¿Por qué en 15
días tenemos dos declaraciones de Ménzingen acerca de esta consagración? La Neo
Fraternidad nos tiene habituados al doble lenguaje impuesto por su Superior
General, por lo que esta "declaración doble" no nos extraña.
En la primera
declaración, Ménzingen reacciona precipitada e histéricamente, formulando una
condena el mismo día de la consagración de Mons. Faure. El fin de este
primer comunicado fue congraciarse con Roma, que, de hecho, felicitó de
inmediato a la FSSPX por la servil denuncia y condena de la consagración. La
segunda declaración, publicada apenas 2 semanas después, está dirigida más bien
a los miembros de la FSSPX.
Nuestros
comentarios en color rojo.
RESPECTO A LA CONSAGRACIÓN
DEL PADRE FAURE POR MONS. WILLIAMSON.
3-04-2015
Nova Friburgo, 19 marzo
2015
Después de la consagración
del Padre Jean Michel Faure por Mons. Richard Williamson, el 19 de marzo de
2015 en Nova Friburgo (Brasil), algunos sitios que le son favorables publicaron
diversas declaraciones del consagrante y del consagrado exponiendo las
circunstancias particulares de esta consagración episcopal, anunciada apenas el
día anterior a la víspera, y a la cual no fueron invitados más que un
restringido número de sacerdotes y fieles. Estas declaraciones hicieron
aparecer algunas de las razones que motivaron esta ceremonia. En los extractos
siguientes, los pasajes subrayados en itálicas son de la redacción de DICI.
En su sermón, durante la
ceremonia, Mons. Williamson declaró: “Me disculpo que no hayamos querido publicar
el anuncio de este evento antes, pero queríamos asegurar la ceremonia y
protegerla de algunos impedimentos que podrían surgir, porque esta
ceremonia no gusta a todos, es evidente”. Poco después, Mons. Faure precisó en
una entrevista: La consagración debió ser hecha así para que no fuera impedida. La
situación de Mons. Williamson sigue siendo delicada. Se eligió este
monasterio por ser un lugar un poco alejado y que facilitara ciertas medidas de
seguridad”. Se trata aquí de una alusión al hecho de que Mons. Williamson
pudiera ser perturbado en sus desplazamientos, luego de sus declaraciones sobre
las cámaras de gas durante la Segunda Guerra mundial. Por supuesto, y es evidente que la discreción que antecedió a
la consagración estuvo enteramente justificada.
En el mismo sermón, Mons.
Williamson afirmó: “Se puede pedir, preguntar, esperar una señal como
Monseñor Lefebvre lo hizo en 1988, pero me parece que la Iglesia no
puede subsistir sin obispos que puedan ordenar sacerdotes, confirmar los niños
y adultos… En la situación política actual, una Tercera Guerra mundial puede
estallar en cada momento; una noticia reciente en mi país, Inglaterra, las
armas atómicas han sido preparadas para ser lanzadas sobre Rusia, es una
locura, es una locura, pero los hombres, que están locos, tienen el instinto,
como liberales, tienen el instinto del suicidio, y la tercera guerra mundial
será el producto de ese instinto de suicidio. Y llegará, y ¿cuándo llegara? Es
absolutamente impredecible cómo van a desarrollarse los acontecimientos. Es
por eso quedar solo yo para confirmar y ordenar… me parece una
irresponsabilidad; el mundo no está tranquilo, está muy inestable, no
sabemos lo que va a pasar.”
En una entrevista
posterior, Mons. Williamson ha precisado su pensamiento respondiendo a la
pregunta:
“¿Qué lo decidió a llevar a
cabo la consagración ahora?” Cada día era más razonable ante la amenaza de
la guerra, que está muy cerca de nosotros, y por dos veces ha sido evitada con
Siria y con Ucrania, y el Occidente delincuente está provocando a los rusos y
llegará el momento en que Putin dirá que es suficiente y atacará”.
En cuanto a la necesidad de
sustituir a la FSSPX que, según él, ha traicionado a su fundador, Mons. Faure
declaró en una entrevista a Rivarol del 2 de abril: Humanamente
hablando, Mons. Fellay da muchas señales de su voluntad firme de
incorporarse a la iglesia conciliar. (…) Menzingen pierde toda su autoridad
porque ya no es fiel a la verdad.” Noten los lectores la falta de honestidad típicamente
menzingeniana que hay en el empleo del verbo “sustituir”. Los Obispos de la Resistencia nunca han hablado de
querer “sustituir” a la FSSPX, como Mons. Lefebvre nunca habló de pretender
“sustituir” a la Iglesia o al Papa. Lo que motivó la consagración de Mons.
Faure es el gravísimo estado de necesidad que existe en la Iglesia, el cual
ha comenzado con el Vaticano II, ha subsistido desde entonces y se está
agravando hasta niveles increíbles bajo el triste Papado de Francisco. La
intención esencial que hay en consagrar un segundo Obispo para la Resistencia
católica, es proveer un medio esencial para la conservación de la fe en la peor
crisis de la historia de la Iglesia Católica. Leamos de nuevo la
pregunta de RIVAROL y la respuesta de Mons. Faure: R. Menzingen
condenó, incluso antes que el Vaticano, su consagración, además de hacerlo
mucho más firmemente. ¿Qué reacción le inspira esto? Mons. Faure: Menzingen
tiene miedo. Pierde toda su autoridad porque ya no es fiel a la verdad. Cuando
Monseñor Faure dice que Ménzingen pierde su autoridad, no expresa un deseo (el
de "sustituir" a la FSSPX, según Ménzingen), sino que afirma un
hecho, lo cual es muy distinto. Tampoco en el Mandatum de
la consagración del día 19 de marzo se lee nada respecto a “sustituir” a la
FSSPX o alguna cosa parecida a eso, sino que en él la mención de la crisis de
la Iglesia como lo que justifica la consagración, es perfectamente clara: “el
daño para la Fe parece tal que su supervivencia no puede más ser dejada a
depender de un único obispo totalmente anti-modernista. La propia Iglesia le
pide a él nombrar un asociado, que será el Padre Jean-Michel Faure”.
“Queríamos asegurar la ceremonia y protegerla de algunos impedimentos que
podrían surgir”, “Se puede pedir, preguntar, esperar una señal como Monseñor
Lefebvre lo hizo en 1988, pero…” , “es absolutamente impredecible cómo van a
desarrollarse los acontecimientos”, “humanamente hablando”, estas motivaciones
personales pueden parecer, efectivamente, demasiado humanas, también son
acompañadas de declaraciones de intención sobrenatural sobre “la defensa de la
verdad” y la necesidad de ser los humildes componedores de “la iluminación de
emergencia de Mons. Lefebvre” (19 de marzo). Estos motivos contrastan
singularmente con la razón de las consagraciones de 1988. Pero hasta acá vemos que las
citas que hace Ménzingen acerca de los motivos de la consagración, han
sido seleccionadas de modo poco honesto,
como lo prueba palmariamente el hecho de omitir nada menos que el Mandatum,
así como las partes más importantes del sermón pronunciado
por Mons. Williamson en la ceremonia de consagración.
Ecône, 30 junio 1988
Apoyándose en largos
extractos del sermón de Mons. Marcel Lefebvre durante la ceremonia del 30 de
junio de 1988, el P. Jean-Michel Gleize, profesor de eclesiología del seminario
de Ecône, recuerda por qué y cómo el fundador de la FSSPX realizó este importante
acto. Se ha
cuidado la Neo FSSPX, también en este caso, de seleccionar las citas, omitiendo
las partes desfavorables del sermón de Mons. Lefebvre. El lector puede leerlo
completo acá.
1. En una carta de fecha 8 de julio de 1987, Mons. Lefebvre escribió al
cardenal Ratzinger: “Una voluntad permanente de destrucción de la Tradición es
una voluntad suicida que autoriza, por su mismo hecho, a los verdaderos y
fieles católicos a tomar todas las iniciativas necesarias para la supervivencia
y salvación de las almas” [1]. Según esto la iniciativa de la consagración de Mons.
Faure está claramente autorizada, pues de lo que se trata precisamente es de
preservar la Tradición en orden a la supervivencia de la fe y de la
consiguiente salvación de las almas. Y el día de las
consagraciones, el 30 de junio de 1988, Monseñor regresó sobre este hecho, para
concluir en la legitimidad de las consagraciones episcopales: “Es necesario que
comprendan bien que esta ceremonia no es un cisma. […]Por el contrario, realizamos
esta ceremonia para manifestar nuestra unión con Roma. Para manifestar
nuestra unión con la Iglesia de siempre, con el Papa y con todos los que han
precedido a estos Papas que desde el Concilio Vaticano II desgraciadamente,
han creído que debían dar su adhesión a los grandes errores que están en trance
de destruir la Iglesia y destruir el sacerdocio católico. […] Nos
encontramos en un caso de necesidad. [2] Esas
palabras se pueden y se deben aplicar a esta nueva consagración.
2. Se hace aquí la distinción entre el principio mismo de la
autoridad en la Iglesia y su ejercicio en circunstancias particulares. Por
definición, el papa tiene la misión de dar a las almas los medios de salvarse,
es decir, obispos y sacerdotes que prediquen la verdadera fe católica y
administren los verdaderos sacramentos según el rito de la Iglesia. Pero por
desgracia, desde el concilio Vaticano II, los papas que sucedieron a Pío XII
volvieron, si no imposible, por lo menos difícil el recurso normal a estos
medios ordinarios de salvación. Y podemos temer legítimamente que, si no se
reacciona, los fieles de la Iglesia católica no puedan beneficiarse más de la
predicación de la verdadera doctrina ni recibir la gracia de los verdaderos
sacramentos: Por lo tanto, hay estado de necesidad, que no solamente vuelve
legítimo, sino que reclama la consagración episcopal del 30 de junio de 1988,
como medio necesario para la salvación de las almas. Mons. Lefebvre lo explica
muy bien: “Me parece oír, mis queridos hermanos, las voces de todos estos
Papas, desde Gregorio XVI, Pío IX, León XIII, San Pío X, Benedicto XV, Pío XI y
Pío XII, decirnos: «Por caridad, por piedad, ¿qué vais a hacer de nuestras
enseñanzas, de nuestra predicación, de la fe católica? ¿Vais a abandonarlo?
¿Vais a dejar que desaparezca de este mundo? Por caridad, por piedad, seguid
guardando este tesoro que os hemos dado. ¡No abandonéis a los fieles, no
abandonéis a la Iglesia! ¡Seguid trabajando por la Iglesia! […]Si no
hacéis algo para continuar esta tradición de la Iglesia que os hemos dado,
desaparecerá todo. La Iglesia desaparecerá. Todas las almas se perderán” [3] De nuevo: todo eso, exactamente, es lo que se ha
pretendido con la consagración de Mons. Faure.
3. En efecto, en la Iglesia, toda la ley eclesiástica está ordenada a la
salvación de las almas. Si la aplicación habitual de esta ley vuelve difícil,
si no imposible, esta finalidad esencial de la ley, nos enfrentamos a lo que la
Iglesia llama estado de necesidad. Éste autoriza a todo miembro de la Iglesia a
actuar por la salvación de las almas, según sus capacidades y según las gracias
que recibe, incluso a pesar del obstáculo que supone la aplicación injusta de
la ley eclesiástica hecha por la autoridad. En efecto, dice el Código Canónico:
“los fieles tienen el derecho de recibir por parte de los pastores consagrados,
la ayuda proveniente de los bienes espirituales de la Iglesia, sobre todo la
palabra de Dios y los sacramentos” [4] Esto significa en particular que todo
obispo debe usar su episcopado para la salvación de las almas y del bien común
de la Iglesia, lo que puede implicar la transmisión del sacerdocio y del
episcopado, incluso cuando la autoridad suprema de la Iglesia se oponga a ello
de manera injusta. Idem.
4. Lo
que explica la actitud de Mons. Lefebvre y de la FSSPX, no es un apego personal
a un bien particular de una obra personal. Es la preocupación de la
salvación de las almas, de la unidad de la fe y del culto, que corresponden al
bien común de la Iglesia. Lo mismo hay que decir de la Resistencia. Le corresponde notablemente al sucesor de
Pedro el asegurar, con los obispos, la salvaguarda ordinaria de este bien
común. La iniciativa del 30 de junio de 1988, por ser necesaria en extremo,
asegura solamente la supervivencia extraordinaria en un contexto muy
particular, donde el sucesor de Pedro ya no actúa como sucesor de Pedro. Esto
explica por qué, cumpliendo este acto de consagraciones episcopales
aparentemente contrario a la voluntad del Papa, Mons. Lefebvre jamás rechazó
continuar entrando en contacto con los representantes de la jerarquía, con el
fin de hacer escuchar a Roma la voz pura e íntegra de la Tradición católica, y
para que ella pudiera así reencontrar sus derechos en toda la Iglesia. “Por
esta razón envié una carta al Papa diciéndole muy claramente: no podemos, a
pesar de todos los deseos que tenemos de estar en plena comunión con S. S., y
dado este espíritu que reina ahora en Roma y que quieren comunicarnos;
preferimos continuar en la Tradición, guardar la Tradición, esperando que esta
Tradición reencuentre su puesto en Roma, su puesto entre las autoridades
romanas y en el espíritu de estas autoridades romanas. Todo esto durará lo que
Dios tenga previsto, no me pertenece el saber cuándo obtendrá de nuevo la
Tradición sus derechos en Roma, pero juzgo que es mi deber aportar los medios
para llevar a cabo lo que llamaré operación “supervivencia”, operación
“supervivencia” de la Tradición. […] Y dotar de
otro Obispo a la Resistencia es algo absolutamente necesario para esa
“operación supervivencia”, dado que Mons. Fellay se encuentra empeñado en la
"operación suicidio" que implica el pretender poner a la FSSPX bajo
el poder de la Roma liberal y modernista. Asimismo,
dentro de algunos años –yo no lo sé, solamente Dios conoce el número de años
que serán necesarios para ese día en que la Tradición encontrará de nuevo sus
derechos en Roma- seremos abrazados por las autoridades romanas, que nos darán
las gracias por haber mantenido la Fe en los seminarios, en las familias, en
las ciudades, en los países, en los conventos, en nuestras casas religiosas,
para mayor gloria de Dios y la salvación de las almas”. [5]
5. La consagración del 30
de junio de 1988 fue, por lo tanto, un acto de prudencia, un acto inspirado a
la vez por la recta la razón y por el Espíritu Santo. Repetir este acto, alegando
el hecho de que la FSSPX ha fallado en su papel providencial, supone que esta
última ya no da a las almas los medios de salvarse, en particular porque ella
ya no predica la verdadera doctrina, simplemente porque ella ya no se opone a
los no menos verdaderos errores del Concilio. Nueva redacción tramposa: la
consagración de Mons. Faure se ha hecho considerando, como motivo esencial, no
la actual crisis de la FSSPX, sino la actual crisis de la Iglesia, lo cual
es clarísimo en el Mandatum, como hemos podido leer. Concretamente,
esto supone que la Fraternidad ya no ofrece el único Sacrificio en su rito
inalterado, que ella ha adoptado la predicación modernista y ya no se opone a
las reuniones interreligiosas inspiradas por un falso ecumenismo, que ella ha
adoptado los nuevos catecismos, la nueva eclesiología y todas las novedades
conciliares, que ella obra en los hechos -hechos comprobados y no simples
suposiciones- la autodestrucción de la Iglesia. La
deriva liberal que se evidencia en la FSSPX, lleva a ésta a traicionar su
misión providencial, pero puede decirse que, en el actual estado de cosas, tal
traición no está consumada sino intentada o en
proceso de realización, y que se podrá considerar consumada, por
ejemplo, cuando a cambio de alguna indebida concesión por parte de la
congregación, Roma levante la suspensión a divinis que todavía
pesa sobre los sacerdotes de la Fraternidad. La presente declaración de
Ménzingen pretende que la traición de la Fraternidad, por no estar aún
consumada, no existe en modo alguno, lo cual es una falacia manifiesta. En
la Resistencia afirmamos que la FSSPX se hunde, no que al presente se encuentre
enteramente hundida. Y, como en el caso del Titanic, la ineptitud del Comandante
es factor determinante en el hundimiento. Ménzingen responde: "no hay
ningún hundimiento del Titanic porque todavía flota. Todo sigue igual. Nada ha
cambiado porque nada se ha firmado con Roma". Ahora bien, para
que no sea un juicio de intención, tal razonamiento debe apoyarse sobre prueba
tanto más sólidas como la gravedad del hecho alegado. Lo que significa no
bastaría la simple duda y mucho menos la sospecha. La simple duda no puede
motivar más que una loca precipitación, y no una prudencia real. Como lo dijo
Mons. Lefebvre “si un argumento es dudoso, no tenemos derecho de sacar de él
consecuencias enormes”. [6] Para la información de Ménzingen, vamos a decir que la
decisión de Mons. Williamson fue tomada hace varios meses y después de años de
reflexión. Otra cosa es que la cúpula de la FSSPX se haya enterado a último
momento. No se ve cómo pueda haber, por tanto, tal "loca
precipitación". En cuanto a lo demás, Ménzingen nos quiere
persuadir de que no hay certezas de la deriva liberal y consecuente traición de
la FSSPX, sino meros juicios de intenciones, dudas, sospechas y juicios
temerarios. ¡Increíble descaro! Desde el 2012 hemos visto el
intento de Mons. Fellay de llegar a un acuerdo práctico con Roma; hemos leído
la traidora declaración doctrinal de abril de 2012, redactada, firmada y
entregada por el Superior General al Vaticano, y nunca retractada; hemos leído
las cartas que al respecto intercambiaron los 3 Obispos y el Consejo General;
hemos podido leer también la carta que Mons. Fellay escribió al Papa Benedicto,
en la que aquél lamenta que "en el contexto actual de la Fraternidad, la
nueva declaración no pasará"; se nos ha informado acerca de la
manipulación del Capítulo general del 2012; hemos sido testigos de la expulsión
ilegal del Obispo más firmemente opuesto al acuerdo y de decenas de Sacerdotes
anti acuerdistas; hemos sabido que Ménzingen ha recurrido a la violación de la
correspondencia privada y a otras malas artes semejantes, en su afán represor
de opositores al acuerdo; hemos leído las escandalosas declaraciones
acuerdistas de los Padres Pfluger y Nely, entre muchos otros; hemos sabido de
presiones y otros abusos cometidos en contra de ciertas comunidades religiosas
vinculadas a la Fraternidad; nos hemos enterado del programa de visitas de
prelados liberales a los seminarios, y un largo y lapidario etcétera. Hay,
pues, un cúmulo de hechos precisos, concordantes, graves e indesmentibles que
prueban hasta el hartazgo la deriva liberal, la voluntad acuerdista y la
traición de la cúpula de la FSSPX.
[1] Mons. Lefebvre, « L’état de nécessité » dans Vu de haut n°13 (otoño
2006), p. 62.
[2]
Mons. Lefebvre, « Homilía en Ecône el 30 de junio de 1988 en ocasión de las
consagraciones episcopales» en Vu de haut n°13 (otoño 2006), p. 64.
[3] Mons. Lefebvre, « Homilía en Ecône el 30
de junio de 1988 en ocasión de las consagraciones episcopales» en Vu de haut
n°13 (otoño 2006), p. 64.
[4] Código de Derecho canónico de 1917, canon
682 et Nuevo Código de 1983, canon 213.
[5] Mons.
Lefebvre, « Homilía en Ecône el 30 de junio de 1988 en ocasión de las
consagraciones episcopales» en Vu de haut n°13 (otoño 2006), p. 65.
[6] Mons. Lefebvre, Conferencia en Ecône el 16
enero 1979.