Además de esos gestos, y otros que ha realizado siendo ya Papa, ¿en
Evangelii Gaudium encontramos algún aporte reflexivo novedoso sobre el
judaísmo?
Hay
varias cosas que llaman mucho la atención. Una es que no solo lamenta las
persecuciones de las que fueron objeto los judíos, sino, también aquellas de
las que “son” objeto ahora e “involucran” a cristianos no solamente con la
iniciativa-menos frecuente-, sino además, “con el silencio” -más frecuente-. Es
muy interesante que diga que “el diálogo y la amistad con los hijos de Israel
son parte de la vida de los discípulos de Jesús” (EG 248). No es una actividad,
no es una tarea conveniente, esa amistad ¡es parte de nuestra vida!
Pero lo que
contiene más densidad teológica es una afirmación verdaderamente novedosa
en el Magisterio,
que invita a dar un paso más en la reflexión y en la acción de la Iglesia. Dice
que “Dios sigue obrando en el pueblo de la antigua Alianza y provoca tesoros de
sabiduría que brotan de su encuentro con la Palabra divina. Por eso, la Iglesia
también se enriquece cuando recoge los valores del judaísmo” (EG 249). Esto
es muy fuerte. Muchos aceptan fácilmente que los cristianos recibamos
la riqueza del Antiguo Testamento, e incluso los aportes del judaísmo anterior
a Jesucristo, sin embargo, aquí se habla de los valores actuales, porque se
vinculan con lo que Dios “sigue obrando” ahora en ellos. No se dice que
debemos convertirlos, que la religión judía tiene que desaparecer, sino que esa
religión guarda un valor por la acción sobrenatural de Dios ahora. Lo
mismo que expresó Bergoglio al otorgar un doctorado honoris causa a un rabino
está expresado ahora con palabras magisteriales, al referirse a los “tesoros de
sabiduría” que hoy brotan del encuentro de los judíos con la Palabra divina. Espero
que este avance, plasmado en un párrafo breve, sea adecuadamente valorado por
los teólogos que estudian las relaciones de los cristianos con el judaísmo y
por aquellos que en la Santa Sede se dedican a estas relaciones.
Por
otra parte, él retoma una insistencia del Cardenal Kasper, quien sostenía
que no deben incluirse los judíos en los proyectos misioneros que procuren la
“conversión” de los demás, puesto que el sentido bíblico de la conversión no se
aplica propiamente a ellos. El Papa asume esa línea de reflexión al decir
que los cristianos no incluimos a los judíos “entre aquellos llamados a dejar
los ídolos para convertirse al verdadero Dios (cf. ITes 1, 9). Creemos
junto con ellos en el único Dios que actúa en la historia, y acogemos con ellos
la común Palabra revelada” (EG 247).
Mons.
Victor Manuel "Tucho" Fernández explicando “El
programa del papa Francisco. ¿Adónde nos quiere llevar?”, libro editado
por la editorial San Pablo.