Cuidado con no tragarse el sapo del Sínodo (republicado y actualizado)
[25/10/2015] Republico este artículo, con fecha
original mayo 2015, por su rabiosa actualidad sobre la relatio
final del Sínodo, que NO resultados, porque el desenlace final será el que
el papa quiera que sea, por cuanto el Sínodo no tiene poder alguno decisorio.
Me gustaría añadir que la cuestión de la
comunión a los divorciados la considero un mero fuego artificial, por cuanto el
asunto ya fue resuelto previamente por el papa introduciendo el “divorcio católico”, con el cual ya no
tendremos más divorciados porque la excepción será el que no consiga anulación,
así que sin divorciados no hay problemas de comunión a los mismos…asunto
resuelto. Y este sapo sí que se lo han tragado casi todos. Estamos
pendientes del mosquito cuando ya nos han colado al camello en nuestra casa.
Desde diciembre que entre en vigor nuestros sacerdotes empezarán a “casar”
a adúlteros por miles, con falsas “anulaciones” a los ojos de Dios.
¿Su conciencia se lo permitirá?, ¿no harán nada?, ¿van a contribuir a la
falsificación del sacramento dando cobertura en sus iglesias y parroquias a
esto?
Conseguido con carácter previo el objetivo
de la destrucción del matrimonio con las nulidades express, parece que
ahora andamos encaminados hacia la derivación doctrinal a las
conferencias episcopales como paso último de la democratización e
inculturación eclesial. Este fragmento en el discurso de clausura del Papa me
resulta sencillamente aterrador, resulta que las gravísimas discusiones
doctrinales del Sínodo no son más que diferencias culturales que se resuelven
con la inculturación. Atención: “Y –más allá de las cuestiones
dogmáticas claramente definidas por el Magisterio de la Iglesia [nota
del autor: parece por lo que sigue que todo el tema de la comunión y los
divorciados deben estar excluidas de estas cuestiones dogmáticas y es un mero
problema de inculturación] – hemos visto también que lo que
parece normal para un obispo de un continente, puede resultar extraño, casi
como un escándalo, para el obispo de otro continente; lo que se considera
violación de un derecho en una sociedad, puede ser un precepto obvio e
intangible en otra; lo que para algunos es libertad de conciencia, para otros
puede parecer simplemente confusión. En realidad, las culturas son
muy diferentes entre sí y todo principio general necesita ser inculturado si
quiere ser observado y aplicado”. En definitiva: café para todos.
Me resulta realmente patético ver los titulares de
la prensa neocatólica trabajando a revientacaldera para vendernos las
excelencias del documento sinodal final. Algo previsible por otra parte, como
ya anticipaba en mayo.
Miguel Ángel Yáñez
Publicado originalmente el 16/5/2015
Se han vertido ríos de tinta sobre lo que pasará en
el próximo Sínodo de la familia. Aprecio que por ambos lados hay una suma
expectación sobre si se autorizará, o no, la comunión a los divorciados vueltos
a casar –adúlteros y pecadores públicos-. Parecería como si de sus documentos
no saliera una aprobación explícita sería un “triunfo de Cristo”.
¡Muuucho cuidado! Observemos detenidamente el pasado
para aprender la metodología empleada y no vernos desarmados a la primera de
cambio. En los últimos cincuenta años se han ido implementando prácticas y
doctrinas “extrañas” -por decirlo elegantemente- por una vía de hechos
consumados, más que por la explicitación doctrinal clara y sistemátizada. Se ha
jugado con introducir términos ambiguos explotables a posteriori, lo que
Michael Davies llamaba “bombas de tiempo”. Así viene operando el modernismo
desde el Concilio hasta nuestros días con notable éxito.
El modernista, como recordaba San Pío X en Pascendi, odia definir
de forma clara su pensamiento, no tiene miedo alguno a herir el principio de no
contradicción, y lo difumina a base de pinceladas por aquí y por allá, para
parecer dubitativo y evitar así las condenas o reacciones. Un trazo tradicional
por este lado, un toque modernista por el otro. Los más tradicionales que se
queden con la pincelada que les gusta, mientras ellos se quedan con el pincel
operando a su gusto ante la sonrisa complaciente de sus “opositores”.
El que espere en el próximo Sínodo una declaración
formal y fundamentada aprobando el sacrilegio de la comunión, se puede quedar
sentado esperando. Lo que quiera que planeen hacer vendrá siempre a posteriori
vía excepciones, comisiones de estudios, delegaciones a las conferencias
episcopales…etc., eso sí, todo adornado de doctrina tradicional para que los
posibles opositores puedan aplaudir a rabiar, condenar a los que lo señalen, y
lubricar bien sus gargantas para tragarse el repugnante sapo, cocinado y dorado
a fuego lento durante los últimos cincuenta años.
Algunos, de tanto ingerir tan indigesto anfibio
han terminado por cogerle el gusto. Yo no pienso probarlo.
Miguel Ángel Yáñez