho citado en el anterior
artículo: los periodistas hicieron todo tipo de preguntas. Magdalena Ruiz
Guiñazú, de manera insistente e irrespetuosa, inquiría a Monseñor sobre la
obediencia:
Monseñor le decía que no era obligatorio
obedecer sobre una mala acción y puso la comparación que si un padre le dice a
su hija que haga algo malo, la hija no tiene por qué obedecerle, entonces, esta
señora sale diciendo: pero usted está comparando la Iglesia con una mujer
cualquiera, algo así. Entonces el primero que reacciona es el padre Faure e
inmediatamente Monseñor Lefebvre. Creo que palabra de por medio del padre
Faure, Monseñor reacciona con una respuesta apropiada. Digo apropiada porque
conformó a todo el mundo. Fue todo un éxito."3
Las respuestas de Monseñor dejaron a
todo el auditorio emocionado:
Salimos tan emocionados del hotel que en
plena calle Florida comenzamos todos a gritar: «¡Lefebvre! ¡Lefebvre!» y claro,
Monseñor estaba en medio de nosotros… la gente no entendía nada."4
Finalmente, la misa del 24 de julio en
Villa Tesei, última actividad pública de la breve visita de Monseñor Lefebvre
por nuestras tierras, dejó también una gran impresión en todos los presentes.
La misma, por motivo de las dificultades que hubo en el galpón de la empresa
del señor Gorostiaga, el 20 de julio, se organizó casi en secreto:
Nos enteramos de la misa por «teléfono
de baquelita» nadie sabía nada, uno llamaba a otro «Monseñor va a celebrar misa
el domingo en tal lugar» y así nos fuimos enterando todos."5
En la quinta de Villa Tesei, se celebró
la misa, tan recordada, con la presencia de unas mil quinientas personas:
Era un cuadro muy particular por lo
grato. Parecía una escena de película muy antigua. Verlo ahí, debajo de un
árbol al padre Sanchéz Abelenda y al padre Le Lay, si mal no recuerdo.
Supóngase: uno en la galería o debajo de un alero, el otro debajo de un árbol
confesando a la gente… mucha gente… en ese parque tan lindo de aquella
quinta."6
Un artículo de un diario dice que
asistieron a la misa setecientas personas… no, eran muchas más. Otro artículo
dice que fueron dadas tres mil comuniones. También me parece muy exagerado. Lo
que sí recuerdo es que la fila de la comunión era interminable… interminable.
Habría unas mil quinientas personas"7
Todos estos recuerdos dejó la presencia
de un Prelado de la Iglesia Católica Apostólica Romana que no hizo más que lo
que debía hacer, transmitiendo lo mismo que le fue confiando en su consagración
episcopal y que transmitió desde aquel día por el resto de su vida.
Credidimus Caritati
"Hemos creído en la caridad"
(1 Jn. 4, 16)
Monseñor Marcel Lefebvre (1905 – 1991)
Sermón
de Monseñor Lefebvre en Villa Tesei, Buenos Aires. 24 de julio de 1977
Sermón de ordenaciones en Ecône, 29 de
junio de 1977
El último día de la citada visita que
Monseñor Lefebvre hizo a la Argentina, el 24 de julio de 1977, celebró una misa
multitudinaria en la quinta "La Leonor", de Villa Tesei,
partido de Hurlingham, Gran Buenos Aires. Dos días después, el diario "El
Argentino" de Chascomús publicó en extenso el sermón de Monseñor en dicha
misa bajo el título "Vibrante homilía de Lefebvre".
Amados hermanos: estamos felices de
poder reencontrarlos hoy, procedentes de numerosas provincias del interior de
su amado país, la República Argentina, y agradecemos a Dios el habernos reunido
aquí para celebrar, para escuchar la santa misa, en esta propiedad privada donde
sus propietarios nos acogen tan amablemente.
Agradecemos a Dios el permitirnos
celebrar la misa juntos, a fin de obrar juntos, y de poder animarlos a mantener
la Fe católica.
Cuando niños, nos llevaron a recibir el
Bautismo en los brazos de nuestro padrino. El sacerdote nos preguntó qué era lo
que íbamos a pedir a la Iglesia. El sacerdote que nos recibió en nombre de la
Iglesia nos dijo: ¿qué es lo que tú pides a la Iglesia de Dios? Estas fueron
las primeras palabras que un sacerdote de la Iglesia nos dirigió cuando nuestro
padrino nos llevaba en sus brazos al Bautismo. ¿Cuál fue nuestra respuesta?
Nuestros padrinos respondieron en nuestro nombre: Yo pido la fe, la santa fide,
y el sacerdote prosiguió preguntando: ¿qué es lo que te alcanza la fe?, respondiendo
nosotros, siempre por boca de nuestros padrinos: la fe nos alcanza la vida
eterna. Por eso, desde nuestros primeros pasos en la Iglesia nosotros hemos
pedido a la Iglesia, la fe, la fe católica. Pues bien, pienso que estas
palabras que hemos pronunciado por boca de nuestros padrinos cuando éramos
niños, las repetimos toda nuestra vida, por eso pedimos a la Iglesia: ¡Dadnos
la fe! Porque la fe nos da la vida eterna. Pues bien, hoy, como en el pasado,
como en toda nuestra vida, nosotros se la pedimos a nuestros pastores, a la
Iglesia, al Papa, a nuestros obispos, a nuestros sacerdotes, a todos los que
tienen la obligación de dárnosla, de comunicárnosla; les pedimos ¡dadnos la fe
católica, porque la fe católica nos da la vida eterna! Nuestra fe es: que creemos
en la divinidad de nuestro Señor Jesucristo. En las últimas páginas de su
Evangelio, San Juan nos dice: lo que yo les he dicho, que Jesucristo es
el hijo de Dios que se ha encarnado para redimirnos y darnos la vida eterna.
Eso es nuestra fe. Nuestra fe se resume
pues en la divinidad de nuestro Señor ¿Qué significa esto? Esto se resume en
estas palabras: Nuestro Señor Jesucristo es Dios, y por consiguiente, por el
hecho que Dios ha asumido el Cuerpo de un hombre en el seno de la Santísima
Virgen María, nuestro Señor Jesucristo es nuestro Salvador, nuestro único
Salvador. No tenemos otro salvador aquí abajo que nuestro Señor Jesucristo, no
hay otro hombre en la tierra que nos conduzca al cielo que nuestro Señor
Jesucristo. Nuestro Señor Jesucristo es el único Sacerdote, el único gran
Sacerdote, el único Mediador. No hay otro Sacerdote aquí abajo que nuestro
Señor Jesucristo. Todo sacerdote participa en el sacerdocio de nuestro Señor
Jesucristo, y Él es nuestro Rey, el único Rey Tu solus sanctíssimus, tu
solus Dominus. Sólo Él nos gobierna, y sólo Él tiene autoridad sobre los
Apóstoles. Y todos los otros príncipes de este mundo, sean los que sean: reyes,
emperadores, presidentes; reciben su autoridad de nuestro Señor Jesucristo. No
son nada más que sus lugartenientes, no tienen autoridad por ellos mismos. La
realidad de ellos es tener fe en nuestro Señor Jesucristo, y si la propagan
entonces sí son nuestros jefes, puesto que de esta manera participan a la
realeza de nuestro Señor Jesucristo.
Estamos en la obligación de constatar
que desde hace quince años, se toman nuevos rumbos que van en contra de lo que
les afirmé precedentemente.
Nuestro Señor es el único Salvador
Ya desde antes del Concilio, desde mucho
tiempo antes, por toda la influencia del protestantismo y del liberalismo de
los últimos siglos, estos privilegios de nuestro Señor, que son de su
naturaleza misma, fueron atacados, y ya no se dice que nuestro Señor Jesucristo
es nuestro único Salvador, sino que se ha tendido a que se crea que Buda, Lutero,
Mahoma, es decir, los jefes de las otras religiones, son también salvadores.
Pero nosotros recalcamos todo lo contrario: no hay otro Salvador que nuestro
Señor Jesucristo, y por eso de ninguna manera tenemos que creer que podemos ser
salvados por Mahoma, Buda o Lutero. Ninguna de esas personas puede salvar a
nadie. El único que lo puede hacer es nuestro Señor Jesucristo.
Y esta verdad debemos reafirmarla de
modo claro, lo que no implica tener desprecio para las personas que profesan
las otras religiones. Nosotros les tenemos respeto a los budistas, a los
musulmanes, a los protestantes; únicamente les pedimos que se conviertan y que
crean en nuestro Señor Jesucristo, que se vuelvan católicos, que se encuentren
sujetos a nuestro Salvador. No les tenemos desprecio, queremos dialogar con
ellos, pero de ninguna manera hacerles creer que se pueden salvar en su
religión -puesto que eso es engañarlos- no es ser caritativos para con ellos.
La caridad pide que nosotros demos la verdad, y nosotros queremos dar la verdad.
¿Por qué el Papa mandó misioneros a
estas tierras de América del Sur? ¿Por qué nos mandó al África? ‒yo estuve
durante treinta años allí‒: ¡para proclamar que hay un solo Salvador en la
tierra!, y que ese no es otro que nuestro Señor Jesucristo, y por ello mismo
dar el mejor servicio que podemos dar a las almas. Las almas no tienen
necesidad más grata que conocer a nuestro Señor Jesucristo, saber que Él es
nuestro único Salvador. ¿Para qué somos misioneros?, ¿para decirles a esos
budistas, protestantes o musulmanes: está muy bien, ustedes tienen una
religión buena, ustedes van a salvarse en vuestra religión como nosotros en
nuestra religión católica? No. Eso no es nada más que engañar a las
personas, a esas pobres personas que tienen necesidad de la realidad, necesidad
de salvarse. Es por eso que el ecumenismo actual es, nada más ni nada menos,
que un ecumenismo falso, que engaña a las personas que necesitan a nuestro
Señor Jesucristo.
Un ejemplo de lo que les digo es el del
Cardenal de Colonia, en Alemania, que dio en su Catedral una Capilla a los
musulmanes para las prácticas de su culto. En la iglesia de Marsella, de Notre
Dame, Monseñor Etchegaray, presidente de la Asamblea Episcopal de Francia, ha
querido también dar capillas a todas las religiones; ¡el mismo templo de
Nuestra Señora de Layam! Profanación contra la cual se han levantado los fieles
de esta ciudad, quienes pidieron a Monseñor Etchegaray retirar tal medida
profanadora contra su santuario mariano. Imagínense que aquí, en el santuario
mariano de Luján, se intente dar una capilla a los budistas, a los protestantes
o a los musulmanes: ¿qué harían ustedes? No queremos profanar lo que es más
caro a nuestro corazón: ¡La Santísima Virgen María, la divinidad de nuestro
Señor Jesucristo! Pues bien, los fieles de Marsella, aun los que no
practicaban, han hecho todo lo posible para impedir que el obispo profanara su
Templo. Estos ejemplos les demuestran que este falso ecumenismo está
corrompiendo los espíritus de los sacerdotes y de los obispos.
Nuestro Señor es el único Sacerdote
Otro de los privilegios de nuestro Señor
que es atacado es el siguiente: Él es Sacerdote. Ahora se quiere cambiar la
noción de sacerdocio en nuestro Señor, queriendo que todos los fieles sean
sacerdotes por su Bautismo, y esto es absolutamente falso. El fiel no es
sacerdote, eso solo se entendía en sentido simbólico. Solo el sacerdote que ha
recibido el carácter por el sacramento de la ordenación, es realmente
sacerdote, porque, repetimos, hay un solo Sacerdote que es nuestro Señor, y es
por participación con el sacerdocio de Él, que el sacerdote recibe aquel
sacramento, y que por sus palabras puede hacer venir a nuestro Señor sobre el
Altar. Solo él puede hacer esta acción.
Es un gran misterio que un hombre con
las sencillas palabras que pronuncia, pueda hacer bajar al Hijo de Dios sobre
el Altar, como lo hizo la Santísima Virgen María cuando pronunció su Fiat. En
esa oportunidad, en algún sentido Dios le obedeció. El sacerdote hace lo mismo
cuando pronuncia las palabras de la consagración; hace, en algún sentido,
obedecer a nuestro Señor Jesucristo, que se hace presente bajo las especies del
vino y el pan. Es un privilegio increíble, inmenso. Y ahora se quiere que sea
la Asamblea la que pronuncie las palabras de la consagración, bajo la falsa
creencia de quienes piensan que todo el mundo es sacerdote. Esto se está
haciendo en la Casa de los Padres Dominicos de Lyon en Francia, donde los
fieles laicos, junto a los religiosos, están arriba del Altar y pronuncian las
palabras de la consagración, diciendo que todos somos sacerdotes. Eso es una
corrupción de la divinidad del Sacerdocio de nuestro Señor Jesucristo.
Nuestro Señor es el único Rey
El tercer privilegio de nuestro Señor
que es atacado hoy, reside en su realeza social; el Reinado Social de nuestro
Señor como lo definió perfectamente el Papa Pío XI en su Encíclica Quadragesimo
Anno, la cual, debemos imperiosamente volver a leer.
Debemos constatar hoy que la misma Santa
Sede pide a los Estados católicos, dejar de ser Estados católicos, que supriman
en su constitución que la religión católica es la única reconocida en el
Estado, es decir, que ya no se quiere más el reino de nuestro Señor Jesucristo
en la sociedad.
Esto además lo podemos comprobar en la
reforma de la liturgia, en la fiesta de Cristo Rey ¿Por qué razón se ha
postergado la Fiesta de Cristo Rey desde el mes de octubre hasta el fin del mes
de noviembre? Ello se ha hecho para mostrar que nuestro Señor reinará al fin de
los tiempos, no mientras estamos aquí abajo, y que lo hará sólo cuando venga
sobre las nubes del Cielo. Además, en el cambio de las palabras en la Liturgia
de Cristo Rey se han suprimido dos estrofas del himno en su honor: una sobre
la familia y otra sobre la sociedad ¿Cómo se ha podido suprimir esto? Ya no se
reconoce la realeza de nuestro Señor sobre las familias y la sociedad, por eso
se han suprimido estas dos estrofas. Esto es un hecho, y ustedes lo pueden
constatar. Basta comparar la antigua fiesta con la nueva, para darse cuenta de
los cambios operados en los textos litúrgicos.
Sabemos perfectamente que ahora, la
Santa Sede es favorable a la laicización de los Estados, es decir favorecen que
nuestro Señor Jesucristo no reine públicamente, oficialmente, sobre los mismos.
Esto es absolutamente contrario a nuestra fe católica. Repetimos que no tenemos
más que un solo Rey, y eso es lo que nos debe hacer juzgar a nuestros
presidentes o jefes de Estado. Ellos aceptan o no el Decálogo, aceptan o no la
realeza de nuestro Señor Jesucristo. Y si ellos aceptan el Decálogo, la realeza
de Cristo, entonces tienen derecho a nuestro respeto y a nuestra obediencia. En
la medida que se encuentran contra del Decálogo, en la medida que legislen
contra él y en la medida que ellos se crean los únicos jefes, los únicos responsables
y autores de la Ley, pierden el derecho a nuestra obediencia, puesto que ellos
no son los fundadores ni las fuentes del Derecho. Las Fuentes del Derecho
están en Dios, en nuestro Señor Jesucristo, por consiguiente, en la medida que
no crean en Él, y acepten únicamente los derechos del hombre, que son derechos
revolucionarios, no tienen el derecho a nuestra obediencia.
Conclusión
Voy a finalizar diciendo, que nosotros
debemos acatar solo la voluntad de nuestro Señor Jesucristo, quien vino a la tierra
para llevarnos a la salvación. Él nos pide obedecer a sus obispos aquí abajo y
ofrecer el sacrificio de la misa por intermedio de nuestros sacerdotes, y
acceder a su gracia por intermedio de los Sacramentos.
Pues bien, a Él debemos someternos: a
nuestro Señor Jesucristo y su Santísima Madre la Inmaculada Virgen María. A
ella le pedimos, a vuestra Patrona, Nuestra Señora de Lujan, que nos haga
entender quién es nuestro Señor, que nos lo haga amar y ver en Él a nuestro
único Salvador.
Diario "El Argentino" de
Chascomús
Martes 26 de julio de 1977
Volanta del artículo: "Durante la
misa del domingo en Villa Tesei"