Santo Tomás Moro tras su sentencia de muerte. |
“Es lícito encolerizarse cuando se sabe qué especie
de traidores, ladrones y asesinos son los papas, sus cardenales y legados. Le
complacería a Dios que varios reyes de Inglaterra se empeñaran en acabar con
ellos.
Castigamos a los ladrones a espada; ¿por qué no
hemos de agarrar al Papa, a los cardenales y a toda la pandilla de la Sodoma
romana y lavarnos las manos en su sangre?
Todos estos caerán cuando su sacrílega y
abominable Misa haya sido reducida a polvo” (Martín Lutero)
Ayer nos vimos de nuevo alterados
con la noticia de
que el Papa Francisco ahora resulta que irá a “participar en una ceremonia
conjunta entre la Iglesia Católica y la Federación Luterana Mundial para
conmemorar el 500° aniversario de la Reforma [protestante], en
programa en Lund, Suecia, el 31 de octubre de 2016”.
Dejando de lado la nada desdeñable
casualidad de que la fecha sea el día satánico por excelencia de Halloween, me
pregunto qué tiene el Papa que conmemorar de la herejía y apostasía que ha
desgarrado la Fe de miles de almas sepultándolas al infierno. Reforma para la
cual la propia Iglesia estableció una Contrarreforma y, en especial, un
glorioso Concilio como fue el de Trento, al que hace décadas se le quiere
sepultar en el olvido y que con este acto se le dará oficialmente el acta de
defunción, si es que quedaba algún resto de él.
Papa Francisco, ¿usted sabe que
hubo cientos de mártires católicos que dieron su vida por defender la Verdad
frente a la Reforma que quiere conmemorar?
¿Qué le dirían ese 31 de octubre a
usted las decenas de mártires cartujos de Londres, un San Fidel de Sigmaringa,
o San Juan Fisher y Santo Tomás Moro, decapitados ambos por sus
amigos de la Reforma por el único motivo de defender la fe católica?
O peor aún ¿se le ha ocurrido
qué pueden pensar los conversos del protestantismo de que vaya a conmemorar
aquello de lo que ellos tuvieron el valor de renegar? ¿qué piensa le dirían a
usted el 31 de octubre un cardenal Newman, Benson, Chesterton o tantos
otros que aceptaron la llamada del Espíritu -esta sí la de verdad, y no la de
sus sorpresas- para dejar el cisma y la herejía por la Iglesia que
usted debería representar?
Párese por favor un momento y
piénselo detenidamente.
Usted va a tener el dudoso honor de
unirse a otros que se empeñaron en lo mismo. ¿Sabe que “grandes perseguidores
de la Iglesia hayan festejado su memoria. Así, Hitler mandó proclamar
fiesta nacional en Alemania la fecha conmemorativa del 31 de octubre de
1517, cuando el fraile agustino rebelde fijó, en las puertas de la iglesia de
Wittenberg, las famosas 95 proposiciones contra la supremacía y las doctrinas
pontificias. Y a pesar de todo el ateísmo oficial del régimen comunista, el
doctor Erich Honnecker, presidente del Consejo de Estado y del
Consejo de Defensa (el primer hombre de la República Democrática Alemana),
aceptó encabezar el comité que, en plena Alemania roja, organizó las aparatosas
conmemoraciones de Lutero este año (cfr. ‘German Comments’, de Osnabrück,
Alemania occidental, abril de 1983)” [1]?
Papa Francisco, ¿así es como quiere
reformar la Iglesia? ¿Esta es la misericordia que tiene preparada para los
fieles? ¿Regarlos de confusión? ¿Qué podemos pensar de conmemorar a quien
dice que la Santa Misa es abominable y sacrílega?
Me cuesta creer que no sepa nada de
esto, ignorancia que sería preocupante dado el puesto que ocupa, y
necesariamente no cabe otra que creer que usted realmente va a dichos festejos
porque tiene algo que conmemorar, que donde nosotros vemos cisma y herejía usted
ve la semilla de su primavera eclesial, que donde nosotros vemos resistencia
heroica, usted ve obstinados idólatras, intolerantes y adivinos.
Los silencios claman al cielo
y hierven la sangre de los mártires ¿por qué nadie dice nada? ¿Dónde están los
cardenales y obispos? ¿Dónde están los sacerdotes y fieles? ¿Cómo puede haber
quien sigue tratando de disfrazar de rosa todo esto para adormecer a los
fieles?
Papa Francisco, se que nada de lo
que yo pueda decir le va a interesar lo más mínimo, pero quiero pedirle, por
favor, que conmemore usted todo lo que le de la gana de conmemorar -ya le
pedirán cuentas de ello- pero, por lo que Dios más quiera: NO EN MI NOMBRE.
Que Dios se apiade de nosotros.
Miguel Ángel Yáñez
Nota: Para una mayor
profundización sobre el siniestro personaje de Lutero, recomiendo a todos los
la serie de artículos “Lutero el monje
maldito” basado en el trabajo del padre Alfredo Sáenz.
[1] Plinio Correa de
Oliveira, Lutero:
¡no y no!